Zaqueo y la necesidad de ser árboles


Para el día de hoy (31/10/10):
Evangelio según San Lucas 19, 1-10

(La historia de Zaqueo nos remite a los Zaqueos de nuestro tiempo -nosotros también-.
Publicano, es decir, cobrador de los tributos debidos al Imperio. Explotador de los contribuyentes, en donde a menudo se los exprimía hasta lo indecible, pues en la diferencia del impuesto cobrado estaba la ganancia del recaudador.
Y este Zaqueo además era rico; seguramente con una riqueza obtenida a partir del sacrificio de los otros.

Zaqueo -nosotros también- tiene una necesidad de mirar y ver a Jesús: ese Maestro tiene respuestas a la preguntas más profundas, es un hombre extraño, inesperado, magnífico.
Sin embargo, no puede distinguirlo en medio de la gente: Zaqueo es bajo de estatura, y está impedido de ver a Jesús desde su abajo.

La Palabra nos nutre a través de signos y símbolos: es dable pensar que esa corta estatura no se debe tanto a una cuestión de longitud, sino más bien a la estatura de su alma.

Porque las cosas del mundo, el mal que hacemos a los hermanos y el dinero nos van desgastando y nos vamos achicando, volviéndonos ínfimos. Quizás el término bajeza -sin interés peyorativo- identifique mejor a Zaqueo -y a nosotros también-.
Claro está, es muy distinta la pequeñez de Zaqueo que la pequeñez de María.

Ella se descubrió pequeña, pequeñísima frente al Creador, por ello es la Bienaventurada de generación en generación, la más grande, la que pudo erguirse en toda su estatura y mirar a Dios de frente.
En cambio, Zaqueo necesita encaramarse a una altura para ver a Jesús. Esas ansias por conocerlo le hacen olvidar protocolos y dignidades, y como un niño, se trepa a un árbol.

Y sucede el encuentro: Jesús pasa por su vida, se aloja en su casacorazón y llega el perdón, y se libera un torrente de alegría.

Zaqueo ha descubierto a Jesús; mejor aún, se ha dejado descubrir por Él. En su vida se ha hecho presente la Misericordia y se crece la semilla del Reino.
Es la fiesta de la conversión: Zaqueo -nosotros también- por el paso de Jesús en su vida ha podido ver, y descubre a su prójimo: por ello, regalará la mitad de sus bienes a los pobres, y hará algo que a menudo pasamos por alto. Sabe que hay muchos a los que ha lastimado por sus miserias, y descubre que no basta ser perdonado. Hay que reparar y curar el mal infringido.

Tal vez en nuestra misión haya una veta silenciosa, esa necesidad de ser árboles.
Árboles frondosos y frutales, en donde se puedan encaramar aquellos que se han aniquilado por eso que llamamos pecado, árboles en donde muchos puedan subirse y encontrar la mirada el Maestro.
Misión feliz, santa y eficaz: el resto, corre por su Misericordia)

Paz y Bien

El privilegio del último lugar

Para el día de hoy (30/10/10):
Evangelio según San Lucas 14, 1.7-11

(Encarnar la verdadera humildad -la cordial- no es sencillo, pues puede ser muy doloroso derrotar a ese orgullo que a veces se nos ha adentrado tanto.
Por eso la humildad se corresponde con la justicia y es medida y verdad de nuestra existencia: la soberbia -ese creerse mucho más de lo que uno es- nos hace buscar reconocimiento y honores en terrazas inmanentes.

De allí la parábola que el Maestro nos regala: la clave, quizás, esté en que los sitios donde se han de sentar los invitados dependan de Aquél que convida al banquete antes que de los méritos de los asistentes.
Eso precisamente es aquello que entendemos por Gracia.

En el banquete del Reino, lo sabemos, hay invitaciones preferenciales: los pobres, los pequeños, los excluidos, los caídos al costado del camino. Y tienen un plato ya servido aquellos que sepan descubrirse en su verdadera estatura, los que sean capaces de humillarse y anonadarse frente a Dios y para bien de los hermanos.

El Maestro lo sabía bien, ya desde el vientre materno.
Su Madre supo cantar las maravillas de ese Dios que exalta a los humildes. Ella, la más pequeña de todos y por ello mismo, la mayor y la más feliz.
Y Él, que al decir de Pablo, se anonadó humildemente y a un esclavo se ha igualado.

Quizás haya que buscar con afán los últimos lugares, agradables al que nos convida a Su Mesa.
El modo: digamos con el Apóstol...tengamos los sentimientos de Cristo, Nuestro Señor)

Paz y Bien

De urgencias y licitudes

Para el día de hoy (29/10/10):
Evangelio según San Lucas 14, 1-6

(Hay que asumirlo: el vivir a pleno la Buena Noticia provoca estar siempre bajo sospecha, en un prisma de cristal, en donde se centran las miradas aviesas de ciertos comedidos y mezquinos que están a la espera de detectar un error, un pecado, una blasfemia. En la mayoría de los casos, se trata de un prejuzgamiento que no acepta nada bueno aún cuando tenga una contundencia evidente.

Por eso el ejemplo de los fariseos de todos los tiempos, pintados en el Evangelio para el día de hoy.
Ellos observaban atentamente al Maestro, tratando de atraparlo en alguna acción que, a sus criterios, sea condenable.
Tristemente, estos prejuicios y cuestionamientos son raíz de violencias, y Jesús tampoco quedaría exento de ello.

La imagen de por sí nos estremece: ese hombre estaba doblemente golpeado por una enfermedad grave para su tiempo -la hidropesía, que supone edemas crecientes que llevan a la muerte- y por el desprecio de sus paisanos: esa enfermedad lo tornaba impuro, le impedía participar en toda su humanidad en la vida social y religiosa. Peor todavía, se consideraba esa dolencia consecuencia del pecado, es decir, castigo divino.
Así y todo, el Maestro toma su mano, lo sana y lo despide.

Toma su mano y rompe esos grilletes de exclusión; lo reconoce ante todo como persona.

Lo sana, le devuelve la integridad de su cuerpo quebrantado.

Lo despide, es una nueva creación, ya no es un discapacitado arrojado a un lado del desprecio. Por Él, es nuevamente humano en plenitud frente a los hombres y se yergue entero frente a Dios.

En ese gesto, hay un mandato para todos y cada uno de nosotros: frente a la necesidad del hermano, no puede haber demoras ni excusas.

La licitud debería dejar paso a la Misericordia, revelación del Maestro de ese Dios Padre y Madre que no sólo crea al hombre sino que se des-vive para que sus hijas e hijos vivan plenos.

Como sus discípulos y seguidores, nos toca asumir ese compromiso de liberación y socorro que es impostergable, y ha de ser para nosotros causa de urgencia y motivo de des-vivirnos para que el otro viva)

Paz y Bien



La oración, raíz de la misión

Para el día de hoy (28/10/10):
Evangelio según San Lucas 6, 12-19

(La historia de la Salvación es tejida pacientemente por las manos bondadosas del Padre junto con sus hijas e hijos. Por eso toda vocación tiene su importancia fundamental, y es única e irrepetible, y quizás aún no se la valore como camino de plenitud, de felicidad.

Los primeros convocados por el Maestro son Doce, tienen un nombre que los identifica -y que los evangelistas puntualmente recuerdan-, su carácter definido, su aciertos y yerros, sus lealtades y traiciones. El llamado es totalmente personal, tanto el de aquellos Doce primeros como los de todas las discípulas y discípulos de todos los tiempos, entre los que estamos tú y yo, todos nosotros; no se trata de abstracciones teóricas, de generalidades, sino de un llamado singular que transforma la totalidad de la existencia.

