Riesgos valiosos



Para el día de hoy (31/08/13):  
Evangelio según San Mateo 25, 14-30


(A un terreno oscuro y pantanoso nos puede conducir una lectura lineal o literal del Evangelio para el día de hoy. Porque en las literalidades se incuban todos los fundamentalismos, y en las linealidades se dibujan caricaturas que nada tienen que ver con el rostro paciente y bondadoso del Dios Abba de Jesús de Nazareth.

Porque si partimos del supuesto que Dios ha repartido dones o talentos de manera disímil -capacidades, habilidades, caracteres- a algunos en mayor cantidad que a otros, justipreciamos una creación de algunos mejores que otros por naturaleza, y de allí a justificar cualquier desigualdad hay un pequeño paso.
A la vez, podemos aficarnos en un Dios exigente y severo a la hora de la rendición de cuentas; en esa imagen, no tienen espacios los colores de la misericordia. Ni tampoco el Dios de Jesús es un Dios que se ufane y haga taxativos gestos de poder e imposición a la manera mundana de los poderosos de la tierra.

Nada de ello se condice con un Dios que es amor, que ama y se des-vive por todas sus hijas e hijos.

Una de las claves/llaves es el miedo, más no el miedo impuesto por ese hombre rico que regresa de viaje y somete a escrutinio lo que se ha hecho con sus bienes. Se trata del miedo elegido, ese en el que nos instalamos por temor, por comodidad, por prudencia enferma que esconde la resistencia del corazón a cambiar. Es ese miedo que nos vuelve estériles, que reseca todo brote nuevo, que impide que crezca y se expanda la vida plena, y quede una existencia apagada, minúscula, una vida des-graciada.

Pero hemos sido creados y soñados desde una sonrisa para una vida agraciada.

Se nos ha confiado en nuestras manos esa Gracia asombrosa, la fuerza silenciosa e imparable del Reino que todo lo transforma. Y vale la pena correr el riesgo, un riesgo valioso porque esos talentos indescriptibles se multipliquen, aún cuando nos descubramos pequeños, falibles, pecadores, de escaso valor.
Todos podemos acrecentar ese tesoro)

Paz y Bien


Un enamoramiento universal



Santa Rosa de Lima, Patrona de América Latina

Para el día de hoy (30/08/13):  
Evangelio según San Mateo 13, 44-46


(Hay dos diferencias sutiles e importantes a la vez en las dos pequeñas parábolas que el Maestro brinda en el Evangelio para el día de hoy.

El tesoro escondido en el campo está allí; ya se encuentra y permanece, aún cuando no se lo busque, aún cuando se lo pase de largo. El labrador que lo encuentra no está buscándolo, sólo pasa por ese campo, probablemente encaminándose a sus tareas cotidianas. Pero el encuentro lo enciende de regocijo, y vende todo para adquirir ese terreno que un valor tan grande tiene escondido a simple vista.

La perla más valiosa también se encuentra allí, oculta entre las valvas de un molusco. Quien la encuentra es un mercader de perlas, un buscador avezado y experto, un hombre que sabe bien el valor de las piedras preciosas, un buscador constante, un hombre que no se deja engañar con facilidad, que sabe reconocer lo valioso. Él también, frente al descubrimiento, vende todo lo que tiene para adquirir esa perla valiosísima.

Para ambos, el vender todo es espontáneo y no supone un gravoso sacrificio. Hay cierta pasión alegre en el encuentro. Lo que han descubierto les demuestra que todo lo demás, en comparación, tiene un valor ínfimo. 

El Reino está allí, al alcance de quien lo busca, y para el asombro de quien está sumergido en la rutina.
El Reino está allí disponible para toda la humanidad, para todas las mujeres y los hombres capaces de enamorarse y de apasionarse con esta eternidad entretejida en lo cotidiano.

Y es bueno, muy bueno e imprescindible, dejar atrás lo que no tiene valor, lo que perece, todos los rictus amargos y circunspectos, porque se ha encontrado lo que inevitablemente nos enciende de amores y alegría.
Lo más valioso está allí, a nuestro paso, en cada instante de nuestras existencias por pura bondad de Aquel que todo lo dá, todo lo comparte y nada se reserva para sí)

Paz y Bien

Profeta, anuncio y denuncia



Martirio de San Juan Bautista

Para el día de hoy (29/08/13):  
Evangelio según San Marcos 6, 17-29



(Un profeta fiel a su misión es, por lo menos, un sujeto incómodo y molesto. En la mayoría de los casos, el ambiente en donde debe elevar su voz le es contrario, pues sus palabras nunca son gratas a quienes se han acomodado en sus falsas seguridades de confort, a quienes disipan sus días, a los que hacen de la corrupción una constante, a quienes detentan cualquier poder por el poder mismo sin importarle los demás.

