El regreso del hijo perdido, la fiesta del Padre

Para el día de hoy:
Evangelio según San Lucas, 15, 1-3 11-32

(No terminamos de aprender...
Por más lejos que nos hayamos ido, siempre se espera nuestro regreso con ansias.
Un Dios, que ante todo es un Padre que se preocupa por todos sus hijos, quiere que volvamos.
Y el irse no es cuestión de distancias, pero sí es cuestión de morir por dentro, de perecer por no beber de la fuente de la Vida, de desfallecer por faltarnos el Pan de Vida.

Siempre se espera nuestro regreso.
Siempre el perdón está disponible para un hijo que, arrepentido, implora ser recibido nuevamente aunque sea en los umbrales de la casa de su Padre.

Y señores, la vuelta sincera y veraz es motivo de fiesta en la Casa del Padre y fiesta en el alma del hijo perdido y encontrado.

Se nos ha obsequiado un tiempo extenso (cuarenta días) para el regreso.

Volvamos a casa

Amén)

Paz y Bien

2 comentarios:

Salvador Pérez Alayón dijo...

En estos últimos años me he sentido muy identificado con el hijo prodigo. Todos nos vemos retratados en el hijo prodigo. Es necesario salir para ver, pues dentro corremos el peligro de no darnos cuenta de muchas cosas. Creo que todos los que han vuelto, han salido alguna vez. Y es que si no sales, ¿cómo vas a entrar?
Ese es el papel del hijo que se quedó. Siempre estuvo dentro, en la casa del PADRE, pero nunca llegó a conocer, ni a estar junto al PADRE. En el regreso de su hermano, se constata lo lejos que estaba de todos.
María salío de si misma, para dejar entrar a JESÚS; Abrahan marchó lejos, al monte, para sacrificar a Isaac y encontró la Casa del PADRE; Juan desnudó su vida con sus gritos de conversión y su marcha al desierto y se topó con JESÚS en el Jordán... todos debemos salir al camino del cambio, de la conversión y en esa experiencia experimentar la gozosa iluminación de sentir el inefable deseo de volver a la Casa del PADRE.
Gracias Ricardo, un abrazo en XTO.JESÚS.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Si, hermano, aunque parezca una paradoja, hay que morirse de todo lo que nos ata, para vivir la plenitud y la libertad de los hijos de Dios. Y gracias a vos. Un abrao fraterno en Cristo y María. Paz y Bien. Ricardo

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