La palabra recuperada

Para el día de hoy (31/03/11):
Evangelio según San Lucas 11, 14-23

(Silencio, sólo silencio, el peor de los silencios, aquel que nace de la imposibilidad de hablar, de comunicarse, de llegar al otro mediante la palabra.

Silencio identificado como demonio del mutismo, pues es atribuible al enemigo esta deshumanización del aislamiento permanente. estructuras cuidadosamente planificadas para que sólo algunos hablen con fuerza de ley, y una multitud viva sumida en un mutismo conveniente a oscuros fines.
Silencio también agradable al Adversario, pues es el mutismo de quien ha perdido el coraje de decir la verdad, del que acepta gustoso la mordaza de la comodidad, de los labios que se aprietan aún cuando en el fondo del alma se sepa con claridad que ya no hay que callarse, que hay cosas que deben ser dichas sin miedo.

Pero Jesús es el Verbo Encarnado: Dios se hace Palabra para que la humanidad recupere la capacidad de comunicarse entre sí y con Dios en el lenguaje de la vida y la libertad.

Es claro que siempre habrá voces desaforadas de los que prefieren la mano pesada de la opresión al dedo de Dios que pacientemente nos vá dibujando todo aquello que se nos ha borrado, el Reino presente entre nosotros en la compasión de Jesús y de sus amigos.
Y la advertencia del Maestro es clara y contundente a través de los tiempos: quien no está con Él hace imposible la siembra y desparrama, y esto se dirige especialmente a los enemigos de toda bondad, de toda plenitud humana, aún cuando tengan notoria relevancia en lo religioso.

Para nosotros también: el no querer mirar a un Jesús presente y vivo entre nosotros, en los hermanos nuestros que recuperan en habla, en el silencio impuesto que se quebranta, es desparramo y dispersión en una existencia que es don y es tierra fértil concedida para una siembra fructuosa)

Paz y Bien

En código de misericordia


Para el día de hoy (30/03/11):
Evangelio según San Mateo 5, 17-19

(Jesús observó desde niño la Ley y las tradiciones de sus mayores, como buen varón judío de su tiempo.
En su historia, la clave de la subsistencia social, religiosa y la de su propia identidad, el pueblo de Israel se aferró a los mandamientos y a la ley mosaica, en tanto se trataban tanto de la relación con los demás y de la relación con Dios como dos vertientes fundamentales.
Pero así también como se aferraban a ellos, también los elevaban a un status que poco tenía que ver con el mensaje vital de su Dios, a tal punto que es dable inferir que mandamientos, leyes y normas se deificaban, es decir, que se convertían en fines en sí mismos y no en camino por excelencia para que el tejido comunitario y trascendente prevalezca.

Y Jesús, ante todo, sabe bien qué se anida en los corazones de las gentes, y conoce con certeza que la ley por la ley misma tiene sólo por destino la opresión y el sometimiento. De allí su taxativa afirmación: no ha venido a abolir la ley, sino a darle pleno cumplimiento.

¿Qué significado puede su Palabra en nuestro presente?
Así como Él siempre nos ha insistido e impulsado a leer verazmente los signos de los tiempos, quizás debamos releer nuestra historia -personal, comunitaria, social y política- desde otra perspectiva, decodificando lo que permanece y denunciando todo aquello que es contrario a la gloria de Dios, es decir, la plenitud del hombre.

Tal vez entonces no haya mejor momento que el desierto de la Cuaresma para re-leernos en código de misericordia; leyes, normas y costumbres nos vuelven más humanos -más santos- cuando nacen y a la vez se encaminan desde la compasión y la justicia de Dios que se expresa eternamente en la Misericordia vivida a diario)

Paz y Bien

Clave de humanización

Para el día de hoy (29/03/11):
Evangelio según San Mateo 18, 21-35

(Una constante histórica es aquella en la que psicológica y socialmente, el oprimido replica -a sabiendas o nó- el carácter del opresor.
Los motivos pueden ser varios, y han sido profusamente estudiados por gentes que verdaderamente entienden acerca de estos temas: aquí solamente podemos inferir que podría tratarse por un lado de un mecanismo de autodefensa -inconsciente- y la consecuencia directa del temor al poderoso.

Así, quizás, el siervo sin entrañas actúa sin compasión con su compañero por ese temor primero a cómo el amo podría actuar con él mismo.
Pero en la parábola de hoy, Jesús nos habla de un Amo que nos un juez severo al acecho de eventuales delitos cometidos, sino un Padre bondadoso y compasivo, maravillosamente desproporcionado de acuerdo a nuestros parámetros.

El amo de la parábola perdona una deuda de... 164 toneladas de oro, mientras que el siervo se vuelve incapaz de condonar a su par una acreencia de 30 gramos de oro.
Por ello, frente a la pregunta y a la tímida y mesurada propuesta de Pedro -perdonar siete veces- el Maestro vulnera todo límite y afirma la necesidad de perdonar setenta veces siete, es decir, setenta veces siempre.

Ese setenta veces siempre lleva ciertas prisas y tiene determinadas urgencias: es la necesidad de aceptarnos de una buena vez como hijas e hijos, y esa vocación filial implica que se nos trasluzca en el rostro y en todo gesto la identidad paterna, los rasgos de compasión y misericordia de ese Dios Padre de toda la humanidad.

El perdón sin medidas de Dios debería ser -paradójicamente- la medida de nuestra existencia: ese perdón es don y regalo, pura gratuidad que no ha de entenderse como cosa barata, sino más bien como raíz de liberación, bálsamo santo que cura toda herida.

El saber popular dice que errar es humano, perdonar es divino: nosotros estamos a tiempo de derribar esa certeza, y desde la compasión y la bondad de Dios que nos renueva la vida -Su justicia se expresa en la Misericordia- emprender un camino decididamente humano, regresando hacia Dios y hacia el hermano, tan humanos como el más humano de todos nosotros, Jesús, hermano y Señor nuestro)

Paz y Bien

Desde afuera

Para el día de hoy (28/03/11):
Evangelio según San Lucas 4, 24-30

(Fue duro, tan duro que se les volvió intolerable a los paisanos de Jesús. En su rostro y abiertamente, les dice que la pertenencia social, nacional o religiosa no avala privilegios ni prerrogativas; más aún, hace una lectura muy profunda de los figuras emblemáticas de Israel -Elías y Eliseo- para advertirles que Dios a menudo elige lo de afuera, lo que no se tiene en cuenta, lo que se tiene por ajeno y despreciado para manifestar el poder de su amor y su Salvación.

Tal es el golpe que reciben en la cerrada estructura de sus mentes y sus corazones, que se desata una furia violenta y buscan matar al Maestro. Es la violencia que suele expresar la frustración más enquistada.
Pero el Maestro pasa en medio de ellos.

Hoy es un llamado a las puertas cerradas de las exclusividades que sostenemos con poca compasión y escasa misericordia.
Exclusividades que a menudo se definen en esa ceguera de no saber descubrir la mano bondadosa de Dios en el afuera de nuestras comunidades, en el exterior de esta Iglesia que a menudo nos gustaría tuviera menos gente y carnet de afiliación.

La Salvación puede llegarnos también del lugar más impensado, obra del Espíritu, soplo del Dios Viviente que es don y gracia para toda la humanidad)

Paz y Bien

La hora de la sed verdadera, tiempo de manantiales

Para el día de hoy (27/03/11):
Evangelio según San Juan 4, 5-42

(El maravilloso relato, pleno de simbolismos, que nos regala el Evangelio para el día de hoy, tiene una sola clave de lectura: Jesús.
Todo adquiere pleno sentido y trascendencia si orbita y tiene su centro en Él.

Hay un anticipo de la Pasión que está latente aunque no explícito: un Jesús agobiado de cansancio, solitario y exhausto que pide un poco de agua para saciar esa sed que lo ahoga...no es precisamente la imagen de un Dios Todopoderoso que solemos dibujarnos.
Tiempo después, ese mismo Jesús en la soledad del calvario, pedirá también agua en su agonía: su humanidad es total, y no es demasiado distinta de la nuestra.

