Malaventuranzas mundanas

Solemnidad de Todos los Santos

Para el día de hoy (01/11/09):

Evangelio según San Mateo 5, 1-12

(EL mundo nos dice con soberbia certidumbre: la felicidad pasa por una nutrida cuenta bancaria, tarjetas de crédito, el culto del egoísmo, la indiferencia hacia otro, la paz como ausencia de conflictos, la violencia justificada, el derecho de los poderosos, mi vida primero que la tuya, el éxito, las recompensas, la meritocracia...
Y, es claro, no está mal poseer una religión, pues hace que las gentes estén contenidas, que tengan unificación de códigos, rutinas controlables.
Esa religión será válida cuando impulse a sus practicantes a ciertas virtudes: así como está bien -y hasta parecería de caracter divino- la acumulación de bienes, es preciso también acumular méritos ahora para adquirir recompensas futuras.
Si creen en un dios, es suficiente que lo remitan a cierto culto dominguero, lo sigan viendo omnipotente y lejano, lo circunscriban a la altura y el oro de los altares.

-¿qué pretende ese galileo deschavetado y peligroso, juntos con sus amigos? Dejanos tranquilos, carpintero ignorante, y para colmo de males, judío-

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Quizás la esencia de la Revelación es ¡Abbá!, es decir, que Dios es Padre que nos ama sin condiciones y por eso mismo, sin importarle nuestros méritos.
El Maestro constantemente nos está enseñando esto, y para eso nos dice que Dios es el sembrador, el campesino, el viñador, la gallina y sus pollitos...
Nos ha regalado que Dios es Padre...y Dios también es Madre!
Y nos quiere, nos ama no porque seamos buenos, sino porque Él es Amor.

Por eso, los santos no son tales por los méritos adquiridos a través de una vida ejemplar, sino más bien porque han descubierto ese amor de Dios en ellos, lo han reconocido con un corazón humilde, agradecido y generoso, y desde sus limitaciones e imperfecciones han orientado toda su existencia a ello.

Jesús no sólo nos revela a Abbá Padre y Madre suyo y nuestro... Sabedor de nuestras torpezas, nos regala un extraño sendero de felicidad, que vá en sentido opuesto a lo que nos recalca el mundo, a contramano de la historia.

Nos dice que hoy mismo podemos ser felices si tenemos alma de pobres, si nos identificamos con los pobres, si desechamos la violencia de nuestras vidas, si ponemos nuestro corazón en la miseria de los demás, si practicamos la justicia de Dios, si construímos la paz, si somos capaces de llorar nuestras lágrimas y las de otros...
Y todo esto se magnifica hasta límites insospechados cuando se nos persiga, insulte y maltrate por vivir estas cosas de Él, con Él y por Él.

Alabado sea Dios que nos ha hecho portadores de tesoros en estas vasijas de barro que somos.
Alabado sea Dios que nos pone en el camino a quienes viven la plenitud del amor de Dios y que a través de su existencia terrena nos han marcado que su felicidad y su alegría son posibles, que no es utópico que su Reino sea aquí y ahora.
Sí, esas hermanas y hermanos nuestros que llamamos santos)

Paz y Bien

2 comentarios:

Salvador Pérez Alayón dijo...

Hoy he repetido por dos veces, hablando con unas personas que trato de invitar a cursillos, que la felicidad, la cual es todo anhelo y deseo del ser humano, que encontramos aquí en la tierra es una felicidad cadúca y parente.
Primero, les decía, el concepto felicidad implica el termino "para siempre", porque de no ser así sólo sería gozo efímero que se desvaneces de la misma forma que aparece. Algo que no sea eterno no podrá nunca hacernos feliz.
Desde ese pensamiento y reflexión les invitaba a conocer a JESÚS, a través del Cursillo, poque ÉL nos propone, precisamente, lo que todos buscamos: "la eternidad plena de felicidad", y eso, que es el tesoro que todos buscamos nos debe interesar escucharlo y experimentarlo.
Todos hemos experimentado el gozo que sentimos cuando hacemos algo bueno que comporta un bienestar gozoso para alguien, y lo contrario cuando nuestra propia conciencia nos dice que no lo hemos hecho bien. Este es el camino, el darnos y olvidarnos, y eso es simplemente hacernos pobres y humildes.
Un abrazo en XTO.JESÚS.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Gracias querido hermano y amigo por un testimonio tan valioso; es verdad, el camino a la felicidad es opuesto a lo que nos ofrece el mundo, efímero y perecedero. Sólo haciéndonos pequeños y servidores, lo comprendamos y disfrutemos con el Maestro.
Un abrazo en Cristo y María
Paz y Bien
Ricardo

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