Verdad del hombre, verdad de Dios

Viernes Santo de la Pasión del Señor


Para el día de hoy (06/04/12):
Evangelio según San Juan 18, 1-19, 42

(Jesús de Nazareth ha cruzado el torrente Cedrón -pequeño riacho que delimita la Jerusalem del poder religioso y la fuerza imperial- y junto a sus amigos se ha ubicado en un huerto, un pequeño sembradío. A la hora de elegir y buscar, lo encontraremos allí mismo en donde la vida se asoma, germina y florece, y no tras las fortificaciones imponentes que separan y excluyen.

La escena nos enmudece, y desoye cualquier prepotencia de explicación banal: un escuadrón de soldados y un grupo de guardias religiosos armados, dirigidos por Judas Iscariote, se encaminan decididos a detener al galileo. Es un despliegue totalmente desproporcionado para apresar a Aquél que siempre ha sido manso, que nunca amenazó. Ellos vienen munidos de antorchas pues cae la tarde, pero también porque desde hace tiempo son habitantes de las tinieblas.
Entre sus amigos, el ambiente no es mejor: algunos se paralizan de miedo, otros también procuran tener a mano armas con las que defender a su Maestro. Ellos tampoco han entendido, Pedro no ha entendido, nosotros no hemos entendido cuando nos embarcamos en fatales y violentas defensas de Dios, de la Iglesia, del Cristo de la paz y la bondad, cruzadas bienintencionadas que muy lejos están del Espíritu de Aquél que todo ha dado por todos.

Aún así, el Maestro se interpone entre los captores y sus amigos. Él cuida y cuidará de los suyos hasta el fin. Y se lo llevan maniatado hacia la casa de Anás, de allí al palacio de Herodes, de allí a la fortaleza del pretor romano, todo de noche, todo a escondidas, no vaya a ser que el pueblo se entere y haya algún conato de rebelión.

Los sucesivos interrogatorios son lógicos y conducentes con quienes no han entendido o no han querido entender la Buena Noticia de Jesús de Nazareth, los que lo han visto como un réprobo, un maldito, una amenaza, un blasfemo, un peligroso subversivo, todos términos que serán sinónimos florales de ese Dios que es Padre y es Amor. Quizás nosotros también en muchas actitudes religiosas, políticas y especialmente cotidianas reiteramos ese tenor cuando volvemos a preguntarle a ese Jesús preso quién se cree que es, porqué abdica de cualquier tentación de poder mundano, porqué se sienta a la mesa con los despreciados, porqué se sale de nuestros esquemas, porqué nos regodeamos con lo sangriento, porqué creemos en un dios voraz que avala el sufrimiento y el dolor, porqué nos acostumbramos a que siga habiendo crucificados hoy, dos milenios después.

La cruz es patíbulo preciso de cruel eficacia romana; su utilización estaba dedicada especialmente para los criminales más réprobos y para quienes se rebelaran contra el poder instaurado. Porque solemos olvidar que la condena reclamada por el Sanedrín debería haberse efectuado mediante lapidación.
Él bien podría haberse escapado con relativa facilidad, conocía Galilea y la periférica Decápolis como la palma de su mano, y teniendo tantos amigos y seguidores su huida no podría presentar demasiados problemas. Pero Él prefiere entregarse a manos de sus captores y verdugos, y es el asombro y el escándalo final de una vida que nos desconcierta y nos maravilla como nos descentra y nos lleva a lo impensado la Gracia increíble.

En esa entrega voluntaria y libre Él ratifica todo lo que ha venido enseñando, que Dios es un Padre que se brinda a la humanidad sin límites ni condiciones, un Dios que se desvive por todas sus hijas e hijos, el Dios que resplandece en el despojo amoroso para que los demás vivan, incluidos sus propios ejecutores.
El pretor Pilato pretende corrección política y burla simultáneas: por eso, el rótulo del condenado en hebreo, latín y griego, símbolo preciso que declama a los cuatro vientos que allí está muriendo un hombre que ha nacido en Nazareth, artesano hijo de carpintero y de María, que ha vivido siempre de acuerdo a esos orígenes galileos de periferia, de donde nada puede salir nada bueno, un Dios que ha querido nacer hombre pobre y que morirá en la absoluta pobreza en esa cruz de espanto y milagros.

Cruz de los milagros, porque ese hombre que se está muriendo ratifica al infinito la verdad de Dios, y muriendo en dolorosa soledad vive en la plenitud total de quien se entrega por los demás)

Paz y Bien



2 comentarios:

Ludmila Hribar dijo...

GRACIAS! Un texto para leer y releer!!! Felices Pascuas!

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Gracias a vos, Ludmila!
Y muchas felicidades en el Resucitado para vos y los tuyos
Paz y Bien
Ricardo

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