Uno por todos

Para el día de hoy (31/03/12):
Evangelio según San Juan 11, 45-57

(Muchos estaban en la casa de Marta y María, porque los milagros no son privativos de los templos ni producto de rituales preestablecidos. La increíble Gracia de Dios actúa y nos sorprende desde la cotidianeidad, allí en donde acontece el devenir diario.
Este galileo es un atrevido incoercible: ha regresado a la vida a Lázaro, declarando que la muerte no tiene la última palabra, que Él está del lado de la vida, en Él la vida amanece porque Él es la vida.

Los poderosos de siempre arden de rabia, y deciden suprimirlo, eliminarlo, desaparecerlo. Ya han probado con todo: insultos, excomunión de la sinagoga, invectivas, declaraciones de blasfemia, diseminar la idea de que está enajenado o endemoniado; hasta trataron en varias oportunidades de provocar un linchamiento, pero no han podido hacer nada.
La conclusión menor es que nadie se muere en la víspera, pero debemos atrevernos a dar un paso más: Jesús sólo morirá en el momento exacto de su entrega mansa y entera, nadie lo tocará excepto que Él lo consienta como oblación para la vida de los demás.

Frente a la enorme amenaza que significaba Lázaro redivivo -porque cada vez más gentes se daban cuenta de qué hablaba Jesús y porqué actuaba así-  se reune de urgencia el Sanedrín: son de reflejos rápidos a la hora de detectar enemigos y señalar ajenos.
Caifás -sumo sacerdote de turno en el servicio del Templo- toma la palabra y explicita lo que todos piensan: si el ascendiente de este galileo sigue creciendo sobre el pueblo, los romanos tomarán la cuestión en sus manos y arrasarán con todo. Las señales de ese hombre son signos de liberación, intolerables en mentes vasallas y colonizadas.
Ellos no mencionan el nombre del Maestro, como tampoco se suele decir el nombre de cualquier víctima; es el mecanismo torpe de quien quiere aligerar la carga de su conciencia, intentando volver abstracta a una persona concreta.
Pero, aún sin quererlo, Caifás habla con palabras de verdad y profecía: es preferible que uno solo muera por el pueblo a que perezca la nación entera. Lo que no dice es que no se trata de la suerte de Israel, sino del poder y las prebendas que ellos detentan.

Así sucederá: un solo hombre morirá por todo el pueblo, el horror y la muerte se cebarán en uno solo para que los demás vivan, uno se sacrificará declarando que nadie más debe ser sometido a violencias, que nadie más deber ser crucificado, que todos -Caifás del poder también- tienen destino de vida y plenitud.

Uno solo morirá, y al morir vivirá para siempre porque será el gesto de amor mayor)

Paz y Bien

Nuestros Jordanes



Para el día de hoy (30/03/12):
Evangelio según San Juan 10, 31-42


(Ellos juntaban piedras para ajusticiarlo allí mismo; todo había desembocado en una fractura y no había vuelta atrás.
Lo acusaban de blasfemo, el peor de los delitos para su religiosidad exclusivista. No podían soportar que ese galileo humilde, de palabras sencillas y profundas con tonada nazarena -casi un campesino- les revelara en sí mismo el rostro verdadero del Dios del Universo. Los incendia de rabia que brote de Él esa autoridad incuestionable, palabra de justicia, palabra de eternidad.

Por ello poco les importará si ese hombre ha pasado haciendo el bien; en cada gesto suyo de bondad, en cada acto de misericordia, de compasión y sanación indefectiblemente los pone en evidencia, y en veredas opuestas.
Así ha sucedido y así sucederá con todos aquellos que translucen en toda su existencia su filiación, esos mismos que no esconden jamás que actúan y viven así por ser hijas e hijos de Dios.

No hay que equivocarse: sin lugar a dudas, las palabras que el Maestro dirige a aquellos que quieren suprimirlo, eliminarlo, silenciarlo están cargadas de una enorme tristeza, mucho más allá de cualquier enojo. Los violentos e intolerantes rechazan la Salvación que también se les ofrece incondicionalmente a ellos.

En esa tristeza, nos relata el Evangelista que Jesús regresa al otro lado del Jordán, allí en donde Juan bautizaba, allí en donde se revela su misión y se descubre su identidad. Regresa a ese sitio que a la vez es comienzo y fundamento, remanso en donde el Espíritu que lo unge lo hace resplandecer en su condición de Hijo amado.
Él jamás quebrantará ese amor, esa fidelidad, y por ello mismo acontecerá la Pasión.

En los golpes cotidianos, en las tristezas, incomprensiones y atropellos que solemos sufrir -y que a veces infringimos- nos urge regresar a nuestros Jordanes, a esos lugares profundos, sitios santos de nuestros corazones hacia donde nos retiramos para espejarnos en ese amor y en esa lealtad de un Dios que nunca nos abandona y que siempre espera con ansias nuestro regreso.
No hay mayor amor que dar la vida, y no hay mayor certeza que la de sabernos amados por ser hijas e hijos, hermanos de Jesús de Nazareth)

Paz y Bien

Del no morir jamás

Para el día de hoy (29/03/12):

Evangelio según San Juan 8, 51-59

(Nunca lo entenderían ni aceptarían un ápice de sus enseñanzas: estaban presos de sus estructuras mentales y preconceptos, además de ser esclavos de la literalidad, esa literalidad que es raíz de todo fundamentalismo.

Ese fundamentalismo es el que rechaza con violencia lo que no es propio en identidad y pertenencia, que reniega de toda novedad, que tiene encendido un perpetuo detector de demoníacas intervenciones y blasfemas acciones, pero que es totalmente inhábil a la hora de reconocer la acción de la Gracia, el paso de Dios en la historia de cada existencia.

Sus enemigos y detractores -los mismos que se esforzarán por conducirlo al cadalso- andan a ciegas en la superficialidad pantanosa y compleja de su mundo de normas y códigos de pureza e impureza, un dios manipulable y exclusivo de unos pocos.

El Maestro navega en las aguas profundas de la Gracia y la Misericordia; son posturas irreconciliables pues ellos nunca se animarán a avanzar en estas honduras, se regodearán y celebrarán la muerte de Jesús.

Son los mismos que a través de la historia celebran y aplauden cualquier muerte.

La vida eterna comienza en nuestro aquí y en nuestro ahora: por ello mismo, la existencia no quedará limitada a nuestra fragilidad biológica ni al escaso tiempo que nos toca vivir. Desde Aquél que es mucho más que un hecho histórico o una figura simpática podemos entrever y descubrir el rostro verdadero del Dios del Universo.

Él está mucho más allá de cualquier especulación racional, se lo comprende como camino de plenitud, de vida, de paz, de liberación, un Dios que sale a nuestro encuentro, el Creador que se hace tan cercano que acampa en cada corazón.

Allí se juega nuestra vida.

