Aguja, camello, comunidad


Para el día de hoy (28/02/11):
Evangelio según San Marcos 10, 17-27

(Un fundamento que ha de ser constante motivo de reflexión es lo que el Maestro nos enseña acerca de nuestra entrada al Reino de Dios.
Históricamente, con triste frecuencia se ha insistido en una circunstancia postrera, producto de la acumulación de méritos en atención a puertas celestiales que se abrirán post mortem, capitalismo de las almas que deja de mirar el hoy de la Salvación.

Es claro que no es el caso ignorar el más allá -destino de eternidad-, sino de que la existencia se defina por el aquí y ahora del Reino.
Nada es casual, hay una causalidad bondadosa en la enseñanza de Jesús: ante la pregunta del joven rico, el Maestro deliberadamente omite los mandamientos relativos a nuestra relación con Dios, y pone el acento en aquellos que refieren al respeto a la vida y a nuestra relación con el prójimo.
La plenitud -la eternidad, la felicidad, la vida en Dios- está signada por nuestra relación con el otro: el rostro de Dios se revela en Jesús y se descubre en el hermano.

Una vertiente no menor del Evangelio para el día de hoy: en nuestras comunidades quizás prevalezcan demasiados camellos perfectamente entrenados en pasar por otros tantos ojos de imposibles agujas. Porque si la comunidad es signo cierto del Reino en tiempo presente, debe abandonar todas esas riquezas estériles a las que se aferra sin asomo de vergüenza, vender todo lo superfluo y darse desde la misma pobreza que sólo espera en Dios.
Camellos y agujas del orgullo y la soberbia, del dogmatismo sin compasión, del desprecio, del destrato, del olvido del hermano, del culto impiadoso del ego antes que la plegaria del nosotros.

En un mundo que se inclina hacia un individualismo sin medidas, a un elitismo segregacionista, a la expulsión del que es distinto ¿puede ser esto posible? ¿acontecerá el Reino entre nosotros aquí mismo, en tiempo presente?

Nada es imposible para Dios, y nuestras tristes y pequeñas existencias se engrandecen por la Misericordia, cuando suceden la compasión y la solidaridad, frutos primeros del Espíritu de Aquel que no deja de buscarnos y reunirnos)

Paz y Bien

Esclavitud intangible, liberación en tiempo presente

Para el día de hoy (27/02/11):
Evangelio según San Mateo 6, 24-34

(Con la sigilosidad de una serpiente, con el avance inexorable de un tumor maligno, así nos vá royendo la vida el dinero.
La búsqueda del tener más para ser más en realidad encubre una esclavitud que no suele ser del todo visible: si no tengo, no soy, y allí los grilletes interiores se van ciñendo cada vez más.
Desde esa actitud primera, quizás pueda comprenderse lo que sesudos análisis interpretan como fenómenos macroeconómicos. Pero en el ansia acumulativa suceden a la vista de todos -y sin horrorizarnos- sacrificios humanos.
En el altar del ídolo Mercado se inmola concienzudamente al prójimo.

Y Jesús -el más grande lector del corazón humano- conoce las consecuencias: en el alma humana no pueden coexistir la devoción a un falso dios que esclaviza desde la posesión, y un Dios que es Padre y Madre y que ansía la plenitud para sus hijos e hijas dándose a sí mismo.

Sin ánimo de razones ideológicas -que aquí no están en juicio- es preciso volver a la frescura y la claridad de la profecía, esa Palabra que anuncia y denuncia.
Porque algunos viven en la opulencia, muchos están sumidos en la miseria, porque la servidumbre del dinero es consecuencia directa del egoísmo y por tanto, contraria a toda solidaridad, el dinero es enemigo de toda comunión y aniquila todo asomo de humanidad.

¿Cabe esperar entonces una intervención divina en favor de los pobres en un tiempo futuro, escatológico, esperanza desdibujada sin realidad?
Nada de eso es eco de las palabras del Maestro.

La búsqueda del Reino y su justicia tiene el color y el perfume del aquí y el ahora, y la liberación puede acontecer en este presente tan oscuro si nos decidimos -con confianza y coraje- al compartir desinteresadamente, contrarios a toda razón mundana, testigos veraces de esa providencia de Padre y esa ternura de Madre que nos insta a no preocuparnos tanto por nosotros mismos y a volcarnos en favor del hermano, anunciando que hay más -siempre hay más- que sistemas que oprimen y que parecen lo único en el horizonte, y denunciando desde los hechos cotidianos a todo lo que se opone a una vida que tiene origen y destino divinos)

Paz y Bien

Desaprendiendo

Para el día de hoy (26/02/11):
Evangelio según San Marcos 10, 13-16

(Nos hemos vuelto decididamente grandes, serios, adultos.
A veces lo podemos percibir en el gesto adusto y ceñudo, como demostrando que la vida es cosa seria, tan seria que no hay lugar para nada más que el rictus amargo y la severidad en la mirada.
Y nos hemos olvidado en alguna esquina la inocencia, huérfanos de toda novedad.

Es claro que no se trata de una elegía a la ingenuidad -además, hemos andado en estas lides de la adultez con metódica asiduidad durante demasiado tiempo-.
Se trata de oír y escuchar al Maestro, y dejar que la Palabra nos vaya transformando, por más difícil e imposible que parezca el desafío.

Dice Jesús que si no recibimos el Reino como un niño, el acceso estará vedado, y esto nos conduce directamente a un maravilloso desafío de desaprender demasiadas cosas que se no hacen lastre y nos hunden.

Hacerse niño es reconocerse dependiente del amor y el cuidado de Padre y Madre -rostro de ternura de ese Dios que se nos revela en Jesús-, mansos conocedores de la gratuidad de quien nos quiere más allá de cualquier mérito.

Hacerse niño es recuperar una mirada de asombro, ojos brillantes de pura alegría cuando se descubren los regalos -signo cierto de la Gracia-; desprendiendo tantas cosas, los regalos -la vida misma como don- se descubren a cada paso.

Hacerse niño es animarse a sonreír sin condiciones, a una risa espontánea que no se condiciona por pretéritas aceptaciones sociales.

Hacerse niño es desalojar del corazón todo lo que viene sobrando, para ser felices: ese mismo Maestro galileo nos había afirmado la felicidad de los de limpio corazón, capaces de ver en plenitud el rostro de Dios.

Y hacerse niño implica también reconocer expresamente que Dios tiene preferencia y debilidad de Padre y Madre por los más pequeños, y así actuar en consecuencia, buscando la protección y la plenitud de los que no cuentan en su estatura...y que no necesariamente significa tener cierta edad corta.

Jesús abrazaba a los niños, y esa es clave de fé, fé que se nos muestra ante todo como ternura, contacto y abrazo antes que como aceptación de normas y doctrinas)

Paz y Bien


Matrimonio, disolución voluntaria y amorosa

Para el día de hoy (25/02/11):
Evangelio según San Marcos 10, 1-12

(Los pensamientos y reflexiones acerca de la indisolubilidad del matrimonio -al menos desde la Iglesia- tienen firmes fundamentos; sin embargo, a menudo adolecen de una mirada de compasión y misericordia. Debe ser porque nos hemos vuelto ortodoxamente intolerantes al pecado...ajeno.

El mismo término en su etimología es controversial: matri-monium -mater y munium, función de madre- refiere a una institución del derecho romano por la cual la mujer adquiría el derecho a ser madre legalmente reconocida, y sus hijos tener derechos sucesorios, un padre reconocido, no ser considerados bastardos, etc.
Si nos detenemos en esta concepción primera -que se entiende que ha evolucionado considerablemente- se puede inferir que no está demasiado cerca de lo que nos enseña el Maestro.

¿Porqué no pensar al matrimonio desde la disolución voluntaria?
Parece una contradicción, o simplemente una torpe provocación. No obstante, tiene mucho de ello, comenzando por la raigal igualdad de deberes y derechos de los esposos, igualdad asumida no tanto por códigos instaurados sino desde el propio corazón.

Quizás sea dable pensar el matrimonio como disolución voluntaria del yo en pos del nosotros, reconocer que somos específicamente distintos y que, no obstante, desde esas disimilitudes tenemos la capacidad de hacer una vida plena, con el mismo poder Creador de Dios, generando vidas nuevas en los hijos -milagros plenos de la Gracia más que accidentes biológicos-.

Una sola carne que implica una sola vida magnificada y trascendente, la renuncia expresa al interés personal por el bien del otro, el morir a todo egoísmo para que el otro viva, la unión buscada de los cuerpos varios escalones más arriba del mero placer, sucediendo un encuentro que tiene mucho de Dios al ejercer amorosamente el poder creador en la concepción de los hijos y -muy especialmente- en la recreación del otro desde su especial identidad.

