Mirada de testigo

San Juan, Apóstol y Evangelista

Para el día de hoy (27/12/10):

Evangelio según San Juan 20, 1-8

(Suele sorprender que en tiempos navideños nos toque reflexionar acerca de este pasaje de la Palabra: se podría inferir cierta contradicción entre el Niño nacido y una tumba.
Sin embargo, quizás una clave de lectura esté en nuestro sitio, es decir, todo adquiere una trascendencia y un significado mayor desde la perspectiva de los testigos.

Un argumento simplista y escaso radicaría en afirmar que nacer y morir son dos caras de la misma moneda; pero nos ahondamos en lo profundo de nuestras raíces cuando descubrimos con otros ojos que el Nacimiento de ese Niño Santo y pobre, y luego su muerte y Resurrección como hombre son facetas del mismo amor.

En el discípulo amado está simbólicamente entrelazada nuestra existencia y nuestra vocación de testigos.
Con Juan y Pedro se apuran nuestros pasos, porque suele invadirnos la angustia, esa misma de suponer no presente al Maestro. Pero siempre habrá alguien que nos despierte del llanto, y nos haga estremecer en la esperanza.

Con Juan y Pedro, salimos corriendo, y Juan llega primero: discípulo amado, hermano querido arriba antes que el firme Pedro, pues el amor supera barreras de tiempo y espacio y siempre -invariablemente- se adelanta.

Hay una tumba vacía, la mejor de las noticias: las vendas están tiradas en el suelo, mortaja inútil porque no es tiempo de muertos. El sudario, plegado a un lado señala que no hay cuerpo apagado que lo necesite.
Juan vé todo esto, y cree.
Tiene otra mirada, la mirada del testigo: no se deja llevar por lo aparente -tumba vacía, vendas tiradas, sudario plegado- sino que todo se le vuelve señal, signo cierto de Aquél que está vivo y presente en medio de su pueblo.

Para el discípulo amado -símbolo de esa familia que llamamos Iglesia- todo, hasta lo que usualmente remita a la muerte, se le transforma en experiencia raigal de que Dios está con nosotros, existencia comprometida en un nuevo mensaje que no puede guardarse y que se comunica a los que viven en tinieblas y en sombras mortales.

Testigos de mirada límpida, que en su vida diaria -a menudo en silencio- declaran con claridad y gestos de compasión y misericordia que la vida prevalece)

Paz y Bien

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