Por ello mismo, eso que entendemos por evangelización sea, en principio, no la pronunciación de sesudos discursos o profundas meditaciones, sino tal vez mostrar en cada gesto, en cada palabrá, en cada acción, en cada respirar el paso salvador de Dios en la historia junto a Jesús de Nazareth, nuestro hermano y Señor)

Paz y Bien


Destino de libertad


Para el día de hoy (28/03/12):
Evangelio según San Juan 8, 31-42

(Las aguas están separadas, y parece que no hay regreso. Ya está decidida la suerte de Jesús de Nazareth, sólo puede esperarse un horizonte de violencia y cruz: escribas y fariseos, sumos sacerdotes y notables poderosos lo han rechazado, no lo toleran ni lo reconocen como enviado de su Padre.

Ellos se aferran a su pertenencia histórica y racial; les basta con ser cumplidores de reglamentos que han sacralizado, obstinados defensores de una ortodoxia creada por ellos y para ellos en la que no tienen lugar la compasión y la misericordia. Se creen absolutos poseedores de la verdad -como si ésta fuera apropiable- y, por identidad nacional, totalmente libres. Ello supone que no aceptarán jamás al Dios Abbá de Jesús de Nazareth, presos permanentes de sus esquemas y preconceptos, adoradores de un dios hecho a su medida, un dios exclusivo de unos pocos, un dios que a la vez excluye todo lo ajeno y distinto, un dios severo dispensador de premios y castigos, manipulable por la identidad religiosa y una mediocre piedad acumulativa.
Ese dios no es el Dios de Jesús de Nazareth.

La verdad no se detenta por una élite de guardianes de cánones; la verdad se vive, y la verdad no es el conocimiento profundo de una doctrina. La verdad es, ante todo, conocer a Alguien.
Vivimos la verdad cuando conocemos y re-conocemos a Jesús de Nazareth, y en Él descubrimos la eterna voluntad de un Dios que es Padre, un Papá permanentemente inclinado hacia la humanidad, un Dios que jamás descansa por el bien y la plenitud de todas sus hijas e hijos, un Dios del Universo capaz de hacerse hijo, de hacerse vecino, de hacerse compañero, de hacerse prójimo.

En esa verdad de amor y misericordia está inscrito nuestro destino eterno de libertad. Por ello mismo la liberación es ante todo Pascua, paso de la servidumbre de todo lo que nos ata a la tierra prometida de la caridad, del servicio que se hace redención.

Este destino supera largamente una convicción, por profunda que pudiera ser. Se trata de cumplir con una misión a la que se nos ha invitado, la increíble y siempre sorprendente vida en la Gracia, la clave de toda existencia que es descubrirnos hijas e hijos de Dios)

Paz y Bien

Adonde no iremos


Para el día de hoy (27/03/12):
Evangelio según San Juan 8, 21-30

(No iremos allí en donde lo que decida sean criterios anquilosados, normas deificadas o códigos inconmovibles que estén por encima de tus hijas e hijos, Señor.

No iremos allí en donde impere la muerte, como meros espectadores, omisivos cómplices de que todo siga igual, así de oscuro, así de doloroso.

No iremos allí, a ese recóndito lugar en donde hemos archivado falsas imágenes tuyas, torpes fotografías que solemos observar por conveniencia, negando Tu rostro que resplandece pleno en los pequeños y en los pobres.

No nos fugaremos a refugios de pseudoreligiosidad, ni evadiremos la cruz que nos toque cargar. Nadie lleva al hombro más peso del que pueda levantar.

Sólo queremos que se nos reconozca como hijas e hijos de Tu Padre, hermanos tuyos porque hemos sabido renunciar a todo egoísmo, y ofrecernos desde nuestra fragilidad y pequeñez en favor de la vida de un hermano en necesidad)

Paz y Bien

A pura esperanza

La Anunciación del Señor

Para el día de hoy (26/03/12):
Evangelio según San Lucas 1, 26-38

(La lectura de la Encarnación del Señor puede resultarnos complicada en estos tiempos cuaresmales, pues por defecto tendemos a mirar solamente los horrores de la Pasión, a revestirnos de ese rictus luctuoso y semifúnebre. La Anunciación del Señor a María se nos hace algo fuera de tiempo, contraria a esta rítmica adquirida durante cuarenta días de cuidadosa elaboración y reflexión.
Y si esto así sucede, bendito sea Dios que nos desinstala de todos los supuestos, nos altera las rutinas y jamás dejará de sorprendernos.

La Encarnación y la Pasión del Señor expresan el mismo, único e infinito amor de Dios con nosotros.

Es tiempo santo, momento sagrado.
Es una aldea ignota e insignificante en la historia del pueblo elegido, es un poblado nunca nombrado en las Escrituras, quizás porque la Salvación acontece en donde menos la esperamos, en sitios insospechados o, mejor aún, sospechosos de que nunca nada bueno suceda.
Es una muchachita judía, una jovencita campesina que no cuenta para casi nadie, excepto para los ojos de Dios, y que sin embargo cambiará la historia de la humanidad en clave de esperanza y liberación.
Hace cosas raras este Dios nuestro. Se comporta como un enamorado, anda pidiendo permiso, saluda con gentileza, no impone ni atropella. Su fuerza de vida, que llamamos Espíritu, es toda delicadeza que nada vulnera, que crea, que invariablemente genera vida, que nunca vulnera sino que plenifica.

Es una muchacha la que decide en nombre de todos nosotros. La creación contiene la respiración, pues Dios salvará si ella dice que sí.
Es la conjunción -cónyugues!- eterna de Dios y y los pueblos, ofrenda perpetua para toda mujer y todo hombre a través de toda la historia.
Con María y como María, hoy volvemos a decidir si cambiamos el rumbo de este mundo que está tan lejos de ser santo, si nos vamos a permitir que se nos salude desde la alegría y la fidelidad.

Es Dios que se hace vecino, amigo, hermano, un hijo a nuestras puertas.
Asume nuestra frágil y quebradiza condición humana para hacerla plena, para vestirla de eternidad en una confianza inusitada. Es un Dios a pura esperanza, que cree y confía totalmente en nosotros, con una fé diametralmente opuesta a la escasa confianza que solemos depositar en Él y en su proyecto para toda la humanidad.)

Paz y Bien




Para ver a Jesús, para que todos lo vean

Para el día de hoy (25/03/12):
Evangelio según San Juan 12, 20-33

(Han llegado a Jerusalem para las fiestas de la Pascua un grupo de griegos, -seguramente prosélitos -, es decir judíos conversos que van a cumplir con los preceptos de la Ley, aunque con mayor exactitud debería hablarse de judíos adherentes pues pesaba demasiado la raza y la nacionalidad. En el Templo tenían un patio exclusivo, señal de pertenencia parcial, hijos de Israel pero no tanto.

