La visa para la Salvación




Para el día de hoy (31/10/12):  
Evangelio según San Lucas 13, 22-30


(La pretensión de tener privilegios por pertenencia religiosa no es nada nuevo, y sin embargo sigue teniendo sus furibundos defensores y su férreos militantes.
Para los que habitamos estas periferias latinoamericanas -sudacas en espíritu y en verdad- es algo similar a la obtención de la visa que nos garantice la permanencia sin inconvenientes en los países del pretendido primer mundo, un pasaporte válido y definitivo que nos ahorrará cualquier problema, la tarjeta verde de nuestra salvación.

En camino hacia el encuentro de su Pasión, al Maestro le realizan una pregunta en este mismo tenor, y es precisamente aquella que refiere a la cantidad o número de los que han de salvarse. Y como es su costumbre, no responde en forma directa a esas preguntas pues son cuestionamientos falaces, es decir, razonamientos espurios que en sí infieren de antemano una respuesta. Lo que cuenta de manera decisiva no es el cuantos sino más bien el cómo.

En la lógica de esa visa de Salvación, la Buena Noticia se reduce a aquellos que cumplen fielmente con los preceptos eclesiales, con las normas litúrgicas y con la vida sacramental en donde el corazón suele estar ausente.
Así entonces deja de ser Buena Noticia de Salvación universal y amorosa y se transforma en un misterio al que sólo unos pocos acceden, un Dios lejano -juez y verdugo- que nada tiene que ver con el Dios Abbá de Jesús de Nazareth que ama sin límites a toda la humanidad.

Sin embargo, hay muchos que no andan preocupados por obtener este pasaporte especial, ni se creen con prebendas por pertenencia confesional. Son mujeres y hombres que viven el hoy de la Salvación, que saben que el Reino acontece en el aquí y el ahora y que tiene un horizonte de plenitud y de encuentro definitivo.
Son los mismos que, al igual que el Maestro, se desviven para que nadie falta a la mesa grande de la fraternidad y la compasión, ágape santo del Dios que nos cobija y ampara.

Son los mismos que saben que nadie se salva solo, que es cuestión compartida y también, don y misterio, entramado sagrado de un Dios que se hizo hombre, que se hizo historia, que se hizo puerta estrecha pero abierta para que ingrese a la vida la humanidad en caravana esperanzada)

Paz y Bien

 

Una semilla paciente, una asombrosa levadura

Para el día de hoy (30/10/12):  
Evangelio según San Lucas 13, 18-21

(A contrario de lo que una lectura de superficie nos puede indicar, ambas parábolas tienen dos colores primordiales.
Uno, el de la humildad y el inicio oculto en apariencia, para crecerse de un modo maravilloso.
El otro, el de la confianza del sembrador y de la mujer que amasa.

Hay un mensaje implícito a esas ansias de espectacularidad, de imposición, de grandeza y gloria a menudo expresada en cantidades antes que en cualidades que se contraponen a la sencillez y a la humildad de cada palabra y cada gesto de Jesús de Nazareth.

En la ilógica de la Gracia, no se sigue un patrón razonable de crecimiento y expansión. Hay un misterio que fantásticamente no ha de explicarse, sino mejor vivirse y disfrutarse.
Contra toda sospecha o presunción, el Reino crece en silencio y sin pausas, y todo puede transformarse con el mismo ímpetu santo de ese mínimo puñado de levadura que fermenta una cantidad inverosímil de harina y la vuelve destino de pan bueno.

Una multitud de mujeres y hombres silenciosos e invisibles edifican la vida en esa confianza para que no falte el pan, para que la semilla se transforme en árbol frondoso que cobije a tantos como sea posible, comenzando por todos los pájaros extraviados, árbol frutal que conocemos como Iglesia)

Paz y Bien

Mujeres y hombres erguidos


Para el día de hoy (29/10/12):  
Evangelio según San Lucas 13, 10-17

(La escena que nos relata el Evangelista Lucas no es un hecho más de sanación; nos encontramos frente a un momento de ruptura con las autoridades, de rebeldía abierta frente a la ortodoxia vigente y de ampliación al infinito del horizonte de la Salvación.

Toda una estructura religiosa interpretada en forma literal y aplicada de modo inflexible era lo que en verdad doblegaba a las gentes, un sistema que toleraba y admitía las exclusiones sin cuestionamiento alguno, la prevalencia del por algo será, razones esgrimidas como posesiones demoníacas o consecuencias directas de pecados propios o de los padres.

Esa mujer de la sinagoga estaba agobiada por varias cargas muy gravosas: su dolencia en sí misma y su dura extensión en el tiempo -dieciocho años-, la interpretación que se hace de su enfermedad y la necesidad de dejarla a un lado y el hecho crucial de ser mujer y ser impura por estar enferma.

Frente a estos dolores, Jesús de Nazareth no se resigna ni se conforma ni se queda quieto. La Buena Noticia anunciada por Él significa que su Dios Abbá quiere que todas sus hijas e hijos vivan plenos, felices, erguidos en su humanidad y nunca doblegados por cargas que nada tienen que ver con la libertad y con la vida.

Por ello mismo no vacilará en restituir su integridad a esa mujer en el recinto sagrado de la sinagoga y en el ámbito incoercible del Sábado: estamos en kairos, tiempo santo de Dios y el hombre.

Así también le impondrá las manos, y es mucho más que un gesto sanador. Es ternura de Dios, es dignidad que se prodiga, es amor encarnado que no teme al que dirán ni a que esa persona que sufre sea una mujer y una enferma. Imponer las manos es ponerse en el mismo plano de dolor para levantarse, es compasión, es cruz que se levanta juntos para aligerar la carga, señal cierta de liberación para todos sin excepción)

Paz y Bien




Bartimeo

Para el día de hoy (28/10/12):  
Evangelio según San Marcos 10, 46-52

(Jesús está saliendo de Jericó, a unos 30 kilómetros de Jerusalem; es la última parada de la ruta -prácticamente Jericó es un suburbio jerosolimitano-, y estamos también a las puertas de un final aparente. Jesús está por llegar a la Ciudad Santa en donde se prepara y lo espera ls voracidad de la cruz, la crueldad de sus enemigos y una derrota total a los ojos del mundo.

Con los ojos de la fé, sabemos que no es así. Estamos a las puertas de donde todo ha de comenzar, y por eso mismo el paso por Jericó es un hito tan importante.

Allí, a la vera del camino se encuentra un ciego, al que el Evangelista Marcos identifica como Bartimeo, es decir, hijo de Timeo. No es casual -nada lo es- y especialmente en la Palabra hemos de prestar atención a todos los signos y símbolos que intentan orientarnos la mirada al horizonte de la Gracia.
Para cierta mentalidad religiosa, la ceguera o cualquier dolencia es producto de pretéritos pecados, propios o de los padres, consecuencia directa de un justo castigo divino. Más aún, por esos principios falaces, es justo y razonable que el ciego en su impureza se encuentre a un lado del camino, apartado de la vida social y comunitaria, marcado negativamente para cualquier participación religiosa...o, simplemente, portador de un estigma identificatorio de una humanidad venida a menos.
No es solamente propio de aquel entonces: hoy también seguimos tolerando sin demasiados inconvenientes que haya muchos a la vera de la vida, al borde de la existencia, mujeres y hombres cuyos lamentos molestan y a los que se pretende silenciar, tristemente a menudo con veraz eficacia.

Por ello mismo es el símbolo del nombre recordado que el Evangelista nos trae: en cada persona, especialmente en los caídos y excluídos, hay toda una historia que los identifica, un nombre y un apellido que los reconoce. No hay abstracciones, todos por igual somos reconocidos por el Dios de la Vida a partir de lo que somos y de quienes somos, mujeres y hombres de carne y hueso y corazón e identidad única e intransferible.