Ella sufría un castigo doble: la opresión de los preconceptos y perjuicios sociales -samaritana y mujer-, pero también el ghetto de su alma en la que se atrinchera para protegerse de tanta hostilidad.
Por eso mismo, no hay modo de describir su asombro: es casi imposible que ese varón judío le dirija la palabra, y mucho menos que le pida de beber.
Otra vez la clave de Jesús: el Maestro quebranta y derriba alegremente toda barrera que entre nosotros solemos poner, fronteras que nos separan en géneros, razas, naciones y religiones también.
Ella no tiene un nombre para el recuerdo postrero, y es deliberadamente causal: en ella habrá que descubrir a tantas y tantos vulnerables y golpeados que se encuentran con Jesús en el momento menos pensado.

El Maestro le pide un poco de agua de ese pozo, y sin embargo es ella la que se descubre sedienta, necesitada de un agua que sacie su sed más profunda.
Ella es la humanidad misma.
Y Él -agotado y exhausto, limitado en su cansancio- vá descubriendo junto a ella un nuevo tiempo: es hora de sed verdadera y tiempo nuevo de manantiales.

Porque al Maestro se lo encuentra en la vida diaria que se nos dibuja en esa rutina de llevar el cántaro al aljibe del pueblo. Ya no serán necesarios pozos históricos como el de Jacob, pues ahora han de brotar manantiales en cada uno de los que se encuentran con Jesús y se dejan descubrir en su intimidad, en su verdad más profunda, en la hondura de su existencia en donde anidan las preguntas reales y florecen las respuestas verdaderas.

En tiempo de manantiales, ya quedan en planos relativos el monte Garizim y el Templo de Jerusalem. Cada ser humano es templo vivo y latiente de la Gracia, pues el Maestro nos revela que Dios es Espíritu y Verdad.
Espíritu que es fuerza y dinamismo, coraje y vida plena.
Verdad que es liberación.

Ella se queda con Él, y conversa -eso que llamamos oración-
Él ha dado el primer paso hablándole, dirigiéndose personalmente, descubriéndola en su dignidad única.
En ese encuentro nace a fé, que es don pero también es respuesta a ese Dios que nos busca.

Y esa respuesta es contagiosa, santamente virulenta, manantial que ha de refrescar a muchos pues no es de nadie y es para todos, y que probablemente comience con mayor caudal en aquellos desalojados de las normalidades y moralidades que solemos imponer, aquellos más vulnerables y excluidos que, sin embargo, descubren su sed auténtica y encuentran en serena alegría el manantial que no se acaba y que sacia toda sed, y a su vez se vuelve agüita fresca para sus hermanos, Jesús en la vida de todos los días, cántaros plenos de misericordia y compasión)

Paz y Bien

Parábola del Padre misericordioso y del amor inexplicable




Para el día de hoy (26/03/11):
Evangelio según San Lucas 15, 1-3.11-32

(Nada de todo esto nos es ajeno: tenemos esas actitudes de golpear la mesa y reclamar lo que por derecho nos corresponde, para luego dilapidar/nos en cosas mundanas.
Nos gastamos la vida en torpezas licenciosas y nos sobreviene el hambre, la soledad y el abandono. En nuestro fango, añoramos un lugar muy menor de tiempos viejos, aunque más no sea para para procurarnos un mínimo alivio de esa degradación que elegimos; allí mismo, vamos redactando ingeniosos y extensos discursos de súplica y perdón, que tienen mucho de búsqueda de refugio antes que de pésame por lo que se ha hecho mal o por lo que se ha dejado de hacer.
Igualmente, aún en nuestros errores, en nuestras profundidades palpita la certeza de que tenemos un Padre que todo lo puede.

Ese Dios Padre y Madre tiene una mirada lejana y ansiosa. Está esperando en su ventana nuestra vuelta -a como dé lugar-, importa ante todo el regreso, y desde lejos sabe ver nuestros pasos agobiados.

Señor de su casa, ese Padre se despoja de todo orgullo y dignidad y a la vista de todos sale corriendo al encuentro del hijo perdido.
Por eso mismo le quitará los harapos de miserias pasadas y lo vestirá con los vestidos nuevos de la Salvación.
Por eso mismo colocará en esas manos sucias un anillo que reivindica el derecho del hijo de ser propietario de los mismos bienes que el Padre, una herencia que no se quita sea cual fuera nuestra magnitud de quebranto.
Por eso mismo hay sandalias nuevas para los pies descalzos, pues sólo los esclavos iban descalzos en esos tiempos.
Por ese regreso, por ese hijo perdido y encontrado ha de celebrarse la mayor de las fiestas, la del reencuentro y la vuelta a casa.

Todo es inexplicable en su desmesura...será porque el amor se vive antes que se describe.

Aunque también, en cierto modo, así como podemos dilapidarnos la existencia como el hijo menor, también el rictus del desagrado del hijo mayor nos pertenece. Nos creemos con derecho a ser reconocidos por méritos adquiridos y así nos autoexcluimos de la fiesta de la Salvación, nos molesta el hermano que regresa.
Así, con toda esa carga, no dejamos de se hijos para ese Padre Misericordioso.

Todo un plan de vida para emprender el regreso a la casa de quien siempre nos está esperando y se des-vive por nosotros.
Toda una vida expresada en ese despojarse de todo para salir corriendo al encuentro del que se ha perdido.
Toda una invitación a ser partícipes de esta vida que, a pesar de tanto dolor y tanta miseria, tiene destino de fiesta)

Paz y Bien

Un anuncio escandaloso


Solemnidad de la Anunciación del Señor

Para el día de hoy (25/03/11):

Evangelio según San Lucas 1, 26-38

(Estamos recorriendo este trayecto que llamamos Cuaresma, y se asoma en el horizonte la cruz; por ello puede resultarnos extraño que la liturgia nos haga presente precisamente la lectura de la Anunciación en este tiempo, puede hacérsenos extraña.
Sin embargo, es tan importante esta lectura en el tiempo de Adviento como en el tiempo de Cuaresma: con el corazón acercándose a la Pasión, cruz y Encarnación son parte del mismo misterio de amor, complementándose mutuamente -sin ser por ello "incompletos"-.

Con Cristo y por María, Dios irrumpe en la historia humana de un modo inesperado, desconcertante y escandaloso.
Este Dios imprevisible escapa del Templo y el Palacio, y elige en cambio una aldea polvorienta en medio de una Galilea sospechosa, sitio ignoto en donde los privilegiados apenas sobreviven.
Contra toda suposición de elección de linaje importante y reconocido, príncipes guerreros y reyes poderosos, la Salvación vendrá desde un Niño en brazos de su Madre.
Para colmo de males, deja de lado a los portavoces habituales y oficiales de lo divino, y se inclina hacia una pequeña muchacha judía; una casi mujer, una menos que nada -y por quien nadie daría un centavo- decidirá sobre toda la historia de la humanidad.
El Todopoderoso, Creador del universo, se dirige a esta flor temprana de Israel...y le pide permiso.

Santo escándalo de un Dios que asimila la pequeñez, la fragilidad y la pobreza humanas para regalar la Salvación, para ofrecer su Reino sin imposición, pura gratuidad, total ternura.

Por el infinito ¡Sí! de la pequeñísima María y en el perfume de la Gracia, se acrecienta nuestra esperanza.
La Salvación crece en el seno y en el corazón puros de María, y ha de crecer fecunda en nuestras existencias, en el alma profunda de la Iglesia y de toda la humanidad, porque a pesar de todo y de todos, tiene una vigencia perenne el anuncio de un Mensajero muy especial: es tiempo de alegrarse pues la Gracia todo lo llena, todo lo fecunda y Dios ha decidido estar aquí y ahora, haciéndose uno más, el más humano de todos nosotros)

Paz y Bien

Monseñor Romero, Iglesia y profecía

La Iglesia no puede callar ante esas injusticias
del orden económico, del orden político, del orden social.
Si callara, la Iglesia sería cómplice con el que se margina
y duerme un conformismo enfermizo, pecaminoso,
o con el que se aprovecha de ese adormecimiento del pueblo
para abusar y acaparar económicamente, políticamente,
y marginar una inmensa mayoría del pueblo.
Esta es la voz de la Iglesia, hermanos.
Y mientras no se le deje libertad de clamar estas verdades
de su Evangelio, hay persecución.
Y se trata de cosas sustanciales, no de cosas de poca importancia.
Es cuestión de vida o muerte para el reino de Dios en esta tierra.

