Imposición y disposición

Para el día de hoy (21/08/09):
Evangelio según San Mateo 22, 34-40

(Para los saduceos y fariseos, el cumplimiento tanto de los mandamientos así como de las numerosas normativas religiosas y sociales eran una imposición de cumplimiento primordial y obligatorio para todo Israel.

Pero cuando se anteponen normas a la relación con Dios, todo queda torcido y adulterado, y ya no hay Alianza sagrada, sino simplemente asociación de unos pocos y constricción y cerco de muchos.

Y el Maestro es el Mesías esperado por siglos, pero lo que les y nos enseña es maravillosamente inesperado.

-¡Ay con este Señor, hermano nuestro, que viene a trastocar todo!-

Porque dice para confusión y espanto de los poderosos, que la Ley se resume y subordina a un sólo mandamiento con dos aspectos indisolubles: -Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo...-

Por eso, el amor no ha de tener limitaciones -con todo tu corazón, alma y espíritu-
Ya no se trata del cumplimiento de un precepto o una norma, sino de la disposición del alma que responde con amor al Amor que antes le brinda un Padre bondadoso e incansable en el cuidado y búsqueda de la plenitud de sus hijas e hijos.

Y el Maestro no se queda ahí, alabado sea Dios.

Él nos ha enseñado que Dios es Amor, donación perpetua de Vida, Gratuidad y generosidad sin importar los méritos de sus hijas e hijos queridos. Por ello, esa disposición no revela una "obligación" para con el Padre, o una deuda a pagar...
Es respuesta al Altísimo que siempre se mueve primero que nosotros en nuestra búsqueda -que de puro ingenuos solemos creernos que lo buscamos-.

Y este Jesús, carpintero y humano como cada uno de nosotros, Señor de la Historia y del Universo, planta la raíz fundamental de la existencia: la exigencia se enraiza en el otro.

Ya no hablamos de individuos... El "como a tí mismo" hace que el otro sea como yo, un igual y más, un hermano pues tenemos un Padre común.
El amor al prójimo ha de ser consecuencia de conocer el infinito afecto y amor que el Padre común nos tiene y que se traduce en salir de sí mismo e ir al otro, tal cual es, con luces y sombras.

No es del todo errado imaginarnos por un momento : yo soy el otro.

Y ese prójimo -que igualmente se denomina por esas cosas del idioma próximo- no nos habla de cercanía física, sino más bien de cercanía de almas.
El prójimo será entonces cercano y lejano.

Confieso que estoy saturado de intrincados e inteligentísimos estudios sociopolíticos.

La verdadera revolución es el amor, pues es cosa de aquí y ahora.
Como el Reino de los Cielos)

Paz y Bien

2 comentarios:

Salvador Pérez Alayón dijo...

El Reino de los cielos está cerca, pero al parecer no lo vemos. Y claro, no lo vemos porque no lo vivimos. Vivir el Reino es hacer realidad su opción fundamental: "El Amor". El Amor a DIOS, PADRE de todos los hombres, y, en consecuencia, como tú dices Ricardo, el amor al prójimo como si de mí se tratara. ¿Qué más decir? Si el mundo funcionara así todo quedaría resuelto, y el Reino haría acto de presencia entre los hombres.
Un abrazo en XTO.JESÚS.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Lo más sencillo se nos hace lo más difícil, Salvador: el Reino está aquí y ahora, y hacemos lo imposible por no verlo, porque andamos muy ocupados mirándonos al espejo, y no al hermano. Un abrazo en Cristo y María. Paz y Bien. Ricardo

Publicar un comentario

ir arriba