Es claro que hay voces recias y rectas que hacen acallar los reclamos y lamentos. Son esas mismas voces que suponen un Mesías exclusivo para unos pocos, para los puros y mejores, un Dios acotado a los pretendidamente expertos en la fé, en total lejanía con el Dios Padre y Madre universal de Jesús de Nazareth, Dios que a todos abraza y busca por igual.

El llamado de Bartimeo no es exacto: sinceramente, Jesús rechazaba el título de hijo de David. Él no se corresponde con la idea de un Mesías de sangre real, un Mesías que está a las puertas de Jerusalem para tomar posesión de la Ciudad Santa al modo usual, es decir, mediante una arrolladora victoria militar, estableciéndose según se esperaba como rey absoluto.
Este Cristo es un artesano nazareno, un campesino hijo de una nadie y de padre sospechoso, un servidor manso antes que un héroe guerrero, un paria de los caminos que rechaza lujos y palacios, un Hijo del Hombre que se entregará a las manos crueles de sus enemigos para que muriendo brote incontenible la vida que no se termina. Por ello Jerusalem no es final, sino que es comienzo.

Bartimeo sufre otra ceguera, si se quiere más profunda que la que aqueja su vista: al costado de la ruta del vivir, él clama por auxilio y reclama a un Mesías que no es. Pero ello no es óbice para la bondad del Maestro.
No hacen falta mentes exactas, antes cuentan corazones capaces de confianza, y será la urdimbre entre esa confianza que llamamos fé y el amor de Dios expresado en Jesús de Nazareth la que obrarán milagros y acontecerá la Salvación.
Entonces con alegre despreocupación, se dejarán atrás los escasos mantos del dolor, pues hay toda una vida nueva por delante, y es imprescindible ponerse en marcha junto a Aquel que es camino, que es verdad y que es vida.

Hay muchos Bartimeos hoy a la vera de nuestra cotidianeidad a los que nos hemos dolorosamente acostumbrado, en razones y resignaciones, en la línea inhumana de los especialistas del por algo será. Bartimeos que no ocultarán su dolor, Bartimeos que imploran socorro, Bartimeos que a su manera -a veces imperfecta pero veraz- buscan con denuedo a Aquel que los rescate, Bartimeos a los que es imperioso impulsar, Bartimeos que esperan una palabra de ánimo, Bartimeos que nos deben doler, Bartimeos a los que el Maestro constantemente nos manda a llamar, para recordarles contra toda resignación y desesperanza, que Él está vivo y presente, latiendo de ansias de salud y liberación)

Paz y Bien



El éxodo de la des-gracia

Para el día de hoy (27/10/12):  
Evangelio según San Lucas 13, 1-9

(El problema que le plantean a Jesús no era nuevo ni desconocido, y eran dos cuestiones que corrían parejas una junto a la otra.
Por un lado, un hecho brutal de la mano del pretor Pilato, el asesinato de unos paisanos galileos, muertos en el mismo Templo aparentemente.
Por otro lado, además del hecho espantoso y aberrante, persistía la creencia de que las desgracias eran consecuencia directa de las ofensas infringidas a Dios por los pecados cometidos, es decir, esos galileos mentados habían muerto a manos romanas seguramente por deudas pendientes para con su Dios.

Además, otra cuestión flota en el ambiente: sabemos que Poncio Pilato detestaba fervientemente a los judíos, y no vacilaba un segundo a la hora de la represión de cualquier atisbo nacionalista o rebelde. Esas personas le están recordando a Jesús de Nazareth -de manera tácita- que Él también es galileo, y que con todas las cosas que está haciendo y diciendo probablemente atraiga sobre sí y los suyos las iras del romano imperialista. En cierto modo, y como se asoma en su horizonte la Pasión, hay un -no digas que no te avisamos- que poco tiene que ver con la entrega total, voluntaria y libre que hace el Maestro de su vida para la Salvación.

Quizás por eso mismo Él menciona otro hecho doloroso, la muerte de varios vecinos de Jerusalem por el derrumbe de una torre; los galileos de la periferia -rebeldes militantes- y los jerosolimitanos -observantes de la ortodoxia y sin compromiso político-, todos sin excepción pueden morir del mismo modo horroroso.
Sin embargo, no es un planteo conclusivo: por toda su predicación y a través de todo su ministerio, descubrimos que el Dios Abbá de Jesús de Nazareth no es un pródigo dispensador de castigos espantosos -verdugo rápido y eficaz-, fundador de una religión retributiva, furibunda en premios y castigos.

Es el tiempo santo y asombroso de la Gracia, de lo dado sin condiciones por pura bondad, la lluvia fresca y vital que cae sobre buenos y malos por igual, un Dios que es Padre que ama y Madre que cuida a todas sus hijas e hijos.
Es el Dios de la Gracia y no de la des-gracia.

Aún cuando sea enteramente humano el preguntarse el porqué de estos aconteceres dolorosos, tenemos la certeza de que no son consecuencia de nuestras infracciones religiosas, sino quizás de las mezquindades y crueldades que campean nuestros días.
Y más, porque siempre hay más: los hechos sucedidos a los paisanos galileos y a los vecinos de Jerusalem señalan sin ambages que todos moriremos.

Lo que cuenta es como se vive, y para qué y para quién se vive. Eso, precisamente, es lo que llamamos conversión, melodía del regreso, resignificación de la existencia, ansias de trascender a pesar de nuestras limitadísimas existencias, hambre de eternidad que se fundamenta en ese amor insoslayable y maravilloso que Dios nos tiene a pesar de nuestros quebrantos e infidelidades, sabedores de que la muerte -en cualquiera de sus formas- no ha de tener la última palabra)

Paz y Bien

Signos ciertos del clima interior







Para el día de hoy (26/10/12):  
Evangelio según San Lucas 12, 54-59


(Las palabras de Jesús se dirigen a la multitud congregada, y esa multitud supera por lejos al nutrido grupo de gentes de la Palestina del siglo I. Sus palabras llegan con fuerza y actualidad a esta multitud que somos.

Porque Jesús de Nazareth ha inaugurado con su presencia el kairos, el tiempo santo, el año de la Gracia y la Misericordia, tiempo bendito entretejido por Dios y el hombre.
Las señales -los signos- de ese tiempo están allí, bien visibles y ciertas, y no hay excusa para no verlos ni leerlos. Más aún, muchos de esos signos viven en nuestros corazones y palpitan en nuestras almas.

Así como somos capaces de descubrir con un alto grado de certeza los cambios climáticos diarios -inclusive en el propio cuerpo- y nos volvemos ávidos detectores de tendencias irrelevantes, las reconvenciones del Maestro han de despertarnos y, mejor aún, dolernos.

Se trata de recuperar la vista y la capacidad de lectura. Los signos y antisignos, los valores y disvalores están allí, lo que es justo y santo y lo que se le opone con fiereza.
Porque lo peor que podemos hacer es actuar por inercia, y no hay mayor causa de tristeza y desarraigo que no ser capaces de ver las huellas que vá dejando la mano bondadosa del Dios de la Vida en toda la historia humana y a través de esta pequeña historia personal que llamamos existencia.

Es claro que no es cuestión puramente individual: antes bien, es cuestión personal y por tanto comunitaria.
Así los seguidores de Jesús siguen sus pasos, así la Iglesia se mantiene fiel.

