El precio de un amigo y una cena definitiva

Miércoles Santo

Para el día de hoy (31/03/10)
Evangelio según San Mateo 26, 14-25

(Jesús, además de su Maestro, era su amigo. Compartió con él y los otros Once tres años de su vida diariamente.

Pero Judas, cercano físicamente, estaba lejos de su corazón. Había elegido la noche de la muerte, la reverencia a sí mismo, el culto de su ideología.
No es que fuera tentado a la traición: él mismo es quien toma la determinación de entregarlo; Judas mismo se erige juez y verdugo de su amigo, y por ello se presenta al Sanedrín para negociar su oferta con los aviesos sumos sacerdotes.

Era un verdadero discapacitado: su discapacidad, enraizada en su corazón, radicaba en no poder entender ni aceptar que su Amigo había inaugurado un nuevo tiempo, el Año de Gracia y Misericordia que no tiene final. No acepta la economía de gratuidad y entrega del Reino, y por eso se vuelve violento, vil y cínico.
Violento como cuando con rabia expresa criticó sin piedad el gesto de amor de la hermana de Lázaro, su unción de los pies del Maestro.
Vil, porque cambiará la vida del mejor amigo por dinero.
Cínico, porque a sabiendas de que de un modo u otro iba a entregarlo, no se sonroja al decirle a Jesús -¿Acaso seré yo el que te entregue, Rabbí?-

Los sumos sacerdotes redoblan la densidad de la noche que eligieron, pues en un gesto de desprecio manifiesto, le ofrecen a Judas treinta shekels de plata -siclos, monedas- a cambio de la entrega de Jesús: esa suma era (Ex. 21,32) la multa que debía pagarse cuando un animal inutilizaba a un esclavo.

Así era considerado Jesús: un esclavo, un rebelde, un blasfemo, una amenaza pública, un enviado demoníaco, un enemigo de la fé del pueblo elegido.
Y Judas consiente todo eso.
Porque el traidor no era un ingenuo en cuestiones de dinero: es más, era el encargado de manejar el dinero que podían juntar los discípulos para su sustento y para la ayuda a los menesterosos. Sabía bien el valor de cada moneda.
Para él, el precio de su Amigo no será mayor que el de un esclavo.

Y contra toda racionalidad humana, se vá tejiendo la lógica de la Salvación, el misterio de la Misericordia.
Jesús sabe que se aproxima su Pasión, su Paso, su Pascua y quiere celebrarla con los suyos como lo ha hecho siempre: en una cena, compartiendo el pan.
En esa misma raíz, están invitados y comen de su mismo plato fraternalmente, con una ternura que sólo el Maestro puede expresar, quien lo traicionaría por unas pocas monedas y quien lo negaría con la rapidez del canto matinal del gallo.

Aún en medio de la noche más cerrada, la bondad del Altísimo entre nosotros enciende su luz.

Jesús sabe que será la última oportunidad de reunirse todos juntos, por eso tiene una especial dedicación a la preparación de la cena pascual, Seder Pesaj.
Las instrucciones son precisas: deben presentarse en Jerusalem en la casa de tal persona, y avisarle que el Maestro dice: - Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos-.

Nada, absolutamente nada en la Palabra de Dios sucede por casualidad, nada es fortuito.
A través de los siglos, exégetas y eruditos han sugerido diversas posibilidades del lugar en donde Jesús decidió celebrar la Pascua; hasta se aventuran -con importantes estudios y, a veces con, mucha imaginación- los nombres de quien prestaría su sala para el banquete.

Es mejor leerlo desde el corazón.
Vendido como esclavo, despreciado en grado sumo, buscado por los guardias del Templo para su arresto, el Maestro manda a preparar la Pascua en la casa de tal persona... sin dar el nombre.
No hace falta.
Quizás el nombre no se menciona o bien queda una línea de puntos a completar porque allí vá inscrito el nombre tuyo, el mío, el de cada uno de nosotros.

La Pascua se celebra primero y ante todo en el Templo vivo, cada hija e hijo de Dios.

Si la noche se cierra cada vez más, si somos presa del miedo, si nos captura el materialismo, si nos creemos capaces de entrar en supuestas transacciones con Dios -dame esto y te prometo que haré tal cosa-, aún en esas negruras el Señor sigue preparando la fiesta.
Se asoma una orgía espantosa de sangre y muerte, pero habrá una tumba vacía y una vida que no terminará, por la misericordia de ese Dios Padre y Madre expresada en su Hijo.

Ese mismo Hijo que quiere celebrar la Pascua en nuestra casa, la cena definitiva que alimente a todos)

Paz y Bien


Salir a la oscuridad


Martes Santo

Para el día de hoy (30/03/10)
Evangelio según San Juan 13, 21-33.36-38

(Es una cena de amigos; hay un ambiente pleno de emoción y de afectos florecientes.
Hay un ambiente de fraternidad profunda -difícil de describir-; no obstante, hay algo extraño que flota en el ambiente. Los discípulos de Jesús intuyen que no es nada bueno, pero no alcanzan a darse cuenta.

El Señor es presa de una gran tristeza; inmensamente conmovido, les dice claramente a los suyos que uno de ellos lo traicionaría.

Han convivido día y noche durante tres años con el Maestro, y a pesar de ello no todos están cerca de su corazón ni tienen la confianza suficiente para preguntarle.
Hay una asimetría en sus corazones, entre el Maestro que, sabedor de sus debilidades, los ama y confía en ellos y ellos con sus miedos y requiebros.
Por eso Pedro le pide a Juan que averigüe quién sería el traidor.

El Señor sabe mejor que nadie qué se teje en los corazones de cada uno; conoce bien lo que está a punto de cometer Judas.
Aún así, en un gesto de infinita ternura lo convida con un pan untado, signo de cortesía y deferencia reservado para unos pocos.

Pero Judas ya estaba lejos del corazón del Señor; sólo era capaz de mirar desdichas en la Buena Noticia. El rechazo a la vida ya había echado raíces en él.
Por eso Jesús lo conmina a realizar lo que tenía planeado: vender al Dios de la Vida por unas pocas monedas.

En medio de la incomprensión de los discípulos, Judas sale a la noche con la traición y la muerte como su bandera.

El mismo Pedro, con afán amoroso pero equivocado en los medios, pretende... salvar a su Maestro. Le insiste en que morirá por Él, quiere luchar para que se salve su Salvador.

-así nosotros también caemos en esa trampa de nuestra soberbia... proteger y cuidar a quien nos dá la Vida. Sólo Él salva-

Con la misma presteza conque parece estar dispuesto a pelear por Él, Pedro ingresa también en la noche de sus miedos.
Esos miedos lo aterrorizarán al punto de negar sin vacilaciones a su Maestro.

Y los otros discípulos, frente a la acción del Sanedrín, al obrar cruel de los romanos, al espanto de la cruz, se esconderán despavoridos.

Parece que la oscuridad ha ganado demasiado terreno; los hombres le hemos abierto las puertas.

Pero en medio de esos sentimientos esquivos, desde el mismo centro de la miseria y la crueldad humanas, desde las traiciones y los miedos, la oscuridad no prevalecerá.

En esa noche, en esa cerrazón de ojos y almas, el Dios de la Vida viene tejiendo la Salvación que sus hijas e hijos no merecen... De allí su amor y su Gracia.

Por eso la noche, a pesar de lo terrible y espantoso de la cruz, ya no será noche sino madrugada de la Salvación.

Contra la lógica de fines que justifican medios, se vá entramando un sendero de Misericordia que preanuncia el día del final de la última frontera: la de la muerte)

Paz y Bien

Un perfume distinto

Lunes Santo

Para el día de hoy (29/03/10)
Evangelio según San Juan 12, 1-11

(Jesús está entre amigos.
Faltaban seis días para la Pascua; el discurrir de la Palabra vá en cuenta regresiva.

Saben que lo que está por venir es terrible; pero está ese Jesús amigo entre ellos, y nada mejor que tender la mesa y celebrar su presencia.
Está un amigo a quien amaba, Lázaro, y a quien había arrancado de las garras de la muerte.
Está Marta, sirviendo la mesa con solicitud.
Está María, que siente devoción por este Maestro y amigo que le ha devuelto a su hermano.

No era un momento fácil pues Jesús era intensamente buscado por los guardias del Templo. Y dar cobijo a un fugitivo conllevaba riesgos muy graves.
Aún así, es momento de celebrar: el amor vence al miedo más fiero.

