El paso de la justicia a la misericordia


Para el día de hoy (04/05/11):
Evangelio según San Juan 3, 16-21

(Son varios los pasos que hemos de dar para cruzar el bravo mar de nuestras ideas, y llegar a la tierra prometida de la vida en el Espíritu.
Es la Pascua que tenemos pendiente, el paso de nuestra idea de justicia a la Misericordia que sostiene al universo.

El comienzo quizás sea volver a comprender corazón adentro la idea de Dios como Padre: ningún padre desea ni gusta ninguna clase de mal, ni le resulta válido el sufrimiento de ninguno de sus hijos.
Así sea también para nosotros: Dios no ha querido que Jesús sufriera, fuera torturado y humillado, sometido a la crueldad ilimitada de la cruz.
Jesús de Nazareth asumió libre y voluntariamente el sacrificio como donación, como amor mayor, y por ese amor la humanidad se ha renovado y se nos revela sagrada: el Dios del Universo se expresa en cada acto, en cada gesto y en cada palabra que refleje la entrega de la vida para que otro viva.

-quizás por ello amor sea, ante todo, salir de sí mismo en la búsqueda y el bien del otro-

La Pascua pendiente refiere también a desandar las veredas erróneas de la justicia y el juicio divinos, el rictus espantoso de un Dios severo, castigador, rápido para condenar a los réprobos y sancionar todo pecado.
Ése no es el Dios de Jesús.

El Dios que nuestro hermano y Señor nazareno nos ofrece tiene un rostro bondadoso, un Dios que es manantial de vida, de esperanza, de luz en medio de las tinieblas, Dios del abrazo antes que del martillo eficaz de la sentencia, Dios del perdón que sana, Dios de la compasión, Dios de nuestra liberación.

En el amor mayor ofrecido en la Pasión está la clave de la existencia y de toda la humanidad: la justicia de Dios es la Misericordia, es el siempre más, la maravillosa desproporción, la increíble abundancia de la generosidad más allá de cualquier mérito y lejos -muy lejos- de cualquier premio o recompensa.)

Paz y Bien




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