Con la vida eterna y definitiva por horizonte, el sendero a caminar es el de la reconciliación y la justicia)

Paz y Bien

Un fuego que no decrece


Para el día de hoy (25/10/12):  
Evangelio según San Lucas 12, 49-53
(Contrariamente a cierta tendencia muy presente entre nosotros, Jesús de Nazareth no es un personaje liviano y suave, adaptable a cierto carácter que lo vindica en un plano de dulzura falaz, inocua y complaciente.
Nada de eso.
Jesús el Cristo es un hombre encendido por el fuego del Espíritu, por ese fuego que se expresa en el celo puesto en las cosas del Reino y que nada ni nadie puede detener.

A diferencia de nuestros fundamentalismos, no es un fanático, pues alguien tal es incapaz de ver al otro y se encierra en su soberbia.
Aún así, su compromiso y su entrega son tan decisivos y totales que separan las aguas, inaugurando un nuevo éxodo, no dejando lugar a medias tintas.

Ese fuego que lo enciende jamás decrece, y a los que siguen en fidelidad sus pasos les sucede lo mismo.
Ese fuego es tan intenso que la luz que resplandece causará divisiones y enfrentamientos: su fulgor deja a clara vista lo que está vivo y lo que nos vá muriendo.

Por ello su paz no es ni la pax romana de la imposición ni la quietud de las necrópolis, ni la falacia de las torpes comodidades. Es una paz que moviliza, que despierta, que impulsa, que no nos deja quietos, que forja nuevos vínculos, inclusive aún mayores y más profundos que los heredados por la biología.

Ese fuego no puede jamás ser atado a ninguna negociación o componenda que pretenda minimizar sus efectos. La Gracia no se acota, es incontenible y asombrosa.
Hay que animarse a dejarse encender)

Paz y Bien

De paso


Para el día de hoy (24/10/12):  
Evangelio según San Lucas 12, 39-48

(A menudo los derechos humanos son tan flagrante y torpemente avasallados, que su reivindicación y defensa es más que imprescindible. Máxime cuando esos atropellos se articulan no tanto a partir de dictaduras horrorosamente manifiestas, sino con las sutilezas de la inhumanidad establecida, es decir, de acciones que se llevan por delante el trabajo y las necesidades básicas de millones en aras de cierto orden internacional, especialmente en la brutalidad de los cultores de las finanzas y del dios mercado.

No es ésta una cuestión declamatoria, sino raigal: en estos arrabales debería estar en primer lugar de todas las ansias que cada uno pueda ganarse el sustento con su esfuerzo diario, que no quede a la deriva si es bendito con la llegada de la vejez, que pueda cuidar su salud y la de los suyos, que los hijos tengan escuela, que todos bebamos el agua fresca de la libertad en dignidad inalienable.

Pero somos muy pequeños y, nos creemos enormes. Y a estas crueldades mundanas solemos sumar un individualismo estéril que cada vez nos aisla más, nos separa a unos de los otros.
Nadie se salva solo.

Y gran parte de nuestros problemas comienzan en la premisa falaz de que la vida nos pertenece al modo de una propiedad privada absoluta. 
Jesús de Nazareth vuelve a despertarnos de esa costumbre que nos adormece los sentidos más profundos y nos incapacita a cualquier Novedad Buena.

La vida se nos ha prestado, la tenemos en concesión, estamos de paso. Y sabedores que en un futuro no muy lejano hemos de devolverla,nos pone en perspectiva y nos viste de sentido, nos dibuja un horizonte concreto.
Sin embargo, Aquél que nos ha concedido la vida no es un acreedor violento sino un Padre bondadoso y una Madre que nos cuida, y por ello este regreso que llamamos existencia puede hacerse día a día cada vez más frutal, más pleno porque estamos atentos a devolver lo que tenemos en nuestras manos por un corto lapso enriquecido y creciente de misericordia y compasión, de solidaridad y generosidad, porque nos volvemos previsores en gratitud, en la misma bondad de Aquél que por nosotros lo ha dado todo y nada se ha guardado para sí)

Paz y Bien

Ceñidos de fidelidad, encendidos de esperanza







Para el día de hoy (23/10/12):  
Evangelio según San Lucas 12, 35-38

 
(En los tiempos del ministerio de Jesús de Nazareth, ceñirse las vestiduras con un trozo de tela o cuerda era imprescindible para tener libertad de movimientos, pues el tipo de vestimentas talares o túnicas de aquel tiempo, requería que se las atara de alguna manera para moverse con facilidad.
Es decir, para los contemporáneos de Jesús ceñirse las vestiduras implicaba estar más que listos para cualquier acción.
Así también, en esa época las lámparas de aceite eran un bien muy valioso y a la vez, el único modo de tener luz luego de la caída del sol: una lámpara encendida era garantía cierta de luz en la oscuridad.

Por ello mismo el imperativo de ceñirse las vestiduras y mantener las lámparas encendidas: se trata de una vigilia que no es piadosamente pasiva, sino de una vigilia activa en la dinámica del Reino.
El Reino ya está presente, y vá creciéndose entre nosotros, aunque aún no alcanzó su plenitud y en parte está atado a los vaivenes de nuestras limitaciones, nuestras miserias y nuestros quebrantos.
A pesar de ello, a pesar de todo, un día florecerá en su totalidad, el día definitivo en que Dios será todo en todos, el día del regreso del Señor, el día del reencuentro definitivo.

Ese regreso es certeza de felicidad y plenitud. Por ello, con ese horizonte maravilloso no podemos quedarnos quietos ni dormidos.

Nos ceñiremos las vestiduras de fidelidad y encenderemos las lámpara de esperanza para iluminar toda noche porque Él está viniendo, y lo descubrimos a cada instante y en cada rostro)

Paz y Bien


Vidas consumidas o vidas consumadas






Para el día de hoy (22/10/12):  
Evangelio según San Lucas 12, 13-21

(A contrario de lo que puede suponerse con una lectura rápida y superficial, el planteo del Evangelio para el día de hoy, no se trata de una diatriba del Maestro contra la acumulación de riquezas, sino de algo mucho más raigal y profundo.

Se trata de darle sentido a la existencia, prefiriendo siempre el ser al tener y especialmente el ser con Dios y con los hermanos.
Porque hay varias cosas que nos igualan, y entre ellas una de las principales y definitivas es nuestra finitud, y es mucho más que afirmar que tenemos a la muerte por horizonte.

Nuestro horizonte, lo que nos re-crea de sentido y significado es el amor ilimitado de Dios Padre y Madre.

Por ello lo que nos llevaremos con nosotros a la hora de partir es todo aquello que nos hace ligeros y que son los frutos mejores del Reino, la solidaridad y la compasión, la generosidad y el hambre de justicia.
Todo aquello que nos ata a las pertenencias, lo que nos fija a las cosas, todos esos materialismos y egoísmos son lastre que nos hunde.

La decisión es enteramente nuestra, y está en estas manos elegir entre una existencia que se consuma en los fuegos fútiles de las cosas y el dinero, o vidas consumadas en favor de los hermanos, sonrisa perenne de Dios, expresión del Cristo Resucitado)

Paz y Bien



Retratos de poderosos



Para el día de hoy (21/10/12):  
Evangelio según San Marcos 10, 35-45

(La contraposición que se evidencia entre las exigencias de los hijos de Zebedeo -Juan y Santiago- y Jesús de Nazareth no puede ser mayor. 
Ellos reclaman sentarse a ambos lados del Señor en su gloria; ello implica que lo reconocen como soberano pero quieren ser parte de su poder como reyes vasallos o funcionarios de la mayor jerarquía una vez instaurada definitivamente la era mesiánica, la que suponen inaugurada mediante la derrota arrolladora de sus enemigos.

