Espíritu Maestro

Para el día de hoy (12/05/10)
Evangelio según San Juan 16, 12-15

(La creación ha sido re-creada con la Resurrección de Jesús.
Nada será igual pues se ha derrotado al último imposible, el de la muerte.

Apareciendo como una paradoja para nuestras mentes, pero con la plenitud del misterio divino, Jesús retorna al Padre para quedarse entre nosotros con mayor plenitud.

Viene su Espíritu, el Espíritu de Dios, el Espíritu de la Verdad, soplo de Dios Viviente que hace nuevas todas las cosas.

El Espíritu será nuestro abogado y defensor... pero también nuestro Maestro.

La identidad entre Jesús, el Padre y el Espíritu es el misterio profundo de ese Dios trinitario que profesamos, y que sólo desde una fé que se sustenta en el amor puede aceptarse.
Esa fé que a la vez es don y misterio, y que rompe los límites de nuestra dualidad espacio temporal, cuerpo-mente.

El Espíritu viene para enseñarnos, es el Espíritu del conocimiento desde los afectos, desde la razón, desde la intuición... es el conocimiento pleno.
Y es también la comprensión desde las raíces mismas de la Palabra, esa Palabra de Dios que ahora, en este preciso instante intentamos escuchar y queremos que nos transforme, Palabra de Vida y Palabra Viva.

Habrá entonces que suplicar sin desmayo que el Espíritu Santo, dador de Vida, abogado, defensor, maestro, soplo de Dios Viviente que aleteó sobre las aguas primeras de la creación, sople también a cada instante de nuestras vidas, pequeñas barcas en el inmenso mar sin orillas de la vida de Dios.

Podrán venir las tormentas que amenacen nuestras comodidades y nuestras pretensiones de orgullo y egoísmo... pero no pereceremos.

El Espíritu Maestro nos conduce a las aguas calmas de la Verdad plena, el amor ilimitado que Dios tiene para con cada uno de nosotros, sin excepción)

Paz y Bien

2 comentarios:

Sor.Cecilia Codina Masachs dijo...

Gracias Ricardo por sus reflexiones, casi diariamente me paso por su casa.
Con ternura.
Sor.Cecilia

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

En verdad, el agradecido soy yo, querida sor Cecilia, por su calidez, su fraternidad y su amistad -estas cosas son las que dan sentido al mínimo trabajo que voy haciendo en este blog-
Le envío un afectuoso saludo en el Espíritu del Resucitado y en María de Luján para usted y su comunidad.
Paz y Bien
Ricardo

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