María de la Escucha, Virgen de la Gracia, Madre de los vivientes

Para el día de hoy (20/12/10):
Evangelio según San Lucas 1, 26-38

(Aldea perdida en Galilea. Una muchacha judía -casi una nada, insignificante- recibe una visita inesperada, la de su propio Dios expresada en ese Mensajero.
No hay visión, no hay una aparición espectacular, hollywoodense: hay Palabra.

Esa misma Palabra es la que la desconcierta; es importante descubrir que no la embarga el miedo tal como nosotros lo conocemos, sino más bien el temor de Dios.
¿Quién es ella, tan pequeña, para ser destinataria de la Palabra del más Grande?

Asombran los términos del Mensajero: la trata con delicadeza, con respeto, con dulzura. Debe ser que el Dios del Universo de ha enamorado de ella.

Es el tiempo de la Gracia, de lo dado por puro amor. Y la Gracia transforma, renueva y recrea.
María es transformada por la Gracia, y por ello será plena, feliz.
Plena como Madre, plena como discípula.

No es tampoco que escuche nomás: escucha, pregunta, medita.
Es Virgen Purísima en el sentido más profundo: no hay en su alma nada que obste, la Gracia la transforma totalmente, a tal punto que suscita en su propio cuerpo a Aquel esperado por siglos, su Hijo y Señor, Dios con nosotros.

Al escuchar y hacer vida la Palabra, al saberse y aceptarse libremente esclava de Aquel que la ama sin condiciones, se convierte también en Madre de todos los vivientes.

El Niño Santo que viene creciéndose en sus entrañas es la Salvación ofrecida amorosamente a toda la Creación)

Paz y Bien

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