La aparición y las enseñanzas de Jesús de Nazareth no pasan desapercibidas, y trascienden por lejos las pequeñas fronteras de Israel; su voz repercute en todas partes, su siembra llega a lugares impensados. Por ello mismos esos hombres -extraños a la fé judía a pesar de su cumplimiento ritual- quieren verlo, necesitan conocerlo en su propia impresión, abunda su curiosidad y sus ganas de saber más.
En esas intenciones, tratan de acercarse al Maestro a través de uno de los discípulos, Felipe de Betsaida. Felipe y Andrés son, de los Doce, los únicos cuyos nombres tienen reminiscencias griegas, y por ellos se dirigen a Jesús a través de ellos. Probablemente también porque nos acercamos a Dios a partir de lo que nos es habitual y conocido, de lo que no nos es desconocido, y esto es algo a lo que hemos renunciado en pos de faraónicos planes evangelizadores.

Las palabras de Jesús como respuesta a sus requerimientos pueden aparecerse como extemporáneas, duras, inexplicables. Uno podría suponer que les daría palabras de bienvenida, una recepción fraterna, y sin embargo se expresa con la contundencia de un profeta, con la fuerza de la voz de Dios. Jesús siempre nos sorprende, se esapa a nuestros esquemas, y a menudo no es ni hace lo que solemos esperar de Él.

Es que para los que esperamos a un Jesús solamente sanador, milagrero, o tal vez un revolucionario, o un Cristo celestial y lejano, la Palabra nos lleva de regreso al núcleo central de la Buena Noticia, y es que la vida se magnifica, se expande y difunde cuando se entrega generosa, incondicional, sin limitaciones y a pesar de angustias y miedos, cuando la muerte se hace ofrenda para que otro viva.
No se trata, claro está, de un dios voraz en su apetito de sangre, en sus condicionamientos sacrificiales. El Dios de Jesús de Nazareth es Abbá, un Padre que ama y como tal, sólo quiere la vida plena para todas sus hijas e hijos.
Jesús morirá en soledad, en el horror de la cruz para que nadie más sea chivo expiatorio ni víctima necesaria. Nadie debe tener destino prescrito de martirio y dolor.
Hay todo un mundo de desprecio, de rechazo de la vida, de miseria y exclusión del que no hay que evadirse ni escaparse mediante subterfugios religiosos. Es un mundo que debe cambiarse, santificarse y allí sí vale el término sacrificio, es decir, hacer sagrado lo que no lo es.

Esa es la declaración del Maestro, expresión que ratificará en su entrega mansa a ese patíbulo cruel de los maderos cruzados, grano de trigo que sólo se pierde en apariencia, grano pequeño que se convertirá en espiga fuerte, harina purísima del pan que abunda para todos.

La ofrenda mayor de la cruz debe reencaminar nuestros pasos hacia el extranjero para que no haya más extraños, hacia el distinto para que seamos cada día más hermanos, hacia el que está agonizando en soledad para que viva en plenitud.
Ése es el Dios que anunciaremos, ese es el Cristo viviente que todos deben reconocer en nuestros gestos)

Paz y Bien

24 de marzo, el mismo odio, la misma Patria, la única luz

Para muchos de nosotros al sur de estas tierras latinoamericanas, el día 24 de marzo tiene un significado muy especial y es un decidido llamado a la memoria y a la reflexión.
Es que un 24 de marzo de 1976, ya inmersos en un torbellino de violencia fratricida, hubo algunos que decidieron erigirse en salvadores de la nación, genuinos defensores de un pretenso mundo occidental y cristiano y desde el mismo Estado brindaron una prolífica y planificada dispensa de violencia, de torturas, de terror, de robo de identidad, de niños tomados como trofeos de guerra.

Ellos ejercían ese poder omnímodo que supone eliminar y suprimir -desaparecer- a quien no piensa como ellos, al que se opone a sus dictados aún cuando sea desde la mansedumbre del Evangelio.
Es que vivir con fidelidad y de acuerdo a la Buena Noticia es volverse para estas gentes peligrosamente subversivo.

Estas supuestas virtudes de odio e intolerancia no han sido exclusivas de esta Argentina que nos cobija. Ha sido una estrategia mortal cuidadosamente planificada en estas tierras latinoamericanas que tanto amamos y que, a menudo, tanto nos duelen.

Otro 24 de marzo, pero de 1980, otros personeros del mismo odio pretendieron acallar la verdad y suprimir la justicia arrebatando con sus armas la vida de nuestro hermano Oscar Arnulfo Romero, Arzobispo de San Salvador.
En su voz vibraba el deseo eterno de liberación de ese Dios que nos ama sin límites, Padre de la plenitud y la vida que reconoce a los suyos cuando se auxilia al caído, cuando se sacia el hambre, cuando se visita al enfermo, cuando los pobres recuperan palabra y derechos.

Pero es claro que la verdad y el compromiso del Padre Obispo Romero -San Romero de América para nuestros pueblos- implicaba una amenaza grave para los poderosos e intolerantes de siempre, los mismos que hoy -con otros modos- hambrean a millones, los que ejercen la torpe y peligrosa violencia armada del imperialismo, los que reniegan de sus hermanos excluidos.

Debería ser un día luctuoso, de rictus amargo y duelo.
Pero esa luz que se ha encendido en nuestra hermana El Salvador no se apagará jamas, iluminando con el amor de la ofrenda a todos estos pueblos al sur del Río Bravo y a toda la Iglesia.
Muchas hermanas y hermanos nuestros han ofrecido sus vidas en el martirio, y otros tantos se sacrifican a diario en humildad y silencio, al servicio de los más pobres y pequeños.

Esa luz nunca se apagará, es el signo cierto de Dios con nosotros.

Paz y Bien


El profeta rechazado, el repudio a Dios

Para el día de hoy (24/03/12):
Evangelio según San Juan 7, 40-53

(La controversia se ha instalado con toda su crudeza y separa aguas, incluso entre los mismos enemigos de Jesús.
Su vida es totalmente coherente entre lo que enseña y las cosas que hace, nadie ha hablado como Él. El pueblo -aún cuando a menudo se equivoca- sabe que en ese rabbí galileo hay algo más que un simple hombre; Él les habla de un modo distinto, el Espíritu lo impulsa, Él habla desde Dios y Dios se expresa en Jesús.

Estaban también los rechazadores de siempre, esos mismos que reaccionan con violencia a lo que no pueden encasillar y que se escapa de sus torpes esquemas. Son los mismos que en aquel tiempo -y ahora también- al que habla en nombre de Dios lo vituperan, lo repudian con fervor y lo minusvaloran por origen, por pertenencia, porque no es como ellos.
Son los que se encumbran en la torre de castillos de arena, y miran con desprecio a los que consideran que están por debajo de esa pirámide falaz de poder y dominio -los que no conocen la Ley son unos malditos, dirán convencidos-.