Y para este llamado el Maestro pasa la noche entera en oración unido a su Padre: esos y estos enviados son fruto de la oración.
La raíz de toda misión es esa oración que nos sostiene, ilumina y nos ajusta -nos hace justicia- a la voluntad amorosa del Padre.

Por eso desde esa oración que es raíz, podrá la misión cambiar de mero cumplimiento de objetivos a servicio santo de liberación y sanación.

La fuerza de Él vá por delante, y nada puede detenerla)

Paz y Bien

La puerta estrecha del gran banquete

Para el día de hoy (27/10/10):
Evangelio según San Lucas 13, 22-30

(La pregunta que le hacían a Jesús ha sido una constante a través de distintas épocas, con mayor o menor grado de mezquindad y de soberbia, ajenas a la Buena Noticia: ¿son pocos los que se salvan?... En realidad, es falaz pues se plantea como interrogante pero esconde una afirmación, es decir, han de ser unos pocos los que alcancen los beneficios celestiales.

Pero el Maestro no se deja atrapar en estériles y tramposas discusiones, ni tampoco quiere que nos extraviemos en esos oscuros laberintos. Pues no se trata de cantidades, sino más bien de calidades, es decir, de esa disposición vital que llamamos conversión.

Y más aún: la puerta es estrecha porque amplia es la soberbia y extenso el egoísmo. Sin embargo, acudirán de los cuatro puntos cardinales al gran banquete de la felicidad que no tiene fin y al que todos estamos invitados.

Claro está, en el Sagrado Corazón de Jesús hay invitados preferenciales.
A nosotros nos queda el esfuerzo en esa batalla que hay que dar contra el propio ego.

En la Mesa del Abbá Padre de Jesús y Padre Nuestro ya hay asientos especiales para las viudas de las dos moneditas en la alcancía del Templo, para todos los Zaqueos, para tantos samaritanos silenciosos y eficaces, para los centuriones honestos y sinceros, para los leprosos sanados que regresan y para todos los hijos perdidos, a los que el Padre sale corriendo a su encuentro)

Paz y Bien

Desde la sencillez y la modestia

Para el día de hoy (26/10/10):
Evangelio según San Lucas 13, 18-21

(El sueño y regalo infinito del Maestro para todos nosotros, su Reino, ya está creciendo en silencio aquí y ahora.

Tiene la sencillez de un grano de mostaza y posee la modestia de un poco de levadura inmersa en tres medidas de harina. Y aún así, posee una fuerza intrínseca que nada ni nadie puede detener.

Dios es Padre y Madre que ama a todos sus hijas e hijos por igual, pero que tiene una predilección especial por los más humildes y pequeños para que la Buena Noticia contagie su alegría por todo el universo.

Solemos ser esclavos de lo espectacular y devotos de la imagen esplendorosa. Pero el Maestro nos enseña, una vez más, que lo verdaderamente valioso está oculto a la mirada fría y calculadora, ojos que miran y no ven.

Por eso la necesidad imperiosa de hacernos niños.

Por eso, el imperativo silencioso de volver a degustar la sencillez y la modestia, frutos mejores de la humildad, brotes de la primavera perpetua del Reino.

Ese pequeño grano de mostaza, nuestra fé en ciernes, tiene la fuerza impetuosa del Espíritu: cuando crezca, se convertirá en ese árbol-iglesia frondoso que dará cobijo a tantos hermanos pájaros errantes.

Ese puñado de levadura tiene un ineludible destino de pan: desde su aparente insignificancia, la harina se transforma en masa que crece y crece en tamaño y profundidad, alimento inagotable para que a nadie le falte el sustento y para que todos se sacien. Y que también sobre, y se llenen canastas de esperanza para los que aún no han llegado.

Uno descubre esa tendencia a volverse complejo y complicado; quizás sea tiempo de volver el rostro al Maestro, que con una sonrisa que nos endereza nos invita a la alegría de la sencillez y la modestia, camino cierto y palpitante de la Salvación)

Paz y Bien




Fragmentos de vida evangélica


Creer de corazón y de palabra.

Creer con la cabeza y con las manos.

Negar que el dolor

tenga la última palabra.


Arriesgarme a pensar

que no estamos definitivamente solos.

Saltar al vacío

en vida, de por vida,

y afrontar cada jornada

como si Tú estuvieras.


Avanzar a través de la duda.

Atesorar, sin mérito ni garantía,

alguna certidumbre frágil.


Sonreír en la hora sombría

con la risa más lúcida

que imaginarme pueda.


Porque el Amor habla a su modo,

bendiciendo a los malditos,

acariciando intocables

y desclavando de las cruces

a los bienaventurados.


José María R. Olaizola, SJ

Esa costumbre del olvido

Para el día de hoy (25/10/10):
Evangelio según San Lucas 13, 10-17

(Es difícil que la Palabra para el día de hoy se nos haga ajena. Esa mujer, encorvada y agobiada, se encontraba allí, en un costado, doblegada por su mal desde hace mucho tiempo.
-algo más que mucho tiempo, dieciocho años-
Está allí, tirada como una cosa inservible; la rutina del mal que la vulnera es tal que su nombre se ha disuelto, ha perdido el habla, no pide ser curada, pasivamente y en silencio sufre su mal.

Sin dudas, los asistentes habituales de la congregación -tal es el significado del término sinagoga- también estaban acostumbrados a ese mal; para colmo de males, era mujer. Por ello mismo, todos la miraban como parte cotidiana y normal en su encuentro religioso.

Pero pasa el Maestro, y Él mira y Él vé. La mira a los ojos, la llama, la declara libre de su enfermedad y le impone las manos.

La Palabra es eficaz, y esa eficacia está mucho más allá que nuestros limitados parámetros de eficiencia. La Palabra es liberación.
Esa mujer enmudecida y oprimida por la enfermedad y el olvido de sus paisanos, es recreada y liberada por la acción de la Palabra de Dios, acción solidaria, acción de ternura, Reino entre nosotros desde Jesús.

Pero es claro, siempre anda por allí el corifeo de los comedidos que se quejan y no demoran en expresar a los gritos su indignación; ese galileo es un insolente que ha quebrantado las normas -que ellos mismos han sacralizado-. Aunque tal vez la insolencia mayor haya sido que ellos mismos, su indiferencia, ha quedado en evidencia...

Lámpara es tu Palabra, Maestro.
Estamos demasiado atados a costumbres que hacemos sagradas, y que sólo conducen a relegar al hermano agobiado al olvido, a mirar sin ver al que sufre, a acostumbrarnos con una rutina cruel a que el dolor se nos haga habitual.

Quizás -sólo quizás- haya que rogar al Espíritu nos despierte de ese sopor inhumano y nos vuelva maravillosamente insolentes, como Él.
Para hacer el bien, para ir en socorro del agobiado no se debe pedir permiso y no hay norma, canon ni doctrina que esté por ante la necesidad del hermano.
Habrá que decidirse por esas santas malas costumbres del Reino)

Paz y Bien

Diverso, perverso, converso

Para el día de hoy (24/10/10):
Evangelio según San Lucas 18, 9-14

(Los conocemos y nos conocemos.
De pié, impávidos frente a Dios agradeciendo por todo lo que se es y cómo se es -y también cómo no se es-. En voz alta, sin rubor ni empacho, acumuladores consuetudinarios de supuestas virtudes, esforzados cumplidores de doctrinas, corazones endurecidos que se vuelven ciegos de aceptar lo diverso -bueno o malo-.
Agradecen a Dios por sí mismos; se han vuelto ciegos de toda ceguera, incapaces de agradecer a Dios por lo que Él ha podido hacer en ellos.
Cuando se llega a la cima de la soberbia y a la sima del egoísmo, suceden los sacrificios humanos.
Porque en el altar del ego se sacrifica al prójimo con rituales de desprecio, y sólo se vé al otro como perverso.