Con toda probabilidad, ese entorno adverso sea producto de la misma profecía. Porque un profeta hace anuncio de las cosas de Dios y nunca -jamás- se calla cuando se hace presente lo que es contrario a su Dios, a esa vida que lo sostiene y empuja.

Así entonces los profetas son antorchas de socorro y esperanza para nuestra gente, para todas las gentes, cuando campean las sombras y el día a día se vuelve un monstruo que se alimenta de los pobres y los pequeños. Pero también son enemigos peligrosos de los poderosos, porque denuncian corrupción, muerte y opresión. Un profeta nunca será del agrado de los poderosos. Más aún, es preferible que sea temido y escuchado a que sea convidado.

Así el Bautista. él se había vuelto una presencia intolerable para el tetrarca galileo Herodes, y si bien su suerte se decide en un banquete de corruptos, luego de un erotismo desvirtuado en danza seductora, en realidad es dable pensar que Juan muere en los calabozos herodianos por haberse vuelto tan insoportablemente peligroso. El banquete de cumpleaños de ese reyezuelo supersticioso es sólo una excusa.

Quiera el Espíritu regalarnos hombres y mujeres así, tan íntegros y necesarios, tan imprescindibles para no perdernos)

Paz y Bien

Del sepulcro blanqueado al templo vivo



Para el día de hoy (28/08/13):  
Evangelio según San Mateo 23, 27-32



(Clara y taxativa, comoes toda voz profética, es la denuncia que hace Jesús de Nazareth respecto de dirigentes religiosos de su tiempo, y las actitudes de éstos a través de los tiempos. Es que ellos no sólo han hecho de la apariencia externa una cuestión primordial, sino que bajo ese cariz piadoso y puro se esconde algo peor que la nada misma.

Sepulcros blanqueados los nombra, tumbas hermosas de ver pero que sólo pueden alojar la muerte y la degradación. Tumbas humildes, tumbas monumentales, tumbas reluctantes, todas son hogares de lo muerto.
Ello se agrava cuando esas tumbas con piés cumplen funciones de conducción o liderazgo del pueblo: su único destino es lo mismo que llevan por dentro, y diseminan mortandad y dolor bajo apariencias pietistas y de rigurosidad religiosa.
Y en lo social y en lo político la brecha es la misma, pues para todo hay una igual raíz, los corazones de los hombres. Por ello en lo social y en lo político los sepulcros blanqueados son los cultores de la corrupción en todas sus formas, expresiones de la degradación, de lo que vá royendo la vida, de lo que demuele cualquier asomo de una existencia mejor, tumbas que niegan con desprecio militante toda justicia y toda solidaridad, por más que en sus formas expresen anhelos de progreso y reivindicaciones masivas.
Sólo esparcen dolores, sólo transmiten injusticias.

Desde la Resurrección de Jesús, toda tumba deviene inútil porque la vida ha de prevalecer, con todo y a pesar de todo. Así entonces, es imprescindible afirmarse en el testimonio y la ofrenda de los mártires que en su profecía que nos han precedido antes que en lo luctuoso de sus sufrimientos.

La vida ha de prevalecer, y todos, sin excepción, hemos sido llamados a ser templos vivos del Dios de la vida. Por ello el culto primero comienza en la compasión, en la misericordia y en el socorro ejercidos para con el prójimo.

Hemos de desertar de todo sepulcro, por más blancura que destelle. Es imperioso transformarnos en alegres renegados de toda corrupción, un paso cada día a favor de la justicia y la libertad)

Paz y Bien

Máscaras



Para el día de hoy (27/08/13):  
Evangelio según San Mateo 23, 23-26



(Las palabras del Maestro tienen la contundencia inexorable de la profecía, y no se anda con vueltas ni floreos literarios: lo que cuenta, lo que define, lo que persiste y fundamenta todo es la justicia, es la misericordia, es la fidelidad.

