El hijo de José

Para el día de hoy (31/01/10)
Evangelio según San Lucas 4, 21-30

(Los ojos de sus paisanos, que hasta hace pocos instantes estaban fijos en Él, fijos de asombro y admiración, se tornan rápidamente en ojos rojos de ira.

Por una parte, deliberadamente había omitido y cortado en seco el texto del profeta Isaías que leía desde los rollos que le entregaron, y que asumía como profecía acerca de Él mismo: Jesús termina la cita con "proclamar un año de Gracia del Señor" y no menciona el versículo que sigue, "...y un día de venganza de nuestro Dios...".
Al hacer esto, se volvía a la mirada de los nazarenos un blasfemo en el sentido primordial del término, es decir, que injuria o habla mal de Dios.
Es claro: Él habla del Dios al que conoce personalmente, su propio Padre; no relata ni narra acerca de ideas de un Dios, ideas de otros.
Lo suyo es enteramente personal, y vá prefigurando la violencia que luego se intentará contra su persona: ¿acaso no es violencia considerar blasfemo -es decir, que habla mal de Dios- a este galileo que habla tan bien de Él, de un modo tan distinto y especial?

No era lo único: este hombre que conocían bien de cerca, que se había criado entre ellos, se ponía de pié y levantaba su voz como un profeta: habla en nombre de Dios, lleva el mensaje de salvación y esperanza, despierta a las almas dormidas.
-¿Quién se cree que es éste, si todos sabemos que es el hijo de José?-
Y para colmo de males, se arroga la potestad de que las profecías que lo precedieron... apuntaban a su propia persona.

Sus paisanos se aferraban indisimuladamente a la idea que ellos se habían hecho de Dios; por eso los signos -flechas o señales que orientan los pasos a buen destino- se les hacían fines en sí mismos.
Como la fama de sanador precedía a Jesús, exigían que en sus pagos realizara lo mismo que había hecho en Cafarnaúm -expulsar demonios, curar enfermos, una niña rediviva-.
No estaban interesados en descubrir el rostro del Dios vivo; sólo rendían culto a esa idea que tenían de Dios. Ideo-latría, idolatría, adoraban esa idea divina que se habían fabricado, sin dejar espacio para nada más.

Y el Maestro, que sabe bien que cosas se tejen en los corazones, reniega abiertamente de esas posturas -la imagen habla por sí sola: el Maestro en soledad enfrentado a un grupo de hombres incapaces de ver más alla de sí mismos, una situación que sería aún más grave en los hechos de su Pasión-. Y vá más allá todavía.

Sigue en la huella de los profetas que lo precedieron, anunciando la compasión de Dios, anunciando la vida plena y denunciando todo lo que se opone a ello.
Por eso en su patria no realizará ningún milagro, quedan vedados los signos a los nazarenos, por eso les recuerda dos hechos referidos a dos profetas claves para el pueblo de Israel, Elías y Eliseo.

Elías, que revela la compasión de Dios en la persona de la viuda de Sarepta, la sidonita -todo en contra: mujer, viuda y extranjera-

Eliseo, a través de quien Dios mostrará su rostro bondadoso sanando a Naamán -otro caso similar: Naamán, comandante en jefe del ejército sirio, enemigo enconado de Israel y también, extranjero e impuro por su lepra-.

Y entonces se desata la furia de sus paisanos: a los empujones, lo llevan a las afueras del poblado para ejecutarlo.
Pero el Señor, "pasando en medio de ellos", sigue su camino...

Quizás los muros más difíciles de derribar sean los de los calabozos que se enconan alma adentro: sucede entonces la violencia, y puede sobrevenir la muerte.
Porque el amor vivido como lo vive Jesús es una amenaza.

Es imperativo desde esta Palabra de Vida y Palabra Viva pensar-nos en lo personal, en lo comunitario, y desde esta familia grande que llamamos Iglesia.
Hay que rogar incansablemente para que la voz fuerte del Maestro nos desinstale, nos conmueva -¡nos derribe!- aún cuando ello implique que se caigan las sólidas paredes de ideas de Dios que no nos permiten -y no dejamos- vivir la plenitud del Dios de la Vida.

El Maestro ha mostrado el rostro de un Dios Misericordioso que se pone abiertamente del lado de los desvalidos, de los más pequeños, de los más pobres, de los despreciados.
Es una noticia nueva.

Quiera el Dios de la Vida curarnos la ceguera de creernos propietarios de la voluntad divina, receptores exclusivos de sus favores.
Es Él quien siempre se mueve primero, el Él quien dá el primer paso; no se detiene en los méritos, todo es gratuito, todo es Gracia.

Año de Gracia y Misericordia que no tiene fin, tiempo del Espíritu en el que esta Noticia Nueva de Dios se torna en Buena.

No vaya a ser que por abroquelarnos en las ideas que nos dan comodidad y seguridad, suceda que Jesús pase en medio nuestro y siga su camino)

Paz y Bien



De tempestades, riesgos y miedos


Para el día de hoy (30/01/10)
Evangelio según San Marcos 4, 35-41

(La Palabra para el día de hoy nos narra un camino de revelación para los discípulos, esto es, no sólo para los Doce sino para nosotros mismos.

Había sido un día duro, de grandes afanes: Jesús se había pasado todo el día enseñando mediante parábolas a la multitud parado en la barca.

Al atardecer, le pide a sus discípulos -Crucemos a la otra orilla-. Ellos obedecen, y lo llevan así como está.

-Quizás a veces también, cuando se nos vá cerrando la claridad del día, es necesario detenerse y con el Maestro, pasar a la otra orilla del descanso, el reposo, el silencio, el reencuentro-

Navegando en la barca, producto de la intensa actividad, Jesús se queda dormido.
Y sobreviene un vendaval de grandes proporciones; sin embargo, el Señor sigue durmiendo tranquilamente a popa de la embarcación.

No nos confundamos: sin dudas debe haber sido una tempestad violenta, de consecuencias imprevisibles; varios de los discípulos eran pescadores avezados que no iban a ser presa fácil del pánico.

Sin embargo, cuando arrecian las olas y el agua empieza a ganar terreno dentro de la barca, hasta estos pescadores curtidos sucumben aterrados por el miedo, y despiertan a Jesús.
Y en su desesperación, suplican con angustia por sus vidas en riesgo que hasta lo reprenden a puro grito: -¿No te importa que nos ahoguemos?-

Sería razonable esperar que el Señor se despertara y pusiera en orden al caos en el que se hallaban sumidos sus amigos. Sin embargo, para Él lo que importa es la vida de sus discípulos, por eso despertándose increpa al mar, y las aguas lo obedecen.
Nada ni nadie se resiste a su Palabra.

Sobreviene una gran bonanza; ha obrado la Palabra.
Entonces el Maestro se dirige a los temblorosos discípulos: -¿Porqué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fé?-
Y ellos, asombrados en su temor, a pesar de convivir todo el día con Él, se preguntaban quien sería Ése, que hasta el mar y el viento lo obedecen...

Nosotros nos subimos a menudo en esa barca.
El mar de Galilea puede parecernos infinito o bien un pequeño lago; no obstante, siempre está la posibilidad de que sobrevenga una tempestad que nos amenace y nos peine de miedo.

Subirse a la barca del Evangelio y pasar a la orilla de la vida plena con el Señor a bordo supone sus riesgos, riesgos que pueden ser gravísimos.
Nadie está exento de ellos, ni sería humano si no sintiera miedo.
Más aún: subirse a la barca del Evangelio supone que necesariamente haya tormentas que nos desinstalen, temporales que nos quiten de las aguas tramposamente tranquilas de la comodidad y el conformismo.

Pero con nuestras limitaciones, con nuestros vasos de agua que se nos hacen mares, está siempre con nosotros Aquél a quien nadie se le resiste.
El más fuerte -¡Go'El!- el que Todo lo Puede.

Su Palabra calma toda tempestad, su Palabra es Palabra de Vida y Palabra Viva que vence al miedo y trae la gran bonanza de la Gracia.

Quiera Dios que nunca se nos seque la capacidad de asombrarnos -¡Quien es este hombre!- y de querer conocerlo más, por más avezados navegantes que nos creamos.

Y alabado sea Dios por las tormentas que nos desestabilizan y amenazan nuestras falsas calmas.)

Paz y Bien




Signos de la vida

...Sepan que no se construye una nueva sociedad,
con la molicie,
la superficialidad,
el aburguesamiento de la vida,
la desorientación como sistema de vida.
Ustedes son el signo de la vida,
del camino,
del futuro,
de las cosas permanentes que hay que llevar
y de las cosas caducas que hay que dejar.
No vendan nunca el grito de rebeldía
por un plato de lentejas, ni por complicaciones anónimas...