Los conocemos y nos conocemos.
Mil y un historias de vidas caídas, historias y existencias quebradas, corazones mutilados por tantas otras miserias.
Vidas apagadas que ni siquiera se atreven a mirar a Dios a los ojos, y que sin embargo, se reconocen mínimos, falibles, quebrados, incompletos y que su oración es un apenas un susurro avergonzado.

El Dios de Jesús decididamente está cerca de ellos.
El Dios de Jesús, Amor y Misericordia -agua fresca en nuestros desiertos- es la justicia de un Corazón Sagrado, un Padre que ama desde las entrañas de Madre.
Es la justicia contraria y opuesta a nuestros cálculos mezquinos del quid pro quo, es la Gracia de la súplica de migajas de perdón y encontrar, a cambio, canastas desbordantes de pan de Vida.

Saberse mínimos para que Dios nos haga infinitos.
Descubrirse falibles para que Dios se haga nuestra certeza y nuestra verdad.
Reconocerse incompletos para que Dios nos haga plenos.
Aceptarse quebrados para que Él nos recomponga.

Éso es saberse diverso, distinto de Él, río de historia pervertida que reencuentra su cauce y vuelve al mar sin orillas del Evangelio, conversión esperada con ansias por Abbá, Padre de Jesús y Padre Nuestro)

Paz y Bien

La paciencia del Viñador

Para el día de hoy (23/10/10):
Evangelio según San Lucas 13, 1-9

(Una higuera en medio de una viña ocupa espacio.
Una higuera que no dé frutos no tiene razón de ser, máxime cuando en ese lugar que abarca se puede -en su lugar- obtener abundantes racimos, promesas de buen vino.

Puede tener años abundantes así como años escasos. Sin embargo, cuando no dá ni siquiera un pequeño fruto, necesariamente su destino es el de convertirse en leña; conviene arrancarla de raíz y echarla al fuego, liberando lugar para que crezcan frondosas las parras.

Así sucede con estas higueras, nuestras existencias. No habría demasiadas vueltas que dar si los frutos no aparecen.

Aún así, el Viñador de estas vidas higueras nuestras es muy paciente. Cree en nosotros más de lo que nosotros creemos en Él.
Y esa confianza que ha depositado en nosotros no está atada a un presente escaso, sino más bien a todos los frutos que Él bien sabe que somos todos y cada uno de nosotros capaces de dar.

¿Acaso hay un Amor mayor que el tiempo que Él nos ha ganado, Viñador tenaz?

Quiera Dios que cuando pase el Viñador por entre los sembrados, se desborden sus canastos de higos dulces y abundantes solidaridad y generosidad)

Paz y Bien

Caligrafía eterna


Para el día de hoy (22/10/10):
Evangelio según San Lucas 12, 54-59

(La mano bondadosa del Creador escribe y dibuja signos a través del entramado de la historia.

Leer estos mensajes eternos, descubrir esa caligrafía tan especial requiere una sinceridad corazón adentro que a menudo nos falta, y una capacidad de discernimiento -que todos poseemos- y que frecuentemente la utilizamos con fines mezquinos.

No obstante, es cuestión de saber abrir los ojos y aprender a leer nuevamente. Todo está allí, maravilloso y evidente, resplandenciente en la naturaleza, brillante en los animales y magníficamente inscrito con ternura y Misericordia en nuestras existencias.

Quizás esa sea la mejor lectura de los signos de los tiempos, saber mirar y ver la mano del Dios de la Vida en todas las cosas.

Aún así, hay más -siempre hay más-. La alegría que producirá el descubrimiento de este gran tesoro no es cuestión individual.
Antes bien, tiene una proyección al prójimo, cercano y lejano.

Por ello la enseñanza del Maestro: lo imperioso es la reconciliación. Cuando tengo algo pendiente con mi hermano, mis pasos son pesados y torpes, y la mirada se me nubla.

Tal vez, tengamos una vertiente de misión en llevar reconciliación a las gentes y a toda la Creación)

Paz y Bien

Desde el agua y el fuego


Para el día de hoy (21/10/10):
Evangelio según San Lucas 12, 49-53

(Cada instante de la vida del Maestro otorga significado e identidad al discípulo, es decir, el sentido que Jesús le pone a su vida ha de ser también el sentido de quien sigue sus pasos.

-quizás de modo más sencillo nos animamos a afirmar que en Jesús está nuestra suerte-

No obstante, no es una cuestión romántica ni de palabras gratas, términos adecuados a un falso dios que calme ansiedades mundanas.

Se trata de morir; el Bautismo entendido como sumergirse en las aguas profundas de la Palabra, implica morir para resucitar a la vida increíble de hijas e hijos de Dios.

Se trata de encenderse, de arder por el fuego del Espíritu... No hay lugar para medias tintas, no hay espacio para tibiezas, la opción es radical y abarca la totalidad de la existencia.

Y ese comprometerse -nada más ni nada menos que hacerse otro Cristo- entraña graves riesgos.
Porque hacer presente el Reino, edificarlo en el aquí y en el ahora es signo de división.
O el Reino o el egoísmo del mundo, no hay una butaca para espectadores.

Quiera el Espíritu incendiarnos y volvernos maravillosamente filosos en la solidaridad, locos en la generosidad y felices esclavos de la Gracia)

Paz y Bien

Nosotros, los administradores

Para el día de hoy (20/10/10):
Evangelio según San Lucas 12, 39-48

(Se nos ha confiado la vida, nada menos.
En nuestras manos está nuestra existencia, la vida del hermano, la vida sobre el planeta, todas expresiones del sueño infinito del Creador.

Claro está, esta tierra no nos pertenece. El verdadero propietario regresará en cualquier momento para que aclaremos que hemos hecho con ella.
Tenemos cierta vocación de administradores, y esa vocación se descubre en la misma raíz del término: ad-ministrum, al servicio.

Con Pedro, le preguntamos al Maestro si Él nos dice estas cosas a nosotros en particular o a todos... La vida está en nuestras manos, por ello mismo quizás la respuesta sea que Él nos habla a todos y cada uno de nosotros desde nuestra propia identidad única, más allá de género y estado.
Es un compromiso existencial que supone, ante todo y claramente, administrar esta herencia para que nadie pase hambre, para que haya sustento para todos, para que la Palabra sacie todas las almas.

Y si somos tierra que anda, el cuidado fiel y prudente del bien del prójimo necesariamente debe ser extensivo a la naturaleza -esa naturaleza que descubrió hermana nuestro santo hermano de Asís-.
Nuestro compromiso como administradores comienza en esta pequeña parcela de tierra fértil que somos y que se extiende al hermano y a la creación.

Si abrimos bien los ojos del alma, en todo podemos descubrir que el Dueño volverá en cualquier momento... y que ya, ahora mismo, lo entrevemos en las miradas de los pobres, en la sonrisa de los niños, en la agonía de los enfermos, en la belleza increíble de toda la creación.