Tal vez todo adquiera un sentido más profundo cuando voluntaria y alegremente seamos capaces de disolver nuestros limitadísimos y hambrientos egos en favor de la vida de quien amamos.
Allí sucede el milagro, y a menudo encontramos un signo de eso que Jesús nos habla en abuelos que han compartido muchos años de vida juntos -con sus idas y vueltas, con encuentros y desencuentros, con aguas calmas y tormentas-: fíjense como será la identificación con el ser amado, que hasta físicamente se asemejan y parecen.

Desde esa perspectiva de disolución desde el amor, quizás recobremos eso que en el diario trajín se nos ha extraviado: el poder de crear, de dar vida, de amar -Dios en su misma esencia- no puede separarse ni quebrantarse, y es indisoluble y eterno por ello mismo.)

Paz y Bien

Convicciones urgentes

Para el día de hoy (24/02/11):
Evangelio según San Marcos 9, 41-50

(En el Evangelio para el día de hoy, el Maestro se expresa con una dureza que sorprende, quizás en parte porque a muchos de nosotros nos resulta conveniente un Cristo de palabras suaves, simpáticas y tranquilizadoras, un calmante que se ingiere en metódicas dosis litúrgicas...y no tanto un Redentor que sea capaz de conmover hasta nuestras fibras primeras, desestabilizarnos para hacer pié con el filo agudo y liberador de la verdad desde la mansedumbre.

Tal vez sea más que adecuado dejar que su Palabra nos interpele, antes que enredarnos en interpretaciones estériles.
Así, podríamos decir que hay una exigencia perentoria a cambiar de vida -eso que llamamos conversión- y que se expresa en una ética trascendente, desde la convicción fundante del cuidado del hermano, del interés del otro antes que la satisfacción del propio ego, de la protección a cualquier costo de los más pequeños, vulnerables y desprotegidos.
La identidad es clara: cada uno de ellos es el Señor, todo lo que a ellos les suceda -por gestos de bondad, por acciones de horror o por omisiones desde la desidia- le sucede al mismo Jesús. Él se identifica plenamente con los pequeños así como se identifica con su Padre, de tal modo que al ver a Jesús vemos al Padre...y en el rostro de los pobres y pequeños, resplandece el rostro del Maestro.

Hay un error posible en torcer nuestro modo de ser en el mundo -ethos, ética- si suponemos en sus palabras una amenaza; lo verdaderamente urgente no es el riesgo de caer en el abismo del sin regreso, sino en no sostener desde los huesos y aún a costa de la propia vida esas convicciones que nos constituyen y por las que nos reconocemos mujeres y hombres de sal, hermanos e hijos de la paz.)

Paz y Bien

Gestos de bondad, signos del Reino

Para el día de hoy (23/02/11):
Evangelio según San Marcos 9, 38-40

(Suele haber pretendidos monopolios entre los creyentes, en muchas comunidades, y esa tendencia desgraciadamente se extiende en demasía. Tales monopolios implican la censura explícita o la minimización de las buenas acciones por no pertenecer a nuestra confesión, por no seguir a Jesús al igual que nosotros y, especialmente, por caminar por alternas veredas a las nuestras.

Pero las palabras del Maestro son claras, y tienden a romper esas corazas con las que solemos blindar nuestros corazones.
Es que cada vez que sucede un acto de bondad, cada vez que florece el bien -del modo que sea, a través de quien sea- acontece el Reino.

La solidaridad, la búsqueda incansable de la justicia, la mansedumbre y la no violencia, la entrega por los demás, el aceite del consuelo para los pobres, el vino de la esperanza para los resignados, la vida ante todo... son todos signos santos, inspirados por el Espíritu, flores primeras de la Gracia.

Oikoumene, esta familia que se nos ha dado es mucho más grande de lo que imaginamos.

Será cuestión de abrir los ojos de la otra mirada, y descubrir a uno de los nuestros allí mismo, en donde el Reino sucede en cada gesto bondadoso, más allá de su origen.
No se trata de agradables palabras: se trata de la realidad de reencontrar a un hermano al que hay que imitar y proteger, que busca con afán una vida mejor para el prójimo y que es tan de Jesús como cada uno de nosotros.)

Paz y Bien


Extrañas llaves

Cátedra de San Pedro Apóstol

Para el día de hoy (22/02/11):

Evangelio según San Mateo 16, 13-19

(Opiniones. Muchas opiniones: que Elías, que el Bautista, que un taumaturgo, que un profeta...

Pero Simón y los otros han compartido con Jesús vida y cercanía, permanecen con Él y en Él: no tienen sólo una opinión de oídas, es un conocimiento que es dado y que se apoya en una vivencia profunda.
Simón contesta categórico por sí mismo y en nombre de sus compañeros:-Tú eres el Mesías, el Hijo de Dio vivo-.
Desde esa experiencia vital que todo lo transforma, Simón el pescador galileo -Shimón bar Jonás- tendrá un nombre nuevo pues nueva es su misión y su vocación: en adelante su nombre será Cefas, Petrus, Pedro, Piedra, roca en donde sus hermanos encontrarán fundamento y fortaleza, y también ha de ser piedra de escándalo...

Es que Pedro edificará junto a su Maestro -la piedra angular que han desechado los arquitectos-, y será constructor de familia, artesano de corazones, vocación de arquitectura de almas libres...antes que de instituciones.
Y almas libres y plenas, reunidas en fraternidad alrededor del Maestro -cantos de amor y liberación- necesariamente será escandaloso pues es vocación de buscar hermanos perdidos en un desierto de egoísmo.

Este Pedro tendrá -confiadas por Jesús- unas llaves extrañas. Justamente a ese discípulo, uno de aquellos que había recibido un mandato de pobreza y confianza en la providencia.
Llaves para desatar los nudos que separan a las gentes desde el perdón y la reconciliación, y este mandato es universal y nó limitado a un grupo en especial.
Llaves para atar a las personas mediante lazos de solidaridad y compasión.

Desde estas líneas muy menores y simples, oramos por Pedro.
Que sea portador de esas llaves de perdón y reconciliación para toda la humanidad, que lleve a toda la creación los fundamentos del universo, la compasión y la misericordia.
Y que sea pontífice en su sentido primero, es decir, hacedor de puentes entre los hombres, y ésa vocación también ha de ser la de todos y cada uno de nosotros)

Paz y Bien

Vidas posibles

Para el día de hoy (21/02/11):
Evangelio según San Marcos 9, 14-29

(Es tan vívida la manera en que Marcos nos transmite el Evangelio en el día de hoy que, de hecho, resulta difícil no involucrarse.
El Maestro baja de la cima del monte; se había transfigurado a la vista de sus amigos, se había vuelto translúcido...nada más baja al llano y lo golpea en su crudeza la oscuridad del dolor y la incredulidad.

Hay un padre que sufre doblemente: sufre por su hijo -todo indica que padecía epilepsia-, sufre porque porque ese mal es considerado consecuencia del pecado, maldición y posesión demoníaca. Sufre porque seguramente su vida familiar se encuentra quebrantada, porque se le esconde el futuro, porque la angustia lo vá estrechando cada vez más, porque aquellos a los que acudió en busca de ayuda -supuestamente expertos en esas lides- se muestran tan inútiles como él mismo.

El mal desborda a los presentes, los agobia, los paraliza y abofetea sus esfuerzos; todo parece estéril, todo parece aumentar en intensidad a pesar de todo lo que se intenta, y es una constante que hoy puede traducirse en el dolor que inunda los hospitales, en las drogas que devoran a nuestros hijos, en las guerras que asolan pueblos enteros, en la miseria militante, en el desempleo metastásico, en la obscenidad creciente de la corrupción.

Aún así, por una cuestión de puro amor suplica por ese hijo sufriente e imposibilitado de todo, y allí hay un signo para cada uno de nosotros.

Jesús se enoja y expresa palabras duras; puede que su exasperación surja de la incredulidad de los que están caminando con Él desde hace ya un tiempo, y todo parece quedar cerrado allí.
Pero Jesús es identidad plena con el Padre -lento a la cólera y rico en misericordia- y contra toda causalidad lógica, se vuelca hacia el muchacho doliente. Hay alguien que tiene nombre e identidad y sufre, un niño aplastado por la enfermedad que aún no ha podido asomarse a la vida como un hombre pleno, y ése es el centro de eso que Él llama Reino.

En ese desconcierto de incredulidades, se revela la preeminencia de la fé -fides, fidelidad- aún más allá de la vida cristiana, fé que el Maestro nos enseña y descubre como totalmente humana y, por ello mismo, universal.

En esos pasos vacilantes -jinetes en la montura de la duda-, ha de prevalecer la fé más allá de los gritos desconsolados de la razón, fé que es don y misterio, fé-árbol tenaz que se mantiene incólume a pesar de que parezca haber ganado la partida la muerte.