R.P. Enrique Angelelli
Obispo y Mártir

Vá creciendo

Para el día de hoy (29/01/10)
Evangelio según San Marcos 4, 26-34

(Pujante y constante, sin detenerse jamás, el Reino vá creciendo en silencio.

Estando en vigilia o en reposo, con nuestros ojos bien abiertos o nuestra mirada cegada, vá creciendo.

En la tierra fértil de los corazones la semilla germina y vá creciendo.

Será primero un tallo incipiente.
Será luego una espiga.
Será después grano abundante, que se hará la harina del Pan Santo, abundante para todos.

Lo veamos o nó, vá creciendo.

Sin embargo, lejos de nuestras almas debe estar el ser espectadores o sujetos pasivos de este crecimiento.

Un Padre Misericordioso y Bondadoso, con una inefable gentileza, nos invita a sembrar con Él.

-¿Será parte de nuestra vocación el ser campesinos de Dios?-

El Reino, que ya está aquí y ahora entre nosotros, vá creciendo y es ante todo una cuestión de fé y una prioridad de amor.

Decidirse a ser campesinos del Padre puede que haga aún más frondoso este gran Árbol que llamamos Iglesia.
Para que tantos pájaros a la deriva encuentren cobijo en sus ramas que no se secan.
Por la Misericordia infinita de Dios)

Paz y Bien

Una lámpara que no debe ocultarse

Para el día de hoy (28/01/10)
Evangelio según San Marcos 4, 21-25

(En los lugares en que no hay energía eléctrica, a nadie se le ocurriría -en plena noche- encender una lámpara y esconderla en una caja o encendida, ponerla bajo la cama.
Lo obvio: esa lámpara encendida ha de colocarse sobre la mesa para que ilumine a la familia, al hogar.

Así es la Palabra.
El Maestro nos enseña: -Yo soy la luz del mundo-.
Su lámpara -Él mismo, Palabra encarnada- no debe estar oculta, sino que debe estar bien a la vista para que la luz beneficie a todos.

Porque cuando resplandece la luz, se disipa toda tiniebla.

Por supuesto, hay apropiadores de lámparas, a los que les conviene mantenerla oculta, escondida, encubierta, accesible para unos pocos, en la soberbia de la manipulación de la Palabra de Dios convertida en algo de carácter esotérico...

Pero la luz ha de iluminar a toda la humanidad.

Y es luz -y somos luz- cuando nos abstenemos de la mera declamación y con el Maestro, proclamamos la alegría del Reino con palabras y acciones que revelan la vida nueva y plena, la luz de Su Palabra.

Cuando con fé y amor, y con la mirada de Jesús, hacemos vida la Palabra, ahí sí: la lámpara dejará de estar escondida y por fin estará sobre la mesa, iluminando a todos.)

Paz y Bien

Del Reino escondido en las cosas de la vida diaria

Para el día de hoy (27/01/10)
Evangelio según San Marcos 4, 1-20

(Jesús no dictaba clases magistrales ni impartía lineamientos doctrinales al pueblo, a las multitudes hambrientas de vida, sedientas de liberación.

Desde sus propias vivencias de campesino y artesano galileo, iba utilizando las cosas y situaciones habituales y diarias de las personas en las parábolas para revelarles ese Reino que Él traía.
Y ese Reino no era cuestión únicamente del "más allá", sino que estaba allí, entre ellos, misteriosamente creciendo con una pujanza silenciosa.

El Reino crecía en sus días de siembra, en la espera de las lluvias, bajo el sol árido, en las preocupaciones del pan que le pondrían a sus hijos en la cena, en el rinde de las cosechas, en la fertilidad de la tierra.

Las parábolas revelaban y también rebelaban: revelaban al Reino escondido entre ellos y los rebelaba contra las nociones de Dios que se les imponían y que no vivían... Antes bien, eran nociones que oprimían y sojuzgaban sus almas, que atenazaban sus vidas.

Por ello también el Maestro les insistía con la parábola del sembrador: para que la semilla de la Palabra fructificara y se hiciera vida, ellos mismos debían descubrirse tierra fértil, generosa y confiada.

¿Y nosotros?
Cada uno en diverso grado, tiene en el corazón sus pedregales, sus arenales, sus espinas. Pero hay que confiar en la pericia del sembrador, que sabe cuál es el destino de su trabajo, y confía como los campesinos en la certidumbre de la semilla y de la tierra que ha de abrigarla.
Y eso no es todo, siempre hay más, mucho más.

Por el Maestro, tenemos a construirnos un destino de tierra fértil, pero también un camino de sembrador.

Habrá que reflexionar cuáles son las palabras que se comprenden, cuales sucesos de la vida diaria y actual utilizaremos en nuestra vocación de campesinos del Reino de los Cielos, revelando -aún cuando la realidad agobie- la presencia misteriosa y plena de Gracia y Esperanza de ese Reino que vá germinando, aquí y ahora, en medio de la humanidad)

Paz y Bien

El parentesco con Jesús


Para el día de hoy (26/01/10)
Evangelio según San Marcos 3, 31-35

(Quizás los imperativos de tribu y clan lo requerían sólo para ellos. Quizás -recordemos que decían que "estaba fuera de sí"- pensaban que debía estar circunscripto a la vida familiar nazarena.

Él estaba en Cafarnaúm, a unos 40 kilómetros de Nazareth.
Como le sucedía habitualmente, se encontraba rodeado por una multitud; y hasta la casa en donde se encontraba se apersonan sus parientes. Pero era tanta la gente que no podían pasar, así entonces que le envían un recado, y alguien le informa: -Tu madre y tus hermanos -parientes- están afuera y te buscan-.

Pero quienes lo requerían lo hacían en nombre del vínculo de sangre que los unía a Jesús.
Y el Maestro trae el Reino de Dios que es abundancia, que es siempre un más allá, que es siempre transformar lo pequeño y temporal en grande y eterno.

Por eso ensancha hasta límites insospechados eso que entendemos por familia...
No minusvalora las cuestiones de ancestros biológicos, antes bien los hace verdaderamente valiosos transformándolos en espirituales.

La familia ya no queda circunscripta a los parientes.
Ahora, los que escuchen y practiquen la Palabra son parientes suyos.
Más aún, y para que no haya dudas: quien cumpla la voluntad de Dios es su padre, su madre, su hermano, su hermana.

Nosotros, sus discípulos, tenemos esa oportunidad maravillosa.
Jesús es nuestro hermano y Señor, nuestro hijo y Señor.

Y María, que guardaba todas las cosas meditándolas en lo profundo de su alma, es Madre por partida múltiple.
Madre, por gestarlo, cuidarlo y criarlo.
Madre, por escuchar la Palabra de Dios y hacerla vida.
Madre, porque se hace Madre de todos los hermanos de Jesús, todos y cada uno de nosotros.

Quiera el Espíritu del Resucitado que esta familia crezca y crezca cada día más.
Hay una Mesa siempre dispuesta, en donde jamás faltará el Pan de Vida y el Vino de la Esperanza)

Paz y Bien

Con palabras y hechos

Para el día de hoy (25/01/10)
Evangelio según San Marcos 16, 15-18

(No hay límite físico,geográfico, temporal o cósmico.

El Señor envía a sus discípulos -a nosotros- a anunciar la Buena Noticia a toda la creación.
Nada ni nadie ha de quedar sin saberlo.

Desde una obviedad necesaria, debemos acentuar algo que es perentorio: si la noticia de Jesús no es buena para cada uno de nosotros, no hay anuncio válido.
Se transforma en transmisión de doctrina que no cambia la vida.

Por eso también, quien crea se salvará, y el que no crea se condenará.
Es decisión y consecuencia humanas, no acto punitivo de un juez severo.
Abbá Padre de Jesús y Padre Nuestro es Amor y Misericordia.

Y el anuncio de la Buena Noticia es manifestación de la Palabra que se encarna y hace vida.
Es Buena Noticia a toda la creación cuando hay coherencia entre lo que se declama y lo que se vive a diario.

Y hay promesas ciertas del Maestro de que habrá señales maravillosas, signos que a veces dirán mucho más que las propias palabras.

Se arrojarán en nombre de Jesús los demonios que atenazan las vidas y las transforman en muerte cotidiana

Se hablarán nuevas lenguas, desde la capacidad propia y en el lenguaje universal del amor, aunque el mundo exprese como lengua habitual y común la verba del dinero y la violencia.

Los venenos de la insidia, la envidia y la difamación no harán daño; nadie ni nada puede con el Espíritu de Aquél que mora en nosotros.