Hasta los enviados a detenerle regresan con las manos vacías, confundidos entre las órdenes brutales que han recibido y la luz que han encontrado en ese Hombre y que los encandila de novedad. Nadie habla como Él.

Es menester detenerse en Nicodemo: su postura es sincera y leal, busca la justicia desde lo que sabe y conoce. Todos debemos buscar ansiosos la justicia a partir de lo que conocemos y siempre desde los hechos tal como son.
Sin embargo, Nicodemo aún debe dar un paso más para que su hambre de justicia y verdad sea plena, así como nosotros mismos: hay que nacer de nuevo, hay que renacer desde el Espíritu.

Hoy, aquí mismo entre nosotros, hay mujeres y hombres magníficos que continúan actuando y hablando en nombre y a causa de ese Espíritu que los impulsa, profetas de barrio y profetisas del campo que solemos ignorar y hasta despreciar por su acento, por lo que dice y por como lo dice, y allí hay un gran peligro, el mismo que transitaron los que renegaban del Maestro.

Es que cuando se rechaza al mensaje y se desecha al mensajero, se repudia a Aquél que envía el mensaje, y quizás éste sea el mejor momento para volver a escuchar lo que verdaderamente importa y a quienes no solemos tener en cuenta)

Paz y Bien

Un hombre solo

Para el día de hoy (23/03/12):
Evangelio según San Juan 7, 1-2.10.25-30

(Jesús de Nazareth ha sido educado en la fé de sus mayores, ha crecido en la fé de Israel. Es judío hasta los huesos, como su padre carpintero, como su madre nazarena, como sus paisanos, como sus discípulos.

Pero también es un hombre con una misión, un hombre encendido por el Espíritu.

Por eso vá hacia el Templo, aún casi a escondidas -pues lo estaban buscando-, porque eran los días en que se celebraba la Fiesta de los Tabernáculos -Sukkot-, una de las tres fiestas más importantes para la fé de Israel junto a Seder Pesaj -Pascua- y a Shavuot -el recuerdo de la entrega de Dios a Moisés de las tablas de la ley-.

Jesús quiere celebrar con su gente, con sus hermanos, a pesar del ambiente tenebroso que se está cerniendo sobre Él. Sin embargo, a pesar de la multitud, es un hombre solo.

Escribas, fariseos y sumos sacerdotes puntillosos en el cumplimiento estricto de la Ley -y negadores de toda compasión- están decididos a eliminarlo. Hacen lo que siempre se hizo en estos casos: aislar al condenado, rodearlo, no permitir que nadie dé la cara por Él, que nadie hable en su nombre. Así, imaginan, será más fácil eliminarlo.

La multitud lo conoce, y se ha asombrado gratamente cuando lo vieron sanar enfermos, cuando derribó las mesas de los cambistas, cuando bebían sus palabras. Pero es un amor falaz, un afecto lábil; no se atreven a dar el paso más allá del asombro y en cierto modo, acompañan la decisión de los poderosos. Por ello mismo, se asombran de que camine en libertad por las calles de Jerusalem, de que no lo detengan, y se preguntan si, de algún modo, algún sabio lo ha reconocido como Mesías. Es la actitud de quienes se sienten satisfechos por haber leído el menú sin haber tocado un solo bocado, de los que esperan que todo esté hecho por los otros sin animarse ellos mismos a digerir en su alma al Pan de Vida.

Creen conocerlo por cuestiones de nacionalidad y pertenencia -galileo, carpintero-, pero sigue siendo un hombre desconocido, un Mesías dolido de soledad.

Aún así, los pobres y los olvidados se regocijan en silencio. Toda una multitud de excluidos que por crueles normas de pureza no son partícipes de Sukkot, saben que Él ha venido especialmente por ellos, para que la fiesta no sea de unos pocos sino de todos.

Quizás la Cuaresma sea, en gran parte, hacer memoria y vida de esa soledad del Maestro, de ese abandono por parte de los suyos, y que a pesar de todo y de todos, se mantiene fiel a su misión y no permite que se apague la llama que lo enciende, la luz del Padre que lo ha enviado para que todos -incluidos sus verdugos- vivan, y vivan en plenitud.

La Cuaresma es memoria y presencia de fidelidad)

Paz y Bien

Un rostro dibujado

Para el día de hoy (22/03/12):
Evangelio según San Juan 5, 31-47


(Jesús de Nazareth fue sometido a varios juicios, aunque en la práctica a un sólo proceso judicial -el del Sanedrín-, más allá aún de la condena del pretor romano.

Esos juicios anticipados iban señalando y anticipando un derrotero de rechazos y odios que lo conducirían a las horas decisivas de la Pasión. En todos esos hechos y sucesos podemos descubrir y rastrear ciertas actitudes que atraviesan toda la historia y persisten hasta nuestros días: es el rechazo a Dios y a los signos de Dios porque no se condicen ni adaptan a las imágenes y esquemas que de Él nos hemos creado.

También se juegan otros intereses, prebendas, prestigio y poder; en la escala de valores se ubica en la cumbre normas, ritos y preceptos a cumplir, que necesariamente han de tener por consecuencia el rechazo a ese Dios al que se pretende -torpemente y con cierta soberbia- defender, y así con violencia específica rechazar a su Enviado...y a todos las hermanas y hermanos del Enviado que a través de los tiempos se vuelven testigos y signos vivos del Dios de la Vida.

Puede ser que duela, decididamente ha de molestar y desestabilizará más de una mente. Bendito sea Dios por ello.
Él se escapa de nuestros moldes, y es muy distinto de los dibujos que solemos inventarnos por nuestra comodidad y a favor de nuestra conveniencia.

Un Dios así, tan Padre y tan generoso, desinteresado de todo aquello que no sea el bien y la plenitud de la humanidad, un Dios que se hace presente en cada hecho de liberación, en cada gesto de bondad, en cada acto compasivo, es un Dios muy inconveniente.

Ese Dios inconveniente es el Padre de nuestro Señor Jesucristo, el mismo que prefiere levantar a los caídos, sanar a los enfermos, restablecer a los excluidos, liberar a los oprimidos antes que llenarse de palabras que nada digan.
Dios es Palabra que crea, que re-crea y libera)

Paz y Bien

Identidad y misión en tiempo presente

Para el día de hoy (21/03/12):
Evangelio según San Juan 5, 17-30



(La insistencia del Maestro acerca del carácter bondadoso e incansable de su Padre no es mera cuestión repetitiva ni casual: su Padre sigue actuando, su Padre sigue amando, su Padre sigue liberando, su Padre continúa sin pausa su obra creadora hasta hoy mismo, aquí y ahora, entre nosotros.