Monseñor Oscar Arnulfo Romero, Arzobispo de San Salvador y mártir
homilía del 24/07/1977

Sin puertas cerradas

Para el día de hoy (24/03/11):
Evangelio según San Lucas 16, 19-31

(La Palabra para el día de hoy debería dolernos, interpelarnos y -quiera Dios- molestarnos hasta lo intolerable.

Es diáfana y contundente, y no puede tener para nosotros sutilezas causadas por géneros o figuras literarias, símbolos espirituales o una costumbre de mirar sin ver y oír sin escuchar.
Más aún, sería erróneo suponer que el Maestro nos está brindando especificaciones acerca de quién ha de condenarse y quien nó. Toda la parábola habla de la Salvación y de la justicia de Dios que se expresa en la Misericordia.
Porque mientras no se nos vuelvan insoportables esas puertas cerradas que separan el status de unos cuantos de tantos Lázaros llagados de miseria y lamidos por los perros, eso que llamamos vida cristiana es sólo una mediocre rutina.

Hablémonos corazón adentro con franqueza: si el anuncio de la Buena Noticia, la evangelización y hasta la catequesis continúan dando la espalda a la desigualdad, a la pobreza, a la justificación de esa puerta cerrada de la exclusión, al olvido de los Lázaros en nuestros umbrales, la vida se nos escurre como arena entre los dedos, nos mentimos, nuestro mensaje no es el mismo que el de Jesús y toda nuestra corta existencia -don y misterio- se nos vuelve desperdicio y pérdida de tiempo.

Quizás la Cuaresma sea tiempo de preguntarnos también si somos fieles y obedientes, es decir, si como discípulos reconocemos que Dios está allí presente realmente en cada Lázaro llagado y olvidado, si nos ponemos abiertamente de su lado, sabedores de que a pesar de todo la vida tiene un sino de plenitud y liberación, si volvemos a escuchar con atención lo que nos dice el Maestro, otro mundo y otra vida han de manifestarse, pues acontecerá eso que llamamos Reino.

Reino en donde el culto y la piedad se expresan principal y especialmente en el socorro al caído, en el trabajo por la dignidad humana, en un hambre y una sed insaciables de paz y de justicia.)

Paz y Bien

Servicio y liberación


Para el día de hoy (23/03/11):
Evangelio según San Mateo 20, 17-28

(La contraposición no puede ser más tajante: frente a la postura mundana -aquí expresada en los hijos de Zebedeo y su madre- que apologiza el éxito, la fama, la posición y el poder, el Maestro propone y se encamina Él mismo hacia el fracaso aparente, haciéndose servidor y último entre sus hermanos, un Dios derrotado y florecido en humillación.

Juan y Santiago -al igual que la gran mayoría de nosotros- piensan desde esa postura que reivindica el éxito y tiene un decidido derrotero de privilegios.
Nada de esto es nuevo o circunstancial, sino que está tristemente vigente: desde el desprecio y el destrato del otro por ascender ridículos peldaños, pasando por la consecución de ventajas hasta la los sistemas que oprimen al hombre, la raíz es la misma, la servidumbre del poder o la liberación del servicio.

-No sea así entre ustedes- nos vuelve a decir el Maestro, y quiera el Espíritu que sus palabras nos duelan, nos golpeen, nos despierten y conmuevan.

El Reino acontece y se hace presente cuando el servicio y la devoción al prójimo suceden entre nosotros, desde la sencillez y la humildad, con esa raíz galilea que vá en busca del caído y corre en socorro del olvidado desde los bordes, alejados del poder del Templo y las instituciones, con un corazón común en donde prevalezcan la solidaridad y la compasión.

Todo un camino de fracasos aparentes -renegados perpetuos de cualquier éxito-, santos y felices fracasados al encuentro de Dios y del hermano)

Paz y Bien

Contrasignos

Para el día de hoy (22/03/11):
Evangelio según San Mateo 23, 1-12

(El saber popular castiga con singular dureza a las buenas intenciones que se quedan solamente en eso; precisamente, las buenas intenciones sin destino ni trascendencia son camino de perdición, y contrasignos de todo aquello de lo que el Maestro -con infinita paciencia de Servidor- trata continuamente de enseñarnos.

Detrás de apariencias piadosas -es más, rigurosamente ortodoxas- se pueden ocultar deseos de vanidad y orgullo, de figuración y preponderancia.
Porque no es necesario tener un rol de poder para volverse opresor de los hermanos: las cadenas que se imponen a menudo están ocultas en aras de exhibicionismos varios y de creernos algo más que el otro.

Toda liturgia en la que no florezca la misericordia y la compasión y no sea celebración comunitaria de la vida y la liberación, es un contrasigno de dolor, derrotero de pura tristeza.
El culto verdadero es socorrer al caído, aliviar el dolor, desalojar el hambre y repudiar la miseria en su Nombre.

En este desierto fecundo que atravesamos por cuarenta días, dable y necesario se nos hace el recuerdo de aquello que somos hermanos por venir todos de un mismo Padre, de que Dios se ha hecho uno de nosotros, un hermano, un servidor que reniega de sí mismo y se vuelca por entero hacie la vida del prójimo para que el otro viva)

Paz y Bien

Astillas

Para el día de hoy (21/03/11):
Evangelio según San Lucas 6, 36-38

(A partir de una mirada atenta, en los gestos y rostros de los hijos se puede imaginar y descubrir cómo son los padres que los han criado. Más aún, en los hijos permanece para siempre la herencia paterna, y es un hecho que supera lo meramente biológico, pues es de raíz cordial.

A nosotros se nos ha conferido una dignidad que no puede quitarse, la de ser hijas e hijos de Dios; es don,regalo, pura bondad de la que se puede abdicar pero que nadie puede quitarnos.
Sin embargo, esta dignidad no está entrelazada a una pasividad propia de una religión que se reduce al cumplimiento de normas y al ritualismo. Antes bien, esta definición existencial se sostiene y florece proactivamente, y eso es precisamente lo que viene a recordar y a despertarnos el Maestro en el Evangelio para el día de hoy.

Astillas de la misma madera, ramas del mismo árbol de la vida, en todos y cada uno de nosotros puede adivinarse el rostro bondadoso e infinito de ese Dios que es Padre y Madre cuando respiremos solidaridad y compasión, cuando desoigamos todo reclamo visceral del egoísmo.

En la misericordia y el perdón ejercidos a diario resplandece la eternidad y desde la humildad y el servicio se dice con voz clara que otro mundo es posible, y que esta vida merece ser vivida por todos, sin excepción)

Paz y Bien

Gloria escondida, vidas que resplandecen en el llano


Para el día de hoy (19/03/11):
Evangelio según San Mateo 17, 1-9

(Las cosas improvisadas, subrepticias y hasta caprichosas no suelen tener buen destino. En la medida de las posibilidades de cada uno, es dable prepararse, alistarse.
Por ello mismo Cuaresma también sea tiempo de alistarse y prepararse para la Pascua personal y comunitaria.

Hay que subir con el Maestro a lo alto de su humanidad, allí mismo en donde resplandece esa condición divina de la que gustamos confundir a un Dios vestido temporalmente de hombre, o a un ser humano divinizado en la mera conveniencia.
En la humanidad de Jesús brilla su divinidad, la luz del amor de Dios Padre y Madre, estrella amiga que marca el punto de inflexión de la historia, Tabor palpitante en donde confluyen lo viejo y lo nuevo, pasado, presente y futuro.

Es claro, como Pedro nos sentimos tentados de quedarnos allí, aferrados a esa seguridad, en la comodidad de nuestras chozas que no se animan a los riesgos de la Pasión.