Se podrá desde el amor de Jesús desterrar toda enfermedad, y especialmente las dolencias producto de la exclusión y la marginación, imponiendo las manos de la fraternidad y la comunión.

Con Palabras y hechos que hablan el Maestro envía a sus discípulos.

Con Palabras y hechos concretos nos envía hoy, ahora mismo el Maestro a anunciar la Buena Noticia de la Vida plena a un mundo que sólo sabe repetir las malas noticias de lo que perecer, las malas noticias de lo efímero, las malas noticias de la muerte.)

Paz y Bien


En tiempo presente

Para el día de hoy (24/01/10)
Evangelio según San Lucas 1, 1-4; 4, 14-21

(Jesús estaba en su Nazareth; siguiendo la costumbre, el sábado se dirigió a la sinagoga del pueblo y estando allí, se puso de pié para hacer la lectura.
Le entregan el libro de Isaías, lo desenrolla, encuentra el pasaje, lo lee, lo enrolla, lo entrega y toma asiento.

Los ojos de todos los presentes estaban clavados en Él.
En ese Hombre había algo que a esos hombre piadosos atraía tanto como la Palabra que escuchaban los sábados.

Parecía que en esa mañana el reloj se hubiera detenido: esos hombres bebían por sus ojos y por sus oídos la Palabra que ese Hombre pronunciaba: algo muy adentro -quizás no lo comprendían, pero estaba allí- les decía que ese Hombre estaba íntimamente ligado a esa Palabra.

Ese Hombre era la Palabra.

Asume para sí mismo la profecía esperanzadora de Isaías, y en esa profecía está su misión, que es la nuestra.

No subvierte o reforma la Ley, no dá parámetros de doctrina, lineamientos catequéticos, normas de culto o preceptos religiosos.

El Espíritu Santo que mora en Él lo envía a llevar la Buena Noticia a los pobres, a aquellos para los que a diario toda noticia es mala, toda noticia es muerte y dolor; no porque sean mejores ni peores, ni más santos, ni más agradables... La Buena Noticia de Dios se lleva a los pobres pues son sus preferidos, sus hijas e hijos más queridos, sus hijas e hijos que sufren la injusticia.

Lo envía a proclamar la libertad a los cautivos, para regresen a casa.

Lo envía a dar la vista a los ciegos, a los que no toleran más nada en sus miradas, a los que no son capaces de ver más allá del dolor.

Lo envía a liberar a los oprimidos, a los humillados por los poderosos, a los que no aguantan más.

Lo envía un año de jubileo, año de júbilo para el pueblo: es el año de Gracia y Misericordia del Señor, un año divino que es extenso, infinito, interminable.

Como el sol con los planetas orbitando a su alrededor, nutriéndose de su luz, seguían los presentes increíblemente atentos; sin duda sabían que había algo más.

Siempre hay algo más.

Jesús toma asiento, y con la atención de todos centrada en Él, anuncia: -Esta Escritura que acaban de oír se ha cumplido hoy-

El tiempo de la espera ha terminado: todo -el pueblo fiel de Israel, la humanidad, la creación entera- se concentra en el Ungido por el Espíritu que inaugura un nuevo tiempo que no termina, un tiempo presente, el hoy de la Gracia y la Misericordia.

Es Kairós: el tiempo de Dios, tiempo distinto del tiempo de los hombres que oprimen, esclavizan, empobrecen a sus hermanos, el tiempo que es efímero y acotado al reloj y al discurrir de los días.

Ese tiempo es hoy, ahora mismo, el tiempo en que estoy escribiendo y el tiempo en el que alguien lee estas líneas.

Tiempo de Gracia y Misericordia, tiempo de Dios y tiempo nuestro.

Tiempo de Jesús que junto a Él, hacemos presente ahora en hechos concretos y eficaces que deben ser nuestro compromiso diario, y nó abstracciones, doctrinas o apologéticas bizantinas.

Tiempo de Buena Noticia para nuestros hermanas y hermanos más pobres, tiempo de liberación para los oprimidos, tiempo de redención para los que sufren, tiempo de ver para los cegados, tiempo de Gracia que es gozo y alegría, tiempo de justicia que comienza aquí y ahora en camino a la Casa grande que nos espera.)

Paz y Bien

La alegría de Jesús


La alegría de Jesús no había nacido,

como en otras ocasiones,

en la soledad de la noche junto al Padre.

Ni era el punto final de largas reflexiones

meditando a los profetas

con los gritos del pueblo preguntándole en el alma.

La alegría le llegaba hoy desde la calle,

desde sus discípulos que narraban la misión,

de la fuerza del Reino

a través de su anuncio de incipientes oradores

de pobre gramática y toscos ademanes.

El Reino atravesaba a los ignorantes

y encendía sus vidas de pequeño candil

con las mechas apagadas.

Pero el Padre escondía el misterio a los entendidos,

tan seguros de sí mismos y con sus caminos roturados

para la llegada del Mesías.

El Reino no cabía en los atrios del templo,

ni podía sujetarse a las leyes minuciosas

de mosquitos colados

ni a las fuerzas entrenadas en la clandestinidad de los celotes.

No había espacio para el Reino donde el saber sobre Dios

se creía tan dueño del misterio

que ya lo tenía reducido a rito, piedra, humo,

denario, ley y espada.

Y brotó el Reino, bajo la sombra del Espíritu,

en el no saber virginal de los sencillos de la tierra.

Al contemplarlo Jesús,

se estremeció de alegría,

y en su risa se encuentran

los excluidos de este mundo.

Benjamín González Buelta, S.J.

Estaba fuera de sí, estaba loco por el Reino de Dios

Para el día de hoy (23/01/10)
Evangelio según San Marcos 3, 20-21

(Las multitudes lo buscaban adonde quiera que fuera; se corría la voz que se encontraba en algún sitio, y allí miles iban desesperados en su búsqueda.

Es dable decir que su fama lo precedía: curaba a los enfermos, hablaba como nadie les hablaba, desafiaba a los orquestadores del opresivo desorden establecido, les hacía crecer en su corazón cosas nuevas, no rechazaba a nadie...

Era tal la afluencia de gente que Él y sus amigos no tenían ni tiempo de comer.

Pero no todos tenían iguales ansias; sus parientes -seguramente miembros de su tribu, de su clan nazareno- estaban algo más que incómodos; al enterarse ellos también de las cosas que hacía, del ardor de su celo, fueron rápidamente en su búsqueda para llevárselo.
Alegaban que era un exaltado, que estaba fuera de sí, que estaba loco.

¡Por supuesto, loado sea Dios!

El fuego del Espíritu encendía su vida de tal modo que hasta el alimento y el descanso necesarios pasaban a últimos planos; no se callaba y se negaba cualquier descanso.

Estaba fuera de sí: y ese estar enajenado no es cuestión peyorativa, es más bien una cuestión de amor, porque el amor es ante todo salir y negarse a sí mismo e ir en la búsqueda y socorro del otro.

Sin dudas, fué motivo de tristeza y dolor para el Maestro, y más aún para su Madre.
Pero la fidelidad y la confianza en Abbá todo lo pueden.

Quiera el Espíritu encendernos a cada uno de nosotros en esta locura del Reino de Dios, Gracia y Misericordia que nada pide a cambio, pura gratuidad en un mundo espantosamente racional y terriblemente lógico que a todo le pone un precio)

Paz y Bien


Llamado, comunidad y misión

Para el día de hoy (22/01/10)
Evangelio según San Marcos 3, 13-19

(Jesús subió a la montaña, y nos cuenta el Evangelista San Marcos -sin dejar lugar a dudas- que "...llamó a los que Él quiso...".

En ese subir está el símbolo del encuentro del hombre con Dios, el símbolo de la trascendencia, el símbolo inequívoco del paso de una vida acotada y estéril a la plenitud, a la subida o elevación del alma.

Más no es una cuestión genérica o abstracta: el Maestro llama a los que Él quiere, indicativo veraz de una elección personal, definida, concreta, con nombre y apellido.
Llama a su lado a Simón Pedro, a Juan y Santiago -hijos de Zebedeo-, a Andrés y Felipe, a Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago -hijo de Alfeo-, Tadeo, Simón el de Canaán y hasta el mismo que lo traicionaría, Judas Iscariote.

Pescadores, campesinos, recaudadores de impuestos, estudiosos de la Torah...

Son personas específicas, rostros y corazones únicos e irrepetibles insertos en una realidad concreta, con sus luces y sombras, con sus potencialidades y sus limitaciones, con sus fidelidades y sus traiciones.

Gentes de carne y hueso, no entelequias o sujetos idealizados.