Y Él se identifica plenamente con su Padre, mucho más que una transparencia. Jesús es Dios y Dios es Jesús, y cada uno de sus hermanos -vos y yo, tú y ella, todos nosotros- tenemos una herencia y un gen espiritual que nos impulsa, en una identidad irrevocable e intransferible: hacer presente en cada palabra, en cada gesto y en cada acción nuestras raíces familiares, ese Padre que nos cobija y protege, ese Hijo que es hermano y compañero.


La tarea no es de juicio y separación cuidadosa de unos pocos elegidos.

Quizás con el devenir de la historia, hemos minusvalorado el real sentido de la universalidad, que es la Gracia que desciende infinita y generosa sobre toda la humanidad.


Por ello, en cada hecho de liberación, en cada acción de socorro y compasión, en toda reivindicación de justicia -provenga de donde provenga- podemos entrever la mano bondadosa de Aquel que todo sostiene y que a todos nos cuida.


Allí está nuestra esperanza, nuestra alegría y nuestro rostro mejor)


Paz y Bien


Esas ganas de curarse, ese caudal de agua viva


Para el día de hoy (20/03/12):
Evangelio según San Juan 5, 1-3. 5-18

(La piscina de Betsata gozaba de cierta fama por atribuirsele dotes curativas a las aguas que en abundancia brotaban de ella; es que el culto que desarrollaba en el Templo de Jerusalem requería enormes cantidades de agua para las purificaciones y abluciones, encontrándose numerosas cisternas que proveían los miles de litros necesarios. Por otra parte, en las cercanías de esta piscina, los maestros de la Ley enseñaban a sus estudiantes, y la contraposición es dolorosamente evidente: de un lado, la enseñanza de la religión, y del otro el olvido de los pobres y los enfermos.

Obviamente, es demoledora la observación que nos trae el Evangelista: aquel hombre estuvo treinta y ocho años golpeado por la enfermedad, sin una mano amiga que lo acerque a las aguas milagreras; a veces, no es errado pensar que la ausencia de compasión y solidaridad es más cruel y duele más que la enfermedad misma.

Y el Maestro se acerca, no lo ignora ni pasa de largo, signo cierto de un Dios que siempre está inclinado hacia el dolor de sus hijas e hijos. Aún así, una cosa es clara: los milagros acontecen desde la fé, a partir de la confianza, y ese hombre enfermo -a pesar de su parálisis- debe poner su alma en ello. Para sanar de cualquier dolencia, simple o compleja, hay que tener la voluntad de curarse, y es raíz de esa libertad que a menudo dilapidamos en nuestros perniciosos acostumbramientos.

El hombre se pone de pié, tomando su camilla. Puede andar pues ha pasado la Misericordia por su vida, se pone en marcha al ser capaz de llevar al hombro lo que lo ataba y sometía.

Entonces, arrecian las críticas y algunos braman de rabia. En parte, porque en la sanación Jesús ha vulnerado la sacralidad que ellos han construido alrededor del Shabbat, en parte porque presenta al pueblo un Dios muy cercano, tan cercano como ha de ser un Padre.
Pero también, porque no les ha pedido permiso: las estructuras de poder -sea cual fuera su origen y definición- suelen reaccionar con violencia desmedida frente a lo que se sale de previsión y cauce, y la Gracia no puede acotarse, medirse ni regularse.

Es un tiempo maravilloso en donde Dios no descansa procurando nuestro bien, caudal inagotable de agua viva que nos sana y renueva)

Paz y Bien

José Nazareno de la justicia y el servicio

San José, Esposo de la Virgen María

Para el día de hoy (19/03/12):
Evangelio según San Mateo 1, 16.18-21.24

(Parece mentira que de alguien tan fundamental los Evangelios nos relaten tan poco. No hay una sola palabra pronunciada por José de Nazareth.
Sin embargo, en los relatos de la Buena Noticia nada sucede por casualidad, ni lo expresado allí es a causa de olvidos o censuras.
José se mantiene en un silencio atento, y ese silencio -en las profundidades de nuestros corazones- se nos vuelve estridente, brújula cordial para nuestros pasos perdidos.

Es un tekton, un artesano galileo al que sus hermanos judíos tienen a menos. Su acento lo traiciona, su origen lo desmerece, su oficio es demasiado humilde como para esperar demasiado de él.

Aún así, Dios lo elije como padre, y a su esposa como madre.

Es un hombre justo, más no en el sentido ecuánime que solemos otorgarle al término: es justo porque ajusta su vida a la voluntad de Dios, es justo por ser capaz de misericordia y compasión, es justo por poner la vida como valor primero, vida a ser cuidada y protegida, vida que está por sobre cualquier norma o ley.

Así será decisivo en el misterio de la Encarnación de Dios con nosotros, protegiendo a esa muchacha que ama, recibiéndola como esposa sin reserva alguna, queriendo sin límites desde su modestia a ese Hijo sorprendente, Dios al que llamará hijito.

Es lógico y veraz decir que José es el padre adoptivo o, mejor aún, el padre legal de Jesús.
Sin embargo, hoy nos atreveremos a llamarlo, por un momento, padre de Jesús.
Padre que procura con su esfuerzo el sustento para su familia, padre capaz de cualquier cosa -emigrante mal mirado- para aliviar las penurias de los suyos, padre que ama del mismo modo que su Dios, tan intensamente brindando su vida a los otros que pasa desapercibido.

Ese Hijo Santo que cambia la historia adopta sus gestos, aprende su oficio y se nutre de su humildad. Por ello no es extraño que a su Padre nos lo revele como Abbá!, pues ya desde muy pequeño descubrió a la eternidad en ese abrigo paternal nazareno.

Conmociona y emociona que un hombre tan humilde, elegido y amado por Dios, cuando ha cumplido su misión se retira mansamente sin estridencias, sin avisos descollantes. Él ha cuidado y amado a los suyos, y es alentador para todos y cada uno de nosotros, y es signo cierto de que no hay amor mayor que la entrega servicial por la vida de quien amamos)

Paz y Bien

La renuncia de Dios

Para el día de hoy (18/03/12):
Evangelio según San Juan 3, 14-21

(Es extraño, muy extraño.
Dios no se adecua a lo que esperamos de Él, no se condice con nuestros esquemas, contradice cualquier imagen que nos hayamos forjado por comodidad o necesidad y reniega de esa ideología enquistada del éxito -cruel ética de winners y losers-. Así se hace difícil cualquier religión, porque de continuo Él quebranta alegremente los cánones y preceptos que hemos inventado en nuestra necesidad de estructurarnos e imponernos jerarquías y escalas de importancia.

El ha renunciado a su status celestial de Dios lejano e inaccesible, oculto tras las nubes. Es el Dios increíble que es capaz de ir a cualquier lado con tal de rescatar a ese hijo que ha renegado de Él y que se ha extraviado en su disipación en la extranjería de su amor familiar, el mismo Dios que se arriesga en los riscos y precipicios buscando a una pequeña oveja perdida, el que se detiene invariablemente a auxiliar al caído a un costado del camino, sin importarle pertenencias u orígenes.