María toma un frasco de perfume de nardo, un perfume muy costoso... Tanto que su valor representaba el salario de un año de un jornalero.
María unge con el perfume los pies del Maestro, y los seca con sus cabellos.
Allí, a sus pies, María no dice una sola palabra, sólo obra con infinita devoción: se convierte en servidora por amor, y anticipa al Maestro, quien hará lo mismo con los pies de los discípulos.

Y no sólo anticipa a Jesús en el gesto de servicio de la Última Cena; desde una fé profunda -a pesar de que sólo se había encontrado con Él algunas veces- preanuncia con su unción la Pasión y la Resurrección de Jesús.

-la Ley mosaica dictaminaba (Dt.15, 22-23) que si un hombre era encontrado culpable de un crimen pasible de pena de muerte y ejecutado colgado de un árbol, y su árbol sería la cruz romana, debía considerarse como una maldición divina, y todo el que lo tocara también sería maldito de Dios...El cuerpo Santo de Jesús sería tenido por maldito, y por ser ejecutado en vísperas del Sábado, tampoco podía ser ungido como estaba prescripto para los muertos de Israel-

Unas mujeres irían el domingo siguiente a su muerte, por la mañana, para ungir el cuerpo del Señor amado. No podrían hacerlo.
Encontrarían una tumba vacía.

María desde la fé, con la unción de los pies anticipa con su gesto amoroso las primicias de la Pasión y la Resurrección.

Y Judas, que había compartido diariamente su vida con el Maestro durante tres años, suelta una crítica despiadada: con acento de desprecio, dictamina que la unción es un desperdicio. Bien podría haberse vendido el perfume y dar el dinero de la venta a los pobres.

Judas también anticipa su traición: estuvo a diario tres años con Jesús pero su corazón ni por asomo se le acercaba.
Tenía la ceguera que le provocaba la devoción a sus propias ideas, esclavo de su ideología; era incapaz de ver ni aceptar el amor.
Seguramente no tenía demasiado interés en los pobres tanto como en erigirse juez y controlador de acciones ajenas.

Nos cuenta Evangelista que al momento de la unción "la casa se impregnó con la fragancia del perfume"...
Es un perfume nuevo, el perfume del amor, el aroma de la Gracia.

Es el perfume que invade todo lugar en donde coinciden la devoción a Dios y el amor a los pobres. Es el mismo amor, es la gratuidad de la donación que se expresa desde la unción de los pies como servicio hasta la entrega generosa de la propia vida.

Quiera Dios afinarnos el olfato y el corazón.)

Paz y Bien



La voz de las piedras


Domingo de Ramos

Para el día de hoy (28/03/10)
Evangelio según San Lucas 19, 28-40

Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas 22, 14-26,56

(Los poderosos celebran victorias militares -celebraciones de guerras ganadas- con desfiles imponentes.
Batallón tras batallón desfilan marcialmente, aclamados por la multitud.
Seguramente, el rey y sus generales van montados en imponentes corceles lujosamente enjaezados: es el poder que se exhibe y se impone.

Jesús ingresa a la Jerusalem sagrada sin ejércitos que lo custodien, acompañado por un puñado de amigos que al menor atisbo de peligro correrán a esconderse, y no lo hace con una monta lujosa.
Ingresa como rey montado en un burrito, en un pequeño asno que no le pertenece, que le ha sido prestado.

El pueblo lo presiente, y le rinde honores reales alabando a Dios por el Mesías que llega.
Varias de esas voces que lo aclaman jubilosas, en muy poco tiempo se desgañitarán pidiendo su muerte.

-a veces nos pasa: aclamamos cuando nos vá bien, pero elegimos el castigo al otro en quien Jesús vive cuando las cosas nos salen mal-

Es un rey, pero evidentemente no es de este mundo.
Pobre de toda pobreza, no tiene montura, no tiene capa, espada ni corona, sus ejércitos están compuestos por pobres y despreciados, su corte real la forman pescadores y recaudadores de impuestos conversos.

Sabe bien lo que le espera, conoce el odio de sus enemigos y la voracidad de la cruz.
Aún así no combate, más la victoria definitiva será suya y de su Padre.
Le dicen blasfemo, subversivo, idólatra, endemoniado, lo tildan de peligroso para el pueblo y para la nación... y Él contesta con palabras de amor.

Es en sí mismo un mensaje de Vida y Salvación, y hay que proclamarlo con gritos de misericordia hechos manos para los hermanos dispersos.

Es tan fuerte su amor, que la creación misma canta su gloria.
Si nosotros hacemos silencio y nos callamos, las piedras elevarán su voz a los cuatro puntos cardinales.

La Buena Noticia de que Dios nos ama para siempre no puede ni debe callarse)

Paz y Bien

Conviene que muera uno solo por el pueblo

Para el día de hoy (27/03/10)
Evangelio según San Juan 11, 45-56

(El hecho de que Jesús había regresado a la vida a su amigo Lázaro fué determinante en dos sentidos.
A causa de ello, muchos creyeron en Él.
A causa de ello, el Sanedrín desata su odio, que no estaba exento de temor... Temor a la pérdida de prestigio, temor a la pérdida de poder económico, social y religioso, temor a las posibles represalias del Imperio.

Como siempre en estos casos, se esgrime un argumento falaz: hay que detener a Jesús porque si nó cada vez más gente creería en Él y se desataría la furia de los romanos. La conducta del Maestro, según estos nefastos sofismas, pondría en gravísimo riesgo al Templo y a la nación judía.

La mansedumbre y las enseñanzas de Jesús cuestionaban directamente la opresión del Imperio Romano y la opresión que el Sanedrín ejercía sobre el pueblo.
Porque el amor, para los poderosos, es una amenaza.

El Sumo Sacerdote en ejercicio en esos momentos, Caifás, declara en la misma sintonía que sus pares: -Ustedes no comprenden nada. ¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?-

Así se sella la decisión de matar a Jesús, bajo el pretexto de preservar la Ley, el Templo, el pueblo y la nación...
Y de ese mismo modo, queda absolutamente descalificados la ley, el Templo y el pueblo ya no será el mismo que ellos sojuzgaban.

Maravillas de un Dios Misericordioso que hace brotar lo bueno hasta de los momentos de espanto: por eso el mismo Caifás -sin quererlo, pero desde su estatus sacerdotal- profetizará que Jesús no sólo moriría por el pueblo y la nación, sino que lo haría para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos.

Es el tiempo de la Gracia: el Maestro ha venido a reunir en un sólo pueblo nuevo a las hijas e hijos de Dios dispersos por el mundo y por el pecado.
El nuevo templo será su cuerpo, derribado por la muerte y reconstruído en su Resurrección.

Desde ese momento, Jesús debe pasar a la clandestinidad en una ciudad cercana al desierto, Efraín. Pero no se esconde forzado por el acoso de escribas y fariseos.

El mal jamás puede forzar ni modificar los tiempos de la Gracia.

Se queda con sus amigos en esa ciudad fronteriza porque su tiempo aún no se había cumplido: el Maestro, siervo y obediente hasta el fin, se entregará en manos de sus enemigos cuando las horas estén maduras.

Un sólo hombre morirá por el pueblo.
Si el grano de trigo nno cae, no florece el trigal y no habrá pan para el pueblo naciente)

Paz y Bien




Al otro lado del río

Para el día de hoy (26/03/10)
Evangelio según San Juan 10, 31-42

(La brecha se vá ahondando cada vez más, y la cuerda se tensa hasta el límite de ruptura.

Hasta poco tiempo atrás buscaban arrestar a Jesús por las obras que hacía -curar enfermos, liberar demonios en sábado-... Ahora aumenta la amenaza: es acusado de blasfemo por hacerse Él -para ellos, un hombre y para colmo, un mísero galileo- igual a Dios.
La pena por blasfemia era la lapidación, es decir, le arrojarían piedras hasta que muriera.

La misma acusación sería la que estos guardianes de la religión llevarían con su odio reconcentrado y su concienzuda soberbia ante el procurador romano, Poncio Pilatos.

Aún cuando las piedras ya queman las manos de sus acusadores, Jesús baja a su mismo plano: desde las Escrituras trata de hacerlos entrar en razones, en un ámbito de fé. Les suplica que aunque no crean en Él, crean en la bondad de Dios expresada en las obras que ha hecho.