Los otros discípulos posteriormente se indignarán frente a la actitud de los Zebedeos, aunque por motivos similares: ellos piensan igual, sólo que Juan y Santiago se les han adelantado, primereándolos en sus ambiciones.

Todos ellos están en las antípodas del corazón sagrado de Jesús y nada tienen que ver con el proyecto del Reino, pues la gloria del Maestro significa sacrificio y entrega, Pasión y derrota aparente, y el será Señor del Universo haciéndose servidor de todos, el último de los esclavos.
Por ello mismo la afirmación del Maestro es contundente: no saben lo que piden.

A nosotros también nos toca, pues siendo sinceros no estamos demasiado lejos de esos conceptos y a menudo el sacrificio inmenso de la Cruz se nos hace romántico pero distante en su puesta en práctica en nuestras grises cotidianeidades.
Así también Jesús de Nazareth establece que el ejercicio mundano del poder -tal como se lo conocía en la Palestina del siglo I, tal como lo conocemos en la actualidad a pesar de los matices- es totalmente ajeno al Reino y al sueño de Abbá Padre.

El ejercicio del poder como usualmente se lo identifica -aún con el mejor de los gobiernos- necesariamente conduce a la opresión, al dominio, a la  injusticia, a menos vida.
Sólo el amor expresado en el servicio es urdimbre de eternidad, y la liberación es el paso de la servidumbre al servicio.

Hemos de entender que el servicio o diaconía no es consecuencia de posturas piadosas, sino raíz primordial de la Buena Noticia, signo de identidad indudable y certero de la comunidad que se reconoce cristiana, una comunidad que entre temor y temblor no se arredra ante el poder y se sabe familia de pequeños, tenaces y felices, que no tolera resignaciones ni cautividades.

El costo de las cadenas que nos imponen y de aquellas que elegimos ha sido infinitamente pagado con creces, sin otra razón que el amor, sin otra dirección que la lealtad expresada en afecto entrañable, Dios Padre y Madre que nos rescata de nuestras prisiones para salir de las sombras, para resplandecer al sol del Espíritu)

Paz y Bien

Abismos


Para el día de hoy (20/10/12):  
Evangelio según San Lucas 12, 8-12

(Entre Dios y el hombre hay un abismo tal que en cualquier modo y lugar sería insalvable sino fuera por el puente tendido en la Encarnación.

Ese abismo se hace aún mayor cuando se contrapone el asombroso amor misericordioso del Dios de la Vida contra nuestros quebrantos y miserias. Y es una cuestión raigal porque está en juego la verdad de quién es y cómo es Dios y quien somos y cómo somos cada uno de nosotros.
Pues en la verdad se decide nuestra libertad.

Aún cuando esa distancia nos parezca insalvable, es a la vez causa de nuestra esperanza.
Nuestras fugas, traiciones y omisiones pueden parecernos gigantes, pero el amor de Dios es siempre mayor, magníficamente abundante.
Aún sumidos en el fango de eso que llamamos pecado, la Misericordia siempre nos tiende una mano. 
Pablo lo sabía bien, y por ello afirmaba que donde abunda el pecado, sobreabunda la Gracia.

La Misericordia es el maná hecho hombre en Jesús de Nazareth, Señor y compañero, Dios amigo de nuestros andares, hermano de todos.
Y lo decisivo es lo que hoy nos revela: que Dios en ante todo un Padre bondadoso y no un juez severo y verdugo eficaz.
Con las profundas y sinceras disculpas ante almas más sabias y rigurosas, Dios es Salvación, y la condena o perdición es cosa nuestra. Nosotros somos los que decidimos no reconocer lo evidente, los que rechazamos la mano amiga que nos saca del foso, los que nos encaminamos fervorosos a los fuegos del olvido.
Nosotros mismos somos causa y motivo de condenación.
Abbá Padre de Jesús y Padre nuestro es amor y salvación para todos, sin excepción, y quizás la Evangelización no sea otra cosa que volvernos testigos fieles y veraces de ese amor inconmensurable, aún en las noches más cerradas de la violencia, a pesar de las amenazas y persecuciones.

Nada temeremos, pues no vamos solos)

Paz y Bien

La verdad con máscaras


Para el día de hoy (19/10/12):  
Evangelio según San Lucas 12, 1-7

(La raíz griega del término hipocresía puede encontrar orígenes en el término hypokrisis, que es la capacidad de actuar, de fingir, de re-presentación. Así, supone la utilización de máscaras éticas cuya intención primera es esconder u ocultar la verdad, y por eso hay representación y no presentación: se trata de personajes antes que de personas, convenientemente maquillados para evitar que se vean ciertas realidades incómodas o inconvenientes.

No es la primera vez que el Maestro se refiere a la acción de la levadura; en otro momento nos pide a todos y cada uno de nosotros ser levadura en la masa. Hoy también habla de levadura, en el sentido de que es el fermento escondido que todo lo transforma, y en este caso, la transformación es tal que no deja muchas posibilidades de vuelta atrás.
La levadura de los fariseos -la hipocresía- es harto peligrosa pues implica una inversión de valores contundente que acarrea inevitablemente a la peor de las muertes, la esterilización de las almas, a aniquilación de los corazones.

Es una producción de prisioneros andantes, toda vez que suprime con ardides la fuerza liberadora de la verdad mediante la exhibición de una imagen distorsionada de la realidad primera, caricaturas falaces en pos de la figuración y a través del fingimiento.

Nada debe ser escondido, pues tarde o temprano todo ha de salir a la luz, y tenemos una necesidad vital de verdad y sinceridad.
No importa tanto lo que se asome.

Todos somos hijas e hijos amados por Dios, para Él todo cuenta, toda vida es importante -cada segundo, cada instante, cada cabello- y lo que importa no es tanto lo que fuimos sino más bien lo que podamos llegar a ser)

Paz y Bien


Cosecheros

San Lucas, Evangelista

Para el día de hoy (18/10/12): 
Evangelio según San Lucas 10, 1-9

(Los setenta y dos son enviados de dos en dos: su envío por parejas es, a la vez, práctico y simbólico.
Es práctico porque siempre es mejor ir en compañía, el camino se hace más seguro y los desalientos no encontrarán tantos espacios. Además, la misión jamás es de carácter individual, siempre es de índole comunitaria.
Es simbólico también, pues para la tradición del derecho judío, la veracidad de un testimonio ha de ratificarse a través de -al menos- dos testigos: por ello la misión tiene en su raíz un color de verdad que jamás ha de desdibujarse.

Los mensajeros son portavoces de Aquél que los envía, Cristo de la Salvación. Ellos no son dueños del mensaje, sino sus servidores. Sin embargo, y a contrario de toda lógica, no tienen que preocuparse demasiado en el hacer desde cero: el Reino ya está aquí entre nosotros, maravillosamente abundante, asombrosamente rico en liberación y misericordia. 

Por ello los mensajeros han de ser cosecheros de esos frutos magníficos que a nadie han de negarse, frutos de hospitalidad, de justicia, de mesa compartida, frutos de paz, frutos de fraternidad.

Es tan inmensa la cosecha que hemos de suplicar por la multiplicación de estos cosecheros, pues frente a la inconmensurable cantidad de estas espigas de eternidad en el aquí y ahora, los braceros existentes devienen insuficientes.

Por ello parte de la misión también es que haya más cosecheros que se unan a esta tarea maravillosa de que todos puedan ser felices en la plenitud de Dios)

Paz y Bien

De ídolos y sepulcros


Para el día de hoy (17/10/12): 
Evangelio según San Lucas 11, 42-46

(Las palabras que dirige el Maestro son durísimas y no dan lugar a segundas o terceras interpretaciones pues son contudentes en su evidencia y claridad, y sus interlocutores no se acotan a fariseos y doctores de su tiempo, sino a todos aquellos a través de los tiempos que se preocupan en el cumplimiento exterior de formas y apariencias y a aquellos que bajo pretextos religiosos se vuelven causa de opresión para sus hermanos.