Pero el Maestro nos hace poner de pié, nos anima y levanta de nuestros sopores religiosos, debemos bajar, ir al llano del mundo, allí donde campea la oscuridad.
En nosotros también está escondida esa luz, en nosotros resuena esa voz profunda que nos reconoce hijas e hijos amados, en nosotros está llevar esa luz a tierra de sombras, pues es luz que debe transferirse.

Sin embargo, no es sencillo pues implica asumir la cruz y el dolor como pasos primeros de toda resurrección, digerir el desprecio y el rechazo, la violencia y el insulto y aún permanecer caminantes.

Con Jesús bajamos al llano, portadores de esa gloria escondida, luz incapaz de llamarse a silencio, vidas resplandecientes que dicen a cada paso que está bien dejarlo todo por el otro, que siempre tendrá sus frutos buenos la búsqueda tenaz de la justicia, que no es estéril la construcción de la paz, que el clamor del pobre siempre es escuchado, que todo llanto ha de cesar.

Entre nosotros -ahora mismo- muchas vidas resplandecen con esa gloria que un día será definitiva, y Jesús es la certeza de que no estamos solos, que la vida prevalece y que hay un destino de trascendencia y perpetuidad enraizado en el hecho fundante de toda la historia, aquél que dice con voz clara que somos hijas e hijos amados con todo y a pesar de todo)

Paz y Bien

José de Nazareth

Solemnidad de San José, Esposo de la Virgen María

Para el día de hoy (19/03/11):

Evangelio según San Mateo 1, 16-18.21-24a

(Los cuatro Evangelistas no nos dicen -aparentemente- demasiado acerca de José de Nazareth, esposo de María y padre de Jesús. Inclusive, ni una sola palabra suya ha quedado registrada en los Evangelios, ni en tradiciones de la época.

Sin embargo, aunque tengamos una sana sed de conocer más, para nuestras almas todo está allí.

Podemos intuir mucho de él a través de la esposa y más especialmente desde el Hijo.
¿Acaso alguien puede negar la importancia de la crianza y la niñez de toda mujer y todo hombre?
Jesús no es ajeno a esto, y desde aquí también podemos emprender un sendero de redescubrimiento de esa humanidad suya que no es disfraz ni envoltura pasajera, sino verdad profunda en donde late la Gracia de ese Cristo hermano de todos y Dios nuestro.

José de Nazareth el justo a los ojos de Dios, el que ajustaba su voluntad a la del Creador, el que sabía bien que la ley era importante siempre y cuando se orientara a que prevaleciera la vida... por eso no expuso a María ni al oprobio ni a la lapidación. Además -y quizás sea lo más importante y lo que habitualmente pasamos por alto- era la mujer que él amaba.

José de Nazareth, el del servicio silencioso, el alma rocosa y cálida frente al peligro y la incertidumbre de las persecuciones y el exilio.

José de Nazareth, el que enseñó las oraciones y el modo de orar de su pueblo a un pequeño Niño Jesús, ese Niño que seguramente tomó su acento y aprendió su oficio. No es difícil imaginar que la gran revelación -que Dios es Padre- comienza precisamente allí, en esa niñez en apariencia escondida, con un Niño judío clamando por su papá carpintero ¡Abbá!, e ¡Immá! por su Madre...

José de Nazareth el de los segundos planos, el de la renuncia al protagonismo y a la figuración, el que cumple su deber y se retira en silencio y en paz, sin estridencias.

José de Nazareth, tekton galileo, artesano de todos nosotros que nos lleva de la mano como supo guiar los pasos vacilantes de ese Dios al que llamaba hijito...)

Paz y Bien

Raíces de justicia y fraternidad

Para el día de hoy (18/03/11):
Evangelio según San Mateo 5, 20-26

(Este tiempo de Gracia, gratuidad -don y misterio- no implica necesriamente una actitud pasiva del hombre, de modo que se lo tome con caracter de baratija sin costo.

Nada de eso.

Es tiempo santo de Dios y el hombre inaugurado por Jesús, y hay un costo, costo que se nos hace a menudo muy gravoso: significa hacer de la vida una oblación -ofrenda sagrada- sacrificando todo egoísmo en la búsqueda y el encuentro del prójimo.

Por ello mismo, más allá de leyes y cánones, jueces y tribunales, la justicia quizás comience desde el re-conocimiento del otro y especialmente, desde la reconciliación, sanando toda herida infringida o bien voluntariamente, o bien por nuestras omisiones.

El Maestro dará el paso mayor, dando la vida para que el otro viva, y más aún, dando la vida también por los mismos enemigos que sólo buscaban su muerte.
La Resurrección es la raíz de la justicia pues es el gran signo de que la vida prevalece, y que sólo desde el nosotros verdaderamente trascendemos.

Conversión y Cuaresma deberían significar para nosotros tiempo sagrado de regreso y reencuentro, de volvernos a Dios y al hermano desde el perdón y la misericordia. Allí está el fundamento de toda vida en plenitud)

Paz y Bien

Como niños


Para el día de hoy (17/03/11):
Evangelio según San Mateo 7, 7-12

(Es inevitable que tarde o temprano nos encontremos frente a situaciones críticas que nos hacen montar a lomos de un grito, descubriéndonos indigentes, débiles, quebradizos y ciegos.

Una lógica no exenta de profundidad -al menos para los creyentes- nos indica que la asiduidad de la oración y la exactitud en cuanto a qué pedir nos ayudaría a superar todo obstáculo en nuestras vidas.

Pero el Maestro nos invita a dar un salto al vacío más allá de nuestros esquemas y preconceptos.
Se trata de recuperar la confianza de niños para con sus padres, revelándonos el rostro de un Dios que es Padre y más aún, Madre también.

¿Qué más podemos pedir que esa certeza de que Abbá busca sin desmayo nuestro bien, lo que sume a nuestras pobres existencias, lo que contribuya a nuestra plenitud?
Se trata de esa confianza que late en cada corazón que -aún arado por los años y lo que el mundo endurece- sea capaz de descubrirse hija e hijo.

Allí las cosas se transforman: éxito y eficacia, logros y conveniencias quedan en un segundo plano pues se descubre el milagro de la Providencia.
Y entonces sí, la oración se volverá frecuente y constante, pues es una cuestión de amor, luz del Espíritu, fuerza de Dios que es el pan nuestro de cada día que no ha de faltarnos jamás)

Paz y Bien

Signos para la conversión

Para el día de hoy (16/03/11):
Evangelio según San Lucas 11, 29-32

(Están allí, visibles en su humildad, resplandenciendo desde la sencillez.

Mujeres y hombres en el vientre monstruoso del mundo y aún viviendo en plenitud, Jonases que son signos de que la vida prevalece y más aún, Jonases que a su vez señalan a Aquel que es más que Jonás.

Ellos se vuelven testimonio y profecía, y por ellos muchos han de regresar a los brazos misericordiosos del Padre, y en especial los que presuponemos ajenos y perdidos de antemano.
Y nosotros, aún con todo y supuestamente expertos en estas cuestiones, continuamos buscando la señal prodigiosa, la marca espectacular, el milagro mediático.

La misericordia se expresa a diario, y las señales están allí.
Unos pueden darse cuenta, a otros se nos ha anquilosado esa capacidad de ver y mirar, oír y escuchar, de percibir el hacia dónde de esos signos.

Quiera Dios que nos volvamos audaces para descubrirlos, capaces de entender, pasibles de interpretar desde un corazón sincero y arrepentido)

Paz y Bien

Fundamentos de fraternidad

Para el día de hoy (15/03/11):
Evangelio según San Mateo 6, 7-15

(Jesús inaugura el nuevo tiempo santo, tiempo sagrado de Dios y el hombre.
Y desde palabras sencillas, revela los fundamentos de la vida nueva: Abbá nuestro, Padre -Papá- nuestro, y descubrimos no a un Dios invisible y lejano sino a un Padre cercano y perceptible que se des-vive por todas sus hijas e hijos -el Padre de ustedes sabe lo que necesitan aún antes de que se lo pidan, nos dice el Maestro con inefable ternura-.