No les importa.
Están decididos a matar al Maestro en nombre de Dios.

Nada de esto nos es ajeno; muchas atrocidades se comenten por dedicados defensores de moral y religión. Es dable pensar que lo hacen en nombre de un dios que han fraguado a imagen y semejanza de su soberbia.

Ellos han cerrado todas las puertas, no hay posibilidad de diálogo a pesar de las súplicas de Jesús.
Por eso, aunque las piedras estén a punto de lanzarse, Él pasa en medio de ellos, se les escapa de las manos.
No hay que engañarse: no se escapa porque sea ágil ni diestro en fugas, sino porque su hora aún no había llegado.
Nadie hubiera podido tocar uno solo de sus cabellos si Él no lo hubiera permitido.

Él escapa de sus manos cargadas de odio, y deja esa ciudad que pretende ser santa...
Cruza el río, anticipando el cruce de la muerte a la vida.
Cruza el Jordán y se instala en el mismo lugar en donde bautizaba y enseñaba Juan el Bautista.

Es el mensaje silencioso del Maestro: todo conduce a Él, la Ley y los profetas -y muy especialmente Juan- son afluentes del río de vida que brota de su persona.

Hay que animarse a cruzar con Él esos ríos de desprecio, de fanatismo, de muerte... Y pasar a la otra orilla de la Vida y la Resurrección)

Paz y Bien

Día de bodas, anuncio del fin de los imposibles

Solemnidad de la Anunciación del Señor

Para el día de hoy (25/03/10)

Evangelio según San Lucas 1, 26-38

(Era una muchacha desconocida de ascendencia real que vivía semioculta en la ignota Nazareth.

De tan pequeña, era preciso que el Evangelista rescatara para la historia su nombre, conocido quizás sólo por Dios.

María.

El Dios del Universo, el Todopoderoso se inclina ante la pequeñez y fragilidad de esa muchacha.
Y como si fuera poco, le pide permiso...

María no teme: ante el saludo del Mensajero se siente confundida porque quizás no entiende, pero aún así confía.

El Mensajero no atropella: trae el mensaje del Altísimo -¡Alégrate, llena de Gracia!
Es el comienzo de un tiempo nuevo, es el retorno definitivo de la alegría plena, es la llegada de la Gracia, de lo dado gratuitamente por pura bondad.

En mensaje supera lo increíble: Ella será madre de un Niño Santo, de un Niño que será la Salvación esperada por siglos, de un Niño que será rey, de un Niño cuyo Reino no tendrá fin.

María abre su corazón, revela sus deseos, muestra sus limitaciones...
Pero no hay nada en ella que obste a esa ternura indecible del Dios en el que cree, ni su alma, ni sus miedos, ni su mente.

Todo en ella está disponible para ese Dios... que se pone a su disposición.

El universo entero, la creación toda, la humanidad en toda su historia contuvo el aliento.
La Vida había sido puesta en manos de esa mujer pequeñísima.

Pero Ella nunca defrauda, ni a su Dios ni a nosotros sus hijos. Sabe que nada es imposible para Dios:

-Yo soy la esclava del Señor, hágase en mí según has dicho-

Con ese Sí!, María inaugura las bodas de Dios con la humanidad.
Ella será la Madre de ese Hijo que es Dios, y que rescatará a sus hermanas y hermanos de la esclavitud del pecado, enseñando, muriendo y resucitando.

El Anuncio del Mensajero y la respuesta confiada de María inauguran los tiempos de Dios y el hombre, una alianza nueva que no podrá quebrarse.

Dios se ha inclinado y le pide permiso a sus criaturas, a nosotros.
Y de nuestra respuesta -eso que llamamos fé- depende que sucedan los milagros.

El "no se puede" vá camino del olvido, es el tiempo nuevo de Buenas Noticias: ya no habrá más imposibles.

Dios con nosotros, Dios entre nosotros por el Sí fértil de esa Mujer)

Paz y Bien

Monseñor Oscar Arnulfo Romero, a 30 años de su martirio


Sucedió en la capilla de Hospitalito, en la celebración de la Eucaristía.

No podía ser de otro modo: al igual que su Maestro, Oscar Arnulfo Romero y Galdamez - arzobispo de San Salvador- en el Ofertorio ofrendaba su vida por sus amigos, por su amado pueblo salvadoreño.

Era un 24 de marzo de 1980 -para nosotros los argentinos, los días 24 de marzo tienen también un significado muy especial-.

Es preciso resistir la inveterada tentación de quedarse en lo luctuoso, en la acentuación del crimen.
Aún con la tristeza y el espanto que puedan asaltarnos, debemos recuperarnos en la esperanza que germina desde un amor tan grande.
Con nuestros hermanos salvadoreños, con los hermanos de esta Patria Grande latinoamericana y con toda la Iglesia, agradecemos a Dios la gracia de su voz de profeta que nos anima a no cejar jamás en la mansa búsqueda de la justicia, en la edificación de la paz y en descubrir el rostro de Cristo que resplandece en los más pobres.

El padre obispo Romero ha sido, es y será una Gracia de Dios para todos nosotros.

En este día de recuerdo y gratitud, mucho mejor que esta torpes palabras es una poesía de Dom Pedro Casaldáliga

Paz y Bien

Ricardo


San Romero de América, Pastor y Mártir nuestro

El ángel del Señor anunció en la víspera...

El corazón de El Salvador marcaba
24 de marzo y de agonía.
Tú ofrecías el Pan,
el Cuerpo Vivo
-el triturado cuerpo de tu Pueblo;
Su derramada Sangre victoriosa
-¡la sangre campesina de tu Pueblo en masacre
que ha de teñir en vinos de alegría la aurora conjurada!

El ángel del Señor anunció en la víspera,
y el Verbo se hizo muerte, otra vez, en tu muerte;
como se hace muerte, cada día, en la carne desnuda de tu Pueblo.

¡Y se hizo vida nueva
en nuestra vieja Iglesia!

Estamos otra vez en pie de testimonio,
¡San Romero de América, pastor y mártir nuestro!
Romero de la paz casi imposible en esta tierra en guerra.
Romero en flor morada de la esperanza incólume de todo el Continente.
Romero de la Pascua latinoamericana.
Pobre pastor glorioso, asesinado a sueldo, a dólar, a divisa.

Como Jesús, por orden del Imperio.
¡Pobre pastor glorioso,
abandonado
por tus propios hermanos de báculo y de Mesa...!
(Las curias no podían entenderte:
ninguna sinagoga bien montada puede entender a Cristo).

Tu pobrería sí te acompañaba,
en desespero fiel,
pasto y rebaño, a un tiempo, de tu misión profética.
El Pueblo te hizo santo.
La hora de tu Pueblo te consagró en el kairós.
Los pobres te enseñaron a leer el Evangelio.

Como un hermano herido por tanta muerte hermana,
tú sabías llorar, solo, en el Huerto.
Sabías tener miedo, como un hombre en combate.
¡Pero sabías dar a tu palabra, libre, su timbre de campana!

Y supiste beber el doble cáliz del Altar y del Pueblo,
con una sola mano consagrada al servicio.
América Latina ya te ha puesto en su gloria de Bernini
en la espuma-aureola de sus mares,
en el retablo antiguo de los Andes alertos,
en el dosel airado de todas sus florestas,
en la canción de todos sus caminos,
en el calvario nuevo de todas sus prisiones,
de todas sus trincheras,
de todos sus altares...
¡En el ara segura del corazón insomne de sus hijos!

San Romero de América, pastor y mártir nuestro:
¡nadie hará callar tu última homilía!

Dom Pedro Casaldáliga, cmf
Obispo Emérito de Sao Félix de Araguaia, Brasil


fuente: Koinonía

1976 - 24 de marzo - 2010: perdón y reconciliación desde la verdad y la memoria

No son válidas las apologías y mucho menos, los panfletos condenatorios.

Hacia fines de 1975 y comienzos de 1976, en esta Casa Común que se nos ha regalado y que llamamos Patria, se había instalado la violencia como expresión política corriente.

Para sectores de diversos signos ideológicos, las vidas humanas eran sólo fichas con las cuales jugar a una ruleta demencial de poder, y parecía que la brutalidad de las armas se había instalado en la cotidianeidad.

Pero además del obrar nefasto de todos estos predicadores de la muerte, el 24 de marzo de 1976 sucedió lo peor.

El terror se volvió cuestión de Estado.

