Kairos en clave de niños

Para el día de hoy (23/12/11):
Evangelio según San Lucas 1, 57-66

(Es el tiempo santo, kairos, Dios en la historia humana.

A contrario de lo que pudiera imaginarse, interviene sin estridencias, sin imposiciones, sin otro poder que el de la ternura, y será en clave de niños.

Es una pequeña aldea de montaña. Un caserío pequeño, unos cuantos vecinos, uno de esos lugares en donde todos se conocen y se comparten penas y alegrías.
Es dable pensar a las vecinas y parientes acudiendo sin demora a la casa de Isabel: le ha nacido un hijo un hijo que es bendición -todo hijo es bendición- pero en ella es mayor, pues Isable y Zacarías eran ancianos y hasta el momento, no habían podido ser padres.

Ese niño ha transformado sus vidas y su llegada ha quebrado la monótona esterilidad de sus existencias: por ello mismo ese hijo añorado no seguirá las costumbres habituales, es decir, llevar el nombre de su padre Zacarías.
La mamá se muestra firme y decidida: el hijo se llamará Juan, nombre que recordará siempre la misericordia de Dios.
Es claro que las comadres se animan a discutir esa decisión -son casi familia-; pero Isabel se mantiene firme.
Quien debía zanjar en la cuestión era el viejo sacerdote Zacarías. Hacía varios meses que llevaba una mudez impuesta por el Mensajero, ese silencio a menudo necesario para que nos nazcan cosas nuevas.
Zacarías repalda: -Juan es su nombre-, tablilla mediante y para asombro de todos.
E inmediatamente la Palabra nos regala una figura maravillosa: "se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios".

Por este niño que será grande y será profeta -los vecinos lo intuyen- al viejo sacerdote fiel se le sueltan las palabras, recupera la voz.

Un Niño Santo nos está naciendo, el Verbo de Dios se encarna para que recuperemos la Palabra y volvamos a cantar las maravillas de un Dios que no nos abandona jamás.)

Paz y Bien



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