Habrá pues que decidirse en ese camino de fidelidad y prudencia valiente, sin reservas, pues mucho se nos ha confiado a pesar de nuestros quebrantos y más allá de nuestra pequeñez)

Paz y Bien


En busca de Dios

¡Te necesito, Señor!,
porque sin Ti mi vida se seca.
Quiero encontrarte en la oración,
en tu presencia inconfundible,
durante esos momentos en los que el silencio
se sitúa de frente a mí, ante Ti.
¡Quiero buscarte!
Quiero encontrarte dando vida
a la naturaleza que Tú has creado;

en la transparencia del horizonte lejano desde un cerro,
y en la profundidad de un bosque
que protege con sus hojas los latidos escondidos
de todos sus inquilinos.
¡Necesito sentirte alrededor!
Quiero encontrarte en tus sacramentos,
En el reencuentro con tu perdón,
en la escucha de tu palabra,
en el misterio de tu cotidiana entrega radical.
¡Necesito sentirte dentro!
Quiero encontrarte en el rostro
de los hombres y mujeres,

en la convivencia con mis hermanos;
en la necesidad del pobre
y en el amor de mis amigos;
en la sonrisa de un niño
y en el ruido de la muchedumbre.
¡Tengo que verte!
Quiero encontrarte en la pobreza de mi ser,
en las capacidades que me has dado,
en los deseos y sentimientos que fluyen en mí,
en mi trabajo y mi descanso
y, un día, en la debilidad de mi vida,
cuando me acerque a las puertas
del encuentro cara a cara contigo


Pierre Teilhard de Chardin, sj

Atentos y despiertos servidores

Para el día de hoy (19/10/10):
Evangelio según San Lucas 12, 35-38

(El Maestro jamás reclamó para sí títulos ni rótulos.
Le bastaba con llamarse Hijo del Hombre: allí se definía su misión, su carácter y su corazón.

Él, totalmente hombre y totalmente Dios -Jesús es Dios y Dios es Jesús- es el más humano de todos. Tan humano y tan uno de nosotros, que es preciso desandar y desaprender todas aquellas cosas que nos han ido raspando nuestra humanidad más profunda, el sueño de ternura del Dios de la Vida, y caminar tras los pasos de Jesús.

Él mismo, en esa última cena -que en realidad es la primera de un tiempo nuevo- se ciñó su manto y se dispuso al más humilde de los servicios: lavó los pies de sus amigos como un esclavo, enseñando desde su entrega cuales son los pasos para la plenitud, para la felicidad, más allá de toda sombra ominosa que asome en cada horizonte, a pesar de toda crueldad de cruz.

Allí hay una llave/clave de la existencia: permanecer atentos a la necesidad del otro antes que a la propia. Salir de sí mismo al encuentro del otro -hacerse prójimo- desde la compasión y el servicio desinteresado, despertarse del sopor del confort y la comodidad.

Porque el Señor volverá, y hemos de estar preparados.
Más aún: Él volverá -y allí se cimenta nuestra esperanza- pero ya está volviendo.
En el rostro de los pobres, los excluidos, los oprimidos y muy especialmente, en la mirada de los niños.)

Paz y Bien




Colores misioneros


San Lucas, Evangelista

Para el día de hoy (18/10/10):

Evangelio según San Lucas 10, 1-9

(No es una tarea más, desbidujada en profesionalizaciones, en rutinas mundanas, opacada por aquel gris del más de lo mismo.

En la misión -don e invitación del Espíritu del Resucitado- debe prevalecer la disposición del corazón por sobre todo entrenamiento o toda instrucción.

Tiene una tonalidad muy especial, almas luminosas que se sumergen en las tinieblas del mundo.

Por ello mismo, entre los rostros espectantes de esos setenta y dos enviados estamos vos y yo, ella y él, todos y cada uno de nosotros por destino de bautismo y compromiso cordial.

Esos colores misioneros son tan especiales, que su falta tergiversa el mandato del Maestro.

Un color de plegaria, pues el misionero es -ante todo- un hermano orante, que se humaniza día a día en diálogo profundo con el Creador impulsado por ese Espíritu que en su interior hace eco y lo mueve a decir ¡Abbá!, ¡Papá!

Un color de compromiso, pues sabe que aunque junto con él otros han sido también enviados, hacen falta más, muchos más.

Un color de conciencia y dependencia: el misionero se sabe pequeño e indefenso, pero aún así no camina solo, en todo momento y lugar es asistido por el Espíritu de Vida.

Un color-corazón pleno de desprendimiento, pues sabe que todo lo puede de la mano bondadosa y plena de ternura de Aquel que lo envía -eso que llamamos Providencia-

Un color pacificador, pues el misionero porta en su alma el Shalom infinito de quien es la Paz y la Vida, es mensajero de paz y perdón.

Un color de permanencia, pues el misionero se sumerge en la realidad en la que viven los hermanos destinatarios de la Buena Noticia. No está de paso, como un turista, se hace uno entre ellos como el mismo Maestro entre nosotros.

Un color de sanación, de cuerpos y de almas. Es cuestión de fé, misión de confianza y liberación que late en sus pasos.

Un color de proclamación, es decir, a cada instante y con cada gesto, cada silencio, cada palabra y cada hecho el misionero anuncia que otra vida es posible, y que la eternidad comienza en el aquí y ahora.

Habrá entonces que reflexionar y descubrir si somos capaces de revestirnos con esos colores.
El Reino está entre nosotros y nada ni nadie ha de ser ajeno a la mejor de las noticias)

Paz y Bien

Oración y justicia

Para el día de hoy (17/10/10):
Evangelio según San Lucas 18, 1-8

(La figura de la viuda en las Escrituras y en los tiempos de la predicación de Jesús, es la de la persona librada a su suerte, abandonada, sin derechos, sin nadie que la defienda ni proteja, sometida a los caprichos de adversarios que sólo saben de injusticias y jueces inconmovibles al clamor de los pobres y pequeños.

En ella, podemos escuchar los salmos suplicantes de una gran mayoría de la humanidad -humanidad que es el sueño amado del Creador- que ruega sin cesar por una vida y no una dura supervivencia, por que se los escuche, por que se les haga justicia.
Es la plegaria constante y dolorosa de todos aquellos que no pueden encontrar a un Dios que se les hace ausente.

Allí surge la invitación que nos hace el Maestro a no desfallecer.
El Dios de Jesús, su Padre y Padre nuestro, está mucho más allá de nuestro limitado concepto de justicia, y seguramente no se lo encuentra en los tribunales.

Porque ese Dios no se acota a dar a cada uno lo suyo -idea primera de justicia- sino que es Amor expresado en Misericordia.

El Dios de Jesús es Amor, no venganza.

No debemos desfallecer: de allí la persistencia en la oración, que es ante todo respuesta a ese Espíritu que nos hace decir ¡Abbá!, ¡Papá!.

Y es respuesta fiel, con la confianza cierta de niños pequeños. Por ser confianza, no es una repetición pasiva de fórmulas y rituales.

En un mundo sordo e indiferente al sufrimiento de tantos, la justicia de Dios -eso que llamamos Misericordia- comienza desde ese diálogo constante con el Creador, Padre y Madre de todos nosotros, que nos impulsa y sostiene.

Y que en su aparente silencio y ausencia, nos dice desde un vibrante profundidad: -Estoy presente en mis hijas e hijos-

Quizás haya que pensar que la justicia es el fruto mejor de la oración, y que esa oración es vida comprometida por el bien de los hermanos.
Esa oración es la que transforma la vida de raíz y hace presente, aquí y ahora, el Reino que nos ha traído Jesús, nuestro hermano y Señor)

Paz y Bien


Espíritu de coraje, verdad y perdón

Para el día de hoy (16/10/10):
Evangelio según San Lucas 12, 8-12

(Aliento de vida, fuerza del Maestro que habla por nosotros.
Soplo de Misericordia que hablará por nosotros dando testimonio de la verdad, revistiéndonos de coraje frente a las persecuciones.
Fuego que nos enciende la existencia frente al frío paralizador del miedo.

No hay porqué temer, es el mayor don, Dios en nosotros.