Secuestros y torturas en la orden del día.
Encarcelamiento por tiempo indeterminado sin el debido proceso y sin derecho a la defensa en juicio.
Campos clandestinos de detenidos que harían morir de envidia a más de un devoto hitleriano.
Ejecuciones sumarias que incluían arrojar a detenidos con vida al mar desde aviones en vuelo por el Atlántico.
Exacción de los bienes de los detenidos; dentro de las cosas que se apropiaban, estaban los niños de los detenidos-desaparecidos, considerados como trofeos de guerra.
Genocidio, es decir, matanza cuidadosamente planificada.

Todo bajo el eje moral del fin que justifica los medios, y desde el sofisma de salvaguardar en la Patria los valores occidentales y cristianos.

¿Cómo se expresa con las limitaciones propias y en escasas líneas tanto dolor, tanto espanto?
Es una herida de tristeza que se magnifica por la aquiescencia tácita o, peor aún, expresa de muchos hermanos nuestros.

Así como el fin justifica los medios está bien lejos de las enseñanzas del Maestro, también es mandato de Jesús el perdón y la reconciliación.

El perdón y la reconciliación van de la mano con la memoria y la verdad.

Quiera el Espíritu auxiliarnos en esta tarea de construir un frondoso árbol de paz y justicia, en donde puedan cobijarse todos, hijas e hijos de estas tierras, sin distinción ni condiciones.

Así lo creemos quienes sostenemos como principio y como destino el Reino de Dios.

Es un día de silencio y reflexión.

Que Dios en su infinita misericordia nos perdone y nos haga reencontrar

Paz y Bien

Ricardo

Una Palabra que libera

Para el día de hoy (24/03/10)
Evangelio según San Juan 8, 31-42

(Suele suceder que la pregunta planteada es errónea y falaz: no se trata tanto de ser libres de qué sino más bien de inquirir/se el libres para qué...

La auténtica liberación es el paso de la servidumbre al servicio.

Se podrán esgrimir muchas excusas, declamar justificaciones -praxis de izquierdas, pertenezco a la Iglesia, soy hijo de Abrahám, no soy esclavo de nada ni nadie-.

Pero la libertad comienza por la disipación de toda tiniebla que tiende su cerco al corazón e impide que vaya creciéndose como árbol frutal la Palabra de Dios.

Las tinieblas de muerte -que son producto de eso que llamamos pecado- ceden su cerco de modo inmediato cuando surge con toda su fuerza la luz de la Verdad.

Y la Verdad es que no somos Mesías ni Maestros, ni amos ni esclavos: somo hijas e hijos de un Dios que nos ama hasta las últimas consecuencias, y que de un modo maravilloso -con nuestras miserias y ruindades- cree en nosotros. Por ese mismo amor somos llamados a ser discípulos de Jesús, hermano y Señor nuestro.

No se trata de la acumulación de méritos ni de esa soberbia disfrazada que impetra lo que uno puede hacer por Dios -o por Cristo, o por la verdad, o por la Iglesia-... Se trata ante todo de redescubrir cuales son las maravillas que Dios hace por nosotros cada día de nuestras vidas.

Y cantarlo sin miedo, como lo canto María.

Esa es la libertad de los hijos: la libertad regalada -¡Gracia!- por Dios, Padre y Madre, a través de su Hijo que nunca dejará de llevarnos de la mano)

Paz y Bien



Distancias insalvables

Para el día de hoy (23/03/10)
Evangelio según San Juan 8, 21-30

(Una distancia imposible de sortear separa a las almas incapaces de reconocer la verdad que hay en Jesús.

El Maestro es taxativo al hablar de "yo" y de "ustedes".

Ese rechazo de creer en Jesús como enviado del Padre lleva a la perdición, a la muerte definitiva.
Porque la muerte implica no estar cerca de Dios.

Demasiados preconceptos agobian las mentes; demasiadas intenciones de hacernos un dios a nuestra imagen y semejanza y no a la inversa.
Allí estriba el mundo que perece, y el Reino de Jesús no es de este mundo.

Al decir Yo Soy, Jesús muestra su identidad plena con el Padre, y por tanto, su divinidad.

Hoy se nos invita a encarnar, desde la Buena Noticia, no sólo que Jesús es Dios, el Mesías que ha venido por todos... Sino también que Dios es Jesús. Es y Está.

La cruz en donde será levantado por odios y mezquindades sólo cobrará sentido pleno con su Resurrección.

Por eso, la única manera de salvar ese abismo de misterio es desde la fé sustentada en el amor.
No hay razones humanas que nos permitan dar tal paso; sólo conducen al abismo.

Quizás serán tiempos de plantearse el identificarse en plenitud con Él, así como Él se identifica totalmente con su Padre que es el nuestro.

Desde allí comienza la adoración al verdadero Dios, no a aquella imagen ni a aquella idea que es fruto de nuestra conveniencia y nuestras miserias.

Él ha bajado a nosotros, y si no hay conversión, es como si caváramos un pozo profundo para que su mano no llegue a nosotros.

A no caerse, es un Dios que por sobre todas las cosas nos ama y es tenaz y persistente en el rescate de sus hijas e hijos)

Paz y Bien

Testigos de la Luz

Para el día de hoy (22/03/10)
Evangelio según San Juan 8, 12-20

(Según es usual, nos referimos a un testigo como a aquella persona que ha presenciado un acontecimiento determinado. Es alguien que sabe algo por haberlo visto y oído. Y cuando hay un proceso judicial, se le toma declaración testimonial, es decir, que ante el Tribunal declara fielmente acerca de aquello que ha visto y oído.
En ese proceso, la validez de lo que declara está sujeta a su credibilidad y a su legitimación como testigo.
En esos momentos, la verdad queda atada a la legitimidad del testigo.

En tiempos de la predicación de Jesús -no olvidemos, tiempos teocráticos en los que estaba intrínsecamente unido y regulado lo social por lo religioso- sólo era considerado válido en un juicio el testimonio de al menos dos personas acerca de un tema en cuestión, en un juicio.
Así la verdad dependía de esas dos declaraciones, y Jesús cuestiona ese modo... La verdad tiene una fuerza tal que a veces se manifiesta más allá de lo permitido y codificado por nuestras instituciones.

El Maestro dá testimonio de la verdad, y también son dos los testigos: Él cuenta lo que sabe y conoce acerca de su Padre, y a la vez el Padre dá testimonio de Él.
Para rabia de fariseos y escribas, su testimonio comienza con dos palabras muy caras a la fé de Israel -Yo soy-... Tal era el Nombre que Dios le había revelado a Moisés en el monte santo y por el cual debía ser conocido por el pueblo -Yahveh-.
Al identificarse así, se identificaba como Dios y eso sería motivo de blasfemia para esas almas mezquinas, una de las causas por las que buscarían su muerte.

Nosotros también estamos llamados a dar testimonio acerca de lo que sabemos y conocemos. Y, más que nunca, ese testimonio será válido de acuerdo a la credibilidad del testigo.
Estamos muy acostumbrados a la declamación constante y a menudo olvidamos la proclamación que comienza con la Palabra que se ha hecho vida diaria.

Pero la verdad prevalece.

Habrá que empezar a preguntarse si ese testimonio no debe comenzar por contar lo que nos ha sucedido y nos ha cambiado la existencia, aquello que sabemos y conocemos por haberlo vivido.

Somos llamados a dar testimonio de la luz en un mundo en tinieblas.
No hay que estar demasiado inquietos: la luz, con sólo mostrarse, disipa cualquier oscuridad por más cerrada que parezca esa noche.
Y la luz no nos pertenece, y esa luz de la que somos testigos tiene vida propia, y una fuerza tal que nada ni nadie puede apagarla)

Paz y Bien

Escribiendo justicia y compasión

Para el día de hoy (21/03/10)
Evangelio según San Juan 8, 1-11

(Conocemos a los pertinaces custodios y jueces de la virtud... ajena. Entre ellos, es claro, podemos estar a veces.

Esta actitud que busca consuetudinariamente el rigor del cumplimiento de códigos y normas por sobre la vida misma no conoce el significado de la misericordia. Y cuando se la desconoce, se desconoce a Dios.

La autosuficiencia y soberbia de erigirse en jueces del hermano conduce a la hipocresía y a extremos de violencia, pues se trata ante todo de fanatismos crueles y no de actos piadosos.