Ese llamado es el tuyo y el mío, y nuestros nombres bien pueden reemplazar los nombres que relata el Evangelista, mujeres y hombres que responden y no hacen oídos sordos a la llamada del Maestro.

Hay un primer paso siempre dado por Dios, que sale constantemente en nuestra búsqueda: su llamado que espera pacientemente nuestra respuesta.

Luego, ese llamado sólo madura en comunidad... La vocación cristiana está íntima y definitivamente unida a la común unión.
Sin renunciar a la personalidad y a la individualidad que nos define, no se crece fuera de la unión con los hermanos.
Y más aún.

Jesús llama a los discípulos que Él quiere para que estén con Él: por ello, no hay comunidad que crezca y esté viva sino madura alrededor de Jesús...

Desde esa comunidad que tiene al Señor por centro y por destino, se nos invita a una misión tal como se les invitó y envió a los Doce: el mandato de nuestro Bautismo, de nuestra nueva vida es el anuncio de la Buena Noticia y el poder de expulsar demonios.

No es poca cosa.

Con nuestras luces y nuestras sombras, desde nuestra pequeñez y finitud, tenemos el increíble y maravilloso mandato de dar la Buena Noticia de que Dios nos quiere a un mundo para el que -habitualmente- las noticias son más que malas, horrorosas, plenas de espanto y dolor.
Y el poder que llevamos en estas vasijas de barro que somos, el de expulsar los demonios del egoísmo, de la desesperanza, del desamor, de la opresión, de la tristeza, de la miseria, del hambre, de todo dolor.

No hay lugar para el no se puede: el Maestro vá por delante.)

Paz y Bien

Devoción de multitudes

Para el día de hoy (21/01/10)
Evangelio según San Marcos 3, 7-12

(Jesús se retiraba a orillas del mar junto a los discípulos; quizás buscando un momento de tranquilidad, reposo, fraternidad y oración.
Sin embargo, le seguían los pasos un nutrido grupo de gentes de Galilea, a los que se sumaban otros tantos de diversas latitudes, Judea, Jerusalem, Idumea, Transjordania, Tiro, Sidón.

Es una multitud enterada de las cosas que hacía, y que se abigarraba junto a Él; es más, los que sufrían algún padecimiento se abalanzaban sobre Él para tocarlo, pues sanaba a muchos.

No es un dato menor el origen de estas personas: vienen de diversos pueblos, signo cierto de que las puertas del Reino se han abierto de par en par a todos los pueblos de la tierra.

Posiblemente, muchos de ellos -acaso la gran mayoría- no eran capaces de reconocerlo como Mesías, como Salvador, no tenían idea de las Escrituras, ni de la idea de conversión y sus conceptos y formación religiosas daban mucho que desear.
Posiblemente también los movía la fama de este galileo que sanaba enfermos y expulsaba demonios, y que no rechazaba a nadie.

Allí quizás está uno de los pilares de nuestra reflexión...
El Maestro seguramente conocía las falencias de la multitud; podría haberlos mandado a su casa, haberlos rechazado, podría haber iniciado un lento proceso de enseñanza personalizada para que se desprendieran de todo eso.

Pero el Señor inaugura la edad de la Misericordia y la Gracia, y nada será igual, todo es tan abundante que no es mensurable por la pura y acotada razón humana.

Por eso, le pide a sus discípulos que le preparen una barca, y desde allí se dirije a la multitud: corre el riesgo de ser atropellado, apretujado, pero también de que esa fuerza misteriosa que de Él emana y que atrae a la multitud llegue a unos pocos... y el Maestro quiere llegar a todos, buenos y malos, simples y complejos, nadie debe quedarse lejos.

Hoy también hay multitudes que se acercan de modo similar; por lo general, la gente más sencilla urgida en su corazón por "tocar" a Jesús en una imagen, rogarle por salud y trabajo en una peregrinación o romería, ciertas devociones populares a santos afines, estampas, medallitas, escapularios...

Y nosotros, a veces discípulos y a veces fariseos, le preparamos una barca, ¡cómo no!... Pero no para que llegue a todos, sino más bien para alejarlo, en la absurda soberbia de que podemos apropiarnos de su voluntad.
Peor aún: a veces nos volvemos bravos jueces de la fé ajena, devotos buscadores de la paja en ojos ajenos -ignorantes de vigas en los propios- porque afirmamos contundentemente acerca de la ignorancia, la simpleza, la pretensa superstición de muchos.
Y hay que detenerse.
Desde afuera todo es fácil, pero tenemos un mandato de sal y levadura.

Sería mejor construir una barca de buen navegar para que todos los hermanos puedan acceder al Maestro, a su modo, con su fé, su corazón y su devoción.

Y nosotros allí, en medio de ellos, uno más entre las ovejas del Buen Pastor)

Paz y Bien



Manos paralizadas

Para el día de hoy (20/01/10)
Evangelio según San Marcos 3, 1-6

(Jesús entró a la sinagoga -en su raíz grecolatina significa indistintamente reunir, congregar-. El Maestro siempre iba adonde se reunía la comunidad.

Había allí un hombre que tenía una mano paralizada, reseca.

Manos paralizadas son manos incapaces de trabajar, de ganarse el sustento, incapaces de una caricia o un gesto, inútiles para estrecharse con otras manos o para dar una palmada de aliento, manos estériles para acunar a los hijos o para curar, o para amasar el pan...

El hombre de la mano paralizada tenñia carga doble: una, la que le traía aparejada su enfermedad; otra, la que conllevaba la Ley. Por su enfermedad era clasificado como impuro, la misma era definida como castigo por un pecado.
Por eso, el hombre debía estar excluído de toda participación plena comunitaria y religiosa.

En realidad, los verdaderos discapacitados eran quienes lo excluían, poniendo normas y leyes por encima de la vida humana. Esos mismos son los que estaban siempre atentos a cualquier yerro de Jesús, rápidos para el juicio, la condena y la infamia, incapaces de ninguna misericordia.
Esta situación en nuestro presente -lamentablemente- no nos es desconocida.

Por eso el Maestro lo llama, y lo pone delante de todos: el excluído debe estar en el centro de la preocupación de la comunidad.

Por allí comienza el sacrificio agradable a Dios: practicar fervorosamente la misericordia, poniendo en el centro de atención al necesitado, al que sufre, al menoscabado.

Cuando se supravaloran normas y códigos por encima de la necesidad humana urgente, el sacrificio agradable a Dios -la misericordia- compartida en el Dios que se hace Pan de Vida, se transforma de culto a rito mortuorio.

Somos hijas e hijos de un Padre bondadoso, nó de un juez severo y verdugo, y por eso nunca sobra la reflexión acerca de quienes están en el centro de los afanes propios y comunitarios)

Paz y Bien



Prioridades

Para el día de hoy (19/01/10)
Evangelio según San Marcos 2, 23-28

(Un sábado, Jesús y sus discípulos atravesaban un sembradío; quizás para abrirse paso, quizás por hambre, los discípulos iban arrancando espigas.

Y rápidamente, la crítica virulenta -siempre disponible- de los fariseos: ¡no se puede hacer eso en sábado, no es lícito, vá contra las normas!

El Maestro -que no estaba arrancando espigas- sale decididamente en defensa de sus amigos.
Sabe qué es lo prioritario: la vida de las hijas e hijos de Dios.
Y no se calla: la ley, las normas, deben estar al servicio de los hombres y no a la inversa.

Cuando sucede lo contrario, cuando los hombres se vuelven esclavos de las normas y éstas no conducen al bien y a la fraternidad, sucede la alienación, la opresión y la muerte.

Y Él mismo se declara Dueño y Señor del Sábado: es una revelación de su divinidad, pero más de su condición de siervo de todos.
El sábado es para el hombre, y el Señor del sábado está al servicio de los hombres, hasta dar su propia vida por ellos.

Por eso, es tiempo de toma de decisiones y de establecer prioridades: mirar-se sin mentir-se y ver si uno aprieta con rabia los dientes al modo de los fariseos cuando se transgrede alguna de las normas preestablecidas, o bien si se van encolumnando las diversas posturas y valores orientados a Jesús y al bien primordial del Reino: la vida, principalmente la de los hermanos antes que la propia)

Paz y Bien


Parches


Para el día de hoy (18/01/10)
Evangelio según San Marcos 2, 18-22

(Los fariseos y los discípulos de Juan ayunaban y tenían una observancia estricta de la Ley : sus prácticas suponían que mediante la penitencia y las privaciones obtendrían el favor divino. Sus prácticas no nos son del todo ajenas: nosotros también caemos en la tentación de pretender atrapar a Dios en nuestras prácticas, de ganar su favor.