Hacia el final, las palabras de Jesús suenan enigmáticas: hay determinado tipo de males o espíritus que sólo pueden ser arrojados mediante la oración.
Seguramente, hondas exégesis nos pueden clarificar este pasaje -especialmente para no quedarnos en un simple manual de exorcismos acotados a unos pocos elegidos-.

Sólo por hoy, nos quedaremos en ese poder misterioso que en reside en la oración, y que tiene que ver más en lo que se escucha que en lo que se dice. Porque ante todo, la oración es el Espíritu que resuena en nosotros y nos hace decir -¡Abbá!-.

Desde ese Dios misericordioso y compasivo, Padre y Madre de toda la humanidad, se nos asegura que desde el diálogo con Dios y la fidelidad que no se resigna, hay otras vidas posibles, hay salud, hay liberación, hay plenitud...acontece el Reino)

Paz y Bien

Retribución y desproporción

Para el día de hoy (20/02/11):
Evangelio según San Mateo 5, 38-48

(Uno de los varios modos de profundizar en el mar de la Palabra, es imaginarse en cada situación que nos vayan reflejando las lecturas, quizás desde una postura lo más objetiva e imparcial posible, dejando que nos invada e interpele cada situación.

Así por ejemplo, en el Evangelio para el día de hoy podemos suponernos sentados en la ladera de ese monte, escuchando lo que enseña ese galileo.

Aquí detengámonos un momento: Él está hablando del ojo por ojo, diente por diente, aquella normativa legal que solemos conocer como ley del Talión. El nombre tiene raíz latina -no hebrea ni aramea-, lex talionis, y en su literalidad es posible inferir algo como "ley del tal como...", es decir, se retribuye el daño conferido con un castigo no sólo equivalente, sino del mismo tenor y grado del crimen cometido.
Diecisete siglos antes de ese día de monte y enseñanza, el rey babilonio Hammurabi ya había codificado ese principio de reciprocidad con carácter legal. El pueblo de Israel no fue ajeno a esta idea, especialmente con la idea de regular la vida social y poner límites a la venganza: por ello, la justicia de la retribución necesariamente vá implicar ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pié por pié, quemadura por quemadura...
En nuestras sociedades, pretendidamente modernas y evolucionadas, también opera ese concepto de justicia, devolviendo como castigo al infractor penas dinerarias o bien, de privación de la libertad -aunque en casos extremos, sociedades del primer mundo sostengan impávidas la pena de muerte-. No estamos demasiado lejos en lo esencial, pues nuestra justicia implica que a tal delito corresponda tal castigo.

Estamos allí, entre la multitud escuchando al Maestro, y a Él no se le ocurre mejor idea que cuestionar aquello que socialmente nos cohesiona y permite una convivencia civilizada, nuestras ideas acerca de la justicia.
Más de uno se habrá quedado mudo de asombro, más de uno habrá oscilado entre la estupefacción y el escándalo, ayer y hoy.

¿Cómo se entiende entonces esa invitación a identificarnos como hijas e hijos de un Padre compasivo y misericordioso y, a la vez, ser felices y hambrientos buscadores de justicia?

Quizás entonces el escándalo suceda puertas adentro, allí mismo donde todo echa raíces y en donde se cuestiona verdaderamente este camino existencial y trascendente que llamamos vida cristiana. Ya no se trata de una abstracción, del desarraigo de lo cultual respecto de la vida diaria.
Es algo bien concreto, y perfectamente desmesurado, sin la clínica y metódica forma de evaluar y justipreciar la vida, tanto la propia como la ajena.

La desmesura es que la vida propia se expande cuando se multiplica y agranda primero la vida del prójimo, a partir del salir de uno mismo al encuentro del otro, es decir, aproximándose, haciéndose prójimo.
La desmesura es reconocer, desde un corazón engrandecido en la oración, al que nos odia y busca con denuedo nuestro mal como hijo de Dios y hermano nuestro.
La desmesura es no encerrarse en sí mismo -desde la fé, la nacionalidad, la raza, la ideología, la cultura, la sociedad- y borrar alegremente toda línea fronteriza que separe y aísle.

La desmesura es el amor, expresado como misericordia y compasión)

Paz y Bien

Cuestionamientos

Para el día de hoy (19/02/11):
Evangelio según San Marcos 9, 2-13

(A veces sucede, especialmente en momentos de oración y contemplación, en la soledad de un encuentro que es donación, en lo alto de nuestra pequeñez.
El Maestro se nos muestra tal cual es, resplandeciente en su humanidad, deslumbrante en su condición divina.
No hay demasiadas interpretaciones ni razonamientos: se trata ante todo de vivirlo plenamente, de dejarse invadir por esa luz, de animarse a verlo y mirarlo en su realidad única, de tomar el coraje de deslumbrarse.

Es claro, no es un acontecimiento usual; es un hito en nuestra existencia que es a la vez maravilla y despertar de una larga noche, ojos plenos de asombro y preguntas que se nos agolpan a las puertas del alma.
Porque la verdad profunda de Jesús cuestiona todo preconcepto, toda idea que se imponga y no se viva corazón adentro y, como agüita fresca en nuestros desiertos, socava todo aquello que nos impide vivir en plenitud.

También es claro que ello implica ciertos niveles de coraje, de derrotar a esos enemigos primeros que nos suelen sitiar la vida: el miedo, el egoísmo y la soberbia.
Pues cuando el coraje se hace ausente, y es tiempo de bajar de la montaña de la comodidad al llano fangoso de las miserias del mundo para cambiarlo, para que se vuelva trigal, nos sucede lo mismo que a Pedro: unas ganas irresistibles de instalarnos y quedarnos allí, junto a Él.

Quizás -en este sábado gris aquí en este sur, y en todo sitio también- sea dable suplicar que Él se nos transfigure, aún cuando nuestros ojos no sean del todo capaces. Hay un Salvador que está allí mismo, que resplandece en el rostro del pobre, que nos deslumbra desde la mirada de los niños, que se nos descubre desde los que amamos, Dios mismo entre nosotros a diario.
Y habrá entonces que dar el paso, y cuestionarse esas fotografías que nos hemos inventado, un photoshop de las cosas del Reino, retoques de imágenes falsas y desdibujadas hechas para quedarnos en la seguridad de nuestros errores y nuestros conceptos tan consistentes como la arena.

Porque Él ha venido, está entre nosotros, está por nosotros, está en nosotros y nos acompañará siempre, aún en esos descensos al llano de lo incierto y lo peligroso)

Paz y Bien

Seamos constructores de esperanza y paz...


"... seamos constructores de esperanza y de paz.

No importa si algunos no entienden o no quieren entender.
Queremos construir con el evangelio de Cristo.
No necesitamos recurrir a otra cosa
ni renunciamos a la de este Señor por otras doctrinas
que no tengan en él su fundamento.

Si viviésemos en serio el evangelio no sufriríamos lo que estamos sufriendo hoy. El Cristo, el evangelio, la Iglesia de los padres apostólicos, son los mismos de nuestra Iglesia diocesana y de la Iglesia contemporánea. Los fundamentos y las razones por los cuales sufrieron los mártires del Imperio romano son los mismos por los cuales muchos sufren hoy el martirio físico y moral.

En el fondo, está en juego el egoísmo contra el amor y la justicia. La hora que vivimos nos exige tomar mayor conciencia de nuestra responsabilidad como cristianos. Hoy se nos prueba como en los primeros siglos; se prueba a todo hombre que busca ser recto, limpio de corazón, servidor de sus hermanos.

El discípulo no puede ser mayor que su maestro, nos lo dice el mismo Cristo. Debemos cargar la cruz, no sólo materialmente, sino la cruz que exige ser consecuentes con su evangelio. Hemos de conocerlo bien; hemos de penetrarlo bien; tenemos que vivirlo en santidad y justicia de vida. Los injustos, los que odian, los que desprecian a cualquier hombre, los que hacen un ídolo del placer desenfrenado, del dinero y del poder indebido, aunque se confiesen cristianos, no lo son; o peor, son renegados de su fe.

Porque el cristianismo se edifica sobre un hombre recto, aunque sea débil; para eso nos da el Señor la fortaleza de la vida divina. Hermanos, aunque tengamos que sufrir muchas de estas situaciones no perdamos la paz interior, la esperanza, el coraje ni el gusto por la vida, como don de Dios..."

R.P.Enrique Angellelli

Obispo y Mártir

Homilía en la Misa radial del 29 de febrero de 1976

Reflejos de la Encarnación y la Pasión


Para el día de hoy (18/02/11):
Evangelio según San Marcos 8, 34-9, 1

(El Maestro hace una invitación amplísima, tan amplia que abarca a sus discípulos y a las gentes, es decir, una invitación palpitante de universalidad.
Y a menudo nos olvidamos de esa universalidad -catholicós- que confesamos pero que no profesamos.
Para una mirada superficial, parece una contradicción: por una parte, Jesús no pone límites en su invitación. Sin embargo, la raíz misma del cómo seguirle ni siquiera es planteada en plural, sino de modo condicional: el que quiera seguirle...