Más aún, reconocer a Dios como Padre implica a la vez reconocer en toda mujer y en todo hombre -más allá de toda frontera social, racial, económica y hasta religiosa- a un hermano.
Cuando decimos verazmente Padre Nuestro, dejamos atrás cualquier asomo del yo para pasar al nosotros, cuando encarnamos a ese Padre Nuestro se reafirma una fraternidad que trasciende la historia y las distancias.

Por eso mismo la causa de Dios es también la causa de los hermanos.
Que su Nombre sea santificado para la vida y no utilizado para ningún fin nefasto.
Que Él verdaderamente reine en cada corazón.
Que se haga realidad la voluntad de Dios que es la vida plena y abundante, y nó nuestros intereses mezquinos.

Y desde allí, hacemos nuestra y reconocemos Suya la causa de los hermanos: pan y perdón, justicia y liberación.

Que desde la fraternidad todos y cada uno seamos signos de la Providencia Divina, para que nadie pase necesidad; el Maestro llevará esto a su máxima expresión, haciéndose Él mismo pan que se comparte, que sacia y no se agota.
Que nos volvamos capaces de la reconciliación, no sólo ejerciendo el perdón que restaura corazones sino el júbilo que se restituye cuando las deudas se perdonan a pura generosidad. Nada más ni nada menos que fundamentos de una nueva sociedad que se sostenga desde la solidaridad.
Que no sucumbamos a las tentaciones del egoísmo, de las propias necesidades, del poder y la fama, sabiendo desde todo ánimo que Él ha vencido al mundo: allí mismo comienza la justicia del Reino desde la misericordia, y la liberación desde la superación del egoísmo.

No por mucho repetir palabras tenemos garantizada la eficacia de la piedad, y debemos desaprender mucho en estas cuestiones.
Quizás un modo sea volver a decir confiados desde nuestras quebradizas existencias que abrimos nuestras puertas al gran misterio del universo, que Dios es Abbá -¡Papá!- y que ama a todas sus hijas e hijos por igual.)

Paz y Bien

De la vida sagrada

Para el día de hoy (14/03/11):
Evangelio según San Mateo 25, 31-46

(Una de las vertientes más profundas de la Encarnación es que se ha inaugurado un nuevo tiempo, un tiempo santo, tiempo de Dios y el hombre inseparablemente tejidos.

El Creador está presente en cada ser humano -sin importar origen, condición, religión- y esa presencia infinita hace al hombre sagrado.
Eso, precisamente, es aquello que hoy viene a recordarnos el Maestro: no hay templo ni norma, idea o imagen que sea más sagrada que la vida humana, vida que Él mismo ha asumido al extremo de llevar nuestras debilidades y quebrantos, y que recreará al tiempo de la Resurrección.

Pero no es sólo una declaración de principios simpática y agradable que se desdibuja en ciertos velos románticos: Jesús vá más allá, y esa sacralidad se hará concreta y tangible en todos aquellos que sufren, hambrientos y sedientos, sin techo, emigrantes, vidas en harapos, presos condenados al olvido.
Y en esa humanidad doliente -la que a menudo se nos hace intolerable a los ojos- está nuestra vocación y la expresión de todo culto verdadero: todo aquello que consideramos sagrado debería quedar en segundo plano o, mejor aún, subordinarse al servicio de todo aquel que sufre, Cristo doliente sacrificado en altares de la miseria.

Quizás -sólo quizás- liturgia y títulos, cánones y ortodoxia, deberían ser expresión cabal de los benditos del Padre, aquellos que han dejado todo atrás para seguirlo a Él en los que aún no pueden ponerse en pié, en los que desoyen todo interés personal para volcarse por entero al otro, en donde resplandece el Totalmente Otro.
Ésa precisamente es la verdadera religión, re-ligar, re-unir, re-atarse desde el amor al hermano en el que palpita la vida divina.

Cuaresma, tiempo de conversión, converger hacia Dios a través del hermano)

Paz y Bien

El más humano de todos nosotros


Para el día de hoy (13/03/11):
Evangelio según San Mateo 4, 1-11

(Jesús se retira al desierto -lo realizaba con frecuencia- para ayunar y orar.

Cuarenta días, cuarenta noches, cuarenta años de desierto de tribus emigrantes, cuarenta décadas de esclavitud de un Pueblo elegido, cuarenta días de regreso interior que llamamos Cuaresma.

Y la Palabra es explícita: es conducido al desierto por el Espíritu para ser tentado por el Adversario. No es una cuestión menor: asume en sí mismo los golpes de la vulnerable condición humana, con sus flaquezas, sus debilidades y carencias.

En ese momento extremo -desfallece de hambre- es tentado a abandonar todo para satisfacer su necesidad individual; sin embargo, el mismo Espíritu que lo ha llevado lo sostiene, y se yergue entero sabiendo que no basta el pan, su alimento está en la Palabra que sale desde la boca de Dios. Y más aún, Él mismo se hará pan que se partirá y abundará para que nadie pase hambre.

También lo golpea un ansia de fama y gloria, producto efímero de aferrarse a lo que perece, templo de piedra. Él se afirmará con rapidez, sabedor profundo de lo eterno, de ese Dios ajeno a todo éxito.

Y no falta la tentación del dominio, del poder, de la opresión. Pero el ama a su Padre y es obediente -escucha atentamente- a la Palabra. Es ante todo un servidor, no quiere ser servido.

Extraño Mesías éste, que se robustece en el hambre, que se afirma en aparentes fracasos como la cruz y que entiende al poder como servicio, desde la sencillez y la humildad, fiel hasta las últimas consecuencias como son fieles tantas hermanas y hermanos nuestros desde el silencio y el compromiso por una vida digna y plena.

Asumiendo nuestros dolores y carencias, es el más humano de todos nosotros.
Jesús es Dios y Dios es Jesús, y su humanidad no es un conveniente disfraz, sino más bien toda una vocación para todos aquellos que decimos seguirlo)

Paz y Bien

La mesa de los imposibles

Para el día de hoy (12/03/11):
Evangelio según San Lucas 5, 27-32

(No había demasiado que dirimir: Leví el publicano, debía ser objeto de un concienzudo repudio por parte de puntillosos fariseso y escribas.
Los publicanos realizaban con fervor la deplorable tarea de recaudar los tributos debidos a la potencia romana, gravosos impuestos recaudados a favor de ese imperio que oprimía y sojuzgaba a Israel. Y no conforme con ello, utilizaban esa posición en provecho propio: explotaban sin vacilar a los campesinos y pescadores galileos que apenas sobrevivían trabajando duramente. Por ello mismo Leví era hombre de una gran fortuna, adinerado a costa de los otros.

El odio de sus paisanos era patente: como siervos impenitentes del Imperio y explotadores de sus paisanos, estaban en la misma categoría moral que las prostitutas, y en una simple mirada ninguno de nosotros está lejos de compartir esos criterios trasladando esa situación a nuestro presente.¿Cómo no rechazar a gentes así?

El mundo de Leví es el mundo de la explotación y la corrupción desde la servidumbre del dinero, y se acota a esa mesa en donde ejerce su oficio publicano.
Sin embargo pasa Jesús, y cuando Él se hace presente no hay lugar para medias tintas, y el gesto mismo es clave: deja la mesa, abandona ese limitado mundo en donde por su crueldad se ha quedado postrado, se pone de pié y lo sigue.
Lo que entendemos por conversión está simbolizado allí: descubrir el paso de Jesús en nuestra existencia diaria, y atreverse a dar el gran salto, ponerse de pié y abandonar todo lo que nos ata y nos paraliza, para poder construir camino.

La billetera de Leví es muy grande: por ello mismo organiza un gran banquete en el que han de participar otros como él, pares publicanos y explotadores, e invita a Jesús. Y sucede el gran escándalo: el Maestro acepta gustoso y participa alegremente de la cena ofrecida.
Ese banquete estaba perfumado con el sudor de pescadores y campesinos, es fruto del esfuerzo de los pobres, está contaminado desde el vamos.
El escándalo es aún mayor porque Jesús no puede no conocer estas cuestiones, seguramente ha sufrido en carne propia las veleidades de una mesa escasa cuando su padre carpintero debió someterse al accionar impiadoso de estos sujetos. Igualmente la mayoría de sus amigos.
Sentarse a la mesa de alguien significa, de algún modo, hacerse hermano de quien comparte su comida.
Este galileo no puede ser que hable de parte de Dios y acepte un convite tan malsano.