Pero nada sera igual, todo es nuevo.
Es el tiempo de la Gracia, es la revelación del Dios Misericordia, que brinda vida y plenitud en abundancia por amor, en pura gratuidad y no por mérito alguno.

Por eso los discípulos de Jesús no ayunan: Él está con ellos, y es tiempo de fiesta, de banquete, de la mesa de la Vida.

Es tiempo nuevo, tiempo del vino nuevo y bueno.
Por ello, ciertas actitudes y prácticas deben transformarse como el Maestro transformó el agua de las tinajas de una boda en vino de alegría y esperanza.

El vestido y el vino nuevos significan que nos hemos enterado por Jesús que Dios es Misericordia sin límites, que Dios es Padre-Madre y es Amor.

Seguir buscando recompensas, justificaciones y privilegios es poner parches de tela vieja en ese vestido nuevo, es guardar el vino nuevo en barriles viejos... En ambos casos se corre peligro de muerte.

La tela se rasga y se rompe, los barriles por el fermento de ese vino explotan.
Y el peligro de muerte no es cuestión de castigo, ni de óbito.

Se trata de morir en vida.

Vistámonos de misericordia y bebamos el vino de la Gracia, para que todo sea nuevo... No tanto porque lo viejo es malo, sino porque el Espíritu del Resucitado renueva todas las cosas.

Vino de consuelo y esperanza para nuestros hermanos agobiados, ropas de compasión para tantos niños ateridos del frío del abandono y el desprecio.)

Paz y Bien


El mejor vino, para estos tiempos

Para el día de hoy (17/01/10)
Evangelio según San Juan 2, 1-11

(El Evangelista nos lo relata: es el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea.

Signo, segno, señal: hay que hacer silencio y desde allí, mirar y ver hacia donde se apunta, hacia donde se quiere dirigir nuestra mirada.

Se trata de una boda: es la fiesta del amor y la vida, de dos personas que se aman y comparten en un banquete esa alegría.
A ese banquete estamos todos y cada uno de nosotros invitados, y más también.

-Habrá que pensar si nosotros mismos no debemos hacernos banquete, es decir, espacio en donde se comparte la alegría de la vida-

La Madre de Jesús estaba allí.
María, con ojos de mujer y madre, está siempre atenta a las necesidades de los otros.
Se trata de una boda importante, con mayordomo y sirvientes.
Aún así, quien se dá cuenta que la fiesta se apagará es María; se ha acabado el vino que entibia el cuerpo y alegra las almas.
Y Ella, madre y discípula, confía en el Hijo y le lleva la necesidad de los invitados:
-No tienen vino-

El Hijo y la Madre, el Maestro y la discípula cruzan sus miradas: -¿Qué tenemos nosotros que ver con esto, Mujer?-

María confía y aunque no sabe el cómo de la solución, sabe que Él lo resolverá.
Nada niega un Hijo a su Madre.
-Hagan todo lo que Él les diga- dice María allí y su voz atraviesa la historia.

Hay seis tinajas de piedra, de cien litros cada una, utilizadas en los ritos de purificación del pueblo de Israel.
Son las ánforas símbolos de los códigos para lograr la bendición de Dios, son los vinos avinagrados de la recompensa y de la soberbia de creer que obtenemos mediante determinadas acciones los favores divinos...

Jesús y los discípulos también habían sido invitados a la boda: Él y sus amigos irrumpen en el banquete y en la historia como irrumpe la Gracia, de manera gratuita y abundante, pura misericordia de un Dios Padre y Madre que quiere desposarse con la Humanidad.
Es tiempo del vino nuevo, del vino bueno que sólo puede venir desde Jesús... y por Él, desde sus discípulos -vos y yo, tú y ella, nosotros mismos-.

Pero crece la angustia: en muchas mesas el pan es negado, mucha gente comparte la tristeza y el dolor porque es lo único que posee, no hay boda posible en tanto cementerio.

La voz de la Madre resuena: -Hagan todo lo que Él les diga-
Habrá que confiar con Ella y como Ella.

Su Hijo transformará todo lo viejo en vino nuevo y bueno, abundante y gratuito.

Quedará en nosotros buscar los modos de escanciarlo, de manera que todas las hijas e hijos de Dios puedan brindar en la gran fiesta de la vida, en la boda a la que nadie debe faltar.
No tienen vino, no tenemos vino, nos falta la alegría, nos morimos de sed.

Hay que hacer todo lo que Él nos diga.)

Paz y Bien




Si pide María...


SI PIDE MARÍA

Hay boda esta noche, Jesús ha llegado
con sus doce amigos que han sido invitados,
la Virgen María también ha venido
y tan calladita que no la han oído.

Y dijo María, a los servidores
hagan lo que Jesús les diga.

Los ojos atentos de la Virgencita
puestos en los hijos que la necesitan
ríe si se alegran, todo le interesa
y está preocupada si tienen tristeza.

Y dijo María, a los servidores
hagan lo que Jesús les diga.

Se ha acabado el vino y el Hijo que es Dios,
no puede a la Madre decirle que no,
-¡esta noche amigos, nadie tenga penas
tomen de alegría seis tinajas llenas!-

Y dijo María, a los servidores
hagan lo que Jesús les diga.

Al llegar la hora, clavado en la cruz
el vino del cielo nos dará Jesús
si pide María, el Hijo que es Dios
no puede a la Madre decirle que no.

Y dijo María, a los servidores
hagan lo que Jesús les diga.

padre Néstor Gallego

aquí puede escucharse:

La vocación de Leví y el banquete de los despreciados

Para el día de hoy (16/01/10)
Evangelio según San Marcos 2, 13-17

(Los publicanos, para sus paisanos, tenían la misma clasificación moral de las prostitutas. Si se quiere, algo peor.

Ellos se dedicaban a recaudar los tributos debidos al Imperio Romano, ocupante de la tierra sagrada de Israel, y es dable pensar que fueran habituales los abusos y los hechos de corrupción.

El Maestro había salido al encuentro de las multitudes que lo buscaban ansiosas, y Él les enseñaba. Aún muy ocupado en las cosas de su Padre y rodeado de gente, no pierde de vista a la mujer y al hombre en su singularidad, en su identidad única, en aquellas cosas que hay en sus corazones.
Y caminando junto a la multitud, pasa por el sitio de recaudación de impuestos, vé a Leví el de Alfeo y lo llama.

Cómo será la mirada del Señor... Leví deja todo y lo sigue.

Y con Leví, son muchos despreciados y preclasificados como réprobos los que se sientan a su mesa.
Es el gran escándalo de los escribas y fariseos, de los que se creían elegidos, puros, ortodoxos, observantes.
Pero el Maestro claramente los invita a su mesa, ellos son los primeros en ser invitados al banquete de la vida.

Habrá entonces que hacer silencio, y orar por la conversión propia.
Nosotros solemos hacer lo mismo que los fariseos y los escribas... Nosotros también solemos ser rápidos en la condena, furibundos en la reprobación, taxativos en el juicio.
Los pecadores y publicanos de aquel entonces, quizás, pueden ser hoy los divorciados, los homosexuales, los pacientes de HIV, las mujeres que han abortado, los que enarbolan determinadas banderas ideológicas, los emigrantes, los sospechosos de siempre por sólo haber nacido en un determinado lugar...

Y luego decimos creer en un Dios que es un Padre desbordante de Gracia y Misericordia.

Dios se apiade de nosotros, nos perdone y nos haga partícipes también del banquete de la Misericordia, el Perdón y la Gracia)

Paz y Bien

El socorro

Para el día de hoy (15/01/10)
Evangelio según San Marcos 2, 1-12

(Cuando un hermano sufre, cuando un hermano está en peligro, cuando un hermano está caído e imposibilitado de levantarse, se debería dejar todo de lado yendo en su auxilio, aún cuando las limitaciones propias y ajenas hagan aparecer el paralizante temor o el consabido no será posible.

Nada es imposible cuando el socorro se pone en camino impulsado por la fé.

Es un desafío también a la inteligencia y a la creatividad: hay veces que la ayuda al hermano caído requiere caminos alternativos, heterodoxos y hasta bordeando la extravagancia...
Hay veces en que no se puede acceder por la puerta, y por eso habrá que optar por descender desde los tejados.

Todo es posible desde el amor y la fé, aunque no se trata de éxito... Se trata de que el hermano incapaz de valerse por sí mismo se ponga de pié y viva en plenitud y en libertad.

Seguramente, sucederá el milagro de manos solidarias e impensadas que ayuden a levantar la camilla, aten las sogas y sostengan al paralizado para que no caiga.