Renueva la faz de la tierra y dá una nueva oportunidad: compasión y Misericordia, ternura y providencia, amor expresado en el perdón.

Más aún: el extremo del perdón por no saber reconocer a Jesús como Salvador.

Podemos volver la espalda al mismo Maestro, y encontrar esa compasión que nos salva.
Pero si rechazamos ese Espíritu que es todo Misericordia y perdón que nos renueva y recrea... ya no hay más.
Es el tiempo de Dios y el hombre: si rechazamos el perdón que se nos regala, no podemos ser perdonados.

No hay que temer, aún cuando nos descubramos muy pequeños e inermes frente a los embates del mundo: el Espíritu hablará en todo momento y lugar con la fuerza increíble de la Verdad)

Paz y Bien

La mala levadura de la hipocresía



Para el día de hoy (15/10/10):
Evangelio según San Lucas 12, 1-7

(El término hipocresía tiene raíces griegas y significa comediante en sentido despectivo y/o peyorativo. Y si esto lo trasladamos a la vida diaria, podemos inferir en primer lugar que la hipocresía implica re-presentación antes que presentación, es decir, utilizar máscaras para representar un personaje escondiendo el verdadero rostro; se trata de exhibir un personaje y de ocultar la verdad de la persona.

Es una mala levadura: hay un fermento bueno que puede hacer crecer la masa para que se convierta en pan y hay un fermento nocivo que no hace crecer, hincha y desfigura, esconde y miente.

Contra ello nos previene el Maestro porque tenemos un destino de pan. Él mismo nos ha marcado el camino haciéndose alimento para toda la humanidad.

Nada debemos guardarnos. La verdad tiene fuerza propia, e indefectiblemente surge e ilumina, disipando toda oscuridad. Por eso es imprescindible ir desprendiéndose napa a napa de esas máscaras que nos acorazan el corazón y que impiden que nos crezca la semilla del Reino, y que sus frutos puedan ser compartidos.

Él nos dice que la verdad nos hace libres.
Sería entonces una magnífica paradoja del Reino hacerse esclavos resplandecientes de la verdad, a rostro descubierto, a corazón abierto y franco hacia Dios y hacia los hermanos)

Paz y Bien


La sangre que clama al cielo


Para el día de hoy (14/10/10):
Evangelio según San Lucas 11, 47-54

(Desde Abel hasta nuestros días, la sangre vertida de tantas mujeres y hombres justos se convierte en salmo clamoroso que sube al cielo.

El Maestro es claro: se deberá rendir cuentas al Padre. No se trata de venganza -el Dios de Jesús no es un implacable dios vengador-; se trata ante todo de responder porqué se ha pretendido acallar a quienes sólo pretendían el bien del prójimo, mediante su palabra valiente, a través de su obrar en justicia y misericordia.

Es una lista dolorosamente larga, que comienza en Abel y continúa en nuestro presente, y que tiene por cumbre la Pasión de Jesús.

Cada vez que cae una mujer o un hombre comprometido con el bien, la verdad, la libertad, la dignidad y la justicia -especialmente de los excluidos, amados del Señor- Cristo es nuevamente sometido a los tormentos y a la cruz.

Aún así, estas hermanas y hermanos nuestros son luminarias que nos van guiando en estas oscuridades mundanas tan oprobiosas.

Son testigos de que, a pesar de tanta violencia, dolor y muerte, la Vida prevalece.

Nos queda un sincero examen de conciencia, personal y comunitario como Iglesia: debemos rebuscar, aunque nos duela, si hemos acallado por cualesquiera fuera el motivo, estas voces valientes y vitales que nos dicen que el Reino está aquí, entre nosotros)

Paz y Bien

Manos unidas

Que seamos, Señor, manos unidas
en oración y en el don.
Unidas a tus Manos en las del Padre,
unidas a las alas fecundas del Espíritu,
unidas a las manos de los pobres.

Manos del Evangelio,
sembradoras de Vida,
lámparas de Esperanza,
vuelos de Paz.

Unidas a tus Manos solidarias,
partiendo el Pan de todos.
Unidas a tus Manos traspasadas
en las cruces del mundo.
Unidas a tus Manos ya gloriosas de Pascua.

Manos abiertas, sin fronteras,
hasta donde haya manos.
Capaces de estrechar el Mundo entero,
fieles al Tercer Mundo,
siendo fieles al Reino.

Tensas en la pasión por la Justicia,
tiernas en el Amor.

Manos que dan lo que reciben,
en la gratuidad multiplicada,
siempre más manos,
siempre más unidas.

Dom Pedro Casaldáliga, cmf
Obispo Emérito de Sao Félix de Araguaia, Brasil

La disolución del alma


Para el día de hoy (13/10/10):
Evangelio según San Lucas 11, 42-46

(El Maestro entona como una elegía de su enseñanza, varios ayes dirigidos a aquellos que imponían cargas imposibles de sobrellevar al pueblo.

El ¡Ay! dirigido a quienes se preocupan por detalles nimios y dejan de lado el amor de Dios y su derecho, que no es otro que la justicia y el bien para los hermanos.

El ¡Ay! dirigido a la búsqueda del reconocimiento ajeno de títulos, primacías y prebendas, una trampa del ego y la soberbia que cierra toda posibilidad del conocimiento del otro, es decir, de hacerse prójimo.

El ¡Ay! dirigido a los cultores de una apariencia impecable, la que sin embargo esconde un panorama de muerte, pura máscara y engaño.

El ¡Ay! dirigido a aquellos que exigen -bajo apercibimiento de divinos castigos- el cumplimiento estricto de normas y leyes a los demás, considerándose ellos mismos exentos de practicar la justicia de Dios, es decir, ajenos a la compasión y la misericordia, enconados opresores profesionales.

Esos ayes deberían interpelarnos en este presente que se nos ha regalado, para que no se nos disuelva el alma en el cúmulo de falsedades que nos agobian y con las que podemos ahogar a los hermanos.

Quizás debamos suplicar que la Palabra del Maestro nos moleste y nos desinstale de toda falacia, y nos borre toda imagen de ese ídolo que a menudo nos inventamos para nuestra conveniencia y que, sin dudas, no es el Dios de Jesús, nuestro hermano y Señor)

Paz y Bien

La purificación de la letra, la estricta observancia de la generosidad

Para el día de hoy (12/10/10):
Evangelio según San Lucas 11, 37-41

(Por lo general, asociamos la imagen de una cena a la comunidad, al compartir, al confraternizar, al reencuentro de los amigos. No siempre es así.
El gesto provocador del Maestro en la mesa del fariseo
iba a traerle como consecuencia que escribas y fariseos comenzaran a acosarlo sin piedad. Esos primeros pasos tenebrosos desembocarían en su Pasión.

Porque Él señalaba sin ambages esa gran obstrucción del corazón que implica preocuparse en extremo por el cumplimiento puramente formal, por el que dirán, por la exterioridad como gobernante de la existencia. De ese modo, se reniega de todo lo que crece en el corazón, que es verdaderamente lo fundante de lo humano.

Por eso, sus palabras -¡Insensatos!- deberían dolernos, molestarnos, despertarnos.

Quizás sea preciso purificarse de cumplir la letra, lo externo, el cultivo la imagen... Y volvernos estrictos observantes de la generosidad, practicantes fervorosos de la misericordia.

El rito más sagrado tal vez sea volvernos almas generosas y desinteresadas de nosotros mismos, preocupados por el bien del hermano antes que del propio.

