La negación del Niño de Belén

Dicen que en toda guerra la primer víctima es la verdad.
Puede ser.

Pero yo creo que las primeras víctimas son los niños...

En la fé que nos ha sido dada por la Gracia de un Padre Bondadoso, sostenemos que todo hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios.

Por lo tanto, todo hombre es nuestro hermano.

Por lo tanto, cuando a un hombre se lo violenta de cualquier modo - en especial por su origen racial, nacional, religioso - se injuria al Dios que lo ha creado.



Por el bautismo compartimos con Cristo la vocación profética que significa anunciar el Reino de Dios y denunciar todo aquello que le es contrario.
Cuando no se oyen denuncias, si las protestas no se anuncian, necesariamente debemos entender que hay un silencio cómplice.

Por eso, Su Santidad Benedicto XVI reclama sin cesar el alto el fuego en Gaza, porque el mundo se calla frente al concierto de la muerte que se entona en Tierra Santa.


Y se utilizan sofismas tales casualties, víctimas inocentes (¿hay otra clase de víctimas???) y todo tipo de espantosos argumentos para justificar el bombardeo de granjas, hospitales, templos y escuelas, donde bajo el imperativo falaz de seguridad y terrorismo, se hiere, mutila y asesina niños...


El Padre nos ama tanto que quiso hacerse uno de nosotros.
No quiso imponer su señorío como los poderosos.
Envió a su propio Hijo.
Nacido en una pequeña aldea, es sólo un Niño frágil en los brazos protectores de su Madre, al que no hay que pedirle permiso para visitarlo. Más aún, como un Niño espera y necesita de todos.
El Dios de la Vida, Señor del Universo,se hace Niño por amor para nuestra salvación y está especialmente presente en cada niño, en todos los niños.

El genocidio por el hambre o por las armas de niños en cualquier lugar, especialmente hoy en Gaza, es una negación expresa, concreta y contundente al Niño de Belén, Niño de Paz, Niño de Amor.

¿Qué nos toca a nosotros?

Orar sin descanso, sabedores que nuestra oración, en especial si es comunitaria, es escuchada y es eficaz: la oración puede procurar la paz por la que desesperamos.


No callarnos nunca frente a todo lo que es contrario a la dignidad humana, porque necesariamente es contrario a la Divina Providencia, es la herodiana violencia que niega la existencia de un Dios que es Amor.


Y por último - y en especial, para aquellos que tenemos hijos - : hacernos madres y padres de todos los niños, respondiendo al llamado de Jesús en el pesebre.


Paz y Bien

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