Él mejor que nadie sabe que se teje en cada corazón, y conoce que la cruz es causa de escándalo y vergüenza: los crucificados debían ser considerados según la ley mosaica como malditos de Dios; hoy, en el pragmatismo relativo que impera, es también avergonzante, pues no produce réditos ni conduce a nada provechoso a ojos mundanos. Pura cuestión de ego.

Pero negarse a sí mismo y cargar la propia cruz son reflejos plenos de la Encarnación y la Pasión de Aquél que ha dado el primer paso, encabezando una caravana interminable de mujeres y hombres en camino a los brazos del Padre.

De la Encarnación, pues el Dios del Universo, en el seno de una pequeña muchacha judía, se ha despojado de su divinidad y se ha hecho uno de nosotros.

De la Pasión, pues Él ha cargado su propia cruz y la de muchos al extremo de morir, de aceptar voluntariamente el sufrimiento para que el otro viva.

Quizás entre esas dos cuerdas podamos ser intérpretes fieles de la música del Reino, esa misma que resuena cada vez que florecen la paz y la justicia, la mansedumbre y la solidaridad, la compasión y la fraternidad.

La semilla ha de caer en tierra y morir para que crezca un trigal abundante, mujeres y hombres de pan animados por la misma esencia de Dios, el amor)

Paz y Bien

Las cosas que dicen de Él

Para el día de hoy (17/02/11):
Evangelio según San Marcos 8, 27-33

(Unos dicen que Jesús es el Bautista que ha resucitado, otros que Elías, otros uno de los bravos profetas antiguos.
Otros lo imaginan un Dios coronado de oro y revestido de lujosos ornamentos, muy lejano, inaccesible, hermosa estatua de un altar,
Otros, un revolucionario del más acá, mentor de los grandes cambios, barbudo que no trasciende.
Otros, una idea simpática y hasta -quizás- romántica, agradable, conmovedora, a la que se observa de lejos.
Otros creen habérselo adquirido para sí mismos, para unos pocos, un Salvador exclusivo de alguna elite.
Otros, como una amenaza siempre permanente: el amor es peligro y blasfemia constante para el desorden imperante.
Otros, nada, no dicen nada, no les importa.

Pedro ha realizado un largo caminar junto al Maestro. Ha bebido del manantial vivo de sus enseñanzas, ha visto con sus propios ojos los signos ciertos de los espíritus liberados, de los cuerpos sanados, del pan multiplicado.
Pedro es ahora pescador de hombres y navegante del Espíritu, por eso confiesa sin ambages -¡Tú eres el Mesías, el Cristo!-

Pero no basta, aún tiene un camino que recorrer y desandar pasos erróneos.

Llama la atención con que Jesús les ordena llamarse a silencio luego de tamaña confesión.
Pedro y los otros -nosotros mismos- deben reconocer que ese Jesús es Salvador de toda la humanidad -El Hijo del Hombre- y nó de algunos -Mesías de Israel, Cristo exclusivo de la Iglesia-.
Y con ellos, quizás nos haga faltas asumir el escándalo de la cruz, ese Señor del Universo que se ha hecho hermano y servidor de todos, capaz del espanto y el horror de la tortura y la cruz por la mejor de las Noticias en grado extremo, el amor que re-crea la vida)

Paz y Bien

Hombres como árboles

Para el día de hoy (16/02/11):
Evangelio según San Marcos 8, 22-26

(Jesús y sus amigos llegan a Bethsaida -literalmente casa de cazadores-, patria chica de Pedro y Andrés, de Santiago y de Juan.
Ése aparentemente es el hecho histórico y geográfico; aún así -día a día- hemos de recordar que la Palabra es un itinerario espiritual, es decir, que a través de ella sí se descubre una historia: la de cada uno de nosotros, la propia existencia tejida junto con la mano providente de Dios.

Así podemos comenzar a preguntarnos cuestiones primordiales, que son tales pues ante todo dirigen toda pregunta al centro de nuestros corazones, a la raíz de nuestras vidas.

Un hombre ciego es llevado a su presencia, y los que le llevan le suplican a Jesús que lo toque y lo cure; llama la atención la pasividad de este hombre, que está rendido a lo que le sucede, inmóvil en su mal. Hay otros que deben movilizarse por él, aún cuando no comprendan del todo a ese rabbí galileo, al que son capaces de ver -con bastante fé- como un sanador, un milagrero renombrado de acciones eficaces.
Más aún resalta el gesto del Maestro: lo toma de la mano, y lo lleva fuera del pueblo... quizás porque el camino hacia su Padre -eso que llamamos fé- implica contacto personal, ternura capaz de llevarnos de la mano como niños, un éxodo tenaz de la rutina que nos agobia y somete, la ruptura silenciosa con lo que está mal, hace daño y aísla.

Es un milagro extraño: habituados a curaciones rápidas de Jesús y, peor aún, esclavos de una cultura de lo inmediato y de lo instantáneo, pareciera como que la sanación de este hombre no fuera precisamente un milagro.
Justamente en la paciencia del Maestro y en el tiempo que dedica a cada hombre -pues cada uno de nosotros tenemos nuestros tiempos- está el milagro de la persistencia de la bondad de Dios revelada en Jesús.

No hay excusas: nosotros también solemos ver a los hombres como árboles, a varones y mujeres de modo desdibujado, existencias borrosas.
Quizás nos hemos vuelto ciegos de ver al prójimo tal cual es, y lo seguimos viendo como una silueta similar a un árbol, perdidos en nuestra capacidad de reconocerlo en su totalidad humana como hijas e hijos de Dios y por tanto, hermanos nuestros.

Tal vez sea imperioso permitirle/nos que resuene en nuestro interior esa pregunta crucial: -¿Ves algo?- y desde allí -respuesta sincera mediante-, desandar paso a paso el tiempo de la ceguera y el dolor, y volver a ver en plenitud.

No hay posibilidad alguna de ver y mirar al Maestro si somos incapaces de ver y mirar al hermano.

Y allí sí, ya no habrá regreso a la casa antigua del dolor y el aislamiento, pues tenemos un destino de hogar y vidas compartidas y luminosas, senderos de salud y liberación para cada uno de nosotros y para tantos hermanos nuestros inmóviles en su sufrir y en sus miserias)

Paz y Bien


Mesías diversos

Para el día de hoy (15/02/11):
Evangelio según San Marcos 8, 14-21

(-Abran los ojos y cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes-, es la advertencia del Maestro a sus amigos... a los Doce, a todos nosotros, a vos, a ella, a tí y a mí.

La levadura del formalismo religioso carente de corazón, de la pura exterioridad en donde no hay espacio para la compasión y la misericordia.
Y la levadura herodiana, esa misma que es incapaz de entender el poder como servicio, que justifica con sabihondas explicaciones el hambre y la miseria y el pan que falta a la mesa de tantos.

Este Salvador, sinceramente, hablaba de su Padre y sus palabras iban a contramano de todo esto.
La levadura del Reino -un puñado pequeño e imperceptible- hace crecer la masa de tal manera que el pan alcanza para todos, y aún saciados quedan varias canastas llenas para los que aún no han llegado.
Quizás las cosas del Reino sean una sinfonía de la desproporción, música de la Gracia que no mide ni acota el bien que se palpita, lluvia fresca de bondad que persiste en estos campos agobiados de toda sequía.

Ellos habían visto a Jesús alimentar a cinco mil hombres una vez, y otra a cuatro mil; en ambas ocasiones quedaron doce y siete canastas respectivamente llenas luego de que todos se saciaran. Pero seguían sin entender...
Probablemente no hubiera malicia en sus almas sencillas; ellos venían caminando con su Maestro desde una buena cantidad de tiempo, habían dejado familia, hogar y trabajo por seguirle.

El problema era otro: el problema era el de los mesías diversos, es decir, que cada uno esperaba a un Salvador adaptado a esa imagen que cada uno de ellos tenía del Mesías.
¿Quién lo sabría con precisión? Acaso un Salvador poderoso y guerrero, un Mesías acotado a los hijos de Israel, un Rey con toda la orna y el boato reales, un genial conductor de almas y vidas...pero quizás nunca un sencillo servidor, un Siervo sufriente preocupado por el hambre de las gentes, volcado su corazón a los que sufren, que no enseña normas ni doctrinas sino que habla de Dios y lo llama Abbá! -¡Papá!-, que cuenta acerca de un Reino que tiene su jurisdicción primera en el alma, corazón adentro, que no le importan orígenes ni partidas de nacimiento.