Pero el Maestro no está en tren de convalidar corruptos ni de ser fedatario de explotadores: su misión es misión de rescate perdidos, oferta generosa de vida nueva.
Hay una mesa nueva, mesa grande, mesa de imposibles: no intenta jamás imponer, no juzga, busca la salvación de todos -hasta la del que quizás, a nuestros limitados ojos, ya está fuera de toda posibilidad-, y hace una increíble y gratuita proposición de perdón y liberación.

En el silencio de esta madrugada de Cuaresma, escuchamos un llamado de atención, pues somos a la vez Leví y también somos fariseos y escribas que de un modo u otro buscamos imponer nuestro criterio.

En el tiempo santo de la Misericordia, urdimbre sagrada del hombre y Dios, renace la invitación a poner más y más sillas mansas a nuestras pequeñas mesas.)

Paz y Bien




El otro ayuno


Para el día de hoy (11/03/11):
Evangelio según San Mateo 9, 14-15

(En este tiempo santo inaugurado por Jesús -tiempo de Dios y el hombre- no hay nada más ajeno que los rictus de tristeza autoimpuesta y los amores rituales. Particularmente y entre estos últimos, está el ayuno.

Por eso el Maestro no prohibe directamente a los suyos la práctica ancestral de ayunar como modo de acercamiento a Dios, sino que se opone al porque sí, a la privación programada de alimentos en una fecha determinada. Antes bien -Él mismo lo hizo en el desierto- el otro ayuno, el que es camino de santidad es aquel que se orienta al reencuentro con Dios y con el hermano.

Es cuestión de amor: es muy duro y cruel imponer privaciones a quien pasa hambre, bofetazo inmisericorde de torpe tradición.
Por eso junto al profeta Isaías, hemos de recordar que el ayuno agradable a Dios es partir el pan con el hambriento, vestir al desnudo, volver la mirada y la existencia al hermano que pasa necesidad.

El Dios de la Vida ha convidado a su Mesa a toda la humanidad, y en ese banquete tienen asientos preferenciales los pobres y los que han sido desechados por el mundo.
Por eso mismo hay un ayuno santo, ése que implica privarse con amor y alegría de alimentos para aliviar el hambre de al menos un hermano, es la decisión libre y cordial de ayunar para que ya no haya más ayunos obligados, impuestos, ofensivos.

En este camino de desierto, pero con la mirada puesta en el alba de la Resurrección, Dios reafirma sus esponsales con toda la creación y nada ni nadie puede separarnos de la Gracia y la alegría)

Paz y Bien

Maldita sea la cruz

MALDITA SEA LA CRUZ

Maldita sea la cruz
que cargamos sin amor
como una fatal herencia.

Maldita sea la cruz
que echamos sobre los hombros
de los hermanos pequeños.

Maldita sea la cruz
que no quebramos a golpes
de libertad solidaria,
desnudos para la entrega,
rebeldes contra la muerte.

Maldita sea la cruz
que exhiben los opresores
en las paredes del banco,
detrás del trono impasible,
en el blasón de las armas,
sobre el escote del lujo,
ante los ojos del miedo.

Maldita sea la cruz
que el poder hinca en el Pueblo,
en nombre de Dios quizás.
Maldita sea la cruz
que la Iglesia justifica
- quizás en nombre de Cristo-
cuando debiera abrasarla
en llamas de profecía.

¡Maldita sea la cruz
que no pueda ser La Cruz!

Dom Pedro Casaldáliga, cmf
Obispo Emérito de Sao Félix de Araguaia, Brasil

Con tu hermano al hombro

Para el día de hoy (10/03/11):
Evangelio según San Lucas 9, 22-25

(En tiempos de Jesús, la crucifixión es la pena capital impuesta por el imperio romano para castigar a los criminales más marginales; a su vez, colgar de un patíbulo significaba para la tradición judía ser maldito, la peor de las abyecciones.

No es nada fácil lo que plantea este rabbí galileo -un artesano entre nosotros-: dice que para seguirle hay que aceptar libre y conscientemente la marginación y el desprecio en su Nombre.
Implica también renegar de toda comodidad y elusión de todo riesgo; es fácil proclamar preceptos religiosos desde el poder y ciertas seguridades, confortables ambientes del alma en donde no hay lugar para sobresaltos pues todo está cuidadosamente regulado. Sin embargo, el Maestro invita a aceptar el dolor y la muerte como parte de la existencia pues no tenemos otro horizonte que la Resurrección.

Tomar la propia cruz y seguirlo también significa repudiar en el día a día todas esas cruces impuestas de dolor, de marginación y de resignación que se cargan deliberadamente sobre las espaldas quebrantadas de los más pobres, de los golpeados, de los que no tienen lugar para la esperanza.

Cargar la propia cruz y seguir a Jesús, quizás, se exprese mejor en esa compasión que se demuestra cuando nos ponemos al hombro al hermano que se ha caído y que ya no puede andar)

Paz y Bien

El fin del carnaval, con la Pascua en el horizonte

Miércoles de Ceniza

Para el día de hoy (09/03/11):

Evangelio según San Mateo 6, 1-6.16-18

(El Miércoles de Ceniza señala el comienzo de la Cuaresma, y de suyo puede traernos un cierto sabor a tristeza, a negatividad, a desierto insuperable.
Lleva consigo el aparente fin de la alegría, pues significa que la fiesta del Carnaval ha terminado; sin embargo, puede decirnos también que se caen disfraces y máscaras que esconden nuestros rostros verdaderos.
Porta sin anestesia el duro símbolo de la ceniza, de lo que perece, una imagen de desolación, de fuego que aniquila todo, de temporales que nos dispersan la vida en el torbellino de nuestras miserias, en la crudeza de nuestra insignificancia; sin embargo, nuestro Dios se hace viento bueno para para re-unirnos y re-hacernos, para renacer aún cuando todo indique que prevalecerá la muerte y la nada.
Aún cuando todo se nos haga desierto, en el horizonte se vislumbra la Resurrección, el nuevo y definitivo amanecer de la Pascua.

El Maestro nos propone el camino a recorrer para este rehacernos, para el reencuentro con el Creador.
Este andar hacia Dios pasa inevitablemente por el hermano; quizás la Cuaresma signifique también redescubrir al prójimo en toda su dimensión y especialmente desde sus necesidades.

¿Cómo se realiza ese camino de reencuentro?
Desde la justicia de Dios -que es Misericordia- y que se expresa a través de la oración, el ayuno y la limosna.
Una oración que es ante todo escucha más que suma de palabras, confianza de niños en un Padre que nunca dejará de cuidarnos, necesidad plena de perdón y liberación que se encuentra en el pozo profundo del corazón, aún cuando estemos sumergidos en la multitud. Más aún: una oración que abre otros espacios -otras habitaciones- en medio de la muchedumbre y el anonimato de nuestras ciudades, de la huidiza vida contemporánea.
Un ayuno que no pasa tanto por una privación ritual y medida de alimentos en días predeterminados, sino que se convierte en alabanza cuando el pan nuestro y suyo llega a la mesa del necesitado, cuando se reniega abiertamente con acciones concretas de la inhumanidad del hambre y la afrenta de la miseria.
Una limosna que dice que el Reino supera por lejos cualquier medida racional, que otro mundo es posible desde la justicia de la viuda pobre que ofrece sus pequeñas monedas de supervivencia para que el otro no pase necesidad.

En la esperanza que se sostiene más allá de todo cálculo, caminamos al renacer de nuestras nadas recreadas y plenas de sentido en la Resurrección de Jesús)

Paz y Bien

La otra soberanía


Para el día de hoy (08/03/11):
Evangelio según San Marcos 12, 13-17

(Mucho se ha dicho y escrito acerca de las palabras de Jesús, recogidas tanto por el Evangelista Marcos como por el Evangelista Mateo.