A partir de esos principios fundantes debería establecerse todo lo demás, pues estos principios tienen un único origen, el inconmensurable amor de Dios que expresa Jesús de Nazareth.
Los problemas, los graves problemas, comienzan cuando estos principios dan parte de ausencia. El sentido y la sustancia desaparecen, y nos quedamos en la pura fórmula, en la constante exterioridad. 
Por ello el Maestro llama a los fariseos y escribas de todos los tiempos hipócritas, relacionado ello directamente con la raíz etimológica del término: hypokrisis, es decir, quien actúa o finge lo que no es, a partir de máscaras visibles especialmente en el obrar, dominio tiránico del parecer antes que del ser.

Tiene cierta perversa lógica profesar una fé enmascarada: cuando la justicia, la misericordia y la fidelidad están ausentes, todo deviene en inmanente y carente de trascendencia, y más, todo lo que se estructure a partir de su carencia es falaz, es pura apariencia, es roca muerta sin eco ni sonido que rinde culto a ídolos fugaces aún cuando se argumenten acciones religiosas.

Una religión sin misericordia es higuera estéril, un culto sin justicia es mecánica piadosa de olvido del hermano, una oración sin fidelidad es monólogo permanente incapaz de una escucha atenta de ese Dios que nos susurra de continuo.

Hemos de abandonar toda máscara que portemos, por más que la imagen que nos encontremos no nos resulte demasiado agradable. Los rostros pueden volverse transparentes si permitimos que la Gracia nos transforme, nos esclarezca la mirada, nos aclare el gesto, nos conduzca los pasos.

El universo mismo se sustenta en esa misericordia de todos los asombros)

Paz y Bien

Ayes de la desgracia



Para el día de hoy (26/08/13):  
Evangelio según San Mateo 23, 13-22



(El Evangelio para el día de hoy nos trae palabras duras -durísimas- del Maestro, tan distintas en apariencia de las expresiones plenas de bondad de las Bienaventuranzas. 
Pero en ambos casos, se trata de la misma dinámica del Reino, del tiempo nuevo y definitivo de la Gracia, aún cuando sus ecos duelan y molesten. Bendito sea el malestar que provoquen.

Sus palabras son válidas para todos nosotros, y especialmente para aquellos que tienen funciones jerárquicas o de conducción; en el caso de su tiempo, los destinatarios primeros eran los escribas y fariseos, guardianes celosos de la ortodoxia religiosa del pueblo.
Ellos habían desvirtuado por completo la fé de Israel, transformando un camino de liberación en una carga insoportable para los creyentes, interponiendo mil muros entre las gentes y su Dios, un Dios al que dibujaron inaccesible, lejano y cruelmente castigador. Y como si eso no fuera suficiente, se aprovechaban de su posición y prebendas en su propio beneficio material, colocándose impiadosamente varios escalones por sobre el resto del pueblo. 
Ese elitismo -y no el supuesto castigo que ellos adjudicaban a Dios- sería su misma ruina.

Porque el poder, cuando no es servicio, es un ídolo al que se rinde culto sin importar el hermano.
Y no hay tarea más imperiosa ni más urgente que cuidar a los pequeños, a los débiles, proteger a los que no pueden defenderse, y sobre todo, servir.

El servicio es la clave a partir de la cual se puede transformar la historia.
El servicio es expresión de la caridad, sintonía perfecta de la Gracia.

Todo lo que se aparte de ello, de este peregrinar hacia la vida plena que nos ofrece Jesús de Nazareth, es origen de todas las des-gracias, negación rabiosa de una Gracia que se nos ofrece incondicionalmente)

Paz y Bien

De los cuatro rumbos



Para el día de hoy (25/08/13):  
Evangelio según San Lucas 13, 22-30


(La pertenencia religiosa tiende, históricamente, a la exclusividad de los bienes divinos; quizás sea un modo de auto respuesta a esas inquietudes primeras de la humanidad en cuanto a prolongar la vida, a superar la muerte, a la trascendencia. 
En ese plano expresamente religioso, la pertenencia garantiza de modo diverso el pasaporte a la redención, en el sí para nosotros y no para otros. La redención es para los propios, que nunca para los ajenos.

En esa afirmación típicamente convencional es que le expresan al Maestro la pregunta que sigue la misma lógica, y para determinar el número y más aún, los quienes de la salvación.