La gran pregunta que nos está haciendo a cada uno de nosotros es precisamente ésa, si no terminamos de entender, si nos hemos vuelto incapaces de ver el milagro mayor del amor en el pan compartido, si nos animamos a abrir los ojos para mirar y ver a ese Salvador que nos invita a dar un paso más, compartiendo no sólo el pan de las canastas sino nuestras propias existencias.)

Paz y Bien



Todo esta allí

Para el día de hoy (14/02/11):
Evangelio según San Marcos 8, 11-13

(Los fariseos piden un signo especial del cielo para ellos. Como muchos, se creen especiales y entienden que ese rabbí galileo tiene que rendirles cuenta de sus actos.
Sin embargo, hiciera lo que hiciera ya lo habían rechazado de antemano, y ésa precisamente es la peor de las cegueras.

No les bastaba ver a los enfermos sanos, no les bastaba ver a la multitud compartiendo milagrosamente unos pocos panes y saciando su hambre. Ninguna noticia se les presentaría como nueva y como buena.
Y el Maestro, dolido en lo profundo de su alma, se niega a dar ese signo; la imposibilidad no está en poder dar el signo, sino más bien en la incapacidad de ellos de orientar su mirada a partir de esas señales.

No estamos demasiado lejos de esas actitudes. A menudo estamos ansiando hechos prodigiosos o milagros espectaculares -hollywoodenses, televisivos-, cuando en realidad todo está allí.

En el pan compartido, en los que se hacen pobres con los que están sumergidos en la miseria, en los que no descansan en la búsqueda hambrienta de la justicia, en los mansos que con Jesús edifican la paz.

Todo está allí, el Reino florece en todas partes y sólo hay que animarse a abrir la mirada y el corazón para que se disipen todas las tinieblas)

Paz y Bien

De profundis

Para el día de hoy (13/02/11):
Evangelio según San Mateo 5, 17-37

(Una de las oraciones más conocidas y a menudo rezadas por los cristianos es aquel poema conocido como Salmo 129 o De Profundis. La piedad popular lo ha asumido como propio, expresando a través de sus versos ese hambre de la Misericordia de Dios, esa necesidad imperiosa de perdón y reconciliación, el abismo en que el hombre se descubre inmerso en sus miserias frente a la infinitud de ese Dios que en su misma esencia es Amor y que se nos ha revelado en Jesús.

En cierto modo, hemos renunciado al coraje necesario para salir a la luz, para vivir mirando al sol de frente.
No nos llamemos a engaño: somos devotos de las normas y los códigos antes de esa Palabra que nos transforma la existencia de raíz, creyentes consuetudinarios de un amor ritual encerrados en nuestros centros de culto y cemento antes que templos vivos y latientes del Dios que vive en nosotros.

Jesús es Dios y Dios es Jesús, y en esa plena identidad se revela la clave de nuestra existencia.
Es claro: nos hemos endurecido demasiado, impermeables a la Palabra que nos mueva y con-mueva, transforme y haga que esta vida tenga sabor, que sea interminable desde ahora mismo y a pesar del escaso número de años que nos toquen en nuestro paso por estas veredas mundanas.

Quizás la enseñanza del Maestro en nuestro presente sea llamado e impulso a salir de ese abismo de la veneración exterior de las formas y normas que nos alejan del hermano. En cierto modo, la justicia de los fariseos de la que nos habla Jesús implica inmolar en el ara del ego y el formalismo al prójimo, alejándonos cada vez más del otro.

El camino de la Salvación elude toda negación: así entonces, vidas plenas y traslúcidas que reflejen la esencia misma del Creador -eso que llamamos santidad- no pasan tanto por afirmar no mato, no robo, no soy adúltero... sino más bien cuando ensanchamos nuestro horizonte del yo al nosotros.
Las llaves del Reino que nos propone Jesús, tal vez, las encontremos cuando nos relacionemos con el prójimo del mismo modo en que Abbá Padre de Jesús y Padre nuestro nos busca incansable y amorosamente, aún antes de tejernos en el vientre materno y después también.

Desde este abismo de palabras vanas y abundantes voces vacuas, nos queda entonces clamar para volvernos Palabra y Pan para el hermano, desde el silencio fecundo de la solidaridad y el servicio)

Paz y Bien

Corazón cercano

Para el día de hoy (12/02/11):
Evangelio según San Marcos 8, 1-10

(Es la segunda multiplicación de los panes; la primera había tenido lugar en la tierra santa de Israel, los asistentes eran gentes del Pueblo elegido.
En esta ocasión, Jesús y sus amigos están en la Decápolis, territorio pagano que, por tal, estaba bastante lejos no tanto en kilómetros como más bien en la cercanía cordial de los judíos -los discípulos-.

En aquella ocasión, en la primera multiplicación de los panes, son los mismos discípulos los que toman la iniciativa frente a la necesidad de esa multitud hambrienta. Esas gentes que se agolpaban frente a su Maestro eran de los suyos, hijos de Israel como ellos mismos.

Ahora es bien distinto: nadie más lejano para sus mentes que un extranjero y un pagano.
Por ello mismo, es Jesús quien toma la iniciativa; sólo la compasión que nace de un corazón sagrado como el suyo hace iguales a aquellos que parecen bien distintos, tan diferentes, y los acerca.
Sólo desde el corazón de Jesús se construye al prójimo, pues la Buena Noticia se trata precisamente de eso, de aproximarse.

Todo está allí: la igualdad, la fraternidad y la creatividad.
Los discípulos -aún portadores de la levadura herodiana y farisaica- se muestran contrariados y perplejos: no se puede alimentar a esa multitud, no hay a la vista siquiera una aldea en donde comprar alimentos. Quieren imponer soluciones desde fuera... Y nuevamente, las respuestas están allí mismo, en lo que se porta, en lo que se tiene.

Es tiempo santo que se teje entre Dios y el hombre, en el que lo que queda lejos es las diferencias por nacimiento, conductas religiosas y razas. Es tiempo santo en donde se destierra el "no se puede".
Es tiempo santo de compasión y misericordia, en donde todo se vuelve fructífero, y Jesús nos sigue diciendo que desde el compartir suceden los milagros y el pan se vuelve fecundo e inagotable, signo cierto de ese pan bendito que se ofrece sin límites ni condiciones a todas las hijas e hijos de Dios dondequiera que estén, pan multiplicado que constituye una sola mesa, alegría de corazones que se han acercado y se descubren iguales y hermanos y agradecen, eso que llamamos Eucaristía)

Paz y Bien

Ob audire

Para el día de hoy (11/02/11):
Evangelio según San Marcos 7, 31-37

(Ob audire es la raíz etimológica de aquello que conocemos como obedecer; significa literalmente tanto "escuchar al que está enfrente de mí" como también "oír atentamente"...

Lamentablemente, es un término que se ha manipulado históricamente, vulnerando una cuestión fundamental relativa a su significado, y que es la libertad del que escucha. Por eso, desde la obediencia se ha justificado habitualmente todo tipo de sumisión y no pocos atropellos, con reflejos rebosantes de autoritarismo y desprecio al que debe obedecer, elevando a una especie de categoría superior al que imparte las órdenes -claro está, que hablamos especialmente de las cosas del espíritu-.

Odebiencia, entonces, desde esta perspectiva, es camino de crecimiento, de fecundidad y liberación: es oír con atención la Palabra, es escuchar a un Jesús que ante todo es amigo y hermano, no un sumo sacerdote lejano e inaccesible, sino cercano, muy cercano -uno más entre nosotros-.
Obedecer es escuchar la Palabra y dejarse transformar por ella desde esa libertad arraigada en el pleno uso de las facultades humanas.

Jesús está en territorio pagano, las tierras gentiles de la Decápolis; allí le presentan a un sordo que, además, tenía por eso mismo dificultades para expresarse: no escucha y como consecuencia, no puede comunicarse con los demás. Además, la idea imperante era que esa sordera era un justo castigo de un Dios severo por sus pecados.
Es un hombre al que se le han cerrado todas las puertas para una vida plena, para una existencia digna, para crecer y ser feliz.

Pero Jesús ha crecido entre sus dos maravillosos padres, el justo José y la linda María, pura y madre por siempre; entre ellos ha crecido en Gracia y sabiduría, entre ellos ha aprendido su oficio de tekton, artesano y carpintero.

Sin embargo, como siempre sucede, hay almas autosuficientes que pretenden imponerle al Salvador del universo el cómo debe hacer las cosas; así entonces, le piden que a este hombre aquejado de sordera le imponga las manos.

Pero el Maestro -hermano y Señor nuestro- sigue siendo un Dios artesano, y con la dedicación propia de los que saben y conocen bien lo que hacen porque ya lo han vivido, reconstruye a ese hombre quebrado usando con ternura sus dedos y su saliva. Jesús moldea nuevamente estas vasijas que somos y que tan a menudo se quebrantan, y la fé se nos muestra como ternura, contacto, cercanía y caricia antes que dogmas y doctrinas.

