Hospitalidades

San Francisco de Asís

Para el día de hoy (04/10/11):
Evangelio según San Lucas 10, 38-42

(Jesús se encamina decidido a Jerusalem, en el horizonte se cierne su Pasión. Y todo lo que vá haciendo y enseñando debe ser interpretado bajo esta perspectiva, que no es otra que el camino de la cruz.

Frente a letrados, doctores de la ley y fariseos ha alabado a un despreciado samaritano -este galileo es un provocador consumado-; hoy se encuentra con dos amigas, Marta y María, en casa de ellas. No es un dato menor: las mujeres estaban algo más que relegadas, no contaban salvo por los derechos del esposo o, eventualmente, de su padre. No tenían derecho a participar activamente en las reuniones y el aprendizaje de la sinagoga.
A Jesús parece no importarle esto, y mucho menos el qué dirán. Se aloja gustoso en ese hogar amigo, y se pone a enseñar a María las cosas de su Padre.

Aquí hemos de hacer un alto: se ha pretendido, desde esta lectura, oponer erróneamente acción a contemplación.
Nada de eso.
Es una historia de hospitalidades.

Marta se preocupa por recibir en su hogar al Maestro y a sus compañeros; procura que nada falte, que todo esté a punto, y en su ansiedad de servir se dispersa y pierde de vista lo principal. Tal es la velocidad que imprime a su actuar, que en vez de pedir ayuda a su hermana, le reprocha al Maestro el haberla dejado sola en los quehaceres hogareños.
En el afán de servir, ha perdido el rumbo y por ello mismo Jesús no la reprende; por el contrario, la trata con palabras afectuosas. En su fervor había dejado de lado los afectos para dar paso a una inercia nada buena.
La praxis pura sin sentido hace daño.

En cambio, María está a los pies del Maestro aprendiendo, aprehendiendo. Ella tiene la exacta postura obediente -ob audire- que no es otra que la escucha atenta de quien es el Verbo de Dios.
En ella también destaca la hospitalidad; pero antes de recibir al Maestro en su hogar, lo ha recibido en el recinto de su corazón. No ha perdido de vista lo esencial, y hospeda a la Palabra en las honduras de su alma: por eso se ha quedado con lo más valioso, con lo que no le será quitado, con lo que permanece para siempre.

Esas dos hermanas son, en cierto modo, nuestras existencias, historias andantes de hospitalidades, de vivir a velocidades impensadas y perder de vista el sentido, lo que cuenta, lo importante.
Quizás suceda en que nos agobiemos por todo lo que podemos llegar a hacer...cuando en realidad, el fundamento de la vida y lo que dá impulso y destino a todo lo demás es, realmente, todo lo que Él puede y quiere hacer por nosotros.
Un Dios que se hace hombre y ha venido a servir a todos, no ha ser servido.

Nos perdemos en esos afanes de pretender hacer mil y una cosas por Dios, por Iglesia, por los demás. Pero lo que prevalece es la acción increíble y maravillosa de la Gracia en nosotros, esa misma Gracia que nos mueve a la hospitalidad, a hacernos prójimo del hermano caído a la vera del camino.

Jesús lo sabía bien, y en un momento brindó a su Madre el mejor de los elogios en esa perspectiva: benditos y felices son los que escuchan la Palabra de Dios y la guardan, aquellos corazones en los que la Palabra ha encontrado hogar y se encuentra en casa, y germina dando frutos santos de compasión y misericordia)

Paz y Bien


1 comentarios:

Salvador Pérez Alayón dijo...

Magnífica exposición y bien centrada en lo importante. No se trata de rezar, ni de hacer, sino de lo que se rece y se haga que sea con profundidad, con presencia, con y por la Gracia de DIOS. Ese es el fundamento y lo verdaderamente importante y auténtico.

Seamos Marta, pero más en presencia de JESÚS, más en Manos del ESPÍRITU. Y seamos María, escucha atenta a la Palabra guardada en mi corazón y vivida en mi vida.

Un fuerte abrazo en XTO.JESÚS.

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