Tiempo de la Gracia, tiempo de una catarsis desde la solidaridad y la compasión)

Paz y Bien

Cristianos del silencio

Hay cristianos mudos, que mientras no les toquen a ellos,
se quedan tranquilos aunque se cuartee el mundo.
No protestan por las injusticias,
porque están esclavizados al Estado
por la persecución o por el compromiso,
comprados por el miedo o por el oportunismo.
Otros, tal vez, porque no tienen nada que aportar.
Para ellos la fe es una cosa etérea,
que no tiene nada que ver con la vida;
vale sólo de nubes arriba...
Te pedimos, Señor, por los cristianos del silencio;
que tu Palabra les queme las entrañas,
y les haga superar la coacción.
Que no callen como si no tuvieran nada que decir.
Tú sabes lo que conviene a tu Iglesia,
si un fervor de catacumbas
o la rutina de una “protección” oficial.
Dale lo que sea mejor, aunque sea la cárcel y la pobreza.
Líbranos del silencio del ahíto ante la injusticia social;
líbranos del silencio “prudente” para no comprometernos.
Tememos haber limitado tu Evangelio;
ahora ya no tiene aristas, ni sobresalta a nadie;
hemos querido convencernos
que se te puede servir a Ti y al dinero.
Señor, libra a tu Iglesia de todo resabio mundano;
que no parezca una sociedad más,
con sus caciques, sus accionistas, sus privilegios,
sus funcionarios, y su burocracia.
Que nunca tu Iglesia sea iglesia del silencio,
ya que es la depositaria de tu Palabra;
que pregona libremente,
sin reticencias ni cobardías.
Que no calle nunca,
ni ante el guante blanco, ni ante las armas.

Luis Espinal sj

sacerdote y mártir

Más que Jonás, más que Salomón


Para el día de hoy (11/10/10):
Evangelio según San Lucas 11, 29-32

(La búsqueda de una señal que sea garantía de un dios hecho a nuestra imagen y semejanza es perversa; perversa porque toda per-versión del alma obstruye cualquier con-versión, es decir, la capacidad de con-verger a un centro determinado. Mejor aún, hacer que el centro de todo sea la Palabra, Jesús de Nazareth hermano y Señor nuestro.

De los confines de ese mundo, había ido a Jerusalem la reina de Saba -mujer, negra y extranjera- con el ánimo dispuesto a beber la Sabiduría que rezumaba el rey Salomón. Y Jesús es la Sabiduría preanunciada por los profetas -algo más que Salomón-

Luego de permanecer tres días en el vientre del cetáceo -una muerte cierta- Jonás emergió y anunció las cosas de Dios en la gran capital Nínive, ciudad cabecera del enemigo, símbolo pleno de los extranjeros, de los extraños. Aún así, enemigos y ajenos, los ninivitas se convierten a ese Dios desconocido desde las palabras de ese profeta Jonás. Y Jesús es la plenitud de los profetas -algo más que Jonás-.

No se deberían pedir más señales.
Sólo hay una: la vida que prevalece por sobre la muerte. La Resurrección de Jesús -luego de tres días de permanecer en las oscuridades del sepulcro- es el signo definitivo.
Quizás tengamos que redescubrirnos como mensajeros de tumbas vacías...

A su vez, esa señal de vida que prevalece por sobre la muerte se multiplica a diario, y hay que saber abrir los ojos, especialmente nosotros que a menudo nos creemos con ciertos privilegios por pertenencia confesional.

Cuando florece la solidaridad, la generosidad, la entrega desinteresada, la inclusión, la liberación de los cautivos -aún en los confines de nuestros prejuicios- acontece el Reino y palpita nuevamente la Resurrección del Maestro)

Paz y Bien

Tiempo de Dios y el hombre, sanación y Salvación


Para el día de hoy (10/10/10):
Evangelio según San Lucas 17, 11-19

(A lo largo de la historia, hemos erigido diversos ídolos a los que rendimos culto; esos ídolos se corresponden con convenientes -o nó tanto- imágenes de un dios falso.
Un dios que castiga, un dios de recompensas, un dios acotado a normas, un dios encerrado en los templos, un dios al que le place el dolor, el sufrimiento, la exclusión, la opresión, la enfermedad. La lista es muy extensa, tan voluminosa como es la crueldad de ese falso dios,
lejano e inaccesible.

Ese dios no es el Dios de Jesús.

En el culto de ese ídolo -necesariamente- se encontraban las leyes de impureza y especialmente, las normas referidas a la lepra. Es claro que se trataba de una enfermedad seria y que no debía tomarse a la ligera; sin embargo, lo grave era considerar a la enfermedad producto de la dupla pecado/castigo, y la necesidad de aislar y excluir al enfermo.
Sin embargo, esta exclusión no se debía a cuestiones sanitarias: más bien, se trataba de exonerar de la vida social y religiosa a todo aquel considerado impuro, es decir, sin derecho a pertenecer a la casta pura -en este caso, el pueblo elegido-. En la cima -y sima- de la inhumanidad, el leproso debía permanecer aislado y simultáneamente, proclamar a los gritos su condición de impuro.

Pero el Dios del Universo se revela plenamente en Jesús de Nazareth: es tiempo de Dios y el hombre y del hombre y Dios, es tiempo de milagros.

El Evangelio para el día de hoy no nos habla explícitamente de milagro alguno... quizás, porque toda la praxis de Jesús es milagrosa, y será milagrosa también la vida de aquel que lo reconozca y lo siga.

-Quizás el gran milagro, por aquel entonces y hoy también, es acercarse sin reservas ni condiciones a aquellos que están condenados a vivir al margen de la existencia humana; aproximarse reconociendo al otro, hacerse prójimo, portar esperanza-

Los diez suplican como un salmo a puro grito -¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!-
Son enviados a presentarse a los sacerdotes, a desandar el camino de la separación de la comunidad, a ser readmitidos como iguales.
En el camino, se descubren purificados: había acontecido la sanación por Aquél que se había acercado a ellos, y no los había despreciado, Aquél irreverente de todo derecho y toda ley que oprima a sus hermanos.

Nueve de ellos siguen su camino: aún curados, continúan atrapados en esa dialéctica del dios de los castigos, del dios acotado en el Templo, del dios que premia a los cumplidores de reglamentos, del dios castigador. Tal vez -sólo tal vez- tenían enquistado en su corazón esa cuestión de lo que se les debía, de lo que ese dios debía hacerles por pertenencia... Algo no tan ajeno, cuando nos presuponemos legítimos herederos de los favores divinos por integrar una confesión predeterminada, y no más bien por la honda cuestión de ser hijos del que nos dá sus bienes por eso mismo, por bondad y amor de Padre.

Sólo uno regresa, alaba a Dios a voz en cuello y agradece a Jesús el haber sido sanado.
El más impensado, ese samaritano -impuro por leproso, impuro por no judío, impuro por enemigo, impuro, impuro...- encuentra la sanación y la salvación.
Ha descubierto que Dios no está atrapado en un templo de piedra y ladrillos, sino que late en Jesús, y agradece ser reconocido en su dignidad primera, en la ruptura de todo lo que lo separa de la vida.

Es tiempo de Dios y el hombre: Jesús, el más humano de todos, revela en sí la plenitud de Dios.
La sanación y Salvación son don y misterio, frutos nuevos del mismo árbol de Misericordia, agüita fresca de la compasión.
Sin embargo, no son acciones unidireccionales: tiempo de Dios y el hombre, la Salvación acontece por don del Altísimo y por la gratitud del hombre que descubre en Jesús a ese Dios de todo consuelo y toda ternura.

Por ello, cuando en cualquier sitio haya un ser humano que se niega a creer en ese falso dios que castiga y justifica la opresión y la exclusión, asoma la Buena Noticia, imparable y maravillosa.