En los tiempos de Jesús, la mujer era menos que nada: quedaba relegada a las tareas hogareñas, a la reproducción y era legalmente considerada propiedad del esposo. Carecía de derechos tanto sociales, legales y religiosos.

Sin embargo, el Dios de la Vida venía tejiendo la historia de la Salvación a través de mujeres, arbol cuya flor primordial es María, madre de Jesús hermano y Señor nuestro.

El Hijo se identifica totalmente con el Padre; el Hijo actúa como vé actuar al Padre.
Por eso cuando un grupo de escribas y fariseos le traen a los empujones a una mujer sorprendida in fraganti en adulterio, no deja de seguir el sendero aprendido de su Padre.

Según la Ley mosaica, el hombre y la mujer sorprendidos en adulterio debían ser conducidos fuera de la ciudad y lapidados hasta la muerte. Las primeras piedras debían ser arrojadas por los testigos de ese pecado.

Pero la la Palabra nos trae un hecho que no debe sorprendernos demasiado: traen al Maestro a la mujer acusada... más no al hombre copartícipe del delito que le imputaban. Torcían sus propias normas según sus sustratos ideológicos, por eso la candidata a morir debía ser invariablemente la mujer -ya encontrarían motivo para disculpar y/o absolver al hombre adúltero-.

La historia de aquel entonces sigue vigente, traduciéndose en otras actitudes de igual desprecio y violencia.

En realidad, la mujer bien podía haber sido masacrada tranquilamente sin que Jesús lo supiera; pero estos jueces falaces sostenían la doble pretensión de matar a la mujer y trampear a Jesús. Una respuesta inadecuada por parte suya lo habría hecho también alimento de esas piedras hambrientas de sangre, tan voraces como las almas de quienes las empuñaban.

Y el Maestro sorprende a todos, a los escribas y fariseos y a nosotros también.
Los rostros desencajados de rabia que lo interpelaban, se encontraban con un Jesús que se inclina y se pone a escribir con el dedo en el suelo.

Esta imagen ha tenido muchas interpretaciones: una de ellas, sostenida por estupendos exégetas de la Palabra, sostiene que el Señor iba escribiendo en el suelo los nombres y los pecados de todos y cada uno de los acusadores.

Pero también es dable y agradable pensar desde el corazón que el Maestro escribía en la tierra los pecados de la mujer adúltera y los de sus acusadores y verdugos...un viento leve o una lluvia fina borrarán lo escrito con facilidad.
Así son los pecados de todos, de ellos y de cada uno de nosotros para el corazón Misericordioso de ese Dios Padre y Madre: en su infinita bondad, los males no tienen futuro.

Quizás también el Maestro quería escribir los nombres de los verdugos y de la mujer representando la Misericordia de ese Dios que quiere que todos tengan sus nombres y apellidos inscritos en el gran libro de la Vida.

Y la respuesta del Señor es sencilla y muy, muy valiente: a esas almas iracundas al borde del homicidio, les dice: -Quien esté libre de pecado, que arroje la primera piedra-.
Nos lo dice a nosotros, a veces testigos, jueces y verdugos de las miserias ajenas -no de las propias- antes que almas satisfechas y agradecidas por el bien y la bondad que se encuentran en el hermano.

En el -Yo tampoco te condeno- que Jesús en su ternura le brinda a la mujer rescatada de la muerte que parecía inevitable, está llave -clave- de la restauración y reconstrucción de la vida derrumbada por el mal.

Dios ama y perdona, y desde allí se comienza a escribir con letras que no se borran el cartel de bienvenida al Reino que gozo y dicha, justicia y compasión.

Para esta Cuaresma que vá finalizando, un deseo que que las manos suelten las piedras de la discriminación, la acusación y la muerte, y se abran para estrechar otras tantas manos en talante de justicia, en abrazo fraterno, en ayuda a levantarse al caído)

Paz y Bien





Origen y contradicciones

Para el día de hoy (20/03/10)
Evangelio según San Juan 7, 40-53

(Así como Moisés separó las aguas del mar Rojo para el difícil paso hacia la libertad del pueblo de Israel, las palabras del Maestro también dividen las aguas de la historia.

Nadie estaba exento del poder que emanaba de su Palabra: algunos afirmaban que era un Profeta, otros que era el Mesías... Y también estaban los sabihondos fanáticos de siempre que cuestionaban lo que decía y lo que hacía por su origen escondido y humilde.
Sus raíces galileas eran causa de profundo desprecio, y desde esa cerrazón del alma lo juzgaban; y no creían en Él a causa de esos mismos orígenes.

El Maestro se identifica plenamente con los emigrantes despreciados.
Llega a tal extremo el desprecio que envían a la policía del Templo a detenerlo.
Ni modo. La Palabra de ese galileo es tan poderosa, que los guardias regresan con las manos vacías y mudos de asombro: - Nadie habló jamás como este hombre - dirán a los rabiosos fariseos y escribas, apropiadores de religión y almas.

Demudados de ira y de exterioridad, provocan su propio juicio: al excluir a Jesús por su origen y difamarlo, ellos mismos se autoexcluyen y reniegan de esa Salvación que se les entrega con bondad y gratuidad.

Es Cuaresma, tiempo de atravesar aguas divididas para llegar a la libertad de la tierra fértil de la Gracia.
Es tiempo de volver a preguntarse plenos de asombro quién es este hombre.
Que su Palabra se nos vuelva nuevamente única y asombrosa, y que podamos curarnos la ceguera de no ver su rostro en el hermano despreciado, excluído y marginado)

Paz y Bien

San José, de cuando no hacen falta palabras

19 de marzo - San José

Para el día de hoy (19/03/10)

Evangelio según San Mateo 1, 16.18-21.24

(Las Escrituras son obra de Dios y el hombre: más precisamente, hombres inspirados por el Espíritu que dejan para toda la humanidad el mensaje de Salvación contenido en la Palabra de Dios.

Y en la Palabra, como en la vida, nada sucede por casualidad; hay siempre, inevitablemente, una causalidad plena de misterio, la mano bondadosa de Dios que vá tejiendo la red que nos rescata para la vida.

Tal es el caso de San José.
En los Evangelios en donde se lo menciona, no encontraremos una sola palabra pronunciada por él.
Nada sucede por casualidad: quizás los evangelistas no reproducen palabras pronunciadas por el justo José porque no es necesario -más allá de nuestros razonables apetitos intelectuales-.

José se nos presenta muy silencioso: pero es un silencio que habla más que miles de palabras vanas.

No tenía -socialmente- demasiado a su favor: sin duda, su acento galileo lo delataba y como tal era minusvalorado por otros judíos -¿acaso puede venir algo bueno de Nazareth? dirían con triste frecuencia-.
La tradición nos lo presenta como carpintero: quizás más preciso sería decir que su oficio era el de artesano, es decir, hábil en el tallado de la madera y en la albañilería.
Y en esa perdida Nazareth no había una vida pletórica de comodidades; antes bien, campeaban las estrecheces y la pobreza.

La Palabra nos lo presenta como un hombre justo: ajustaba su voluntad al Dios de Israel, permanecía fiel, obediente y esperanzado al Dios de la Alianza.
Y en esa fidelidad era observante de la Ley: sin embargo, por el mismo hecho de ser justo, prevalecía la voluntad de Dios que es la vida por sobre la esclavitud de las normas.
Y ese ignoto carpintero de sangre real -ascendencia davídica- amaba a su esposa. Por eso, frente al desconcierto del embarazo de María fruto del Espíritu y con la posibilidad del oprobio y hasta de la muerte de la mujer que amaba -pues no habitaban aún juntos, y el hecho de María encontrarse encinta era flagrante violación de la Ley, severamente castigada- decide repudiarla en secreto, preservando la vida de esa joven, del niño que iba creciéndose en su seno y a la vez, manteniéndose fiel al Dios de sus padres.

Pero advertido por un Mensajero, y aún sin comprenderlo, dá un enorme salto de fé y la toma plenamente como esposa. En su noche más oscura y angustiante, desde su fidelidad surge la luz divina que inaugurará el tiempo de la Gracia, Buena Noticia de Salvación que traía ese Dios que llamaría hijito.

Seguramente, el Dios de la Vida hecho hombre comenzó balbuceando por primeras palabras -¡Immá!- por María y -¡Abbá!- por José.
Ese Hijo utilizaría lo que había aprendido del silencioso carpintero para contarle a todos los hombres que el Dios escondido es ante todo un Padre bondadoso y protector, y así lo llamaría: -¡Abbá!- -¡Papá!-.

