De cómo enseña Jesús

Para el día de hoy (06/02/10)
Evangelio según San Marcos 6, 30-34

(Ayer, la Palabra nos adentraba en el misterio de dolor de una cena de corrupción y espanto en donde se decide la muerte de Juan el Bautista.
Pero hoy, la contraposición avasalla toda tiniebla con la sencillez de la luz.

Volvían los discípulos de la misión que les había sido encomendada por el Señor: tenían mucho por contarle acerca de lo que habían hecho y de lo que habían enseñado. Y aunque estaban ansiosos por relatarle todas estas cosas, Jesús no está sólo interesado en los resultados de la misión: le preocupa tanto como aquello el bien de sus misioneros.
Dado que adonde Él iba lo seguían multitudes, sube a una barca y se lleva a sus amigos a un lugar apartado para que descansen, coman y en la tranquilidad reflexionen.

Ni modo.

La multitud, al ver que Jesús se sube a una barca, lo van siguiendo a pié desde todos lados por la orilla del lago.
Y el Maestro se compadece, porque esas gentes estaban hambrientas y a la deriva, ovejas sin pastor. Por eso olvida descanso y hambre y se pone a enseñarles muchas cosas.
Jesús ansiaba estar junto a sus amigos, pero antepone la necesidad de la gente a la propia.

La Palabra nos lo dice claramente: se puso a enseñarles muchas cosas...

¿Pero cómo enseña Jesús?
No se comporta como escribas y fariseos, que transmiten doctrina invocando la autoridad de otros. Él no. Él tiene la autoridad del Espíritu y la autoridad profunda que nace de sus vivencias del Padre. Él enseña desde Su Corazón.

Por eso no transmite doctrinas, sino que comunica una Buena Noticia: Dios nos quiere y es Amor Eterno e Infinito. ¡Abbá! ¡Dios es Padre y Madre!

Y no se ciñe a la acción discursiva, a una pedagogía de tipo académica atada exclusivamente a las palabras.
Él es la Palabra.
Por eso su enseñanza tiene por raíz su corazón desbordante de bondad, que se traduce en palabras, en presencia, en gestos y en señales -signos-, y no se circunscribe a un lugar preestablecido.

Enseña sanando a los enfermos, restituyendo a los excluídos, hablando con las mujeres, poniendo su preferencia en los niños y en los pobres, sentándose a la mesa con los despreciados.

Puede ser en cualquier lugar: en la sinagoga, en una barca, a orillas del mar, en una barca, a la vera del camino, en un trigal, en los atrios del Templo, en un monte, en la mesa familiar, en un huerto, en su cruz...

Y sus Palabras traen luz: afiladas como la espada para algunos corazones mezquinos, invitan a separar lo que perece de lo eterno, a discriminar lo que vive de lo que lleva a la muerte, a descubrir el tesoro escondido del Reino, a conducir la mente y el alma a la verdad desde parábolas sencillas, que nacen de las vivencias mismas de sus discípulas y discípulos, actuando proféticamente cuando denuncia todo lo que oprime a las hijas e hijos de Dios y ofende al Padre de todos, sosteniendo a los desanimados, alejando todo temor que paraliza.

Quiera su Espíritu iluminarnos y volvernos sencillos para anunciar y contruir este Reino que se nos regala de puro amor, con total gratuidad, con las palabras, con los gestos y con los hechos como Jesús, hermano, Maestro y Señor nuestro.)

Paz y Bien

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