Es un Dios que está enamorado apasionadamente de la humanidad, de toda la humanidad, de todos los pueblos y naciones, de todos y cada uno de nosotros, y que en esos amores no se escatima nada para sí.

Ha renunciado a su derecho a juzgar y condenar a los que se apartan de Él y de sus mandatos. No quiere ser juez ni mucho menos verdugo. Eso ha quedado en nuestras manos, Él se ha acercado con bondad y salvación para todos, sin excepciones.

En esos descensos desde su infinitud, la salvación entendida como plenitud y vida ilimitada no ha quedado relegada a un futuro incierto, en donde una divina balanza decidirá la pertinencia de méritos acumulados como pasaporte al Edén de las promesas. La salvación tiene perfume de presente, acontece en nuestro aquí y ahora y ha sido puesta en nuestras manos, porque ese extraño Dios tiene una fé ilimitada en todos nosotros, en contraposición a lo poco que confiamos en Él.

Y como la Salvación sucede ahora, tiempo santo de Dios y el hombre en el hoy de la Redención, toda la vida se transforma a partir de esas ganas de liberación. Toda la vida puede y debe transformarse.

¿En donde nos reuniremos para no estar tan solos, para que todo no sea una poética iniciativa individual sin mucho destino?. La sombra ominosa del dolor y la violencia siempre está amenazando a los hambrientos desaforados de paz y de justicia.

Nosotros seguimos una bandera izada como señal de auxilio para nuestra gente y para todos los que andan en tinieblas y en sombras de muerte y desolación.
Nosotros seguimos a Jesús de Nazareth, hijo de Dios y hermano nuestro, Cristo de nuestra Salvación que también ha renunciado a su propia vida en la cruz para que todos vivan, para que ya no haya chivos expiatorios, para que no se siga derramando sangre bajo cualquier pretexto, para que la vida se acreciente donándola con generosidad y desinterés)

Paz y Bien




Posturas

Para el día de hoy (17/03/12):
Evangelio según San Lucas 18, 9-14

(Una de las situaciones que es causa principal de excluir y de alejar al prójimo es aquel sentimiento de superioridad de unos por sobre otros.
En nuestros ámbitos religiosos, no se enraiza solamente en una malsana soberbia, ideología que subyace en creernos superiores a otros por pertenencia, nacimiento, raza, nacionalidad, sino también por una cuestión mucho más crítica, y es ella la postura frente a la Gracia y a la Salvación.

Así, tristemente hemos de encontrar a través de la historia, en la actualidad y en nuestras propias existencias ese cariz de la Salvación como meta a lograr, objetivo que se adquiere mediante el cumplimiento puntilloso de normas, preceptos y acciones medianamente piadosas. Esta postura es la que desaloja la acción increíble y maravillosa de la Gracia en nuestras vidas, Gracia que nos llega a través de Jesús, Cristo y Señor, y que deifica por sobre todo a los cánones y normas.

Podría suponerse que las "buenas" acciones son causa meritoria de la Salvación; pero el anuncio de la Buena Noticia nos enseña lo opuesto, actuamos de modo diferente y con bondad al descubrir el paso salvador de Dios por nuestras vidas.

Así los dos hombres en el Templo: uno que se cree mejor, superior al publicano y a los demás, erguido de orgullo. No puede criticarse su sinceridad, ni ponerse en duda su carácter piadoso ni sus acciones de acuerdo a la Ley. Sin embargo, él no está elevando una plegaria de gratitud sino que desde su fé de compraventa, de su espiritualidad mercantil, hace un monólogo en donde se vanagloria de sí mismo.

El otro, el publicano -considerado réprobo por sus paisanos, en la misma estatura moral de las prostitutas- apenas alcanza a balbucear una súplica de perdón, deudor moroso de toda la misericordia disponible. Ni siquiera se siente digno de elevar su mirada.
De él no sabemos si ha cumplido la Ley y los preceptos, si a diario ha sido justo o se ha portado justamente con los demás; pero tenemos la certeza que la Salvación llega a su vida por lo que nos enseña el Maestro.

Es que la Gracia no es mesurable, y la medida de todo destino pasa por la humildad. Somos muy pequeños, indigentes perpetuos, mendigos de la Misericordia, que nos salvamos con la confianza en la bondad de Dios y en su Pascua, éxodo de liberación diario en nuestras existencias)

Paz y Bien


Cercanía y pertenencia

Para el día de hoy (16/03/12):
Evangelio según San Marcos 12, 28-34

(Todo aprendizaje tiene como premisa la escucha atenta y la disponibilidad a internalizar conceptos nuevos, aún cuando ello suponga el desarraigo de ciertas ideas férreamente ancladas.

Ese letrado de rígida formación farisaica, seguramente era un experto exégeta de la Ley; no se dirige al Maestro con intenciones perversas y con un cariz interrogatorio que sea cual fuera la respuesta, tiene un pre-juicio réprobo. Él exhibe una franqueza inusual y cierto afán de conocer la verdad.

Quizás esa también sea para nosotros motor y brújula, el hambre de verdad, la sed de justicia.

Jesús lo sabe -¿quién mejor conocedor que Él de cada corazón?-, y la respuesta no se demora, como jamás quedará insatisfecha la necesidad de conocimiento y verdad de todo corazón que navegue mares de sinceridad.
La raíz de la existencia y clave de todo destino es el Dios Abbá de Jesús de Nazareth, un Dios que no impone sino que propone, un Dios que no se esconde en las nubes sino que sale a tu encuentro, un Dios que no es inaccesible sino que se revela en el rostro de tu hermano.

Allí se invierte cualquier polaridad, se relativizan cultos, se minimizan cuestiones que creíamos santas y que, a menudo, las hemos creado por temor o por orgullo, en ánimo de aferrarnos a banales seguridades.

Ese escriba, desde su corazón sincero y franco, ha reconocido al Maestro y a la verdad que Él expresa, por ello mismo será elogiado reconociéndolo como cercano al Reino de Dios. No está lejos, pero le falta dar el paso, el éxodo del conocimiento abstracto a la realidad del otro que está a su lado.

¿Qué se define aquí?
Que las hijas y los hijos de Abbá Padre de Jesús y Padre nuestro rinden culto a su Dios cuidando, protegiendo, socorriendo y auxiliando a sus hermanos, desoyendo todo llamado del egoísmo.

Las hijas y los hijos de Dios, hermanos de Jesús de Nazareth no tienen otra religión que la del amor que expresen en el prójimo cercano y lejano)

Paz y Bien


Disgregaciones

Para el día de hoy (15/03/12):
Evangelio según San Lucas 11, 14-23

(La palabra significa y expresa el corazón y la interioridad de la gente; es la posibilidad de ir al encuentro del otro, de no encerrarse, del diálogo, de crecer.
La carencia de esa palabra, la imposibilidad de hablar implica anonimato indeseado, soledad impuesta, encierro y opresión. Por ello mismo, devolver las palabras y la Palabra a los mudos de cualquier tiempo, a los acallados de toda la historia es cuestión urgentemente santa, signo certero de que el Reino acontece aquí y ahora.