Llevar al hermano a la vida plena del Reino, el socorro del Evangelio, la redención a la que estamos unidos en el Maestro debería ser la prioridad por sobre todo quehacer.

Para mayor gloria de Dios y bien de los hermanos)

Paz y Bien

Tragedia en Haití

Nuestras hermanas y hermanos haitianos sufren desde hace muchas décadas.
El terror de la nefasta dictadura de Duvalier estuvo acompañado y dejo la herencia de la pobreza extrema.
La miseria para miles -que es una afrenta al Dios de la Vida- es cuestión diaria y habitual.

Pero parece que para este pueblo no es cruz suficiente.
Un sismo de enorme magnitud, con epicentro en la capital Puerto Príncipe, ha dejado más de cien mil víctimas, y como siempre para los medios mercenarios, será el horror de la tragedia una noticia más durante unos pocos días.

Nosotros, hagamos lo que hagamos y estemos donde estemos, tenemos algo poderoso y valiosísimo que sí podemos hacer ahora mismo: orar.
Orar, orar, orar sin cesar.
Para que se haga presente el Reino en la vida de tantos hermanas y hermanos nuestros agobiados y crucificados, para que brote la misericordia, para que llegue el auxilio real y nó la limosna.

Podemos compartir el pan y cosas que sirvan... no dando lo que nos sobra, sino parte de nosotros.
Desde allí nacerá, aunque sea lentamente, el alivio.

Y desde la oración, ejercer sin desmayo la memoria, que es cosa del Evangelio...
Por la misma volatilidad comercial de los medios, esto dejará de ser noticia en pocos días, y está en nosotros que el dolor se recuerde, esté presente en nuestra vida diaria y en nuestros corazones y en el presente que nos toca vivir.

Quiera el Altísimo llevar a través de sus hijas e hijos el aceite del consuelo y el vino de la esperanza a este pequeño pueblo sufriente y nuevamente crucificado.

Paz y Bien

Ricardo

Llagas


Para el día de hoy (14/01/10)
Evangelio según San Marcos 1, 40-45

(La lepra era causal de exclusión de la vida en comunidad, de exclusión de la sociedad y de la exclusión de Dios...
Las llagas del enfermo eran consideradas motivo suficiente para considerarlo impuro y aislarlo.

El leproso del Evangelio para el día de hoy era un hombre de gran valentía y fé: se acerca a Jesús a suplicar su ayuda, sabiendo que el Maestro podía liberarlo con sólo quererlo, con sólo desearlo.

Las normas era rígidas y crueles: el leproso, al grito de -¡impuro!- debía mantenerse alejado permanentemente de los sanos y no mantener ningún tipo de contacto.

El leproso que miramos en silencio, con mucho valor se acerca a Jesús. Y con mucha fé también, le dice que puede ser curado si es el deseo del Señor... no hacía falta siquiera que lo tocara.

Es tiempo de Gracia, en el que se revela las entrañas de Misericordia de Dios.
Desde una gran ternura, Jesús lo vé como a un hermano más, extiende su mano y lo toca, y sucede el milagro: el hombre queda curado.

El Maestro cura las llagas de su piel, las llagas de la exclusión social y comunitaria y las llagas de la exclusión de Dios... por eso lo manda a presentarse ante los sacerdotes a cumplir con lo prescripto por la Ley y a dar testimonio, advirtiéndole enfáticamente que guarde silencio acerca de lo sucedido.

Pero es una vida nueva, es Gracia, es abundancia de alegría y el hombre desoye el pedido de Jesús y cuenta a quien quiera escucharlo lo sucedido.

Por eso, desde ese momento Jesús no pudo presentarse a enseñar en público en las ciudades:¡Él mismo se había convertido en excluído, en impuro, en soslayado por ser compasivo!. Desde entonces, hubo de quedarse en lugares solitarios.

Es luz del Reino la curación de tantas llagas de exclusión, en aquellos tiempos y en estos. El ejercicio de la compasión -especialmente con el desechado, con el sobrante, con el eliminado de todo- es inseparable del anuncio de la Buena Nueva.

Es Buena Noticia, aún con el riesgo de quedarse solo, de parecer aislado y asumiendo en la propia vida las llagas que agobian a muchos y espantan a tantos.

Para que su Reino sea aquí y ahora)

Paz y Bien




De la servidumbre al servicio

Para el día de hoy (13/01/10)
Evangelio según San Marcos 1, 29-39

(Juan y Santiago llegan con Jesús a la casa de Simón Pedro y Andrés.

Ellos le avisan al momento que la suegra de Pedro se encontraba postrada, y con fiebre.

Si nos detenemos un momento, hacemos silencio y dejamos que la Palabra madure y obre en nosotros, veremos dos cuestiones importantísimas: Andrés y Pedro ponen en manos del Maestro lo urgente, lo que no admite demoras, hay una vida en riesgo; y a la vez, su fé y su confianza en Jesús será un paso fundamental en la sanación de la suegra de Simón Pedro.

Ella estaba en un riesgo real, y prácticamente condenada al sufrimiento y a la muerte no sólo por su enfermedad en sí: de acuerdo a las normas imperantes en esos tiempos, la carga de las fiebres que padecía se acrecentaba y llegaba al agobio primero por ser mujer -sin relevancia social, religiosa o jurídica- a lo que debía añadirse su casi cierta condición de anciana... Para colmo de males, estaba enferma, y esa enfermedad era producto de una decisión divina y automáticamente la transformaba en un ser impuro que "contagiaba" su impureza a quien la tocara. Su destino estaba sellado, y es dable pensar en su resignación a su propia condición.

Sin embargo, son los tiempos de la Gracia y la Misericordia.

Y el Maestro, con una ternura entrañable, embiste contra el inhumano desorden establecido, rompe las cadenas de la exclusión y derriba el cerco del sufrimiento y el dolor.
Sólo basta un gesto, y sucede el milagro de liberación y la salud.

Sólo un gesto de amor, y la Palabra nos lo explicita: Jesús se acerca a ella, la toma de la mano y la hace poner de pié.

-uno piensa automáticamente en cuántas vidas se salvarían y cuánto alivio se prodigaría con sólo un gesto como el de Jesús... cuantas almas acostadas por el dolor y la tristeza se pondrían de pié con sólo un gesto de caridad-

Pero el milagro no es solamente la sanación: implica no tanto un liberarse "de" sino más bien un liberarse y sanarse "para".

La verdadera liberación es el paso de la servidumbre al servicio, y por ello la suegra de Pedro, inmediatamente libre de sus dolencias, se pone a servirlos.

En los tiempos de la Gracia, junto a María, Isabel, Ana la profetisa, la suegra de Pedro y muchas más son signo cierto de un tiempo de especial florecimiento de la mujer -y aún hoy nos cuesta entenderlo y hacerlo presente en la vida diaria, en la sociedad, en las comunidades, en la Iglesia-

Desde el silencio, habrá que mirarse alma adentro y buscar los gestos perdidos de solidaridad y amor, el camino de liberación que comienza por el servicio, la fé que pone a los pies del Maestro la urgencia del hermano, la alegría y la justicia de un Reino que no admite desigualdades ni exclusiones)

Paz y Bien

Augere

Para el día de hoy (12/01/10)
Evangelio según San Marcos 1, 21b-28

(El extraño término grecolatino augere significa, literalmente, aumentar, hacer crecer.
Sin embargo, no es tan extraño; habitualmente se lo utiliza para señalar, por ejemplo, que algo o alguien está en pleno auge, es decir, creciendo, desarrollándose.

Etimológicamente, el término augere es la raíz de la palabra autoridad.

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Jesús se encontraba enseñando ese sábado en la sinagoga de Cafarnaúm; la gente estaba asombrada, pues enseñaba "como quien tiene autoridad" y no como los escribas, que imponían doctrinas y pensamientos de otros.

El Maestro no cita doctrinas, sino que enseña desde su propia experiencia de vida en su unión con el Padre: sus enseñanzas nacen de su corazón y hacen crecer los corazones de los que lo escuchan, de sus discípulos, de cada uno de nosotros.

Allí radica el verdadero crecimiento, el que está enraizado en el espíritu y no en la acumulación de años y saberes.

Pero Jesús no está limitado a una función puramente docente.
Él hace presente el Reino de Dios con el poder de su amor, y es un poder tan infinito que hasta los demonios más fieros y arraigados no se le resisten y le obedecen.

El Señor hace crecer la vida, que es salud y plenitud para el encuentro con Dios y los hermanos aún en las almas más alienadas.

¿Y nosotros, qué nos toca?
Quizás ejercer eso que llamamos autoridad -tan malinterpretada siempre- desde el silencio y el servicio, haciendo crecer el Reino en donde estemos: paz, justicia y liberación, frutos nuevos y buenos de la Gracia.