¡Jesús Maestro, ten compasión de todos nuestros males, los que están a la vista y los que nos infectan alma adentro separándonos del hermano!)

Paz y Bien


Rumia

Para el día de hoy (09/10/10):
Evangelio según San Lucas 11, 27-28

(Ese rabbí era extraño. Sanaba a todos por igual, judíos y gentiles, justos y pecadores. Se declaraba a favor de los pequeños. Reivindicaba a las mujeres y a los niños.
Hablaba del Dios de Israel como su Padre.
Para colmo, hablando con sencillez campesina y tonada galilea, hacía milagros.
¿Cómo no asombrarse?

Por eso el grito espontáneo de esa mujer entre el gentío -¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!-.
Tal vez sólo de mujer a mujer se comprenda el sentido de esa exclamación. Mejor aún, un grito de alegría común de madre a Madre.

Y ese galileo redobla el elogio, y es preciso comprenderlo. No es tan fácil si uno se ata a lo puramente biológico.
Él la conoce como nadie: por eso la llama Bienaventurada, Feliz por haber escuchado la Palabra de Dios y haberla guardado en su corazón, haberla cumplido, haberla hecho vida...

Muy a menudo cometemos el error de pretender cuantificar la felicidad: muy, algo, poco o más felices nos declaramos a nosotros mismos o a otros.
Sin embargo, no es tanto cuestión de cantidad sino más bien un estado de plenitud. Toscamente, digamos que se es feliz o nó se es.
Y si por felicidad o bienaventuranza entendemos la plenitud en la dicha, en la alegría, sin dudas su Madre es feliz. Y para siempre.

Ella ha guardado la Palabra de Dios, rumiándola, yendo cada vez a un nivel más y más profundo. Y a mayor profundidad, mayor altura, total eternidad en la misma historia humana.

Ella, la que guardaba y atesoraba las cosas meditándolas en su corazón aún cuando no las comprendiera, aún cuando estuviera contrariada por el miedo o quebrada de dolor, Ella permanecía fiel.

Por ser la primer y mejor discípula, por esa rumia de toda su vida, Ella es hermana y Madre a una vez, discípula y protectora, redentora con el Hijo de los otros hijos más pequeños.

Ella es feliz, y busca como toda Madre la felicidad para cada uno de sus hijas e hijos)

Paz y Bien



El poder del más Fuerte

Para el día de hoy (08/10/10):
Evangelio según San Lucas 11, 15-26

(Ha llegado el Reino. Ya está entre nosotros, aquí y ahora, y hemos de abandonar esa costumbre de imaginarlo solamente como un suceso a futuro, post mortem.

Es el fin del miedo para las hijas e hijos, para los pequeños, para los anawin del Señor.
Y es el comienzo del temor de los poderosos.

Porque está con nosotros, por nosotros y en nosotros el más Fuerte (¡Go'el!). No hay mal que se le resista, y su fuerza está al servicio de sus hermanos de modo incondicional.
Los demonios que alienan la humanidad, esos monstruos que impiden vivir la existencia en plenitud -que a para algunos serán pequeñas copas de agua y para otros se harán mares- son expulsados definitivamente de todo corazón que lo pida.
La mano del Altísimo reescribe la historia de cada ser humano.

Es el poder del más Fuerte... y sin embargo, es un poder extraño.
Significa una victoria total que no admite derrotados; la única sangre derramada es la que se ofrece en rescate de muchos. En esa locura y ante todo el enemigo debe ser cuidado, especialmente de sí mismo.
Es el poder absoluto de eso que llamamos amor, es decir, la donación de la propia vida para que el otro perviva.

Y ese poder, de un modo increíble y desmesurado, se nos ha confiado en nuestras manos para sanar, liberar, vendar heridas, restaurar lo que se ha derrumbado, traer de nuevo a la vida al que está sumido en sombras de muerte, reunir a los dispersos.

Por ello mismo, ese poder interpretado de cualquier otro modo implica desparramar, separar, destruir.

El Maestro, rostro del Dios de la Vida, nos enseña con su vida y su Palabra que el Todopoderoso es tal precisamente por eso: porque ama.)

Paz y Bien






Cuando decimos Rosario

7 de octubre - Nuestra Señora del Rosario

Cuando decimos Rosario, decimos misterio y Gracia.

Cuando decimos Rosario, decimos jardín de rosas que no perecen para una Mujer muy especial.

Cuando decimos Rosario, decimos cadencia de eternidad que se hace música, y que nos libera del ritmo inhumano de la rutina, que rompe las cadenas que a menudo nos agobian. Decimos música maravillosamente inexplicable, que escapa a los moldes escasos de la razón y a gustos falaces y temporales.

Cuando decimos Rosario, decimos salterio de los pobres, decimos oración de los anawin del Señor, decimos confianza, decimos ternura, decimos liberación.

Cuando decimos Rosario, decimos Madre, Mamá y hermana a la vez, decimos afecto y consuelo.

Cuando decimos Rosario, decimos que entre las cuentas que corren entre nuestras manos, grano a grano, vamos preparando esta promesa de trigo que somos para hacernos pan.

Cuando decimos Rosario, decimos María y decimos Buena Noticia que se hace vida en nosotros rezo a rezo, misterio a misterio, plegaria a plegaria.

En los ojos de la Madre descubrimos la mirada del Hijo, y en sus gestos entrevemos también cómo es Jesús, el hijo de María, hermano y Señor nuestro.

Paz y Bien

Ricardo

Ese amigo incondicional


Nuestra Señora del Rosario

Para el día de hoy (07/10/10):

Evangelio según San Lucas 11, 5-13

(Hablamos de amistad.
Hablamos de afecto y de confianza. Hablamos de generosidad y desinterés en lo propio, anteponiendo siempre el tú al yo. Hablamos de reciprocidad en el afecto y en la preocupación por el bien del otro. Hablamos de un árbol frutal que crece fuerte con el trato y el cuidado diario.

Hablamos de la disponibilidad constante, hasta en las horas más intempestivas.
Hablamos -aunque cueste aceptarlo- de una realidad que se traduce en amor.

Entonces hablemos de un Amigo incondicional, capaz de morirse para que uno viva, capaz de sufrir para que uno no desfallezca, capaz de cargar sobre sus hombros todo flagelo con tal de procurarnos alivio.

El Amigo que siempre está atento y disponible, aún en nuestra noche más oscura... Especialmente cuando estamos acorralados por tinieblas.

Ese Amigo que en nuestras orillas, nos espera con panes y peces. Con su copa llena del vino nuevo.
Amigo de los silencios pacientes, Amigo que se hace Palabra para curar nuestro mutismo.

El Maestro, nuestro hermano, Amigo y Señor, Jesús, el hijo de María)

Paz y Bien

Señor, enseñanos a orar de nuevo

Para el día de hoy (06/10/10):
Evangelio según San Lucas 11, 1-4

(Señor, enseñanos a orar de nuevo, como lo has hecho aquella vez con tus amigos.

Que la rutina nos desgasta y nos volvemos autómatas, repetidores de palabras vacías.

Señor enseñanos a orar con tus Palabras.

Que las nuestras son escasas y dicen poco. Estamos casi mudos.
Pero vos sos la Palabra hecha uno de nosotros, para que recuperemos el habla.

Señor enseñanos a orar con confianza de niños al Dios del Universo, a ese mismo al que llamabas ¡Abbá! ¡Papá!

Señor, enseñanos a orar a tu Padre -que también es el Padre Nuestro-
sabiendo que su causa es la causa de los hermanos
sabiendo que aún siendo el Totalmente otro, está cerca, muy cerca
santificando su Nombre palpitando compasión y misericordia.
Para que su Reino acontezca entre nosotros.
Para que su voluntad, que es la vida, sea en la eternidad que comienza aquí y ahora.

