Segundo parto

Para el día de hoy (02/05/11):
Evangelio según San Juan 3, 1-8

(Estar cerca de Jesús no era muy recomendable: se lo tenía por blasfemo, charlatán, subversivo, peligroso. Para colmo de males, gustaba de juntarse con lo más despreciable de la sociedad, los réprobos y los impuros, con lo cual Él mismo se impurificaba a los ojos crueles de la ortodoxia.
Por ello mismo, quien tuviera contacto con el Maestro también corría el riesgo de impurificarse.

Nicodemo acude a Jesús en la noche; es un hombre importante, poderoso y de gran prestigio.
Nicodemo acude a Jesús escondido, clandestino por temor a perder influencia y prestigio, por ese miedo de volverse réprobo a sus pares, extraño a su sociedad habitual, y estos temores a nosotros mismos nos acechan a diario.
Ese qué dirán magnificado es sinónimo de drama y causa de opresión social, religiosa y comunitaria.

Aún así, no es su único problema: su alma está atada a ese duro esquema de aferrarse a la letra por la letra misma, la tiniebla de la literalidad que conduce al fundamentalismo y al anquilosamiento cordial porque no hay espacios para el Espíritu.

Nicodemo es un hombre que se esfuerza desde la honestidad, y reconoce en ese galileo algo más; lo que le escucha y lo que le vé realizar sólo puede provenir de Dios. Sin embargo, debe dar otro paso, el gran paso, la Pascua del profeta milagrero y sanador al Mesías y Salvador.

El reducido espacio de la letra por la letra misma no abre sus puertas al Espíritu, y nosotros, al igual que Nicodemo, hemos de pasar por un segundo parto desde lo profundo de nuestro ser -un parto que no debe remitirse a los márgenes de lo biológico-.

Un nuevo nacimiento, el bautismo de lo alto en la paradoja del Reino que implica asumir la cruz en nuestro presente, el dolor de los crucificados en donde resplandece el rostro del Resucitado que vive hoy, aquí y ahora, entre nosotros, naciendo a la Resurrección y a la vida plena)

Paz y Bien

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