Sacralmente humano

Para el día de hoy (05/04/11):
Evangelio según San Juan 5, 1-16

(Sistemas, normas y legislaciones suelen conducir a lo mismo: al abandono, a la indiferencia, a la insolidaridad. Es claro que ésta última está enraizada en el corazón de las gentes, pero aún así la realidad golpea desde el excluido, el enfermo, el olvidado, el negado, el objeto de todo destrato.

Está bien que nos asombre -y sin embargo es bastante habitual en nuestro presente- un hombre paralizado, a la vera de una piscina de aguas pretendidamente sanadoras. Treinta y ocho años allí mismo, olvidado, negado siquiera de un leve empujón que signifique aunque sea un pequeño auxilio a sus angustias.

Sin embargo, junto a esa piscina de Betesda había dos muros: el muro del Patio de los Gentiles del Templo y el muro impuesto de la ley sacralizada, ley llevada al extremo de permitir olvidar al hermano y negar cualquier socorro precisamente por la transgresión del sábado.
Y ésta es una llamada de atención, una alarma a nuestras olvidadizas sociedades y comunidades que permiten que tantos agonicen solos y en silencio: no hay ley ni norma legítima que no tenga por destino el bien del que sufre y no abra espacios a la solidaridad.

Jesús derriba todas estas pretensiones, y cambia el centro gravitatorio: lo sagrado se encuentra en la misma vida humana, y no tanto fuera de ella, y mucho menos en la observancia de normas inhumanas.
Su gesto mayor está en la curación del lisiado aún cuando éste nada reclama, nada pide: el hombre se pone de pié porque Jesús lo ha curado de puro corazón -toda bondad-, anteponiendo su bien a toda conversión previa, a cualquier expresión de fé.
En ese lisiado Jesús descubre el rostro de Dios que palpita en cada ser humano, y prevalece la compasión, sin importarle las consecuencias de ese quebranto legal que, sin dudas, habrán de llevarlo a la cruz.

Allí en esa piscina, a la vera del Templo de Jerusalem, Jesús reestablece el culto sagrado, el sacrificio agradable a Dios: la misericordia la compasión con el caído, con el que ha quedado solo y olvidado, con el que sufre)

Paz y Bien

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