El grito ¡Effatá! es necesario para que se abran las puertas que se le han cerrado por la misericordia ausente y la compasión olvidada.

Y sucede lo impensado: el hombre sano, pleno en su humanidad restaurada, canta las maravillas de Aquel que lo ha salvado.
Ha recuperado su capacidad de oír y escuchar, y con ello, también su capacidad de hablar y poder comunicarse.
Este hombre se vuelve plenamente obediente, es decir, ha escuchado con atención la Palabra y su existencia se ha transformado, dando paso a una vida nueva, una vida que no puede acallarse de modo alguno, como tampoco no puede silenciarse la fuerza incontenible de la Buena Noticia.

Así sea para toda la humanidad, para cada uno de nosotros.)

Paz y Bien

Sin reservas, con corazón de madre

Para el día de hoy (10/02/11):
Evangelio según San Marcos 7, 24-30

(Nada en su favor: mujer -algo menos que nada para aquellos tiempos-, pagana -ajena al Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob- y además, de origen sirofenicia, es decir, impura por no pertenecer al pueblo elegido.
Como si no fuera suficiente, tiene una hija enferma, alienada, imposible de curar...

La fama del Maestro como taumaturgo o sanador lo precede; aún desde esa mirada parcial, la gente de los bordes, de los que menos podría esperarse algo, es la que mejor sabe que es fácil acercarse a ese rabbí galileo, varón judío con todas las de la ley, enteramente fiel a las tradiciones que aprendió en el hogar del carpintero de Nazareth.

Es una cuestión de fé: el Maestro se deja encontrar con facilidad por quienes lo buscan con fé, con humildad, con un corazón sincero sin importar origen, práctica religiosa, género o condición social.

Parece que es tiempo de mujeres: por la fé de esa mujer acontece el milagro de la sanación de su hija, y es precisamente por ello: es una mujer que, ante todo y por sobre todo, es madre, que no suplica nada para sí sino que implora por su hija. Tiene la autoridad incuestionable de los que aman sin reservas, y que se alegran con migas de misericordia, pues saben que tienen la misma fuerza e intensidad del pan bendito de donde provienen.

En la aparente pasividad de Jesús, podemos imaginarnos su mirada puesta sobre esa mujer: el amor es causal de milagros, los que aman son milagrosos pues conocen a Dios, y en ese amor de madre -sin dudas- Jesús reconoce la bondad y la ternura de Abbá, y por ello se estremece y la alaba.

Tiempo de madres, tiempo santo de Dios y el hombre, de un Dios que es todopoderoso porque es Amor, kairos de la salud y la vida sin límites ni exclusiones)

Paz y Bien




Cordiales transparencias

Para el día de hoy (09/02/11):
Evangelio según San Marcos 7, 14-23

(Todo encuentra su raíz y su motivo allí, corazón adentro. Y el Maestro -con su mirada profunda que atraviesa cualquier apariencia- sabe bien que anida en cada alma, si palomas o serpientes.

La discusión con escribas y fariseos parece atemporal o -mejor dicho- con una constancia histórica que puede apabullarnos por la crudeza de su verdad. Porque en aquel entonces y en nuestro presente, se prefiere la re-presentación a la presentación veraz, la exterioridad formal a la profundidad interior, el rigorismo ritual antes que el culto verdadero que se expresa en compasión y misericordia.

En el egoísmo -yo primero y ante todo- y la soberbia -yo por encima de todos- radica la muerte del otro, el prójimo como objeto de consumo o placer, lo humano como mera variable económica, las hijas e hijos de Dios reducidos a estadísticas espúreas.

Sin embargo, en contraposición, nos acaricia la música de la Buena Ventura, la plenitud que permanece ofrecida por el Maestro.
Quizás porque el amor sea especialmente salir de sí mismo e ir al encuentro del otro, es clave de felicidad despojar al corazón para poder ver a Dios, la vida misma.

Un corazón limpio, un alma pura, transparenta esa imagen con la que todos, sin excepción, hemos sido creados: a imagen y semejanza del Dios que es Vida.
Como niños en los que se asoman los rasgos y los gestos de papás y mamás, así nosotros, y quiera el Espíritu acudir en nuestro auxilio para translucir que otra existencia es posible)

Paz y Bien


Los yuyos de mi tierra -una canción-

padre Carlos Mugica - sacerdote, mártir y hermano nuestro-

Aquí una bellísima canción que muchos de nosotros amamos;
el autor de la letra es el padre Mamerto Menapace,
la autora de la música es la hermana Adriana Blanco.
Una leyenda que corre de boca en boca indica que el padre Mamerto la escribió para Carlos Mugica, quien solía ir en busca de paz y consuelo al monasterio benedictino de Los Toldos. Por ser una leyenda, no podemos constatar fehacientemente esta cuestiones de dedicatoria; sin embargo, por lo que expresa nos dá la plena certeza de que es así.
Desde aquí, nuestra súplica de que nuestra tierra -fecunda por el Espíritu- nos siga brindando yuyos mansos, yuyos tenaces capaces de toda entrega para volverse fértiles espigas, pan para sus hermanos, sombra y refugio para los que sufren la soledad y el desamparo, como el padre Carlos Mugica, como tantos otros que nos precedieron, como tantos otros que hoy, desde la humildad y el silencio, hacen presente el Reino entre nosotros.
Paz y Bien
Ricardo

LOS YUYOS DE MI TIERRA

Achicate hermano no busqués la loma,
andá por los bajos, pisa el trebolar.
No temás el charco que el agua es playita,
y el barro del campo no sabe ensuciar.

Si querés altura mira las estrellas,
donde anida el rumbo que conduce a Dios.
No negués tu rostro al ala del viento,
ni cubras tu frente por no ver el sol.

No vendás distancias por comprar sosiego,
no dejés taperas después de acampar.
Tené fe en la huella, buscá el horizonte.
De seguro un día lo habrás de alcanzar.

Florece a los vientos como lo hace el cardo,
que llegado a seco, libera el pompón.
No apurés la historia, no arríes tus banderas.
Confiá en tus hermanos, como ellos en vos.

Vení, matearemos despacito, juntos,
me hablarás de lucha, te hablaré de fe.
Y al final del día nos daremos cuenta
de que igual senda andamos tal vez.

Cuando el sol se vaya y la tarde caiga,
se abrirán los ojos, al partir el pan.
Y entonces sabremos que por el camino,
nos venía arreando el Dios de la paz.

Letra: Padre Mamerto Menapace osb
Música: Hna. Adriana Blanco

aquí puede escucharse:



Burócratas y expertos

Para el día de hoy (08/02/11):
Evangelio según San Marcos 7, 1-13

(Escribas y fariseos eran capaces de dejar el mundo seguro de Jerusalem y viajar con tal de observar de cerca y controlar a Jesús y a sus amigos.
En este caso, la crítica se refiere a que los discípulos quebrantaban las normas de pureza relativas al lavado de manos, a la negación de la normativa imperante... o quizás, a que esos pescadores, campesinos y recaudadores de impuestos conversos eran felices junto a su Maestro, y eso les resultaba imperdonable.

Son los profesionales de la religión de todo tiempo y lugar, burócratas de almas, expertos en normas y cánones y desconocedores consecuentes de cualquier misericordia y compasión. Son los rápidos ejecutores del martillo de la ortodoxia -a los que se les atrofió la capacidad del abrazo y la reconciliación-, que imponen largas listas de preceptos a cumplir, opresores tenaces y decididos, talando todo brote de vida y salvación que asome humilde.

Pues no se trata de permanecer en una perpetua adolescencia del alma, rebeldía del porque sí; antes bien, se trata de rebelarse porque Jesús ha querido revelarse y mostrar un rostro de ese Dios que es Padre y es Madre, y se des-vive por todas sus hijas e hijos, para que vivan plenos y libres, encendidos del Espíritu, señales de auxilio para sus hermanos extraviados. Más todavía, se trata de una multitud en donde cada rostro es único e irrepetible, en donde todos se saben limitados, quebradizos y pecadores y que, aún así, ansían vivir como el Maestro, familia con hambre de justicia, Iglesia que no resigna su vocación samaritana y su raíz galilea.

Para mayor Gloria y Alabanza de Dios, que es que el hombre y, en especial, el más pobre viva)

Paz y Bien


Bordes


Para el día de hoy (07/02/11):
Evangelio según San Marcos 6, 53-56

(Ellos desembarcan con Jesús en Genesaret -orilla oeste del mar de Galilea- y parece que se liberar las esclusas que contienen sufrimiento y dolor: un mar de colchones y camillas, un catálogo completo del penar, cientos de personas cargando a otros tantos cientos de enfermos de toda dolencia, en búsqueda de ese rabbí galileo del que tanto han oído hablar.