Habitualmente y de manera justificada, se hace hincapié en el cumplimiento, por un lado, de los deberes cívicos y por otro, de los deberes religiosos, las cosas del César y las cosas de Dios.
Sin embargo, aún con el riesgo de ideologización, es dable pensar que esta postura entraña sus riesgos por escindir la vida del Evangelio de la vida diaria: como si esta última no tuviera que ser fermentada necesariamente por la otra, como si fueran dos realidades distintas en la historia humana...

En ese denario en manos de Jesús estaba grabada la figura del César deificada, símbolo proverbial de su dominio sobre la mayoría del mundo, afirmación de su soberanía a través del tributo en dinero. Desde aquí hay un sólo paso para inferir que ese denario representa lo que oprime, el poder imperial que sojuzga, el dinero que fabrica esclavos, ese mismo dinero al que el Maestro enseñaba no prestarle servidumbre.

Por ello, en un mundo cada vez más del César, del poder y el materialismo, del abuso y la opresión, nos sea preciso volver a darle a Dios lo que en verdad le pertenece.
Y lo que le es verdaderamente propio, soberano -de Dios mismo- es lo que ha dado, lo que se ha confiado a nuestras manos, el servicio y la solidaridad, el amor y la compasión, la dignidad de los pobres y el auxilio al caído, la felicidad de los hambrientos de justicia, el futuro en manos de los mansos y los constructores de la paz)

Paz y Bien


La piedra angular

Para el día de hoy (07/03/11):
Evangelio según San Marcos 12, 1-12

(La imagen remite a una antigua costumbre arquitectónica, que era la de colocar en determinado sitio de la edificación una piedra perfectamente identificable y pulida, que era el punto de referencia de la totalidad del edificio y desde la cual se unían las paredes.
Sobre la piedra angular reposaba la solidez de la construcción y se evitaba todo derrumbe.

Y Jesús, cercano a su Pasión, intenta sin descanso que la mirada vuelva a lo verdaderamente fundamental, a lo que sostiene la vida y el universo, el mismo Dios.

Porque el mundo -en aquel entonces, en el transcurrir histórico y en el hoy también- se aferra a lo que perece, el poder, la fuerza, la economía y desprecia con fervor todo aquello en lo que el Dios de Jesús Abbá -Padre suyo y nuestro- tiene puesta su mirada de Amor y misericordia.

Si la vida entera se sustenta en el Creador, en el Dador de la Vida revelado en Jesucristo, el universo entero reposa en sus hombros de carpintero y artesano, tekton galileo, constructor tenaz de nuestras alegrías.

¿Dónde lo encontraremos? Precisamente su rostro resplandece allí mismo, en lo que el mundo desprecia, en el pobre y el caído, en el débil y el excluido, en los niños y en los que sufren...

Quizás hemos dedicado demasiadas décadas a construir magníficos edificios de piedra y hormigón, y dejamos de lado la obra de edificar en nuestro interior de manera compartida y comunitaria estos templos vivos que somos y que llamamos Iglesia.

Desde esas rocas firmes que son nuestros hermanos olvidados hemos de reconstruir la vida y edificar la existencia a la luz de la Buena Noticia; tal vez sea eso mismo que a veces confundimos con santidad)

Paz y Bien

Vocación de hogar, cimientos firmes y escondidos

Para el día de hoy (06/03/11):
Evangelio según San Mateo 7, 21-27

(A menudo es menester no preocuparse demasiado en buscar razonamientos y explicaciones a la Palabra, y no tanto porque estos esfuerzos estén de alguna manera prohibidos o sean contrarios a la enseñanza del Maestro: se trata más bien de dejarse interpelar, oír y escuchar lo que Él nos está diciendo ahora para cambiar. Toda otra idea que no implique una transformación de la existencia es pura esterilidad, desperdicio de esta corta vida que tenemos, arena fina que barre la marea sin demasiado esfuerzo.

Pueden tener resonancias muy duras las Palabras de Jesús: al fin y al cabo, parece que determinados sucesos proféticos, carismáticos exorcismos y actos milagrosos no se corresponden necesariamente con la voluntad de Abbá, Padre suyo y nuestro... y esto debería preocuparnos en extremo, pues nos aferramos a una idea de santidad establecida con carácter post mortem y de resultas de acontecimientos espectaculares e increíbles.

Sin embargo, el Maestro hoy -ahora mismo- está hablando de justicia y sabiduría, de una vocación de edificar nuestras existencias día a día, firmemente cimentados en la Palabra de Vida y Palabra Viva.

Justicia que es ajustar la voluntad a la de Dios, y es precisamente que el hombre viva en plenitud.
Sabiduría que está intrínsecamente ligada a una palabra hermana suya -sabor-, y que nos señala un destino salino, para que la vida sea sabrosa, digna de ser vivida, desalojando toda corrupción.

Quizás entonces la santidad se nos revele en el día a día, en el edificarse desde nuestra nada hacia la plenitud en humanidad, en volvernos más hogar que simple casa... podrán haber palacios y chozas, nos encontraremos con la posibilidad de enormes edificios o de mínimas taperas, pero en todos los casos prima esa vocación de ser hogar, un hogar firme, un hogar en donde palpite desde el amanecer hasta el ocaso y en la noche también la santidad, esa santidad que significa reconocer al hermano en tu dignidad única e irrepetible de hijo de Dios, esa santidad que se expresa en el cuidado del otro y en la entrega generosa y desinteresada para que el otro viva y sea feliz, para que no campeen la pobreza y la miseria, para que el no se nos cuele el egoísmo -arena fina- en los cimientos que andamos intentando en esta roca que es Él.

Quizás allí, desde la firmeza de la Palabra, bajo el alero del Espíritu comencemos a descubrir a una multitud de mujeres y hombres santos que nunca han de llegar al honor de los altares, y que sin embargo son decididamente santos, es decir, mujeres y hombres que tienen la totalidad de su vida asentada en Jesús, que hacen vida diaria la Palabra de Vida y que por ello mismo, nos dicen que no estamos solos y que esta vida merece ser vivida y no tendrá fin)

Paz y Bien

Rashut, poder y permisos

Para el día de hoy (05/03/11):
Evangelio según San Marcos 11, 27-33

(Estaban enojados, rabiosos, cegados de furia.
Ese joven los estaba arruinando en todos los aspectos: había talado de raíz un enorme negocio, volcando las mesas de cambistas y mercaderes que llenaban determinadas arcas desde la piedad de las gentes. Más no era el único problema: ese Maestro galileo -hasta el acento lo delataba- ponía en entredicho y cuestionaba el poder de sumos sacerdotes, escribas y ancianos.
Es claro que ellos no se preocupaban por la posibilidad de que el nazareno estuviera en lo cierto, tal vez por haber ellos equivocado su sendero o peor aún, cuando Aquél señaló al Templo como cueva de bandidos.

Estaba amenazado su poder, esa capacidad de dominio sobre bienes y almas que fundaba sus existencias, y reaccionan con ese lenguaje culto y refinado que solamente escondía intereses propios.
Probablemente le echaron en cara, desde su posición, el concepto de rashut ha rabim, es decir, el derecho público que aparentemente se arrogaba Jesús, derecho de ser igual a Dios, derecho de enseñar.

Contra esa idea -dolorosamente vigente- de imposición, dominio y sumisión, Jesús revela desde cada latido el rostro de su Padre, y su identidad es tan plena que precisamente allí radica su autoridad, una autoridad que libera y hace plena la existencia, una autoridad que supone el amor y la misericordia y nunca la imposición a pesar de la posibilidad del pecado y del error.
Por eso esa autoridad que es liberación fué y será siempre una amenaza, y al igual que Jesús, el amor supone para los poderosos -los de la economía, de la política, de la religión, de toda clase- un peligro supremo, una amenaza permanente.

Nada más contradictorio para el poder que la debilidad aparente del Servidor, nada le causa mayor confusión que el amor y la compasión sin condicionamientos.

Quiera el Espíritu, desde esa autoridad, concedernos la Gracia de volvernos así de peligrosos, sin pedir permiso para amar y servir, para ser solidarios y generosos, candiles de misericordia y signos ciertos de la compasión)

Paz y Bien

Higueras y mercaderes

Para el día de hoy (04/03/11):
Evangelio según San Marcos 11, 11-26

(Jesús es un Salvador inquieto que constantemente vá y viene por las rutas de nuestra existencia, por esas ciudades de soledad que solemos habitar.
Y cuando pasa, solemos mostrar brillantes hojas que, en realidad, sólo se quedan en ello, en la apariencia exterior de nuestras esterilidades.

