A Santa María de Nuestra Liberación


María de Nazaret,

esposa prematura de José el carpintero,

aldeana de una colonia siempre sospechosa,

campesina anónima de un valle del Pirineo,

rezadora sobresaltada de la Lituania prohibida,

indiecita masacrada de El Quiché,

favelada de Río de Janeiro,

negra segregada en el Apartheid,

harijan de la India,

gitanilla del mundo;

obrera sin cualificación,

madre soltera, monja de clausura;

niña, novia, madre, viuda, mujer.

Cantadora de la Gracia
que se ofrece a los pequeños,
porque sólo los pequeños saben acogerla;
profetisa de la Liberación
que solamente los pobres conquistan,
porque sólo los pobres pueden ser libres:
queremos crecer como tú,
queremos orar contigo,
queremos cantar tu mismo Magníficat.

Enséñanos aquel Jesús verdadero,
carne de tu vientre,
raza de tu pueblo, Verbo de tu Dios;
más nuestro que tuyo,
más del pueblo que de casa,
más del mundo que de Israel,
más del Reino que de la Iglesia.
Aquel Jesús que, por el Reino del Padre,
se arrancó de tus brazos de madre
y se entregó a la muchedumbre,
solo y compasivo,
poderoso y servidor,
amado y traicionado,
fiel ante los sueños del Pueblo,
fiel contra los intereses del Templo,
fiel bajo las lanzas del Pretorio,
fiel hasta la soledad de la muerte

Enséñanos a llevar ese Jesús verdadero
por los callados caminos del día a día,
en la montaña exultante de las celebraciones,
junto a la prima Isabel,
y a la faz de nuestros pueblos abatidos que,
a pesar de todo, Lo esperan.

Dom Pedro Casaldáliga, cmf
Obispo Emérito de Sao Félix de Araguaia, Brasil

2 comentarios:

Salvador Pérez Alayón dijo...

Excelente glosa de la universalidad de María y de la cooperación o corredención de María al entregarse con serenidad, fortaleza, sencillez, disponibilidad y pobreza en MANOS de su DIOS para ser portadora de la Gracia de su HIJO JESÚS y ofrecerlo al mundo para su total Redención.
Un abrazo en CRISTO.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Amigo mío, no sé que haríamos sin su compañía. Ella siempre acompaña y enseña, aboga por nosotros, nos protege -aún de nosotros mismos- y sin lugar a dudas, es Causa de nuestra Alegría, Jesús.
Muchas gracias por tu presencia y tus palabras. Un abrazo fraterno en Cristo y María. Paz y Bien. Ricardo

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