Corpus, el pan de mi hermano, el pan de todos



Corpus Christi, el Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo


Para el día de hoy (02/06/13):  
Evangelio según San Lucas 9, 11b-17


(Cuando celebramos Corpus Christi, celebramos el don del amor absoluto y definitivo, la vida entregándose como sustento del cuerpo y del alma, el preocuparse y ocuparse al mismo tiempo de las necesidades de los demás, el descubrir sagrada la vida del hermano, el encontrar santo el esfuerzo por el pan cotidiano de aquellos que no lo tienen.

De modo inexplicable, lo que será el centro de la vida cristiana y la comunidad se celebra en un sitio despoblado, lejos del fasto y los rigores del Templo. El pan se multiplica en un ambiente sospechosamente secular, y los ritos son, cuando menos, extraños.

Es que por la Encarnación cada mujer y cada hombre -más allá de cualquier mérito- es templo vivo y latiente del Dios de la Vida.

Es que el culto verdadero es la compasión.

El Cristo de nuestra Salvación se ofrece Él mismo como pan vivo, pan auténtico para saciar todo hambre, el hambre de los cuerpos demolidos por la miseria, el hambre de los corazones vacíos.

Los discípulos, frente a la magnitud desbordada de la multitud que desfallece de hambre, intentan lo razonable: que cada uno busque su solución, despidiendo a esas gentes para que queden librados a su suerte.
Para el Maestro todo es distinto, hasta opuesto: hace suya la necesidad de los otros, de tal modo que el hambre del hermano le duele más que al hambriento. Y ese sufrimiento asumido, hecho existencia, es mandato para todos aquellos que tratamos de seguir sus pasos.

Cuando el hambre que no sea buscado libremente, cuando el hambre es impuesto ha de sernos intolerable, insoportable. El hambre del hermano no debe dejarnos dormir. No hay brazos que puedan reposar ni manos que tengan descanso si un solo hermano desfallece de hambre.

Es mandato divino.

Por ello mismo, el centro de la vida cristiana, la fuente en la cual la Iglesia se nutre es mesa grande, inmensa, en donde todos -sin excepción- puedan ser invitados, convidados a compartir para que acontezca el milagro de la solidaridad, de la vida puesta en común, fiesta de un Dios con perfume a pan y alegría de vino que renueva con maravillas y asombros el milagro del existir)

Paz y Bien

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