Hay mucho demonio suelto, y hay muchas almas que esperan una Palabra que los sane y los libere)

Paz y Bien




Los pescadores que dejaron todo


Para el día de hoy (11/01/10)
Evangelio según San Marcos 1, 14-20

(Jesús sabía que Juan había sido entregado a la sordidez de las mazmorras de Herodes.
La entereza de Juan y su voz clara denunciando la corrupción y la inmoralidad del reyezuelo lacayo del imperio fué demasiado: estaba preso por ello, y en una macabra danza se decidiría su muerte.

Pero la terrible noticia no detiene sus pasos, a pesar del temor y la tristeza.
Con todo, Jesús se pone en marcha: aún en el panorama tenebroso del arresto de Juan es capaz de ver el signo de la llegada del Reino, del comienzo de su misión.

En la ignota Galilea de campesinos y pescadores comienza a resonar su voz que extenderá por toda la tierra, y no podrá ser acallada jamás.

Todo es nuevo: no es un anuncio profético más... No es un mensaje que viene de Dios: es Dios mismo que viene a la vida de mujeres y hombres por un afecto entrañable, y se quedará para siempre entre ellos.
Esa es la Buena y Nueva Noticia.

El Maestro no trae reglamentos, preceptos, normativas.
El tiempo está maduro, la semilla de la Salvación ha germinado y ha crecido en medio de Israel, y es la luz de todos los pueblos.

El Reino de Dios, la vida plena, Dios con Nosotros tiene la impronta y el color del aquí y ahora.
Y el Reino está cerca para toda mujer y todo hombre no por sus méritos, sino por la misericordia de Dios para con sus hijas e hijos: lo que todos esperaban estaba allí, en medio de ellos y no lo veían.

-No es casual que los primeros destinatarios del anuncio de la Buena Nueva sean los anawin, los pobres del Señor de aquel entonces y de este presente-

Hay una condición primordial: -¡conviértanse!-... Sin conversión la mirada queda velada al Reino que ya está entre nosotros.
Sin metanoia, es decir, sin transformar el pensar, el vivir y el convivir habrá oídos sordos al anuncio; sólo un para un corazón nuevo el anuncio de Jesús será Buena Noticia.

Se trata de mensaje y de mensajero; y quien anuncia es Jesús.
Y cuando el Maestro habla a lo profundo de cada ser, nada será igual, habrá un antes y un después.
Él pasa por la realidad cotidiana, en los hechos diarios de las personas, y personas concretas con nombres y apellidos: la primera comunidad se vá gestando con pescadores galileos, Simón y Andrés hijos de Juan, Santiago y Juan hijos de Zebedeo.

Pasa el Señor, y los invita a echar sus redes en otros mares.
Serán pescadores de hombres, rescatando en sus redes a los pececitos perdidos a través de la historia.

Y ha pasado el Señor por sus vidas: por eso, lo dejan todo -trabajo, familia, ideas, estructuras, vidas viejas- y lo siguen.

Así sea en nosotros: cuando pasa Jesús, uno deja lo viejo, lo que ata, lo que perece, lo que obstruye la mirada y todo será nuevo.
Aún en un mundo lóbrego y violento, el corazón se vuelve capaz de recibir la alegría de una Buena Noticia, la Buena Nueva del Reino de Dios en nosotros)

Paz y Bien



Bautismo de fuego o aguas estancadas


Bautismo del Señor

Para el día de hoy (10/01/10)

Evangelio según San Lucas 3, 15-16. 21-22

(Estremece y conmueve el representarnos a Jesús allí, a orillas de ese río que discurre, esperando su turno, haciendo fila, esperando su turno anónimamente inmerso entre el pueblo.

Es el Dios escondido y viviente en la comunidad orante y esperanzada, y que se revelará allí mismo, como uno más de ellos.

Nosotros estamos también allí, junto a muchos, resobantes de expectativas.
Queremos e imploramos a ese Salvador que se haga presente, estamos expectantes y rogamos que se haga presente su Reino. Y Él está allí, esperando su momento y su lugar en la misma fila que nosotros.

A veces, la angustia vivida a diario y la ansiedad por que vengan ya mismo la justicia, la igualdad y la fraternidad -hermanas de la paz y la libertad-, nos puede hacer torcer el rumbo, o buscar en lugares equivocados, y hasta confundirnos con un Mesías falso.

Al Bautista lo seguían multitudes, y acudían a él para ser bautizados.
Estaban impresionados por su entereza y su santidad -el Espíritu moraba en él-, y en esa misma expectativa, incurrían en el mismo error preguntándose si el Esperado no sería el mismo Bautista.
Pero Juan, el maravilloso y enorme Juan, dá por tierra de modo contundente con todas esas expeculaciones.
Juan bautiza con agua, pero viene uno que es infinitamente más fuerte que él, el Go'el, de quien se considera indigno siquiera de compararse. El que viene ya está entre la gente y no lo ven, y Él bautizará con fuego.

Juan bautiza en el Jordán: sus aguas discurren como el río de la vida.
No se ha detenido en cultos o formalidades, pues su acento está en la conversión.

Y el bautismo es, ante todo, morir primero para nacer a una nueva vida. Porque el bautismo, el sumergirse en el agua clara y emerger limpio es símbolo y signo de muerte y vida: morir a todo lo que es pecado, a todo lo que -paradójicamente- es muerte para vivir la vida de la Gracia.

Por eso el Bautismo de fuego de Jesús es el bautismo definitivo: en el río de la vida, morimos a todo lo que nos ata y perece para nacer a la vida nueva de hijas e hijos de Dios, hijas e hijos muy queridos por su Padre.

-curiosamente, se asocia la expresión "bautismo de fuego" a sucesos bélicos...quizás en nuestro caso también, pues la primer batalla del amor es en nuestro interior contra nuestro egoísmo y soberbia-

Al pueblo expectante, hambriento y ansioso de vida y libertad, se manifiesta ese Dios Trinidad en el cual creemos: el Maestro que emerge de la aguas bautismales, el Espíritu Santo descendiendo sobre Él, la voz del Padre hablando de la predilección por su Hijo y por sus hijas e hijos, hermanos e hijos por ese Niño Dios nacido en Belén.

El Maestro hace fila anónimo y silencioso, esperando su turno junto a los anónimos y silenciosos de la historia.
Y desciende sobre todos el Espíritu.
Y se oye la voz amorosa del Padre: es el fin del silencio, y no harán falta más portavoces -los profetas-.
Ahora sus discípulos -nosotros mismos- hablaremos su Palabra.

Sólo cabe esperar si somos capaces de morir en el caudal del río de la vida para nacer purificados por el fuego del Espíritu a la vida nueva de la Gracia... o si el bautismo es para nosotros nada más que salpicarnos en aguas estancadas.

El Maestro está en silencio en nuestra hilera, entre nosotros, para hacernos hermanos, para hacernos hijas e hijos de Dios, en la paz, la justicia, el amor y la libertad.

Para que sea quí y ahora el Reino de Dios)

Paz y Bien


A pesar del viento en contra

Para el día de hoy (09/01/10)
Evangelio según San Marcos 6, 45-52

(Hay veces en que el silencio orante y atento debe ser el mejor de los comentarios y la más frcutífera de las reflexiones.

Quizás así deba ser con el Evangelio para el día de hoy.

Porque al igual que les ha sucedido a los discípulos, nuestras vidas son frágiles barcas en medio del mar; y nos ocurre que, obien nos acometen tempestades o el viento no está a nuestro favor.

Remar con el viento en contra es causa de fatiga, de dolores y desánimos; no hay muchas cosas peores que el esfuerzo de balde.

Nunca, jamás el Maestro ignora nuestros esfuerzos y nos pasa de largo -como solemos hacer nosotros con los hermanos que languidecen a nuestro lado-

A pesar del viento en contra y de nuestros temores, por sobre toda esa bulla que nos creamos, resuena la voz fuerte de Jesús caminando sobre esas aguas que nos paralizan y amenazan.

-¡Ánimo!-

-¡Soy Yo!-

-¡No tengan miedo!-

Nada más

Es nejor volver al silencio para poder escucharlo)

Paz y Bien

Del pan y la compasión

Para el día de hoy (08/01/10)
Evangelio según San Marcos 6, 34-44

(Jesús baja de la barca, y vé a la multitud que lo esperaba.
Pero su mirada siempre vá más allá de lo aparente.

Mira y vé a la muchedumbre abandonada a su suerte, sumida en el dolor y a la deriva. Y reconoce su hambre, su necesidad de sustento y su necesidad de saciar el vacío de sus almas.

