El Dios de la Vida, la humanidad total

Para el día de hoy (06/06/12):

Evangelio según San Marcos 12, 18-27

(Los saduceos -o tsedduquim, descendientes del Sumo Sacerdote Sadoq-, eran una élite de notable influencia política y económica en la Palestina de los tiempos de Jesús, estableciéndose de un modo similar al de un partido político. Si bien la mayoría de ellos pertenecían a la nobleza laica, no le faltaban miembros del clero del Templo, como por ejemplo el Sumo Sacerdote Caifás que tendría un rol decisivo en las horas de la Pasión del Señor.

Aferrados a su poder y bienestar, no aceptaban ninguna idea acerca de una vida postrera: más aún, creían firmemente que su influencia y fortuna eran un premio por su observancia rigurosa de la Ley mosaica. Del mismo modo, suponían que todo sufrimiento y pobreza eran castigos divinos consecuentes con gentes poco piadosas o pecadoras. En este tenor, con la muerte como único horizonte, son profundamente conservadores y perpetuadores de su status quo. Cuenta el aquí y ahora de bienestar e influencias entendido como retribución, y cualquier atrevimiento hacia lo nuevo y lo distinto es una amenaza.

En contraposición a esta postura se encontraban los fariseos -pherushim, separados-, a su modo también estrictos intérpretes de la Ley que creían en la resurrección entendida como prolongación o continuidad de esta vida mortal, concedida por Dios a los que han vivido puntillosamente puros y fieles a los preceptos y normas.

Entre los dos grupos había fricciones continuas por influencia, por ideología y por primacía. Por ello mismo, en pos de ridiculizar a sus adversarios, un grupo de saduceos se dirige al Maestro con una situación ficticia que tergiversaba hasta el absurdo la ley de Levirato instituida por Moisés.

Pero la Buena Noticia no puede ser adaptada a esquemas predeterminados: en el tiempo de la Gracia es preciso mirar e interpretar la realidad desde la mirada de Dios.

Jesús de Nazareth refuta los argumentos vertidos por los saduceos, pero también la errada postura farisea. No se trata de una alternativa, sino de algo nuevo y distinto, y su afirmación le iba a costar la propia vida: saduceos y fariseos ignoran la Palabra de Dios -las cosas que Dios les/nos dice- y rechazan el poder de Dios -el Dios que actúa en la historia-. Les está diciendo en su propio rostro que aún siendo los principales en Israel respecto del Templo y la fé, no conocen ni quieren conocer a Dios, en palabra o en actos.

Porque el Dios Abbá de Jesús de Nazareth es el Dios de la Vida que sueña y se desvive por una humanidad total y plena, una vida que no se acota en la temporalidad impuesta por la muerte, una vida que se asoma eterna pero transformada, no una continuación lineal de los méritos acumulados -capitalismo espiritual-. La eternidad se entreteje en santa urdimbre en el día a día de mujeres y hombres que se atreven a una existencia distinta, que tienen el coraje de ser felices viviendo por y para los demás.

La Resurrección es don y es promesa pura de bondad y se descubre a Dios cuando la vida florece, se agranda y propaga hacia horizontes cada día más plenamente humanos.)

Paz y Bien


1 comentarios:

José Ramón dijo...

Ricardo Estupendo el post que nos has dejado saludos desde…
Abstracción textos y Reflexión.

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