La divinidad y la salvación que estaban en ese Niño estaban a su cuidado, como lo estaba su esposa.

Y desde ese silencio fiel, procuró en un mundo de pobreza el sustento y, a la vez, criaba a ese Hijo Dios como hijo propio.
Como Yehoshua bar Yosef sería conocido por sus paisanos el Maestro -Jesús hijo de José-.

Ese cuidado solícito no estuvo exento de peligros y riesgos: conoció junto con los suyos la dureza del exilio, escapando -merced al aviso de un Mensajero- de las espadas homicidas de Herodes.
Es de imaginarse lo duro del vivir en Egipto, lejos de su patria, en una cultura distinta, distinto idioma, el desprecio de los egipcios frente al extranjero emigrante -algo con reminiscencias dolorosamente actuales-, el buscar trabajo de cualquier cosa para el pan de su Hijo y de su esposa.

El regreso a Nazareth, de nuevo el trabajo que seguramente le fué enseñando a ese Dios al que llamaba Hijo, hijito.

Nos dice la Palabra que el Niño Jesús crecía en gracia y sabiduría y vivía sujeto a sus padres...
Ese carpintero educando a su Hijo, acompañándolo en su crecimiento, protegiendo esa vida en ciernes que cambiaría la Historia.
Ese Hijo que era su Dios y Señor, ese Hijo que seguramente fué descubriendo en su amor y solicitud la bondad del Padre Eterno del cual provenía.
Ese Hijo que como él se hizo artesano, carpintero, y al que le pedimos que con la dedicación y el esmero de sus manos callosas de trabajo nos talle el alma, nos edifique el Espíritu, nos repare el corazón.

En ese José del silencio están todas nuestras hermanas y hermanos que en silencio sirven, protejen y preservan la vida a toda costa, sin reclamar primeros planos, por puro amor y fidelidad.

Y es un silencio que debemos rogar, con la ayuda del Espíritu, se nos haga estruendoso y nos haga retornar a la sencillez de su humildad, su entrega, su fé, su servicio.

No hacen falta palabras cuando la Palabra está presente y se hace vida cotidiana)

Paz y Bien

De la erudición y de la sabiduría

Para el día de hoy (18/03/10)
Evangelio según San Juan 5, 31-47

(La dureza de las palabras de Jesús atraviesan la historia, desde el tiempo de escribas y fariseos hasta nuestro tiempo:

-"Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí, y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida..."-

Ser discípulos, ser testigos de Jesús significa dar un salto vital, implica dar un paso para seguirlo, aceptar su perdón y su Misericordia.
La conversión -metanoia- es ante todo aceptar ser una nueva creación y obrar como tal, dejando resplandecer su rostro, haciendo vida su Palabra.

La sabiduría comienza por allí, y no tanto por la erudición amplia acerca de las Escrituras.
El estudio y los conocimientos bíblicos son importantes, pero se desnaturalizan y se vuelven estériles si no implican un cambio radical en la existencia.

Es Cuaresma, tiempo de silencio, desierto y conversión.
Tiempo de dejarnos llenar por la vida que el nos regala)

Paz y Bien

Un rostro de vida


Para el día de hoy (17/03/10)
Evangelio según San Juan 5, 17-30

(Ante los que murmuraban críticas despiadadas y enconadamente tramaban su muerte, Jesús les responde revelando el misterio de Gracia y Misericordia infinitas de su Padre.

Aún a los responsables de los crímenes más horrendos el Maestro no retacea su rostro de ternura.

Se identifica en absoluta dependencia, plena y totalmente con su Padre, que es también el nuestro, a tal punto de descubrir a nuestros ojos escasos su condición de Hijo de Dios y de que ese mismo Dios actúa a través de Él.

Cuando expresa su misión, no se desvía de la mirada bondadosa de su Padre, y la condensa y sintetiza en dos vertientes: la resurrección de los muertos y el juicio sobre el mundo.

En la Resurrección en la que tendrá primacía, se alza su voz todopoderosa porque es voz de amor: la muerte habrá de soltar a sus cautivos.
La Resurrección de los muertos es la expresión cabal y perfecta de la vida dada en plenitud y gratuidad.
La promesa certera de que los muertos escucharán esa voz única no está dirigida únicamente al día en que Él regrese, al día en que nos reencontremos todos de una vez y para siempre... Hoy también hay muchos muertos en vida, y nosotros también experimentamos esa muerte fragmentaria.
Es aquello que llamamos pecado, y nada ni nadie puede resistirse a su voz.

En el juicio, es la mano del Creador impulsándonos a una vida de justicia, a una existencia ajustada a su voluntad, a una vida en plenitud sin límite de fronteras ni discriminación de gentes... Es grato pensar también que ha dejado en nuestras manos la posibilidad de la vida o de la muerte, de la opresión o de la justicia.
Su Padre y Él creen en nosotros, confían en nosotros -aún más que nosotros mismos-.

Ver su rostro y escuchar su Palabra significa el aquí y el ahora del Reino, la creación que se renueva en este preciso instante por la Infinita Misericordia de un Dios que nunca nos abandonará)

Paz y Bien




Desacostumbrarse

Para el día de hoy (16/03/10)
Evangelio según San Juan 5, 1-16

(Por un lado, un clima de fiesta y celebración.
Por otro, rodeando la piscina de Betzatá, una multitud de enfermos abandonados a su suerte; los que pasaban por el Templo se habían acostumbrado a su presencia, y su respuesta era el destrato que se expresa en pasar de largo.

Y entre el nutrido grupo de enfermos e impedidos, había un hombre tendido al costado de la piscina; nos dice la Palabra que hacía...38 años que estaba enfermo!, y se encontraba allí acostado pues no había nadie capaz de sumergirlo en esas aguas, a las que atribuían en ese entonces milagrosos poderes curativos.

En esa multitud de mujeres y hombres impedidos, caídos a un costado están hoy muchas de nuestras hermanos y hermanos. Su agonía es de larga data, años y años de no poder ponerse en pié. están postrados de enfermedades, de hambre, de miseria, de explotación, de desprecio o, peor aún, de ignorancia expresa por nuestra parte.
Pasamos de largo frente a su dolor pues nos hemos acostumbrado al desorden establecido.
Y hoy como ayer son los ojos del Maestro los capaces de ver en verdad qué sucede y de expresar la infinita Misericordia de Dios en hechos concretos, haciendo presente el Reino a través de la ternura y la solidaridad.
No hay nada más prioritario.
-es dable pensar que nosotros, con nuestro acostumbramiento, somos los auténticos caídos-

Es tiempo de mirar con los ojos de Jesús, de ver al caído y hacerlo poner en pié.
Allí comienza el culto agradable a Dios, más importante que todos los sacrificios, aunque -como a Jesús- surjan impiadosas voces de anatema, prohibido, blasfemo que quebranta el sábado... o izquierdista, subversivo, heterodoxo o cuanto epíteto de una vasta y cruel colección anda dando vueltas.

-¿Quieres sanarte?- dice el Señor ayer y hoy

No hay excusas.

Que el Espíritu de Jesús nos cure de tanta ceguera y podamos desacostumbrarnos a tanto dolor permanente.
Quiera Dios que, de una vez por todas, asumamos como discípulos del Maestro, el dolor del otro como propio.
Va siendo hora que la realidad nos duela y que ejerzamos nuestra vocación del Reino y de la esperanza.)

Paz y Bien


Dar vida


Para el día de hoy (15/03/10)
Evangelio según San Juan 4, 43-54

(Viene a Jesús un funcionario real a pedirle que sane a su hijo.

Según la mentalidad imperante, no debería recibirlo: primero por pagano, y segundo por ser funcionario del tetrarca galileo -Herodes Antipas- a quienes casi todos despreciaban por ser lacayo de los romanos.

Sin embargo, el Maestro no está preso de preconceptos, ideologías, razas o religiones: su Palabra llega a todos.

El funcionario es un padre angustiado por su hijo gravemente enfermo, en peligro de muerte, que al enterarse de la presencia de Jesús en Galilea no se demora un instante y en su búsqueda: sabe que ese extraño Rabbí judío tiene el poder de sanar. Con ese espíritu, lo interpela y le suplica que "baje" a su casa... de lo contrario su hijo morirá.