Ello precisamente es lo que hacía Jesús de Nazareth: pasaba haciendo el bien sin esperas, sin vacilaciones y, especialmente, sin pedir permiso.
Sin dudas, esta actitud del Maestro -y de los que actúen por Él y con Él- es molesta, blasfema y subversiva para los poderosos y para las almas mezquinas y celosas. Así entonces todo argumento descalificatorio se justificará por sí mismo, y proliferarán difamaciones, condenas y rápidas excomuniones sin compasión.

Aún así y a pesar de que todo parezca señalar lo contrario, la fuerza de la Buena Noticia es irreductible porque encuentra su raíz en la gratuidad y en la misericordia ilimitadas de Abbá Padre de Jesús, hermano y Señor nuestro, y el bien ha de florecer en los lugares más impensados, en donde descolla la resignación y acampa la oscuridad.

Quizás la Cuaresma signifique curarnos de mutismos y cegueras.
De esa imposibilidad adquirida del decir, y del decir palabras que hagan el bien a aquel que la escuche, palabra que sea diálogo y encuentro.
De esa ceguera de no reconocer signos del Reino, es decir, de la vida y de Dios en cada acto de liberación, en cada gesto de bondad aún cuando ello signifique doblegar el orgullo y redescubrir que lo bueno puede germinar y crecer en jardines que creemos ajenos.

Porque esa ceguera pertinaz y ese mutismo consecuente que nos resultan tan tristementes habituales son disgregaciones, desparramos de vida, desuniones y dispendios inútiles del milagro de estas vidas que se nos han confiado)

Paz y Bien

Cuestiones de legalidad y plenitud


Para el día de hoy (14/03/12):
Evangelio según San Mateo 5, 17-19

(Esta lectura nos puede asombrar, dejándonos estupefactos. Hemos visto al Maestro quebrantar alegremente la literalidad en la interpretación de la ley, desechando todo fundamentalismo, socavando con sus palabras y sus acciones todo el andamiaje de aquellos que, precisamente, enseñaban -a su modo, claro está- la Ley y los profetas.
Así lo vimos, con el ímpetu de la Buena Noticia, ser considerado desde esa lectura cruel de la ley impuro y blasfemo por comer con publicanos y pecadores, por tocar cadáveres y leprosos, por dignificar a mujeres cuestionadas en su moralidad, por declarar la importancia relativa del Templo, y son múltiples y maravillosas las ocasiones en que, en apariencia, vulnera la Ley.

Pero Jesús no es un revolucionario zelota, o un transgresor consumado. Nos atreveríamos a decir que tampoco "funda" una religión.
Él hace una interpretación profética de la Ley, y más aún: toda la Ley y los profetas -Tanaj- van trazando el sendero de la mano bondadosa del Creador a través de toda la historia, como un río caudaloso que desembocará en Cristo.
Por ello mismo, la lectura legalista de la Palabra conduce a error, a un error grave, a usurpación de las almas y opresión de los corazones.

Así entonces la lectura e interpretación de la Ley y los profetas ha de realizarse desde el mismo Espíritu conque han sido inspiradas: sólo desde allí cobra sentido definitivo, y es camino de plenitud que señala, sin dobleces, la mañana de la encarnación del Dios de la Vida en Jesús de Nazareth.)

Paz y Bien


El perdón o la necesidad de seguir viviendo

Para el día de hoy (13/03/12):
Evangelio según San Lucas 4, 24-30

(Para comprender toda situación es menester ponerse en el lugar del otro. Por ello mismo la aseveración de Pedro -perdonar hasta siete veces- no es errónea.
Por el contrario, es generosa y en sus angosturas legalistas supone un intento de superación de la ley del Talión, y de todo lo aprendido desde niño; las siete ocasiones de perdonar implica ser golpeado en repetidas oportunidades por el mismo ofensor, y en consecuencia expandir los límites de la ley mosaica, simbolizando en ese número la plenitud.
El error que comete está en el vamos, en la cuantificación de ¿hasta cuantas veces?, en prefijar límites a lo que nos viene, gratuitamente, inconmensurable.

El servidor de la parábola tiene una deuda impagable, enorme -diez mil talentos equivalen a 164 toneladas de oro-. No sabemos la causa u origen de la deuda, no sabemos de su legalidad o legitimidad, pero es una situación que no desconocemos. A menudo, se suplica un poco más de tiempo para pagar lo impagable, para aliviar en parte esa deuda insoportable y espuria de nuestros pueblos, millones sojuzgados por los poderosos suplicando sólo un poco de tiempo, migajas de vida, fragmentos de dignidad.
Es dable que el sistema reaccione previsiblemente enviando a la esclavitud, a la miseria y a la indignidad a tantos, en ejercicio de un poder cruel y omnímodo perfectamente razonado y justificado.

Frente al ruego de un poco más de tiempo del funcionario/servidor, con la amenaza latente de un futuro oscuro para él y los suyos, el rey de la parábola reacciona de manera imprevista, sorprendente. Sólo se le pide tiempo, pero él reacciona con una iniciativa desmedida. Es Dios siempre quien toma la iniciativa, que no se adecua a nuestras limitadas expectativas, que desborda cualquier presupuesto.
Es la Gracia magnífica y sorprendente que nos enciende en asombro.

Sin embargo el servidor, a pesar de haber sido colmado en el perdón de la enormidad de su obligación, exige la devolución de una deuda menor ejerciendo la violencia. Solemos hacer lo mismo, atados a discusiones absurdas y fundamentando con puntillosas razones castigos, silencios impuestos y exclusiones por unas pocas monedas, por mínimas acciones que a veces nos molestan o nos ofenden.
En esa lógica se incluye el afamado perdono pero no olvido, y en esa razón también se encuentra la proporcionalidad que inferimos respecto a que seremos perdonados en la medida específica en que nosotros mismos ejerzamos el perdón, es decir, un dios que es una balanza perfecta de méritos acumulados, que nos espera en nuestros finales con un castigo prefijado, o con una absolución mesurada.

No así entre nosotros.
El perdón es la necesidad de seguir viviendo, de volvernos cada día más humanos.
Quien no perdona es quien se ha vuelto incapaz de descubrir en su existencia el perdón desbordante e inconmensurable del Dios de la Vida, y entonces sí, se vuelve verdugo eficaz de sus hermanos.