La imagen es sobrecogedora: tanto sufrimiento junto que se conjuga con un entusiasmo y una confianza sin par en el Maestro.
Les basta tocar las borlas de su manto, los bordes -kraspedou- de su vestido tal como vestían los varones judíos observantes de la ley -Dt 22,12-; Jesús viene a hacer plena esa Ley que considera suya y respeta, y que cree camino de liberación, al servicio del hombre más no causa de opresión y condena.
Y acontece que todos aquellos que pueden tocar ese borde quedan sanos.

Una mirada simplista y apresurada concluiría en decir que Jesús es un espectador pasivo, que no hace nada, que sólo deja que lo toquen y, por cierto mecanismo semi mágico, los enfermos sanan.

Nada de eso: Él es testimonio vivo, presencia del Reino que late y respira.
De ese mismo Reino en el que descubrir el rostro bondadoso del Padre está intrínsecamente ligado a que toda mujer y todo hombre pueda erguirse en toda su humanidad, destino de plenitud que es raíz en el proyecto soñado por Abbá.

Es un mundo nuevo, la tierra prometida de la fé en la que aún no nos atrevemos a desembarcar. Fé que es mucho más que doctrinas y abstracciones, fé que es hechos concretos y vida diaria, fé que es salud y liberación, fé que es contacto y cercanía, Dios con nosotros, Dios entre nosotros, Dios al lado nuestro)

Paz y Bien



Compañeros salinos, hermanos luminosos

Para el día de hoy (06/02/11):
Evangelio según San Mateo 5, 13-16

(Todavía resuena como un manso eco la música de las Bienaventuranzas del pasado domingo; y el Evangelio para el día de hoy tiene una continuidad inmediata con ellas, en la literalidad y más aún en la espiritualidad.

Por ello, ser sal de la tierra y luz del mundo está intrínsecamente unido a la buena ventura de los que se hacen pobres con los pobres, de los edificadores de paz, de los hambrientos de justicia, de los que lloran y de los que consuelan...

Las parábolas de Jesús son, a la vez, sencillas y profundas. A menudo, de tan sencillas se pasan por alto sus hondas raíces y así abandonamos esa necesidad de responder con la propia existencia, y nos quedamos en la emoción pasajera de un slogan simpático y a menudo conmovedor.

La sal tiene dos usos fundamentales: el de conservar los alimentos y el de darles sabor.Por sí sola, no tiene demasiada relevancia, sin embargo, su ausencia se nota.
Si falta la sal, la carne se degrada y corrompe y la comida se vuelve sosa y desabrida, carente de sabor y atractivo.

La luz tiene similitud con la sal, en tanto que -desde la física- ilumina al hacer contacto con objetos determinados. Por sí misma, puede ser una mínima expresión de energía -como la pequeña llama de una vela-; sin embargo, en plena noche alumbra y calma nuestros miedos a la oscuridad.

Hay que desmontar de tanto galope inútil y desensillar el corazón: el llamado del Maestro a las mujeres y hombres de buena ventura a ser sal y luz comienza en la humildad de estos dos elementos primarios.
Porque sal y luz cobran sentido y valor en sus hechos concretos: la sal se hace valiosa cuando silenciosamente se disuelve y entremezcla en las comidas. La luz es fundamental en medio de la oscuridad... siempre y cuando el cirio se derrita o el petróleo se consuma.

Así nosotros también: el sentido y valor de la existencia se encuentra saliendo de sí mismo y gastándose la vida por los demás, entremezclados para que no prevalezca la corrupción y la muerte, salinos para que la vida se vuelva sabrosa, apetitosamente digna de ser vivida.
En medio de tanta noche, sólo desde la solidaridad y la entrega por los demás en ese hambre de justicia, en la buena ventura de hacerse pobre con el pobre, resplandece la luz inapagable del amor y la compasión.

Y en ese misterio increíble que llamamos Salvación y que es universal -y que nosotros, católicos o universales autoreconocidos como tales y a menudo olvidadizos de su esencia primordial- no estamos solos.
Vá el Maestro por delante y a nuestro lado. Pero también van muchos hermanos nuestros, varones y mujeres que -aún sin hablar de Dios, sin profesar una fé como la nuestra o similar- hacen que el Reino acontezca aquí y ahora entre nosotros, viajeros felices de la solidaridad y la justicia, bienaventurados de la compasión y el auxilio, luminosos hermanos nuestros que florecen en todas partes)

Paz y Bien

Otro cansancio, otro descanso

Para el día de hoy (05/02/11):
Evangelio según San Marcos 6, 30-34

(Ellos volvían de una extensa actividad misionera, fértil y trabajosa; están felices, han cumplido con todo lo que Él les había mandado y así han visto la presencia cierta del Reino entre nosotros. Sin embargo, tarde o temprano el cuerpo pasa factura, y hay que pagar las boletas naturales del cansancio.
Jesús sabe esto, y con una delicadeza increíble se los lleva a un lugar apartado, en el desierto, para que puedan recuperar fuerzas, para que coman, para estar a solas con Él, y su necesidad es también la nuestra, ese agobio que suele ganarnos la partida y esa necesidad de estar junto al Maestro, en soledad y silencio, en común unión profunda.

Pero las gentes de pueblos y aldeas también lo necesitan. Están ávidos y hambrientos de la Palabra de ese rabbí galileo que enseña distinto y habla el mismo idioma que ellos.
Es tal su necesidad que recorren distancias inverosímiles y se adelantan en tiempo y espacio con tal de acercarse a Jesús.
No es un pequeño grupo de seguidores: es una multitud inmensa, dolorosamente grande, librada a la ventura de los vaivenes de la pobreza y la exclusión, hambrientos en sus estómagos y desfallecientes en sus almas.

Jesús sabe esto con el conocimiento propio de los que aman. Él también está agotado y necesita -es el más humano de todos- reposar y estar con sus amigos, compartir el pan y el descanso; sin embargo, parece que no hay tiempo para descansar. Es mucha la gente necesitada que lo busca con ansias, y a su corazón generoso y compasivo le resulta imposible permanecer indiferente.
Por ello posterga descanso y encuentro con los suyos, y se queda junto a esas gentes, multitud solitaria, ovejas sin pastor que nadie cuida, y les enseña calmadamente muchas cosas... Aquí es preciso hacer un alto y no confundirse: Jesús no es un docente como otros, no es un académico, no enseña doctrina ni religión.
Les habla de su Padre -Abbá de Jesús y de ellos-, les habla de esa otra vida eterna, interminable y feliz que llama Reino y que comienza aquí y ahora, les revela con gestos y acciones concretas el rostro misericordioso de ese Dios que algunos les habían mentido como inaccesible e invisible.

Allí mismo florece la compasión -com pathos-, es decir, compartir el sufrimiento, hacer decididamente propio el dolor del otro.
Desde esas entrañas de misericordia, establece la señal duradera: el descanso a estas vidas tan agobiantes y agitadas pasa por aliviar el dolor y el padecer de aquellos que sólo saben de malas noticias, que están abandonados -carne de cañón para los poderosos-, que sólo encontrarán reposo y consuelo en la solidaridad y en la generosidad.

Quizás nos sea preciso descubrirnos cansados, agotados, y buscar el descanso yendo al encuentro del más necesitado.
Que compartir el dolor, sentir la misma pasión que Jesús siente por el que sufre, por la entrega generosa e incondicional y desprovista de todo interés personal sea nuestro reposo y nuestra fortaleza.)

Paz y Bien




Pareceres y pretextos


Para el día de hoy (04/02/11):
Evangelio según San Marcos 6, 14-29

(El Maestro, como nadie, ha enseñado a leer e interpretar los signos de los tiempos: la historia -desde su mirada- se vuelve un libro abierto a ser leído e interpretado bajo otra luz.
Seguramente, habrá capítulos horrorosos que a menudo preferiríamos no haber leído; sin embargo, importa quien está en el final y cómo vá dejando huella en todos y cada uno de los pasos previos.

Aún así, esa lectura puede ser superficial y y aceptar como habitual la dictadura del relativismo, conjugando preconceptos con pareceres -no con la verdad plena- y a partir de allí, pretender justificar todo, hasta lo más abyecto.

Pretextos para eludir el socorro, pretextos para dejar al caído al costado del camino, pretextos para no salvar una vida, pretextos para no practicar la compasión y la misericordia sea cual fuere su costo y su consecuencia, pretextos para dejar morir, pretextos para matar, pretextos, pretextos...

Esa cena de cumpleaños es una orgía de corrupción, cuyos platos principales son precisamente pareceres y pretextos, y mesas rodeadas de los poderosos. Una mirada simple nos dirá que la causa de la muerte del Bautista es el capricho de una muchacha y la flaqueza moral de Herodes, ávido de no quedar mal frente al resto de los comensales; no obstante ello, Juan es asesinado por ser molesto y peligroso.
No hay nada que moleste más y asuste tanto al poderoso y al corrupto como un hombre íntegro: toda la vida del Bautista -y no sólo su palabra vibrante y clara- es denuncia y profecía de la corrupción, de lo que es contrario y ajeno al plan de Dios, esto es, a la vida.