Pero el Maestro le una respuesta inesperada: le recalca y reconviene, pues sabe que la gran mayoría quiere presenciar la cosa prodigiosa, el signo maravilloso y espectacular para poder creer.

Pero los milagros suceden por la Misericordia de Dios y, a la vez, por la del hombre que confía más allá de su razón, más allá de los signos evidentes.

Quizás por eso, quizás porque cree en Él y quizás también porque ante todo es un padre angustiado por su hijo, el funcionario confía en lo que le dice el Maestro, y regresa a su casa.

-Vete, tu hijo vive-

-nada sucede por casualidad: si abrimos los ojos del alma, siempre podremos descubrir la causalidad escondida en todas las cosas, la mano silenciosa y amorosa de ese Dios incansable en querer dar vida a todas sus hijas e hijos.
Nada es casual, no es casual que ayer precisamente hayamos reflexionado acerca de otro Padre también preocupado por que su hijo perdido viva...-

Al llegar a su casa y descubrir a su pequeño sano, el funcionario descubre esa mano silenciosa de la Gracia expresada en Jesús: esa vida recuperada fué causa de que tanto él como su familia creyera en Jesús.

El signo mayor es precisamente ése: conforme al ruego del funcionario -¡baja a mi casa!- el Dios de la Vida ha bajado a nuestros hogares primeros, a nuestras almas, para ser sanos y salvos en su Hijo, Jesús.

Él bajó y se ha hecho uno de nosotros para dar vida a este mundo inundado de muerte en todas sus formas.
Y sus discípulos -los Doce, todos y cada uno de nosotros- tenemos una misma misión: dar vida.

En esas dos simples palabras se expresa la Palabra y la misión.
Queda en nuestras manos descubrir y articular los medios y, por sobre todo, escuchar las súplicas de tantas madres y padres agobiados por la suerte de sus niños)

Paz y Bien

Las distancias y el regreso: tiempo de fiesta y reencuentro.


Para el día de hoy (14/03/10)
Evangelio según San Lucas 15,1-3.11-32

(Esta parábola -erróneamente, quizás, llamada del hijo pródigo- es la parábola del Padre Misericordioso.

Todo orbita alrededor de su ternura y su bondad, incluso dos personajes fuertes como son los hijos.

Es una pintura de las distancias que a veces ponemos y de la fiesta que desata el regreso.

El hijo menor toma su parte de los bienes y parte hacia un país lejano; se zambulle de lleno en el fulgor pasajero de algún rayo tentador mundano, malgasta todo lo bueno que posee -su herencia- llevando una vida disipada. Las consecuencias no pueden ser peores: la miseria, la esclavitud y el hambre.
-porque esas flores de la pobreza son siempre consecuencias directas del egoísmo, propio o ajeno-
Inmerso en su dolor, sometido al destrato y acuciado por el hambre, toma conciencia de lo que ha dejado atrás: se dá cuenta que hasta el último de los obreros de su padre vive mejor que él, ninguno de ellos pasa hambre en la casa paterna.
La distancia se le hace insoportable y decide emprender el regreso: hasta prepara en su interior las palabras que le dirá a su padre en cuanto lo encuentre. Por eso, en su indignidad descubierta, quiere volver a su padre distante y ya no ser tratado como un hijo, simplemente vá a suplicarle que lo tome a su servicio como jornalero: sabe que así tendrá asegurada su subsistencia cumpliendo sus órdenes.

Nos cuenta el Maestro: el hijo aún estaba a una buena distancia de la casa paterna. No obstante, el padre lo distingue a lo lejos y conmovido, corre a su encuentro.
En la conmoción del Padre, Jesús nos revela una faz impensada de ese Dios que nos ama: un rostro materno de ese Dios que lleva a su hijo tan adentro de su corazón al igual que una madre lleva a su hijo en sus entrañas.

Ese rostro de Dios Padre y Madre es un rostro de Misericordia: y esa Misericordia cura, sana, libera la dignidad humana quebrantada de ese hijo menor.

El Padre lo abraza: no espera explicaciones ni pretende explicaciones. No hay castigo, no hay purificaciones rituales para tanta impureza, no hay razonables acciones punitivas correccionales de una vida equivocada. Tampoco será aceptado como un empleado. Simplemente y especialmente, se trata de su hijo que nunca estuvo lejos de su corazón, más allá del lejano país de perdición al que lo llevaron sus pasos.
El Padre lo abraza y lo besa: antes de cualquier expresión de arrepentimiento...¡surge el perdón increíble de ese Padre maravilloso!

Y la conmoción que lo agobiaba dá paso a la alegría: el hijo ha regresado, se ha recuperado una vida y, por lo tanto, no se repara en gastos, nada se reserva. Como suele decirse, se tira la casa por la ventana en una fiesta a la que se convoca a todos, pues la vida de un hijo perdido se ha recuperado.

Pero de quien menos se lo espera, brota un conato de queja y rabia por la actitud del Padre.
El hijo mayor también regresaba; más él regresaba de sus tareas en el campo. Siempre había cumplido con las normas, y esperaba la recompensa prometida por esa escrupulosa observancia. No puede -o no quiere- entender la actitud de su Padre para con el hijo menor, a tal punto de no querer ingresar a la casa, ser partícipe de la fiesta. Hasta desconoce a su hermano: lo menta a su Padre como " ese hijo tuyo", no "mi hermano".

Uno se había ido lejos en apariencia, pero siempre estuvo presente en el alma entristecida de su Padre, para quien no había distancia. El hijo -todos los hijos- siempre están presentes en su corazón.
El otro, aunque había estado junto a su Padre cumpliendo lo ordenado, quizás estaba más lejos que el hijo menor: aún estando en cercanía física con su Padre, se encontraba bien alejado de lo que el corazón paterno latía, a tal punto de ignorar su tristeza por la ausencia del hijo.

Pero tampoco para este hijo envidioso, airado en su soberbia, hay regaños por parte del Padre: sale en su búsqueda, trata de persuadirlo de que él también regrese a la casa, que participe de una fiesta que debe ser común a todos. Y esa fiesta será posible si regresan los hijos y se reconstruye esa fraternidad rota: el Padre le recuerda que no es un extraño, sino tan hijo como él, su hermano.

Este Padre no se preocupa por los bienes perdidos, sino que se alegra hasta lo indecible por la vida recuperada, por el hijo que ha regresado. E intenta y tratará sin imposiciones de que el otro hijo mayor no se convierta a sí mismo en un extraño: la fraternidad sucede por el amor del Padre cuando los hijos se reconocen como tales entre sí.

Este Dios Padre y Madre es el que espera ansioso nuestro regreso, sin importar la distancia que nosotros mismos hayamos puesto en nuestras sendas de miserias, y ansía el regreso de todos los hijos.

El Maestro nos revela a un Dios tal que es capaz de gastar todos sus bienes con tal de que una vida sea recuperada.

Así sea nuestra existencia: no hay bien que no deba gastarse alegremente con tal de que la vida de un hermano sea recuperada en plenitud.
No hay nada más valioso que una vida.
Amén. Así sea)

Paz y Bien


Deus Abscónditus


Eres un Dios escondido,
pero en la carne de un hombre.
Eres un Dios escondido
en cada rostro de pobre.
Más tu Amor se nos revela
cuanto más se nos esconde.

Siempre entre Tú y yo,
un puente.
Es imposible el vado.

Tanto me llamas Tú
como Te busco yo.
Los dos somos encuentro.
Haciéndome el que soy
-anhelo y búsqueda-
Tú eres el que eres
-don y abrazo-.

Dom Pedro Casaldáliga, cmf
Obispo Emérito de Sao Félix de Araguaia, Brasil

Vida de oración, el comienzo de la justicia

Para el día de hoy (13/03/10)
Evangelio según San Lucas 18, 9-14

(Gentes que se tienen por justas, puras y fieles, y desprecian a otros por ignorantes, pecadores e infieles.
Tiempo de fariseos y tiempo nuestro.

Dos hombres se dirigen al templo a orar.
Uno de ellos, el fariseo -autoconsiderado puro, observante fiel de la ley- se planta ante el dios que se había construído y lo alaba por ser puro, por cumplir con la Ley, por no ser pecador como otros, por atenerse a las normas.
La realidad es que tiene un momento de oración dirigida al autoelogio -aroma de soberbia-; a ese dios que se ha creado lo supone un procesador que recuenta virtudes y de acuerdo al saldo, premia o castiga.

