Nuestras tempestades

Para el día de hoy (21/04/12):

Evangelio según San Juan 6, 16-21

(Ellos se habían subido a la barca, alejándose de ese sitio en donde el pan se había multiplicado en pura bondad y gracia para miles y para los que aún no habían llegado.
Frente a ello, muchos -incluidos los Doce- cayeron rotundamente en la tentación ideológica del éxito: querían nombrar allí mismo a Jesús de Nazareth como rey.
Pero el Maestro desdeña rótulos, rechaza el poder y la fama; es un príncipe de paz extraño, que se coronará de espinas, que sólo entiende al poder como servicio y fruto del amor infinito que surge de su Padre. Por ello habrá de despedir a la multitud, por ello los discípulos desertan de esa imagen que se le ha caído, como habitualmente hacemos con las estampas y esquemas que solemos crearnos para nuestra conveniencia.

Desertamos de ese Jesús de Nazareth de la mansedumbre, la pobreza, la humildad y el servicio, y nos embarcamos en severos proyectos que imaginamos dorados y revestidos de espectacularidad. Pero nuestras barcas -nuestras existencias- son frágiles, barquitos que tiemblan ante cualquier viento ajeno. Y sucede que por ese andar solos, nuestros planes se tornan tempestades.

Pero Jesús es el Verbo de Dios, la Palabra Viva entre nosotros que nunca, jamás nos abandona, con todo y a pesar de todo. Y es esa palabra la que calma toda tormenta, palabra de paz, palabra que aleja el miedo, palabra que nos despeja nuestra visión de todo aquello que adjudicamos a un lejano cielo.

Será entonces que aún nos falte renegar abierta y alegremente de todo éxito, de todo poder, fugitivos perpetuos del reconocimiento y las prebendas.
No es tarea imposible, pues el Maestro viene siempre, inquebrantablemente a nuestro encuentros por sobre las aguas turbulentas que nos suelen agobiar)

Paz y Bien

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