No son ítems acotados a las experiencias religiosas fariseas: se trata de la estricta observancia de preceptos y normas sin corazón, renegando de toda compasión y misericordia, abdicando de la justicia.
Por ello cuando el amor está ausente, la vivencia de fé se acota al culto a un ídolo, un dios falso de sangrientos leguleyos y abstracciones nominales, bien lejano al Dios Abbá de Jesús de Nazareth.

Lo que define el Reino no es la posibilidad de adquirirlo a cambio de piadosas acumulaciones, sino que es asombrosamente gratuito, pura bondad paternal de Aquél que jamás dejará de salir a nuestro encuentro.

Hay peligros ciertos, como renegar del hermano, como mirar hacia otro lado, como creernos cómodamente seguros por ser fieles cumplidores de los preceptos instituidos.
Todo ello es una paz falaz, un autoengaño fatal, una renuncia a embarcarse mar adentro de la Salvación.

Demasiados senderos están pavimentados con losas sepulcrales bienintencionadas que declaman bondades pero que nada cambian.

Quiera Dios que nos volvamos locamente enamorados de esa paz que es hija dilecta de la justicia y la fraternidad)

Paz y Bien

El alma en las manos




Para el día de hoy (16/10/12): 
Evangelio según San Lucas 11, 37-41


(Las posturas entre los fariseos y Jesús no podían ser más encontradas: aquellos suponían que el estricto cumplimiento de la Ley implicaba el establecimiento del reinado de Dios. Mejor aún, Dios reinaría cuando nadie dejase de observar la totalidad de los preceptos de la Ley, por insignificantes que estos aparecieran, 248 preceptos de carácter positivo y 365 prohibiciones.
Obviamente, eran ellos mismos los que auditaban y verificaban el cumplimiento ortodoxo y exacto de estas cuestiones.

En un sentido opuesto, Jesús de Nazareth inaugura el tiempo de la Gracia, y el Reino -que ya está entre nosotros- ante todo es don y misterio inefable de la bondad de Dios que se crece en corazones fértiles, en almas dispuestas que saben que todo se decide de manera cordial antes que en la pura exterioridad.

La discusión suscitada no es menor: el Maestro omite deliberadamente el lavado de manos preceptuado por las normas de pureza obligatorias. Una lectura ligera aduciría, tal vez, una falta de higiene o de una simple ruptura de las costumbres. Pero se trata de algo mucho más profundo, de signos y símbolos.

El gesto vacío, la reafirmación de la pura exterioridad -la liturgia sin corazón-, no son de Dios, no liberan, no conducen la savia de la vida. 
Lo que cuenta es un corazón en el que germine la compasión, y que esos mismos brotes se traduzcan en hechos concretos, y no a la inversa.

Por ello la limosna verdadera es dar lo propio -¡darse!-, antes que repartir infructuosamente lo que nos sobra, esas excedencias inocuas que ocultan omisiones.

El Reino acontece por el amor de Dios y por las gentes capaces de poner el alma en las manos, en cada gesto y en cada palabra)

Paz y Bien

Señales de Salvación

Para el día de hoy (15/10/12): 
Evangelio según San Lucas 11, 29-32

(Un signo -signum, segno, señal- es clave en toda comunicación; posee un significado que es común entre el emisor y el receptor, y es inequívoco a la hora de la comprensión. Señala un mensaje y realidad específicos, sin posibilidad de inducción a error.

En parte por ello, a Jesús de Nazareth escribas y fariseos le exigían un signo que avalara lo que entendían como pretensión suya de creerse enviado de Dios. En esa exigencia se esconde la soberbia que los pierde y nos ahoga, la suposición de que Dios algo nos debe, y la tenaz negación de la Gracia infinita y asombrosa, pues todo se nos dá incondicionalmente, por pura bondad.

En ese manantial perpetuo de la Providencia, el Dios de la Vida constantemente nos vá dejando señales en nuestras vidas, hitos al paso de nuestra existencia para ir hacia un horizonte cierto, para no extraviarnos, para saber que no estamos ni vamos solos y que todo está por hacerse.

En la historia de Israel, dos señales destellan con inusual resplandor: la conversión de los ninivitas por la señal del profeta Jonás y la Reina de Saba, que desde los confines del mundo de aquel entonces se acercó al rey Salomón para escuchar y aprender de su sabiduría.
Para mentes estrechas y corazones cerrados, estos dos ejemplos eran señales dolorosamente controversiales y, por ello, rápidamente olvidables: se trataba en los dos casos de extranjeros, de ajenos -en el caso de los ninivitas, de enemigos acérrimos- en los que la Misericordia de Dios se hace patente, y brilla su sabiduría.
En la requisitoria que le hacen al Maestro se esconde el mismo talante: las señales están allí, inequívocas y evidentes, pero ellos no quieren aceptarlas ni entenderlas. Por ello serán llamados generación per-versa, pues ante lo evidente, no quieren devenir en generación con-versa.

A nosotros se nos ha dado la señal mayor de Salvación, el signo del amor eterno de Dios, y ese signo no es algo, ese signo es Alguien.

A cada paso Él y los suyos nos van encendiendo señales de auxilio para enderezarnos la mirada, para que nadie se pierda, para el regreso de tantos hijos pródigos, señales de Salvación, signos santos para nuestra esperanza y nuestra alegría)

Paz y Bien

Camellos del más acá

Para el día de hoy (14/10/12): 
Evangelio según San Marcos 10, 17-30


(Los reduccionismos suelen ser afrentas escondidas a la Gracia incomparable que se nos brinda a a través de la Buena Noticia; así, inferir a partir del Evangelio para el día de hoy que es sólo hay un consejo encendido respecto a una vida austera y desprendida, en cierto modo es renegar de la ruptura con el pasado, con el talante de Buena Nueva y Vida Nueva que implica la Encarnación.

Ese hombre, seguramente llevaba una vida confortable, sin riesgos ni apuros, firme en sus convicciones religiosas y cumplidor atento de los preceptos establecidos. Sin embargo, hay un hambre mayor que no se sacia con paliativos ni sucedáneos, y que exige una significativa medida de sinceridad el reconocerle y mucho más, el atreverse a hacer algo para subsanarlo.
Por ello mismo, ese joven corriendo hacia Jesús y poniéndose a sus pies, despojado de formas y representación, con la dignidad de su posición esparcida por su ansiedad hecha carrera, tiene el mejor de los inicios en el camino del seguimiento de Jesús de Nazareth.

No obstante ello, aún debe animarse al éxodo verdadero. Debe hacer pasado esa postura gravosa del cómo, de las regulaciones y pasar a la tierra prometida del quien, que se encuentra en el prójimo, en Jesús el Cristo de nuestra salvación.
Por ello su insistencia en lo que debe cumplimentar para adquirir la vida eterna, una parcela importante en el más allá; seguramente el más acá lo tiene resuelto en su riqueza y sus seguridades piadosas. Le falta la certeza del después, y suplica saber qué debe cumplir con su Dios para procurar ese acceso deseado.

En cierto modo, es un talante habitual en muchos de nosotros.

Esa angustia por nuestra finitud, por vivir para siempre, tratamos de acallarla con la seguridad de ciertos postulados religiosos a los que entendemos definitivos, garantía total de que siguiendo las normas nos haremos herederos de toda eternidad. Y así es como comienzan los olvidos y las negaciones, llegando a los certeros sacrificios humanos.
Porque en el altar del egoísmo se abdica del prójimo.