El otro, un publicano -despreciado por todos, recaudador de impuestos- ni se atreve a levantar sus ojos y sólo puede, contrito, golpearse el pecho y suplicar compasión y misericordia por considerarse un pecador.
Ha visto su estatura, se ha ubicado en su lugar, intuye la magnitud de ese Dios verdadero que lo busca y se descubre pequeño, y desde allí suplica su perdón.

Y el Maestro, luego de contar esta parábola, es terminante: quien regresa justificado a su hogar es el publicano, ha recompuesto su comunión con el Dios de la Vida.
Desde su estatura de pecador, desde el descubrirse frágil y dependiente de la bondad de Dios ha dado el paso: se ha humillado, es decir, es humilde y esa humildad es la verdad, la justa medida de todas las cosas.

Para este momento de desierto, conversión y silencio es dable reconsiderarnos en la verdad de nuestra existencia: oramos porque el Espíritu sopla en nosotros y nos hace decir -¡Abbá!-.
La primacía es de Dios, es Él quien siempre se mueve primero. Y desde esa respuesta que se transforma en oración, buscar no tantos momentos de oración sino encaminarnos hacia una vida orante.

Sólo desde allí comienza la justicia: ajustar la existencia a la voluntad de Dios, y desde allí buscar la justicia del Reino para los hermanos.
Sólo desde una vida orante es posible una búsqueda íntegra de la justicia y la liberación para todas las hijas e hijos de Dios.

Jesús ha vencido a la muerte: ha quedado erradicado de nuestras posibilidades el no se puede)

Paz y Bien

Volver a vos (una canción para Cuaresma)


(Esta es una hermosa canción -sencilla y profunda-
que merece ser escuchada;
puede servir para un momento de oración y reflexión,
para el regreso a ese Dios que siempre espera nuestro regreso.
Su autor es el sacerdote salesiano padre Eduardo Meana.
Paz y Bien.
Ricardo)

VOLVER A VOS

VOLVER A VOS, VOLVER A SER,

VOLVER A RESPIRAR,

SABERME SOSTENIDO POR TU AMOR,

VOLVER A AMAR.


Dejar atrás la confusión,

el pozo sin salida.

Volver a estar unido a vos,

volver a la alegría.


Del barro antiguo hacia tu imagen,

dejar soplar tu aliento.

Recuperar mi nombre de hijo,

estar vivo de nuevo.


Decirte que por sobre todo,

Dios mío, te deseo.

Mi angustia desandar y anclar

en tu amor fiel y eterno.


padre Eduardo Meana, sdb

aquí puede escucharse:

Desde un Dios próximo, redescubrir al prójimo


Para el día de hoy (12/03/10)
Evangelio según San Marcos 12, 28b-34

(Escribas y fariseos interrogaban a Jesús acerca de la escala de preeminencia de los mandamientos: como especialistas en temas religiosos, querían oír en sus propias palabras qué era lo que debía ser considerado más importante.

La meta de tales afanes estribaba en la exhaltación de las normas, y no en la trnasformación de su vida desde los mandamientos.
Esto sucedía en tiempos de la predicación de Jesús y en nuestros tiempos también, cuando se acentúa la subordinación a la ortodoxia por sobre el amor expresado en servicio o la devoción a determinadas tradiciones por sobre la necesidad el hermano pobre y excluído.

Sin embargo, entre los hombres que lo interrogaban había un hombre -un escriba- que intuía que en ese galileo que les hablaba había algo más que meros discursos o palabras vacuas; por eso le pregunta -con sinceridad y sin intenciones ocultas- cual es el mandamiento más importante.

El Maestro le responde con un pasaje de la Torá que para los judíos piadosos era su oración principal: -¡Shemá, Ysrael!¡Escucha, Israel! El Señor nuestro Dios es el único Señor, y amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente-
La fé no admite medias tintas, no se condice con tibieza pues sólo es fé verdadera cuando se pone el cuerpo, la mente y el corazón, nuestra totalidad sin reservas.
Y no se queda allí: le continúa diciendo al escriba -El segundo es amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos-.

El escriba busca en su arcón doctoral y desde su sinceridad, coincide con Jesús en que ésos son los mandamientos principales, los fundamentales.
Y el Maestro, frente a su honradez intelectual y sensatez le señala -No estás lejos del Reino de Dios-

El escriba había respondido con verdad, y por dicho motivo Jesús señala su cercanía con el Reino. No obstante, al escriba le faltaba dar un paso. Estaba cerca del Reino, pero le faltaba llegar.

Ese paso faltante es la distancia que debemos recuperar: el regreso al hermano desde Dios, el retorno al prójimo, el hacernos nosotros mismos próximos.

Porque el Dios del Universo se ha hecho uno de nosotros.
Siempre toma la iniciativa: Él se ha aproximado a nuestras existencias, hijas e hijos dispersos.
Y la respuesta a esa proximidad debería ser redescubrir al hermano, al prójimo aproximándonos nosotros.
Primero al pobre, al olvidado, al despreciado, y luego a todos los demás.

Volver a Dios es también volver al hermano; amar a Dios es amar al hermano, y todo se cimenta en que Él nos ha amado y querido primero)

Paz y Bien

De cegueras y mutismos


Para el día de hoy (11/03/10)
Evangelio según San Lucas 11, 14-23

(Jesús expulsa al demonio de un hombre -el mal que lo atenazaba no puede resistirse al amor de Dios- y es curado de su mutismo; al instante, recupera el habla.

Los signos están a la vista, sucede ante los ojos un milagro, el bien se hace presente y hay una vida que se restablece, hay un hombre incapacitado para expresarse que recobra el habla desde la compasión del Maestro.

Aún así, hay otra incapacidad mayor -casi incurable-: la ceguera de no poder ver las señales de Dios, la presencia de su Misericordia.

Surgen los cuestionamientos, las interpretaciones crueles y mezquinas, las atribuciones demoníacas.

No obstante, a pesar de esa ceguera del alma, el Reino sigue creciendo aquí y ahora.
Sólo basta confiar y re-hacerse sencillos... quizás, en parte, porque por eso que llamamos pecado nos hemos vuelto decididamente complejos.

Porque la discapacidad verdadera no es física... es alma tronchada por la soberbia y el egoísmo.

Con la confianza en el perdón y la Misericordia de Abbá Padre de Jesús y Padre nuestro, supliquemos que nos cure toda ceguera que nos impida ver en donde sea y de donde provenga, la bondad y el bien como expresiones de Dios y su Reino.)

Paz y Bien


El Dios de nuestros padres

Para el día de hoy (10/03/10)
Evangelio según San Mateo 5, 17-19

(Hay una línea ininterrumpida que atraviesa la historia desde Abrahám, el viejo pastor de Ur, hasta nuestros días.

El Dios de Isaac, el Dios de Jacob, el Dios de Moisés.

El Dios que guiaba a su pueblo por el desierto.

El Dios que hablaba de justicia y conversión a través de los profetas, y que permanentemente recordaba a los suyos -a pesar de sus pecados, de sus traiciones, de su desesperanza- que Él nunca se olvidaba de ellos, que Él mismo iría a su rescate.

El mismo Dios de nuestros padres, Abbá Padre de Jesús y Padre tuyo, mío, nuestro...

Desde el Maestro todo se recrea, se vuelve una nueva creación.
El cosmos y la humanidad recobran el significado amoroso del acto creativo permanente de su Padre.

Por eso, nada nos es ajeno.
Así, la Ley y los profetas -que quizás atribuímos exclusivamente al pueblo de Israel- nos involucran en esta magnífica historia de la Salvación.
El Maestro no vino a abolirlas: vino para que adquirieran su significado más profundo y trascendente. Ese significado sólo puede aceptarse desde el interior y con los ojos de justicia del Reino.

Ese Reino que está creciendo, aquí y ahora entre nosotros, y que debemos hacer presente viviendo y haciendo vivir la plenitud de la Ley y los profetas: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.

Hemos recorrido un largo camino, miles de años, y la mano misericordiosa de Dios nos sigue guiando aún cuando nos podamos caer, tropezar, perdernos o ir en sentido contrario.

Es un buen tiempo para reencontrarnos con quienes nos han precedido y cuyas huellas van orientando nuestros pasos hasta Jesús, nuestra salvación)

Paz y Bien




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