Día de esperanza, comienzo y compromiso

Conmemoración de todos los fieles difuntos

Para el día de hoy (02/11/09):

Evangelio según San Juan 11, 17-27

(Frente al dolor y el llanto por la pérdida de quien amamos, suben los lamentos y las preguntas al Padre...

La respuesta es una cruz y una tumba vacía.

Extrañamos a quienes nos precedieron en este peregrinar temporal, añoramos su presencia, nos hiere su ausencia...aparente.

La respuesta es una cruz y una tumba vacía.

Desde Cristo todo adquiere un nuevo significado: ya no hay despedidas definitivas, sino promesas ciertas de reencuentros, ya la muerte no es el final, sino más bien el comienzo.
Llevamos corazón adentro una semilla de vida para siempre.
Su tiempo de germinación y cultivo es nuestra existencia temporal.

Las diversas culturas tiene modos diversos de ritos mortuorios, más las nuestras llevan un mensaje simbólico que suena más o menos así:-¿Te duele? Pues ¡debe dolerte aún más! ¡Es la muerte! ¡Se terminó todo!-

¿A quién no le ha pasado tener tan presente a un ser querido que, casi casi, se puede sentir su presencia física?
Atención: no es una trampa que nos ha tendido nuestra psiquis.
Ellos están presentes, más no por ejercicios mnémicos o porque habiten nuestras almas.
Están presentes por algo que llamamos comunión.

Y su recuerdo y su comunión deben traer unido un compromiso... Quienes se han ido y a quienes hemos amado y amamos, han dejado una huella difícil de borrar en nosotros por eso mismo, por cuestiones de amor, por habernos hecho bien.
Nos dejaron en las manos una bandera, y debemos levantarla bien alto para que se vea con claridad en estos campos devastados y yertos del mundo: amamos y hacemos el bien porque alguien nos ha amado y hecho mucho bien, gratuitamente, por total donación, sin otro interés que la plenitud del otro que se ama.

En el párrafo precedente hemos dicho: amor, hacer el bien, entrega, donación de la vida, gratuidad.
Hablamos -sin darnos cuenta quizás- de Jesús.

El Maestro compartió las lágrimas de los que amaban tanto a su amigo Lázaro, y las trocó en alería y esperanza.
Nadie que crea en Él y siga sus pasos morirá del todo, y más todavía: viviendo la plenitud de los brazos del Padre, volverá a la vida.

En la noche de la muerte y el dolor, el Señor viene diciendo con voz fuerte -¡Ánimo!-

La noche no es infinita.

Habrá una mañana cierta de Resurrección, que será el gran regalo de ese Jesús, que no quiere que nadie se pierda.
Una mañana en donde todos nos reencontraremos.)

Paz y Bien




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