Madre del silencio, Señora de los Dolores


Para el día de hoy (15/09/10):
Evangelio según San Juan 19, 25-27

(Desde el comienzo hasta el final, Ella estuvo a su lado.
Por eso, la cruz marca la hora señalada del Hijo y también la suya.

El tiempo del amor mayor, la Pasión, es el tiempo de Jesús y de María.

Quebrada por el dolor de ver morir entre tormentos a su Hijo, aún se mantiene de pié.
De pié le ha dicho aquella mañana calurosa su Sí! al Dios de la Vida.
No la ha doblegado el peligro de la lapidación por ese embarazo sospechoso, no la hizo retroceder el tortuoso exilio a Egipto huyendo del prepotente asesino de niños.
De pié ha buscado el vino nuevo para los otros hijos de fiesta agotada.
No ha retrocedido cuando al Hijo lo trataban de loco, de blasfemo o lo maldecían.
Lo siguió a todas partes desde un silencio fecundo.

Al pié de esa cruz -tormento para muchos, señal de amor para tantos otros- asume su hora.
El Hijo se despoja de lo último a lo que hubiera podido aferrarse como alivio y consuelo: por eso no la llama madre, la llama mujer.
Desde ese momento, Ella será Madre de otros hijos, y reivindicará el no tener hogar propio.

Su casa será la casa del discípulo amado del Maestro, su hogar estará en donde esté el hogar de los hijos y amigos de Jesús.

Madre del silencio, Señora de los Dolores, al pié de nuestras cruces, nadie te doblega aunque tu corazón sangre por nuestros sufrimientos.
Porque el dolor de los hijos es infinitamente mayor para una Madre.

Si Cristo es la cabeza de este cuerpo espiritual que formamos cada uno de nosotros, María de los Dolores es precisamente el cuello y la garganta que une inseparablemente esta vida infinita.

Ella, desde su silencio, presta su voz a tantos hermanos acallados, y sus palabras serán siempre las del Maestro y nuestras plegarias.)

Paz y Bien




2 comentarios:

Salvador Pérez Alayón dijo...

Es hermosa esta reflexión, Ricardo, hasta el punto que con tu permiso voy a copiarla para darla a conocer en mi comunidad, ser tema de reflexión y meditación y sacar muchas lecciones para nuestra vida y actitudes.

María nos enseña y da sentido al dolor. No estamos hechos para sufrir, porque el dolor por el dolor es horrible y DIOS no lo quiere para sus hijos. Sólo cuando se entrega y se sufre, para vencer la muerte y el pecado, voluntariamente y por verdadero amor, como hizo María, estamos en el Camino de entender porque tenemos que sufrir para liberarnos de nuestras cadenas humanas que nos someten.

Un fuerte abrazo en XTO.JESÚS.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Salvador, no necesitas permiso alguno; todo lo que está aquí -desde el momento en que se escribe- pertenece a los demás. Sean míos los defectos y los errores.
Que tu comunidad crezca de su mano bondadosa de Madre tenaz.
Un abrazo en Cristo y María
Paz y Bien
Ricardo

Publicar un comentario

ir arriba