De la vida sagrada

Para el día de hoy (14/03/11):
Evangelio según San Mateo 25, 31-46

(Una de las vertientes más profundas de la Encarnación es que se ha inaugurado un nuevo tiempo, un tiempo santo, tiempo de Dios y el hombre inseparablemente tejidos.

El Creador está presente en cada ser humano -sin importar origen, condición, religión- y esa presencia infinita hace al hombre sagrado.
Eso, precisamente, es aquello que hoy viene a recordarnos el Maestro: no hay templo ni norma, idea o imagen que sea más sagrada que la vida humana, vida que Él mismo ha asumido al extremo de llevar nuestras debilidades y quebrantos, y que recreará al tiempo de la Resurrección.

Pero no es sólo una declaración de principios simpática y agradable que se desdibuja en ciertos velos románticos: Jesús vá más allá, y esa sacralidad se hará concreta y tangible en todos aquellos que sufren, hambrientos y sedientos, sin techo, emigrantes, vidas en harapos, presos condenados al olvido.
Y en esa humanidad doliente -la que a menudo se nos hace intolerable a los ojos- está nuestra vocación y la expresión de todo culto verdadero: todo aquello que consideramos sagrado debería quedar en segundo plano o, mejor aún, subordinarse al servicio de todo aquel que sufre, Cristo doliente sacrificado en altares de la miseria.

Quizás -sólo quizás- liturgia y títulos, cánones y ortodoxia, deberían ser expresión cabal de los benditos del Padre, aquellos que han dejado todo atrás para seguirlo a Él en los que aún no pueden ponerse en pié, en los que desoyen todo interés personal para volcarse por entero al otro, en donde resplandece el Totalmente Otro.
Ésa precisamente es la verdadera religión, re-ligar, re-unir, re-atarse desde el amor al hermano en el que palpita la vida divina.

Cuaresma, tiempo de conversión, converger hacia Dios a través del hermano)

Paz y Bien

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