San José de los silencios


Para el día de hoy (19/03/09):
Evangelio según San Mateo, 1, 16. 18-21. 24

(En apariencia, las Escrituras no nos dan demasiados datos acerca de José, el esposo de María. Es más, no nos llega por los Evangelistas ninguna palabra pronunciada por él.

En apariencia.

Lo que nos cuentan es impresionante, y sus silencios nos dicen muchísimo.

Nos cuenta hoy San Mateo que José era de linaje real, de la casa del Rey David.
Nos cuenta que si bien José y María habían celebrado sus esponsales, de acuerdo a la Ley mosaica aún no convivían. Y nos enseña también de la concepción de María de un Hijo por obra del Espíritu Santo.

El párrafo siguiente indica, ante todo, que José era un hombre justo...
¿Cómo interpretamos esto? Primero, el sentido común nos diría que José era un hombre bueno. Y justo, porque ajustaba su voluntad a la Voluntad de Dios y que de acuerdo a ello, cumplía con la Ley de Israel.
Pero no se trataba sólo de un imperativo legal.

María estaba embarazada y ellos aún no convivían, lo que para la Ley significaba la pena de muerte por lapidación para Ella, por adulterio (Dt. 22,20 y ss.)
José no sólo veía el riesgo del cumplimiento de una Ley estricta: José la amaba.
Si la denunciaba públicamente, la exponía a la muerte por lapidación y al oprobio y a la humillación.
Por eso, resuelve repudiarla en silencio, abandonarla en secreto.
Pero un Mensajero de Dios - el Ángel del Señor- se le aparece en sueños con un mensaje vital: - no tengas miedo en recibir a María, el Niño que espera proviene del Espíritu Santo. Ella va a alumbrar a un Hijo al que le vas a poner por nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de todos sus pecados-
El Dios del Universo buscó a una mínima muchacha judía para que se geste en Ella su Hijo, y a un humilde carpintero para que le ponga nombre y sea padre y esposo.

José, en su silencio y seguramente en su asombro y hasta en su incomprensión, se abandona confiado a Dios. Nos cuenta el Evangelio que José, al despertar, "hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado..."

En su silencio, José obedece por amor a Dios, a su esposa y al Niño que vendrá...

Y debe quedarnos claro que Dios lo hace partícipe de su obra creadora: como a Adán, al que invitó a ponerle nombre a todas las cosas, el Altísimo le envía el mensaje que al Niño por venir le ponga por nombre Jesús, que en arameo significa "Dios Salva".
El Dios del Universo le pide a un ignoto carpintero que le ponga nombre a su Hijo Unigénito.
(Por eso José se convertirá más en padre legal de Jesús frente a la sociedad antes que en "padre adoptivo".)

Y en su silencio amoroso y obediente este hombre justo protegerá a María y a Jesús, los sostendrá con el fruto de su trabajo, y será su fortaleza y escudo en el duro camino del exilio a Egipto. Su cansancio y sus manos callosas serán la mejor de las ofrendas al Dios de la Vida.
Y a nosotros también, protegiendo desde el comienzo al Salvador y a María.

Que el Espíritu de Dios nos ayude a imitar a José en su silencio, en su entrega, en su obediencia y en su darse por amor, que nuestro trabajo tengan también destino de santidad y de justicia, que nos baste la esperanza en Dios y nada más.

Amén)

Paz y Bien



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