Al igual que Adán en el Edén, casi siempre utilizamos algunas hojas para ocultar la vergüenza de nuestra falta de frutos dulces que alimenten al otro.
¿Acaso la higuera no tiene un bello destino de producir ricos higos dulces que alivien el hambre?... Pues así somos, y vidas en las que puedan encontrarse sólo algunas hojas son higueras malogradas, pura tristeza nomás.

En cierto modo también y debido a esa carencia de frutos, nos tornamos mercaderes de gracias, traficantes de recompensas, capitalistas del espíritu que gustan de acumular méritos aparentemente sagrados, pues a menudo rendimos culto a un falso dios del trueque y la tarifa piadosa.
Pero ese no es precisamente el Dios de Jesús.

Es un tiempo distinto, nuevo y santo, tiempo de Dios y el hombre; Jesús revela que Abbá -su Padre, el tuyo, el nuestro- no habita en impresionantes monumentos de piedra y hormigón, sino que cada mujer y cada hombre son templos vivos, palpitantes y latientes de ese Dios de la Vida, de lo gratuito -Gracia-, de la generosidad, de la bondad.
Por eso, más allá de toda magnificencia arquitectónica, historia y afectos, no hay templo en todo el planeta que sea más sagrado que una sola vida humana; cada templo se santifica por los que allí se reunen en la oración, una oración que tiene por fundamento la ternura y la compasión, el aparentemente improbable hecho del perdón, el gesto manso del servicio, la misericordia que libera y reconstruye.

Hay una súplica urgente, aquella que ruegue auxilio para abandonar el horror de una apariencia estéril carente de frutos dulces de solidaridad -que no requieren una estación predeterminada, pueden florecer todo el año de nuestras vidas-, aquella que implore al Maestro que venga a nosotros, que nos derribe tantas mezquindades cuidadosamente calculadas para volvernos generosos, desinteresados, compasivos, higueras santas con frutos eternos que sostengan a tantos hermanos hambrientos)

Paz y Bien

Mantos de comodidad, capas de desconfianza

Para el día de hoy (03/03/11):
Evangelio según San Marcos 10, 46-52

(Bartimeo está sentado a la vera del camino, inmóvil en sus miserias, incapaz de ponerse en pié; esa inmovilidad es signo de que su existencia -como la de tantos- se ha detenido y ya no puede edificarse a sí mismo ni hacer huella con otros.

Se aferra a ese manto, de tal modo que su mundo se acota a esa tela cuadrada, como expresando que no hay nada más que lo delimitado por su dolor. En cierto modo, está aferrado a su ceguera, atado a las falsas seguridades que lo atenazan.

Y pasa Jesús, y se desata tanto grito contenido... y están los comedidos de siempre que pretenden acallar los gritos de los que sufren, el lamento de los pobres, y hay que prestar especial atención: cuando el pobre grita, su grito se hace plegaria agradable a los oídos del Maestro, y por ningún motivo es válido todo infructuoso intento de silencio.
Nada puede oponerse a la Misericordia que sostiene al universo.

Muchos de nosotros somos, en parte, modernos Bartimeos. Estamos aferrados a nuestros mantos de comodidad, a las seguridades falsas y espúreas, capas de desconfianza que nos han vuelto inútiles para al andar corazón adentro y para toda huella compartida.

Como les sucedía a Pedro y los otros, este Mesías sufriente y servidor nos resulta muy inconveniente, y a menudo preferimos la ceguera del no ver al encuentro que nos transforme.

A pesar de todo y de todos, a contrario de nuestras mezquindades, el Maestro nos sigue diciendo a cada instante:
-¿Qué quieres que haga por tí?- )

Paz y Bien

Santos fracasados

Para el día de hoy (02/03/11):
Evangelio según San Marcos 10, 32-45

(Las veredas por las que caminaban los pies del Maestro, indudablemente no eran las mismas por donde andaban sus amigos.
El se dirigía sin vacilar a Jerusalem, reducto de fariseos, plaza fuerte del Sanedrín, con notoria guarnición imperial; a pesar de todo, a pesar de que sabe que le espera una muerte de espantoso sufrimiento, no duda y sigue.
Los suyos, sin embargo, van detrás de Él embargados de miedo, temor a lo que pueda suceder, temor al fracaso. Su idea del Mesías no se correspondía con el rostro verdadero de Jesús, su proyecto no era el de ellos.

En ese orden de hambres de triunfos, es claro que siguen también la lógica del poder y los privilegios; por ello mismo, no ha de resultar extraña la solicitud de Santiago y de Juan de un sitio preferencial a su lado, y la correspondiente indignación de los otros diez...indignación no por lo desdichado del pedido, sino porque los hijos de Zebedeo se les habían anticipado en esa misma necesidad de títulos y éxitos.

Aún así, el Señor es paciente y comprensivo y prefiere enseñar a la reconvención contundente, a la crítica despiadada, y esas palabras deberían interpelarnos hoy y cuestionarnos hasta la misma raíz de la existencia.

-¡No ha de ser así entre ustedes!- sigue insistiéndonos hoy sin declinar su esperanza depositada en nosotros.

Y no hay espacio para medias tintas: el ejercicio del poder -en el proyecto del Reino- sólo puede entenderse desde el servicio, jamás desde la opresión, la posición y los privilegios.
El más grande será, en esta mirada nueva, quien se humille y se disuelva en el servicio al prójimo, y un servicio esencialmente compartido, decididamente comunitario, no una aventura de índole individual.

Es todo lo contrario a lo que propugnan nuestras culturas, y a lo que a menudo defendemos desde esta familia grande que llamamos Iglesia.
Se trata de un apetito insaciable por buscar sin descanso el bien del otro, por rechazar todo privilegio, por desechar todo título y poder, y esto es nada más y nada menos que mostrar el rostro del Salvador en todo su esplendor -signo de profecía y antorcha de esperanza- más no una imagen desdibujada y conveniente a nuestras comodidades.

A contrario de una propuesta constante de winners y losers, se avizora en la historia el importante peregrinar de mujeres y hombres de Dios, increíbles reivindicadores del fracaso, santos perdedores del olvido de sí mismo y la entrega desinteresada para que el otro viva)

Paz y Bien

Pedagogía de la comunión y la ruptura

Para el día de hoy (01/03/11):
Evangelio según San Marcos 10, 28-31

(No es fácil asimilar su Palabra, espada afilada y agua fresca en nuestros desiertos a la vez.

Se trata de un éxodo, partir de las prisiones del ego hacia la tierra prometida del nosotros.
Se trata de romper con los lazos familiares sanguíneos, para que la familia crezca por miles de hermanos y hermanas, padres y madres, hijas e hijos.
Se trata de abdicar de las posesiones que esclavizan para que suceda el compartir y acontezca el milagro del Reino, en donde todo se multiplica y nadie pasa necesidad.
Se trata de romper abiertamente con toda tendencia a buscar recompensas en el más allá y en el más acá también, ruptura santa del amor que nada pide y es todo entrega.

Este quebranto propuesto -bienes, familia, egoísmo- es sendero de común unión, de familia numerosa, de canastas llenas y almas saciadas.
Sin embargo, no son sólo palabras gratas a los oídos, sino realidades bien concretas, como el Reino mismo, la alegría de la vida compartida y la existencia plena frente a la acumulación estéril, y que tiene su expresión mayor en el Pan de Vida compartido.

Una multitud silenciosa y servidora del prójimo está allí, hombro con hombro, a puro esfuerzo y sudor, empujando a los hermanos caídos en profundos fangos de miseria, para que salgan a la luz.
Sin dudas, esos que vienen últimos, doblegados de esfuerzo pero erguidos en la esperanza, son los primeros en ser signos ciertos de Salvación para toda la humanidad: en sus hombros cansados llevan la vida)

Paz y Bien

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