La Salvación es ante todo don y misterio, agua fresca que nos florece estos yermos que solemos ser, y nos llega por Alguien antes que por algo o, también, su consecución se logra y procura por la acumulación de méritos, culto a un dios que, contador en mano, evalúe nuestro capitalismo piadoso y en la cuenta del haber nos permita ese acceso deseado a su cielo pretendido.

No es así el Dios Abbá de Jesús de Nazareth.

En cierto modo, todos somos camellos del más acá. Todos tenemos cosas a las que nos aferramos con fervor, suponiendo que con eso basta para lograr los favores postreros, la felicidad post mortem. Y así los cardos de la tristeza nos agobian de desconsuelo y soledad, pues el Reino acontece en el aquí y el ahora, la vida eterna comienza ya mismo y nadie se salva solo. Vamos de la mano con los hermanos, especialmente con aquellos a los que salimos a buscar, aquellos a los que nos acercamos y aproximamos/aprojimamos.

Por muchos motivos, por nuestras traiciones y mezquindades, por nuestros quebrantos e infidelidades, por todas las cosas e imágenes a las que nos gusta aferrarnos, nos vamos imposibilitando de lograr, en esa perspectiva equivocada, de ser merecedores de ningún favor divino, desheredados de cualquier Salvación.

Aún así, seguimos siendo camellos del más acá, asombrosamente pasantes por minúsculos ojos de agujas, porque es el tiempo de la Gracia maravillosa, el año infinito de la Misericordia que nos redime, nos busca, nos recrea y restaura.
La Salvación comienza ahora mismo, y ya saboreamos junto a Cristo y los hermanos las mieles de la eternidad en la solidaridad, en la fraternidad, en la liberación, en la mesa grande en donde el pan se parte, reparte y comparte y hay para todos y para muchos más)

Paz y Bien







Con la alegría por horizonte








Para el día de hoy (13/10/12): 
Evangelio según San Lucas 11,27-28


(La voz de la mujer se alza por sobre la multitud, admirada por las acciones y palabras de ese rabbí galileo, y como es razonable, bendice sus orígenes, alaba a su madre.
Pero en cambio, Jesús redobla la bendición de un modo inesperado: la clave de felicidad de su nueva familia naciente es la escucha atenta y la puesta en práctica de la Palabra de Dios.

No es que el Maestro reniegue de su familia, especialmente de su Madre: por el contrario, María de Nazareth es especialmente elogiada, pues ella -como nadie- ha escuchado la Palabra y la hecho vida, ella es la más feliz por esa Pälabra que se le crece en su alma antes que en su seno.

Allí está nuestro horizonte, aquello para lo que toda la humanidad está predestinada: la alegría, sueño perpetuo de Dios para todas sus hijas e hijos.

Quizás se trate de mucho más que doctrina o cumplimiento sincero de preceptos propios de la pertenencia: es más bien dejarse transformar por esa Palabra de Vida y Palabra Viva que se ha atrevido a acampar entre nosotros.
Se trata de volverse cada día eternamente más y más humanos)

Paz y Bien

Espacios ocupados



Para el día de hoy (12/10/12): 
Evangelio según San Lucas 11, 15-26


(El ministerio de Jesús de Nazareth en favor de los dolientes y excluidos se iba volviendo cada vez más molesto y peligroso para los poderes establecidos, y comenzaba a cernirse en el horizonte la sombra ominosa del calvario.
Puede inferirse que frente a esa amenaza que el anuncio de la Buena Noticia implicaba -el amor es peligroso- sus enemigos actuaran en contra suya de manera planificada con ataques in crescendo.

En un comienzo, se limitaban a denostarlo por su origen galileo y humilde; luego vendrían las murmuraciones y el repudio explícito, junto a numerosas intenciones de hacerle pronunciar afirmaciones que lo sentenciaran como blasfemo o demoníaco, para procurar su ejecución de acuerdo a su particular interpretación de la Ley mosaica.

En el caso puntual de la Palabra para el día de hoy, la crisis se suscita por haber expulsado demonios de un alma sufriente. Si bien es lo que usualmente se entiende por exorcismo, podemos atrevernos a dar un paso más y detenernos en el hecho concreto: es el Señor que devuelve la humanidad plena a una persona agobiada, su personalidad fracturada y enajenada, imposibilitada de crecer, de acercarse al otro, de ser libre.

Este hecho de liberación horrorizaba a los que lo enfrentaban, y por ello inferían que Jesús obraba al modo de un mago de parte del Maligno. 
En realidad, los enfermos eran ellos, incapaces de aceptar el bien que acontecía ante sus ojos, ciegos del Reino que se prodigaba de un modo asombroso y gratuito.

Es nuestro problema y nuestro desafío precisamente el mismo: redescubrir la acción santa del Espíritu que sopla en todas partes, que no puede acotarse a pertenencias, que renueva la faz de la tierra.
Porque hay muchas mujeres y hombres que liberan tanto espacio ocupado inútilmente, tanta miseria arrumbada en las oquedades de los corazones, espacios para que la vida florezca plena.
Todos ellos, aún cuando no nos parezcan tan cercanos o propios, son del Maestro y con Él siembran la semilla imparable del Reino para que todo sea nuevo)

Paz y Bien

Cosas de la amistad


Para el día de hoy (11/10/12): 
Evangelio según San Lucas 11, 5-13

(En la Palestina del siglo I, la hospitalidad era una costumbre sacrosanta que muy rara vez se quebrantaba; además, las gentes no tenían las posibilidades y los beneficios de accesibilidad de los que hoy -sin darnos cuenta- disfrutamos, lo que acentuaba la interdependencia para con el vecino.

-en estos tiempos de hiperconsumo y confort, recuperar lo que tiene de valioso el vecino y la hospitalidad es un tesoro que perdimos y al que deberíamos poner todos nuestros esfuerzos por recuperar-

La parábola que enseña el Maestro tiene esas cosas que sus oyentes conocían bien, era situaciones que vivían a diario; en cierto modo, nuestra acción pastoral y catequética suele olvidar que la Buena Noticia se anuncia desde lo que nuestra gente sabe y conoce, con la fuerza transformadora del Espíritu para transformar lo cotidiano. En otro modo, sólo se vuelve una disertación académica o abstracta que niega la Encarnación por olvidarse de esa vida a menudo agobiada por las rutinas.
Luego, Él plantea una situación que a nosotros puede resultarnos irrisoria o extrema: el hombre que golpea la  puerta de su amigo a medianoche, en plena oscuridad, para pedir tres panes pues no tiene otro modo de afrontar una situación imprevista, la visita inesperada de otro amigo, y honrar esa hospitalidad que cultivan.

No era sencillo: las gentes de aquel entonces solían dormir todos juntos en una misma habitación grande, y el aceite de las lámparas para iluminar la noche era un bien bastante caro, por lo que en general, la familia se iba a dormir temprano para aprovechar más la luz diaria. Una visita y un pedido así no era una cosa más, implicaba despertar a toda la familia, gastar ese valioso aceite -quizás algún pisotón sin darse cuenta- y, cumpliendo con lo requerido, volver a molestar a la familia que descansa para tratar de seguir durmiendo.

Aún con las molestias y esa irrupción nocturna, la situación se resuelve no tanto por ese visitante incómodo de medianoche, sino porque de ninguna manera -no hay malhumor que valga- se quebrantará la hospitalidad y hasta en la hora más extraña, prevalece la amistad.