Así también sucederá con Jesús: el pretexto para crucificarlo serán sus pretendidos desvíos de la ortodoxia oficial, su quebrantamiento de la Ley y su desobediencia al César.
Pero el Maestro es Cordero inmolado por blasfemo y por subversivo: habla a todas las gentes de Dios como su Papá, y se niega a aceptar al César como dios, y en esa cruz cargará las miserias del mundo, las nuestras, las de los fariseos y las de los romanos de todos los tiempos.

Muchas hermanas y hermanos nuestros han caído así, mujeres y hombres frutales que se han vuelto peligrosos para este sistema inhumano, porque el amor es una amenaza; mujeres y hombres de pan de los que a menudo se pretende justificar su muerte desde muy diversos pretextos -algo habrá hecho, andaba en política, era de derechas, era de izquierdas...-
Pero todo se decide desde la fidelidad.

Como tantos, quizás no nos haga bien dar tantas cosas por sentadas, aceptar lecturas ya digeridas que jamás han de alimentarnos el alma. Y junto con esas gentes, volver a preguntarnos quién es ése Jesús, y desde allí volvernos -por obra del Espíritu de la Vida- peligrosamente signos de la misericordia y santamente subversivos)

Paz y Bien

Enviados pobres y sencillos

Para el día de hoy (03/02/11):
Evangelio según San Marcos 6, 7-13

(Es necesario que no haya espacios para dudas abstractas, se trata de una cuestión bien concreta: las primacías e iniciativas son de Cristo. Desde allí, desde ese primer paso, se abre la ventana para que nos ilumine el sol de sabernos elegidos, queridos, buscados -todos y cada uno de nosotros- y que Él confía en nosotros... más aún, que tiene puesta en nosotros una fé de tal dimensión que la nuestra se vuelve nimia y más pequeña que el robusto grano de mostaza.

La fé -don y misterio- tiene una raíz netamente amorosa: por ello mismo, la fé es sinónimo de movimiento, de salir de sí mismo, del ir hacia el otro. Con sinceridad, no podemos hablar de fé si la asociamos a quietismo, al temor, a la comodidad, al individualismo y, mucho menos, al egoísmo.

Por ello esa elección personal con la que se nos busca desde siempre, moviliza.
Entre esos Doce enviados de dos en dos estamos vos y yo, tú y ella, todos nosotros.

De dos en dos, recordatorio permanente de que no hablamos de nosotros mismos sino que somos portadores de la Buena Noticia; esa misión nunca ha de ser individual sino comunitaria, signo de que el Reino se edifica desde la comunidad, signo de invitación a integrar esta infinita familia... y signo también de que nos necesitamos unos a otros -batalla permanente contra orgullos y soberbias-.

Contra todo razonamiento mundano, es una misión inmensa pero, a la vez, carente de ambiciones: la aceptación del envío implica aceptarse pobre haciéndose igual a ese Maestro pobre y caminante, mensajeros felices equipados de esperanza y del poder infinito del amor, con la capacidad sencilla y profunda de hacer que acontezca el Reino desde la compasión, la liberación y la salud)

Paz y Bien

Canción de abuelos, música de la Salvación

La Presentación del Señor

Para el día de hoy (02/02/11):

Evangelio según San Lucas 2, 22-40

(Las razones de la Salvación son maravillosamente ilógicas a nuestras acotadas racionalidades.

María de Nazareth -Theotokos-, inmaculada, tierra sin mal, las más pura de todas se presenta obediente en el Templo para purificarse, según las prescripciones de la Ley de Moisés.

Quien ha de rescatar a la humanidad de la esclavitud del pecado, es ofrecido en la liturgia del rescate, prescrita a todos los primogénitos de Israel.

Ese signo perfecto del Dios Trinidad -la Sagrada Familia- no inmolará un cordero pascual, siguiendo las tradiciones más antiguas; ellos hacen la ofrenda de los no pudientes, de los más pobres, un par de pichones o tórtolas.

Y de quienes sólo puede suponerse el final, o más bien se puede esperar una muerte a sus puertas -abuelos con vidas sobradamente cumplidas en apariencia- se hacen comienzo y profecía.

El abuelo Simeón es signo cierto de aquellos que nunca resignan su esperanza, los anawin que todo esperan y confían del Dios de la Vida, aquellos que en medio de las sombras son capaces de mirar y ver la luz que nunca se apaga, y se vuelven canción impensada y profecía de liberación para todos los pueblos.
Ese Niño Santo en sus manos añosas revela que la fé -el mismo Dios- no es abstracción ni teoría... más que preceptos de culto, la fé es cercanía y abrazo.

La abuela Ana -hija de Fanuel- ochenta y cuatro maravillosos años, es esa Buena Noticia que necesita ser contada, que no se puede contener, que se expresa -con todo y a pesar de todo- desde la alegría que nace de una vida orante.

La Ley -Dt 19, 15- indicaba que la validez, legitimidad y veracidad de un testimonio había de estar avalada por dos testigos: estos dos abuelos cantan la verdad de la presencia de Dios entre nosotros, y expresan la melodía de la Salvación, descubriendo el mejor de los relatos: que el Dios de la Vida se expresa y revela en lo cotidiano, aún entre la multitud y la rutina, y que ese Niño Santo nos recuerda a cada instante que la Vida se ha hecho sagrada y única como Sagrada es la familia en donde crecerá en sabiduría y Gracia en los años niños de Nazareth)

Paz y Bien

Esterilidades y despertares


Para el día de hoy (01/02/11):
Evangelio según San Marcos 5, 21-43

(Doce años sin resultados, doce años excluida, doce años catalogada como impura y contagiante de esa impureza, doce años dilapidando lo que tuviera, sufriendo para nada.
La sangre sin control de esa mujer es la esterilidad misma, vida que se escapa sin poder detenerla, existencia sin frutos.

Doce años la hija de Jairo, doce años de niña a punto de ser mujer, de juegos e infancia al borde de la capacidad de ser madre, doce años cumplidos en que muere a los ojos de Jairo como hija: había de entregarla como esposa de acuerdo a los cánones sociales de la época, sujeto a su misma condición social relevante. La niña de doce años también es la esterilidad misma, es una mujer en ciernes que no florecerá como madre dormida en los lazos de la muerte.

Es lo ineludible, lo que en apariencia es insalvable; quizás el sufrimiento y la muerte encuentren un fundamento ávido cuando se arraigan en la resignación, en lo que es así y nunca de otro modo, en el no se puede.

Aún así, entre los apretados preconceptos y las razones cerradas, pasa Jesús.
Y sucede el milagro primero, la fé -don y misterio-, que se revela ante todo como confianza más allá de toda razón y esperanza que rompe toda subordinación a lo que se nos muere. Una fé totalmente personal, concreta, rostro único e irrepetible te cada persona, existencia que no se sustituye así abunde esa multitud de ideas y actitudes que no dejan salir a la luz lo más importante: el rostro humano del dolor y la cara visible y concreta de la Salvación. Una fé concreta que se atreve -maravillosamente irreverente a toda imposición- a lo concreto, a tocar, a abrazar, mano amiga que auxilia al que se ha caído de bruces al suelo y ya parece que no podrá ponerse en pié.

Es claro que no todos lo aceptan, sólo el Maestro entre tantos lo perciben. Unos, aceptando como normal y habitual el discurrir de la multitud que desdibuja los rostros: la mujer movida por ese coraje enraizado en la fé sólo ha sido advertida y redescubierta por Jesús.
La niña-mujer que Jesús asegura dormir y no morir, es motivo de burlas; es claro que es más fácil atarse a la costumbre y la sumisión de lo habitual que atreverse a ir más allá.

No son tanto dos milagros, sino más bien tres o muchos más si se quiere: es la mujer reconocida y curada desde la fé y el coraje, que deja de estar postrada en el dolor y la exclusión -Él la llama hija-, es Jairo que siendo testigo de ese milagro y desde allí, puede aceptar que la muerte no prevalece y que ese rabbí puede hacer lo que se presente como imposible, son esas gentes imposibilitadas de asumir como propias las lágrimas de Jairo y su esposa -rápidas para la burla y lentas para la compasión-, es la niña que despierta del estupor aparentemente insalvable de lo que perece.

¡Talita kum! dice con autoridad el Maestro, y sus palabras atraviesan toda barrera de la historia y llega a nuestro presente, a nuestras postraciones, a nuestras esterilidades, a nuestras muertes cotidianas, animándonos a dar un paso más, a la bravura del despertar de la resignación, a vidas frutales que todo lo pueden)

Paz y Bien

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