-Porque el hambre no elegido, el hambre impuesto por cualquier sistema o modo es injuria grave al Padre que asume como propios los sufrimientos de sus hijas e hijos.-

Y Jesús se compadece de esa multitud, ovejas sin pastor y sin rumbo.
El término compasión implica hacer propio el sufrimiento ajeno -com pathos-, o sea, padecer con el otro para que el otro no sufra, para que el otro se vea aliviado de su sufrimiento.

El Maestro se conmueve hasta la última fibra de su ser, y se compadece de sus hermanos olvidados.
Jesús es Dios con nosotros, es Año de Gracia y misericordia, y por ello su compasión traspasa los límites de la sensiblería y trasciende discursos, rabias y abstracciones.
La compasión de Jesús lo hace dejar de lado todo aquello que lo demore, implica siempre un aquí y ahora: se queda con los necesitados alimentando sus almas con el pan de la palabra.

Pero las gentes necesitan el sustento de sus cuerpos, y el Señor no es para nada indiferente a ello; es más, el mandato a sus discípulos -a nosotros- es taxativo -¡Denles ustedes de comer!-.

El pan de la Palabra jamás debe ir escindido del pan de los cuerpos, y viceversa.

Puede que sucedan y se articulen excusas: son muchos, que vayan a otro lado, no tenemos dinero ni recursos...

La voz del Maestro resuena -¡Denles ustedes de comer!-

Y cuando los discípulos ponen a disposición de los hermanos hambreados lo propio -por escaso que parezca- sucede el milagro: todos se sacian y quedará mucho, mucho más para los que aún no han llegado.

El perfume de la Gracia es de una persistente y constante abundancia, y el milagro -la intervención directa de Dios en la vida del hombre- sucede cuando se comparte, especialmente cuando se comparte la vida.

Así el Maestro, que se ha dado por entero haciéndose Él mismo pan de Vida, pan sagrado y vivo, y nos invita a seguir sus pasos haciéndonos pan para el hermano hambriento, desde un corazón que con sus luces y sombras, sea capaz de asumir como propio el dolor del que ahora mismo sufre)

Paz y Bien

Una gran luz

Para el día de hoy (07/01/10)
Evangelio según San Mateo 4, 12-17. 23-25

(Juan había sido arrestado por los esbirros de Herodes.
Nos dice el Evangelio para el día de hoy que, al enterarse, Jesús se retiró a Galilea.

Se retiró embargado con su corazón embargado de tristeza, para hacer silencio y oración, y para prepararse: los grilletes que esconden a Juan en las mazmorras de Herodes es la señal que le indica que comienza su ministerio, su misión.

Y su misión tiene tres pilares: enseñar, proclamar y sanar.

Enseña en las sinagogas -sinagoga es un vocablo de raíz grecolatina que significa reunir, congregar-; el Maestro no espera que las gentes se lleguen hasta Él, nada de eso. Él vá y se hace presente en donde sucede la vida diaria, lo cotidiano de las personas, reuniéndolas, congregando a los dispersos.

Proclama la Buena Noticia del Reino: que Dios es Padre y somos sus hijas e hijos, y nos ama de tal manera que Él mismo se ha hecho, a través de su Hijo, uno de nosotros... Por eso no prevalecerá oscuridad alguna, por eso multitudes agobiadas por las tinieblas y el dolor verán una gran luz, Jesús el Emmanuel -Yahveh Salva, Dios con nosotros-.

Sanar: Jesús curaba toda enfermedad y dolencia... La salud del cuerpo, el alma y el espíritu por la Gracia de su Palabra es el signo cierto, sensible y eficaz de la presencia del Reino aquí y ahora, pues las cosas del Reino no se trata de abstracciones o utopías sino de realidades bien concretas.

Como Juan, Jesús inaugura su ministerio, su servicio, con su mismo mensaje: -Conviértanse, porque el Reino de Dios está cerca-

Pero a diferencia del Bautista -que enfatizaba la necesidad de conversión contraponiéndola a castigos inminentes- el Maestro invita a la conversión, pero nada será igual.

Es año de Gracia y Misericordia, un año mucho más extenso que 365 días.

Sin conversión no hay Buena Noticia -sólo un dato más-; sin conversión no hay comunidad, sino amontonamiento de personas; sin conversión no se puede sanar.

Dios es el primero en ponerse en marcha.

Brilla una gran luz, y hay que saber mirar y ver con un corazón despojado de todo esquema, un corazón de pobre.

Como el de María, que guardaba la Palabra meditándola en su interior)

Paz y Bien

Manifestación de Dios, fiesta de niños

Epifanía del Señor

Para el día de hoy (06/01/10)

Evangelio según San Mateo 2, 1-12

(Epifanía, en su raíz griega, significa manifestación.

-con la paciencia del sembrador, con la tenacidad del campesino, el Dios del Universo fué cultivando la semilla de la Salvación a través de los siglos. Dicen antiguos sabios que el hombre es tierra que anda: por eso, sin demoras, castigos ni excusas esa semilla fue sembrada en la tierra fértil del corazón humano para cerrar la brecha abierta por el pecado original.

Fué un crecimiento extenso pero constante: pequeños brotes fueron asomando en la humanidad primera refugiada en cavernas y en la comunión con la naturaleza de los pueblos originarios; hojas más fuertes se asomaron en las carpas de un pastor de Ur que sería padre de naciones, y un tronco inicial en las casas de unas tribus esclavas de Faraón.

Esas tribus peregrinaron en el crisol del desierto transformándose al sol del Altísimo en pueblo, un Pueblo Elegido en donde florecería de manera increíble esa semilla del rescate.-

Epifania significa manifestación.
Y en ese pueblo, Dios mismo se ha manifestado de un modo inesperado y maravilloso.
No ha florecido un rey, un emperador, un caudillo poderoso: la Vida se ha manifestado en un Niño en brazos de su Madre.

Dios con nosotros, Yahveh Salva...

Dios se ha hecho Niño y, por ello, todos los niños son sagrados.

Sin embargo, para algunos no ha sido una Buena Noticia.

Ni los Herodes del poder, ni los fariseos usurpadores de esperanzas, ni los escribas de la razón absoluta, ni los filisteos del consumo y el materialismo quieren vestirse de fiesta para este momento único.

El Dios Niño llora su hambre y su frío en brazos de su Madre, en una gruta refugio de animales.

En un pueblo de entre todos, floreció la Salvación... Pero la esperanza y la vida laten en el corazón de cada mujer y de cada hombre.
Y aún cuando la noche parezca inexorablemente cerrada, Dios se ha manifestado, y la noche es ahora Noche Buena para terminar con la oscuridad.
Cuando campean las penumbras del alma, el Altísimo envía siempre una estrella amiga que lleva a buen término a quien se atreva a seguirla, cargando al hombro dudas y temores: hay en destino cierto de alegría, como les sucedió a esos sabios venidos de lejos, que no descansaron hasta postrarse a los pies de ese Niño Dios, que sería entonces también el Dios de ellos y de todos los pueblos de la tierra.

Dios se ha manifestado: un Niño con su Madre inauguran la fiesta de todos los niños, y de toda mujer y hombre que guiados por la estrella del Espíritu, se acercan a esa gruta con un corazón capaz de asombrarse y de descubrir la Gracia, un corazón que se llena de alegría con los regalos, que en abundancia les dá en su entrañable generosidad el Dios de la Vida)

Paz y Bien

Llamadas personales

Para el día de hoy (05/01/10)
Evangelio según San Juan 1, 43-51

(Jesús vá camino a Galilea: comienza su misión.

Y esa misión no dará comienzo al final del viaje, pues ella se irá traduciendo en hechos en el mismo caminar del Maestro.

Son encuentros plenos:: cada discípulo es reconocido por su nombre, por su lugar de origen, por su ética.

Los discípulos de Jesús tienen -tenemos- la particularidad de ser invitados a participar y a construir el Reino con el Maestro desde nuestra propia, única e intrasferible identidad.

El llamado a seguirlo es enteramente personal, y uno se encontrará con Él sólo desde un corazón abierto a la Gracia, capaz de renunciar a esos conceptos con los que pretendemos encasillar a Dios.

-¡Venga y verán!- nos invita Jesús a descubrir esta vida nueva increíble y, como Felipe, tenemos la misión de invitar a mujeres y hombres de buena voluntad.
Aquellos que son partícipes, junto a los Mensajeros, de la fiesta de la vida -que es la fiesta de Dios- anunciada en la canción de la Buena Noche del Nacimiento del Salvador:
-¡Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!-)

Paz y Bien


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