Es el gran misterio de ese don que llamamos oración: nunca seremos desoídos.
Un Cristo amigo está siempre disponible y atento a nuestras angustias, en plena noche de nuestras ansiedades. Jamás nos cierra la ventana ni nos despedirá con gritos destemplados ni con un silencio cruel, y es un signo maravilloso de que Dios es un Padre que nunca baja los brazos en la confianza que tiene puesta en nosotros, un Dios que nos busca constantemente, que sale a nuestro encuentro, con sus panes de bondad siempre dispuestos, un Dios que se deja encontrar aún cuando la noche sea oscura y cerrada.

El misterio mayor y asombroso de un Dios Padre, Madre y Amigo)

Paz y Bien

Padre Nuestro, identidad de hijas e hijos

Para el día de hoy (10/10/12): 
Evangelio según San Lucas 11, 1-14

(Todos los grupos, comunidades o confesiones religiosas se identifican -en mayor o menor grado- por el modo en que rezan, y a los varones de Israel la asiduidad en las plegarias no le era desconocida, orando tres veces al día y recitando salmos en la sinagoga en el Shabbat.
No obstante ello, cada grupo tenía su acento particular: los fariseos oraban de un modo peculiar, los esenios y zelotas de otro y los discípulos del Bautista también, por ello mismo no es extraña la petición del discípulo al Maestro: medianamente sabían orar con profusión, pero querían una plegaria nueva que los identificara, que resaltara sus rasgos peculiares y únicos.

Y Jesús de Nazareth enseña, jamás guarda silencio frente al pedido sincero de los suyos.
Por eso su gente -la comunidad cristiana, esa familia que llamamos Iglesia- se identifica de una manera nueva, única y definitiva.

La comunidad es llamada a reunirse desde un Dios al que reconoce como Padre bondadoso y asombrosamente rico en misericordia, no un déspota ni un tirano patriarcal. A partir de ese reconocimiento primordial del Dios que nos busca y nos llama constantemente, nos vamos descubriendo hermanas y hermanos no en un sentido figurado o abstracto, sino en una realidad plena de eternidad que se traduce y expresa en la cotidianeidad.

La comunidad santifica el nombre sagrado de Dios, lo reconoce como el Totalmente Otro pero también, desde Jesús de Nazareth, como amigo, como hermano, como compañero. Nosotros santificamos ese nombre cuando reconocemos su imagen en cada persona y cuando nos atrevemos -aún en nuestras a veces abismales diferencias- a descubrir al otro como un hermano con horizonte de amigo y de compañero de peregrinar, incansables trabajadores en busca de esa dignidad única e intransferible, la de ser llamados a ser hijas e hijos.

La comunidad sabe que el Reino ya está aquí, entre nosotros, tan cercano y palpitante en cada corazón. El Reino como don, como misterio de la Gracia, pero también como labor y compromiso, por eso suplica que venga su Reino y ser partícipes activos en la edificación de la vida compartida en plenitud, con perfume de presente, con horizonte de totalidad, con colores de mesa inmensa.

La comunidad ruega que no falte el pan, que no abunde el hambre, que la falta de sustento deje de agredir a tantos millones a la deriva y abandonados a su suerte. Y es más que alimento, es el pedido que abarca todas las necesidades vitales -materiales y espirituales- nadie ha de languidecer en este tiempo nuevo de Aquél que se ha hecho pan para nuestro hambre.

La comunidad implora el perdón, porque se sabe limitada, frágil, quebradiza, sabe que a menudo lastima y no se mantiene fiel, que rompe lanzas con su Dios y con sus hermanos, pero a la vez sabe que la Misericordia sostiene al universo, que el perdón cura toda herida, que acerca a los alejados, que permite el retorno al hogar a tantos hijos extraviados.

La comunidad, finalmente, implora no caer en la tentación de no reconocer a su Dios como Padre, de deslizarse hacia el olvido, de renegar del hermano, de no embarcarse mar adentro en este navegar de una existencia que ha de ser de felicidad y plenitud para todos.

Como comunidad, hoy hemos nuevamente pedimos a ese Cristo de nuestra Redención que nos enseñe a orar desde esta identidad magnífica, la de ser hijas e hijos)

Paz y Bien



Marta y las Marías


Para el día de hoy (09/10/12): 
Evangelio según San Lucas 10, 38-42

(Dos señales fuertes destellan en la Palabra del día de hoy: que Jesús sigue su camino hacia Jerusalem, al encuentro de la Cruz, y que la atención está centrada en dos mujeres. Deliberadamente el Evangelista Lucas no menciona a ninguno de los Doce, ni individualmente ni de manera grupal.

Razonablemente se puede presuponer que el Maestro se detiene en Betania, y que Marta y María son las hermanas de Lázaro; implíctamente, podemos descubrir que el ambiente de esa casa es de gran confianza y cordialidad. Pero la escena se resuelve a través de dos mujeres.
Marta es la que recibe a Jesús plena de hospitalidad en su hogar; para la cultura patriarcal de ese tiempo, es algo impensado. Y más aún, los quehaceres a los que se aplica son detallados como servicio, y es mucho más que tareas de mesa y cocina. Marta ejerce la diaconía en esa comunidad cristiana naciente, y es un rol que probablemente de continuo negamos detrás de profusos razonamientos.
María es la discípula por excelencia: a los pies del Maestro, escucha atentamente la Palabra y nunca la perderá. Y la actitud de Él es de abierta ruptura con ciertas tradiciones que escindían y excluían a las mujeres de toda relevancia religiosa, algo menos que humanas plenas.

Sin embargo, y a contrario de cualquier especulación, Jesús no tiene palabras de reproche frente al regaño de Marta hacia su hermana, así como no se contraponen el servicio y la escucha, la diaconía y la contemplación.
Jesús no juzga a las dos hermanas: sólo reafirma que una de ellas, en ese momento, se ha quedado con la mejor parte, la que permanece y no perece. Y no es improbable que luego de esa escucha atenta María vuelva a ayudar en el servicio a Marta.

Lo eterno es la Palabra de Vida y Palabra viva que nos quiere nacer corazón adentro.
Habrá entonces que animarse a recibir a Cristo con la diligencia y solicitud de Marta, y estar dispuestos -cuando el Maestro habla- a escucharlo con toda la existencia atenta a lo que Él nos dice, al igual que las Marías, la hermana de Marta y también la Madre de Jesús)

Paz y Bien

El buen samaritano, el prójimo y la compasión

Para el día de hoy (08/10/12): 
Evangelio según San Lucas 10, 25-37

(Es un diálogo algo extraño: por un lado, el doctor de la ley con su innata preocupación en un postrero más allá, con su interpretación cerrada y fundamentalista de la Ley, con un Dios alejado con el que se encontrará -de acuerdo a méritos y piedad- al final de sus días.
Por el otro, Jesús de Nazareth que anuncia que el Reino ya está aquí entre nosotros, que la Salvación acontece hoy.

Para uno, le resulta suficiente un Dios que está en el cielo; para el Maestro, Dios es el Padre del Cielo a quien suplica que venga su Reino, y que florezca su voluntad aquí en este mundo a veces tan yermo.

Aún así, el doctor de la ley -a pesar de su intencionalidad primordial, la de tenderle una trampa al Maestro- tiene honestidad en su afirmación. Pero no se atreve al éxodo de sus esquemas y estructuras religiosas.

Por eso deliberadamente Jesús pone como ejemplo a un samaritano, y como antivalores las actitudes del sacerdote y del levita.
Los samaritanos eran originalmente una de las doce tribus de Israel; luego del exilio babilónico, fueron cayendo en el desprecio militante por parte del resto de los judíos, toda vez que Samaría fue colonizada territorial, social y culturalmente por los reyes babilónicos. Así los samaritanos eran considerados abyectamente impuros, mestizos irrecuperables, desoladamente impuros.

