Poda


Para el día de hoy (13/05/09):

Evangelio según San Juan, 15, 1-8

Nuestra Señora de Fátima

(Realizada con cuidado y de manera correcta, la poda se realiza habitualmente para lograr incrementar el fruto, evitar la caída de ramas, y controlar que el crecimiento del árbol sea armónico, tratando de que un sobrepeso excesivo no tuerza la rectitud del tronco y la consecuente caída.
Pero la poda realizada de manera inadecuada puede provocar que la madera se pudra, que no haya más frutos, que se rompan ramas con frecuencia...
Que el árbol se seque y no sirva ni para leña.

Así sea nuestra vida.
Porque necesitamos a menudo ser podados, para quitar de nosotros lo que no sirve, lo superfluo, lo prescindible, lo dañino.
Es claro que no suele ser un proceso indoloro, porque habitualmente lo desechable y lo malo está demasiado arraigado en nosotros.

Pero Dios es ante todo un Padre Bueno constantemente preocupado por el bien de sus hijas e hijos.
Es el Viñador que con todo cuidado realiza la poda sin dañar la planta; por el contrario, procura no hacerle daño y lograr que dé más y más frutos y que sea bella en su frondosidad -belleza que no es perceptible necesariamente por los ojos-
Usa una sola herramienta: su Palabra.

-Debo dejar que la Palabra me vaya podando las miserias que me van creciendo, las ramas secas que ocupan lugar inútil, y estar dispuesto a aceptar la poda que el Viñador me ofrece aunque me duela, para que corra límpida y fuerte la savia de la Vida. Porque los frutos que pueda dar le pertenecen sólo a Él. Amén-)

Paz y Bien


3 comentarios:

Cecilia dijo...

Que pode, entonces!!

Un abrazo!

Salvador Pérez Alayón dijo...

¡Vaya profundidad y contenido! Podemos extraer mucha sabiduría de este hermoso, por su profundidad, contenido. Lo voy a copiar para rumiarlo mejor, pues de él se puede tomar mucha luz.
La poda es nuestro morir, día a día, a nuestros apegos y egoísmos: ¡cuanto me cuesta levantarme y ponerme en tu presencia, SEÑOR! ¡Cuanto me cuesta meditar y verme como soy! ¿Cuanto me cuesta desprenderme de lo que tengo y creo que son mis seguridades!...etc.
Tengo que podarme, SEÑOR, y cortarme esto que me gusta y da placer, pero, al mismo tiempo, me tuerce mi camino, al mismo tiempo, me instala en mi indiferencia y comodidades, al mismo tiempo, me excluye de los que sufren y lo pasan mal, al mismo tiempo me aparta e individualiza, buscándome sólo a mí, sin pensar en los otros.
Tengo que podarme, SEÑOR, con la herramienta de tu oración, con la compañia de tu Gracia, con los hermanos que caminan también CONTIGO, con los consejos y virtudes de los que se han podado en su vida, especialmente tu Madre, hoy recordada bajo la advocación de nuestra Señora de Fatima.
Un abrazo, amigo y hermano Ricardo en XTO.JESÚS.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Cecilia y Salvador:
Ante todo, un gran agradecimiento por estar por aquí y compartir, en la locura del trajín diario se suele perder el sentido, y palabras como las de ustedes ayudan a corregir el timón.
Seguramente, San Francisco de Asís lo entendía muy bien porque veía la mano de Dios en todo lo creado: todo ser era su hermano. Por eso se puede afirmar que seguramente al árbol no le simpatiza mucho que lo anden cortajeando con una sierra, pero sin eso no crece. Y para nosotros es igual...Aunque el que nos poda usa una herramienta que no duele, su Palabra. El dolor viene del arraigo profundo que suelen tener en nosotros lo que no sirve, lo estéril, lo que no nos deja crecer -más allá de nuestra edad cronológica-. Les mando un fuerte abrazo a los dos en Cristo y María. Paz y Bien. Ricardo

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