El perdón es la posibilidad increíble de ser plenos, de sanar heridas, de no andar haciendo cálculos, sino más bien de redescubrir en cada latido la acción recreadora de la justicia de Dios que es la Misericordia)

Paz y Bien

La esperanza y los nuevos paganos

Para el día de hoy (12/03/12):
Evangelio según San Lucas 4, 24-30

(Jesús llega a su patria chica, a su querencia, es el pueblo que lo ha visto crecer, que lo conoce desde niño y conoce a su familia. Seguramente el regresa a enseñar con los afectos despiertos, con esas ganas de que a su gente le llegue esa Buena Noticia que viene anunciando por donde quiera que vaya.

Pero sus paisanos están muy equivocados, y los esfuerzos del Maestro caerán en saco roto. Ellos creen conocerlo bien, lo suponen propio y exclusivo y de su misma mentalidad, les provoca enojo grave que no piense al igual que ellos al hablar de esa manera novedosa y extraña.

Es que Jesús, el de Nazareth -el hijo de María- ahora está encendido por el Espíritu, el Espíritu que lo sostiene, lo anima y lo impulsa. Él reinterpreta su historia, la historia de su pueblo y las Escrituras en clave de esperanza increíble, con ese fuego que no se apaga.
Es el compromiso del profeta, que no puede ni debe callar lo que es capaz de ver, esa verdad que ilumina sus pasos. No nos es desconocida esta situación, por más que nos tiente la espectacularidad: nos cuesta horrores aceptar que el que conocemos, el vecino, el pariente, el amigo pueda hablar con la fuerza y la claridad de las mujeres y los hombres de Dios, profetisas y profetas de nuestros días.

El Dios de Jesús de Nazareth es un Dios inesperado y escandaloso, un Dios que sus limitadas razones no aceptan, un Dios que ama a los excluidos, que se expresa de manera impensada, que exhibe compasión y misericordia a enemigos, allí en donde suponemos que no ha de encontrarse, en corazones paganos, en casa de extranjeros.
Eso enciende sus furias, y tratarán de asesinarlo, despeñándolo de un barranco, como a menudo con animosidad quirúrgica pretendemos extirpar lo distinto, lo ajeno, lo que está más allá de nuestra ideología y nuestra cómoda rutina.

Pero la Buena Noticia es, precisamente, novedad perpetua, y alegremente el Dios de la Vida seguirá suscitándonos nuevos profetas barriales y floreciendo compasión y socorro allí en donde suponemos que nada bueno sucederá.
Puede ser que reaccionemos con violencia, y con afanes de pertenencia y exclusividad; pero sucederá igual que aquel día en Nazareth, Jesús seguirá pasando por en medio de nuestros ímpetus de cercenar toda luz que se despierte más allá de nuestros templos.
La Buena Noticia no puede detenerse)

Paz y Bien


Derribos pendientes

Para el día de hoy (11/03/12):
Evangelio según San Juan 2, 13-25

(Hay dos claves determinantes en la Palabra para el día de hoy, y son tiempo y lugar.
Tiempo, porque el Evangelista nos relata que se acerca la Pascua, celebración de la liberación, memoria viva del paso de Dios liberador por la historia de su pueblo.
Lugar, porque el acontecimiento se desarrolla en uno de los patios del Templo de Jerusalem, en ese sitio en donde acceden los considerados impuros, las mujeres, los extranjeros, los que son tenidos a menos. Allí estaban los corrales con los bueyes y las jaulas con las aves sacrificiales -las que obviamente debían ser adquiridas allí-. Y también las mesas de los cambistas de dinero: el Templo es el centro único de peregrinación al que acudían no sólo judíos de Jerusalem sino de toda la Diáspora, y las monedas del tributo para sostener el culto y la casta sacerdotal no podían contener ninguna imagen pagana, de dioses romanos o griegos como era costumbre.

Menudo negocio: la organización religiosa del momento no permitía traer animales para el sacrificio cultual desde fuera, debían comprarse allí mismo. Y las monedas del tributo se acuñaban allí mismo, lo que necesariamente daba pié a abusos varios, algo así como un mensaje de nosotros lo hacemos, nosotros lo imponemos, nosotros lo vendemos, negocio retroalimentado por los miles de visitantes que se agolpaban especialmente en las fiestas nacionales.

Jesús, en un gesto deliberado y premeditado, espanta a los animales con un látigo que se arma uniendo cuerda a cuerda, y vuelca con precisión las mesas de los cambistas. No es el arrebato furioso producto de una ira que no se contiene: es toda una declaración decisiva de principios, es el ardor por esa vida regalada bondadosamente por su Padre lo que lo enciende, y el escándalo se desata, porque el desorden inhumano reacciona necesariamente con furia, y no ahorrará violencias a la hora del castigo. Por ello mismo, rabiosos, los levitas -policías del Templo- le preguntan a qué tanto descaro, quién se cree que es ese campesino galileo peligrosamente alborotador.

Un pequeño alto, pues la escena también estremece. En una de las esquinas del Templo se enclavaba la fortaleza romana, guarnición presta a reprimir cualquier conmoción. Por otra parte, no podemos dejar de imaginar a la multitud de peregrinos mudos de asombro y pavura: es un solo hombre contra todo el poder, que se atreve a una acción impensada.

Pero Jesús no es un actor consumado ni un político que desespera por ser el centro de la atención, mendigo de minutos en los medios. Está encendido por el fuego del Espíritu por su misión, desde sus entrañas sagradas, y parece redoblar la apuesta frente a las exigencias de los levitas: preanunciando la aniquilación del Templo años más tarde, sustituye las piedras enormes por su propio cuerpo, templo verdaderamente sagrado sin patios ni exclusiones, corazón inmenso en donde no hay que realizar pagos previos ni poseer determinadas pertenencias identificatorias.
Más aún: el templo auténtico, centro y raíz de la Buena Noticia de su Padre será cada hombre y cada mujer, templo vivo y latiente del Dios de la Vida, del Dios que habita cada corazón.

El escándalo mayor será entonces pretender comercializar la Gracia maravillosa e increíble que se derrama generosa e inclaudicablemente fiel sobre toda la humanidad, el quebranto se enraiza en sostener estructuras rígidamente jerarquizadas que sólo excluyen en pertenencia a los destinatarios de la liberación desatada en la Pascua de Abbá: todos.
La vergüenza decisiva debería suceder cuando se vulnera sacrílegamente la vida humana en cualesquiera de sus modalidades teñidas de rectitud y ortodoxia.

Con la inminencia de la Pasión a nuestras puertas, estos hechos nos dan impulso más allá de cualquier frontera. No se trata solamente de los derribos que nos quedan en esta familia grande que llamamos Iglesia, en donde quizás hemos olvidado la gratuidad magnífica e increíble del amor de Dios. Es también redescubrir lo sagrado que hay en cada vida, y humildemente -abandonando tal vez rictus revolucionarios, gestos restauradores- comprometernos de una vez, definitivamente, con la Buena Noticia de Jesús de Nazareth, sin límites religiosos ni fronteras ideológicas, culturales, sexistas o nacionales)

Paz y Bien


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