El ejemplo no puede ser más contundente: hay un caído a la vera del camino. Sólo sabemos que baja desde Jerusalem a Jericó, y que es asaltado y golpeado brutalmente.
Pasan un sacerdote y un levita -emblemas de la religión oficial, de la más pura ortodoxia- y dan un rodeo. Sus normas de pureza le impiden acercarse, pues si el caído está muerto el sólo contacto con el mismo los conduciría a la impureza y al ostracismo.

En realidad, lo que está en juego es mucho más: en la parábola se decide cual es la verdadera religión, y quién es en realidad el prójimo.
Para la fé de Israel, el prójimo/próximo es el igual, el par, el judío varón de Israel, nunca el extranjero, el enemigo, el impuro. Para el Maestro, el próximo se construye, hay que salir a su encuentro, y carece de condiciones previamente determinadas.

Así la afirmación del Maestro es verdaderamente revolucionaria: la Buena Noticia es para todos sin excepción aún para los que no creen o profesan otra fé, y la verdadera religión se explicita en el ejercicio cordial de la compasión hacia el caído, signo cierto del amor inquebrantable del Dios de la Vida para con la humanidad.

Quizás la Iglesia sea precisamente eso: mujeres y hombres que andan por la vida sin rodeos, cuya preocupación primera son los que sufren, los que la existencia ha dejado agobiados a la vera de la vida, llevando aceite de consuelo y vino de esperanza, previsores para el después con monedas plenas de mañana, porque saben que cada vez es más necesario e imprescindible aprojimarse, como Aquél que se acercó de una vez y para siempre y se ha quedado entre nosotros por los siglos de los siglos)

Paz y Bien

Inseparables


Para el día de hoy (07/10/12): 
Evangelio según San Marcos 10, 2-16

(Jesús se encuentra fuera de Galilea, en camino a Jerusalem. En ese peregrinar sucederá la discusión y la enseñanza que el Evangelio para el día de hoy nos relata.

Por un momento, es menester detenernos en intentar establecer quienes eran los fariseos, pues el término -con sobradas razones- es directamente utilizado como adjetivación peyorativa.
Los fariseos -pherushim o ferushim, separados- eran una importante facción religiosa en el tiempo de la predicación de Jesús: había surgido en los tiempos duros de la diáspora y el exilio babilónico, y probablemente fueron la  respuesta social y religiosa en aras de mantener la identidad y la fidelidad a la Ley que los constituía como nación.
Con el tiempo, sus posturas se volvieron cada vez más estrictas, representando su doctrina la ortodoxia más pura. Son esclavos de la pura literalidad, cuna de todo fundamentalismo.
Para ellos, la Ley de Moisés es explícitamente inconmovible y fundante: se puede razonar y reflexionar alrededor de ella, pero jamás cambiarle ni una coma, por ser considerada de origen divino. A partir de allí, establecerán rígidas posturas de pureza e impureza, de pertenencia o de ostracismo acordes a la puntillosidad de la observancia.

Así entonces, desde el mismo comienzo de su ministerio, el rabbí galileo fué transformándose de una incómoda molestia a un enemigo harto peligroso. Seguramente y casi a escondidas, lo despreciaban por su tonada campesina, por ser hijo de carpintero, por no tener la misma formación académica que ellos y, por sobre todo, por llamar al Dios lejano Abbá, Papá.

En este choque, le formulan una pregunta en apariencia inocente que, en realidad, esconde una trampa. Buscan que el Maestro abiertamente reniegue de la Ley de Moisés buscando su exoneración y el rechazo de todo el pueblo por blasfemo.
Pero Jesús siempre está un paso adelante de todas nuestras aspiraciones y planes, y como Dios, vá más allá, siempre a más, siempre para más.

La falaz inquietud farisea versa sobre la licitud del divorcio, más no como tal vez la entendamos en nuestro presente.El planteo se fundamenta acerca de los derechos del varón, dando por sobreentendido la carencia de los mismos por parte de la mujer; reafirman -aún dentro del silogismo tramposo- que sólo el varón puede divorciarse, no así la mujer, En cierto sentido, se trata de un derecho de propiedad, al igual que los varones de ese tiempo ejercen sobre sus mujeres, sus haciendas, sus niños y sus esclavos.

Seguramente, Jesús de Nazareth los deja estupefactos y apabullados de asombro. Lo primero que reafirma es la temporalidad de la ley mosaica, ley que se establece debido a los desvíos de las conductas y a las durezas de los corazones de los hombres. 
La ley de Moisés es un instrumento y nó un fundamento; el fundamento se enraiza en el corazón sagrado de Aquel que dá la vida y es la vida. Por eso la ley limita aberraciones pero no conduce a la conversión.
La conversión acontece en primer lugar por el Espíritu de Dios que nunca deja de buscarnos.
Por ello mismo, la absolutización de la ley -o de dogmas, preceptos y normas- es una a-berración antes que una con-versión, y poco o nada tiene que ver con la Buena Noticia de Dios que Jesús anuncia.

Así, el matrimonio es indisoluble porque es inseparable el amor que Dios nos tiene, a pesar de nuestras deslealtades e infidelidades. Dios no renuncia ni nos dá la espalda, y una mujer y un hombre que se aman lo hacen para siempre, aún cuando los egoísmos y los golpes de la vida los vayan escindiendo de ese destino de plenitud y de mixtura santa para el que todos hemos sido soñados.
Porque los quebrantos germinan en los corazones antes que en las infracciones de las normas.
Todo comienza en los corazones y se expresa en los cuerpos, en la donación mutua de la vida, en el florecer de los hijos.

Por ello es imprescindible volver a ser niños.
No es una argucia bucólica o ingenua, se trata del regreso a la confianza, a Dios Padre y Madre que jamás renuncia a nosotros, en el que creemos, por el que respiramos y que sustenta nuestras existencias. Porque todo es don, todo es Gracia)

Paz y Bien






Desertores del éxito


Para el día de hoy (06/10/12): 
Evangelio según San Lucas 10, 17-24

(Los setenta y dos regresan junto a el Maestro desbordantes de júbilo, incontenibles, y Él se suma a su alegría. 
Ellos han descubierto que no hay nada ni nadie que se resista a la presencia de Dios, y el mal retrocede ante la presencia de Jesús, en este caso de sus mensajeros, Cristos mismos en camino de misión.

Aún así, les apaga cualquier fuego fatuo de sensaciones exitosas, de victoria frente a los enemigos.
El Reino no se trata de ganar o perder, lo verdaderamente maravilloso, magnífico y causa de toda alegría es descubrirnos amados y destinados a una vida plena.

Lo que cuenta es que todos somos hijas e hijos.

El Dios Abbá de Jesús de Nazareth no tiene medida en su amor; como el Maestro lo ha enseñado, Él transforma la historia desde dentro, como la levadura. 
Él ha pegado la vuelta definitiva al hacerse uno de nosotros desde esa muchachita judía nazarena, haciéndose hombre, haciéndose historia. Nada será igual.

Por ello la misión implica atrevernos a ser desertores de todo éxito. No importan tanto la magnitud de los adeptos o el número de seguidores que, por pertenencia religiosa, se vuelven indicadores de la eficacia misionera.

La misión está cumplida cuando en el centro de todas las atenciones de la Iglesia están los pequeños, los que no cuentan, y hay fiesta grande porque muchos se saben amados y protegidos por ese Dios que está vivo y presente para siempre entre ellos)

Paz y Bien

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