Señor, enseñanos a orar de nuevo
para que no nos falte el pan del sustento
ni tampoco escasee el Pan de Vida entre los hermanos
para acrecentarnos en el perdón y la reconciliación
del mismo modo que vos lo hiciste y hacés con nosotros.

Señor, enseñanos a orar de nuevo
para no caer en la tentación de no escucharte
ni de olvidar al hermano
y libranos de todo mal
del mal conque nos castiga el mundo
y del mal que nosotros difundimos
cuando le damos la espalda al hermano

Amén, Maestro
Así sea)

Paz y Bien

De cuando dejamos que Él nos sirva

Para el día de hoy (05/10/10):
Evangelio según San Lucas 10, 38-42

(En la vorágine diaria solemos perder el sentido de lo que hacemos, aún cuando estemos impulsados por ansias de servir y de hacer las cosas bien.

Entonces surge la queja porque se ha quebrado la escucha y, por lo tanto, el diálogo.
No se trata de contraponer acción a contemplación, que son dos modos de abrirnos a lo divino. Por eso el Maestro no reprende a Marta, antes bien la trata con ternura y la hace recuperar su centro perdido.

Y tiene un gesto maravilloso, fantástico, revolucionario: en ese entonces -¿tal vez hoy?- era imposible que una mujer tomara la actitud atenta de un discípulo; ellas estaban relegadas a tener hijos y a las tareas de la casa, sometidas a los mandatos del esposo y al menosprecio de la ley mosaica.
Sin embargo María está a sus pies, en escucha atenta, dejándose invadir por la Palabra de Vida.
Jesús alaba su actitud, y más aún: lo que recibe María no le será quitado... Quizás porque ha sido capaz de recibir la herencia eterna que el Padre ha dado a todas sus hijas e hijos.

Otra María, unos treinta años antes y para toda la historia -de generación en generación- supo escuchar esa Palabra y hacerla Vida.

Para todos los que a menudo nos afanamos y angustiamos en hacer múltiples cosas: tal vez sea tiempo de andar pensando si es mejor no preocuparnos demasiado por lo que hagamos por Él, sino más bien si permitimos -nos permitimos- todo lo que Él quiere hacer por nosotros.

A sus pies, desde un silencio atento, todo cobra otro sentido y recuperamos la trascendencia del servicio al hermano, dejando de lado toda rutina que nos vuelve autómatas estrictos)

Paz y Bien

El buen samaritano: acercarse a lo sagrado


Para el día de hoy (04/10/10):
Evangelio según San Lucas 10, 25-37

(Desde el vamos, la pregunta era equivocada y respondía a preconceptos acorazados que, a menudo, son harto complicados de atravesar para llegar al corazón.
Por eso la necesidad de saber cómo heredar la vida eterna, como acceder desde el propio esfuerzo, a partir de la acumulación de méritos -y esto no nos es desconocido-... Es tan obvio que no lo vemos: una herencia no depende del puntaje de los herederos, sino simplemente se hereda por el hecho de ser hija o hijo de Aquel que testa sus bienes.
Y la herencia no es tampoco una cuestión postrera, final, que sucederá al final de la existencia terrena, en un determinado futuro.

El Maestro con su vida misma derriba ese muro falaz que a menudo levantamos: la eternidad está presente en el aquí y el ahora.

En esa eternidad que brota como torrente en silencio en nuestro presente, la vida se asoma sagrada.

Por eso Jesús es explícito: a la vida eterna que ya sucede en este hoy se accede por don bondadoso y gratuito de Aquel que la regala a todas sus hijas e hijos por igual, y los herederos han de cuidar de no perderla.
Más aún: antes que todo culto, que todo saber, que toda religión, debe prevalecer la compasión y la misericordia.
Frente a tanta muerte y dolor, tenemos en nuestras manos aceite para sanar heridas y el vino bueno del consuelo.

Esa vida que Él nos descubre como sagrada está allí, especialmente en cada apaleado del mundo, en cada caído a la vera del camino.
Es indudable, y una verdad objetiva: los caídos son multitud, están allí. Y ése es precisamente el problema.

Sólo cuando nos acercamos al caído, éste deja de ser objeto ajeno de la realidad y se vuelve sujeto conocido: la llave de lo sagrado pasa por la donación, la generosidad y el acercarse, es decir, hacerse próximo/prójimo.

Lo sagrado, la eternidad está a la vera del camino, latiendo en el caído e ignorado... ¿Alguien tendrá al menos un par de monedas para cobijar en la posada de la compasión al que nos necesita?)

Paz y Bien




Aumento de la fé, disminución del ego


Para el día de hoy (03/10/10):
Evangelio según San Lucas 17, 5-10

(Del mismo modo que los discípulos aquella vez, somos prisioneros de nuestros acotados esquemas.
No somos capaces de desterrar esa arraigada y malsana tendencia al capitalismo de los méritos, a la acumulación de recompensas a cambio del cumplimiento de mandamientos al modo de un reglamento. Esa triste costumbre de mirarnos sin vernos y creernos el ombligo del universo, nos torna incapaces de descubrir en nosotros la Gracia, lo gratuito, lo dado por pura bondad y amor.

En esa inercia de medidas varias, se vuelve lógico rogar -¡Señor, auméntanos la fé!-, como si la fé -que es don y misterio, total Gracia- fuera mesurable, una cuestión netamente cuantitativa.

Por eso la respuesta desmesurada del Maestro: con la fé de un minimo grano de mostaza se mueven montañas.

Quizás, la clave de la existencia pase por allí: la fé es don, y se acrecienta cuando el ego disminuye, cuando el centro de la vida deja de ser el yo para pasar a ser Él, y poder llegar plenos al nosotros.

Y allí sí, en egos minimizados y corazones engrandecidos, ese don se vuelve humilde grano de mostaza que nada ni nadie puede detener su germinar.

La vida cambia su signo, y sólo cobra sentido desde el servicio al hermano.

Como ladrones felices en el Reino, quiera el Espíritu volvernos eficaces y alegres siervos inútiles, locos entregados sin medida por los demás.

Entonces sí, podremos exclamar -vacíos de todo interés propio- ¡Señor, auméntanos la fé!-.
Que el grano de trigo muera, crezca y florezca para volvernos mujeres y hombres de pan)

Paz y Bien

De la gratitud

Para el día de hoy (02/10/10):
Evangelio según San Lucas 10, 17-24

(Aquellos setenta y dos enviados regresaban de la misión que el Maestro les había encomendado; portaban en sí la tóxica euforia del éxito.
Con ellos, nos embriagamos de nuestro suceso, y no nos alegramos tanto del vino bueno que vivifica, la eficacia de la Palabra de Vida y Palabra Viva.

Esa éxitodependencia nos empaña la mirada y enturbia el corazón: la verdadera alegría -que no la euforia- debería nacernos de sabernos elegidos y enviados, mensajeros de vida y paz, de salud y liberación, de felicidad y justicia.
Nada nos pertenece, todo se nos ha sido dado.

Y el origen y destino de la Salvación están en la gratuidad.

Gratuidad, gratitud, Gracia: todos logos de una misma familia, lo dado generosamente y sin condiciones, por bondad pura, por afecto entrañable.

Por eso el Maestro alaba a Abbá, Padre suyo y nuestro, porque son los niños los que verdaderamente entienden estas cosas.

Quizás porque son los que no han perdido sus ojos de asombro y la inmensa alegría de recibir regalos)

Paz y Bien

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