Pero para Jesús de Nazareth la pregunta es falaz, pues necesariamente cualquier respuesta presupone una conclusión errónea; el mismo silogismo conceptual previo no puede desembocar en verdad alguna. Por eso mismo Él no responde esa pregunta directamente, y la afirmación que realiza a continuación es muy peligrosa: que sea posible la Redención tanto para judíos como para paganos y gentiles es una locura y una blasfemia que excede lo imposible y ha de tener violentas consecuencias para el rabbí de Galilea.
Es un desafío en el mismo rostro de la seguridad exclusiva de los judíos, y es una profecía desestabilizadora de todas nuestras comodidades en las que solemos refugiarnos.

La clave/llave de la historia humana revelada por Jesús es que Dios es Abba, es Padre, es Madre y por ello ese Dios no distingue entre propios y ajenos desde una pertenencia o adhesión. Ese Dios sólo vé hijas e hijos en los cuatro rumbos del mundo y de la historia. Y a esos hijos no se les otorga castigos, sólo afecto, sólo amor, sólo Salvación.
La Salvación es don y misterio que se ofrece por ese amor esencial de Dios a toda mujer y todo hombre por igual, incondicional y generosamente.

Sin embargo, esa ofrenda universal -no es otro el significado literal y espiritual de católico- no implica un más de lo mismo, una laxitud ética, un relativismo existencial. 
La puerta de la vida plena y eterna siempre está abierta, el mismo Cristo la sostiene e invita. Más acceder no es sencillo, esa puerta es estrecha.
Es menester renegar abiertamente de todo egoísmo y de toda soberbia, esas capas disvaluadas que nos sobredimensionan, que nos inflan los egos.

Para acceder hay que reconocerse hijos y, por ello mismo, hermanos de los otros hijos)

Paz y Bien


Las consecuencias del encuentro con Jesús



San Bartolomé, Apóstol

Para el día de hoy (24/08/13):  
Evangelio según San Juan 1, 41-51



(El Dios Abba de Jesús de Nazareth gusta esconderse bien a la vista, inalcanzable e irreductible a todo molde y esquema preestablecido que se le quiera imponer. Por eso se despoja de todo para encarnarse en la historia humana, por eso elige a una muchachita pequeña -una mínima, una nadie- para que sea su Madre y su puente con el tiempo humano, por eso se afinca en la Nazareth de la periferia que no cuenta antes de largarse a los caminos a inaugurar el Reino.

Nada bueno se esperaba de Nazareth porque no está en los planes ni en la historia oficial, nada nuevo se espera de lo que conocemos a medias, cultores persistentes de la rutina en donde nada especial ni sorprendente ha de suceder, y mucho menos el Cristo. Pero este Dios Abba se manifiesta plenamente donde menos se lo espera, en la cotidianeidad y especialmente en aquellos sitios y personas que se suelen preencasillar de antemano.

La invitación de Felipe expresa así esa iniciativa perpetua y sencilla de ponernos en movimiento, de no renegar jamás del asombro, de aceptar agradecidos que de continuo se nos está invitando a un cielo nuevo y a una nueva tierra en la que todos somos imprescindibles por esa Gracia de todas las sorpresas.

En nuestras higueras nos solemos acomodar. Sin embargo, la mirada lejana de Dios siempre nos tiene en cuenta. Porque quien nos ama nos mira, nos vé y nos conoce mucho más y mejor que nosotros mismos.

Así acontece el encuentro personal con Jesús de Nazareth. Es el darse cuenta que nos busca, que nos conoce, que desde siempre nos conoce bien, que desde siempre nos invita sin reservas ni condiciones.
Este encuentro propicia un tiempo definitivo, de cielos abiertos, de ángeles y maravillas perceptibles en todo tiempo y lugar. Este encuentro es fundante, nos descubrimos nuevos y recreados, desertores felices de toda des-gracia.

Esto sólo es posible por el amor infinito de ese Dios que expresa Jesús de Nazareth, y sucede especialmente en mujeres y hombres sin dobleces, íntegros en su sinceridad, valientes peregrinos en los éxodos que implica reconocer lo inesperado aún cuando la razón dicte lo contrario. Porque la Salvación, la vda nueva y plena se nos está ofreciendo ya, ahora mismo con generosidad y sin imposiciones.)

Paz y Bien


El amor, principio, fundamento y síntesis



Para el día de hoy (23/08/13):  
Evangelio según San Mateo 22, 34-40



(No era nada fácil ser un estricto cumplidor de las normas religiosas de Israel en el siglo I. 
De aquellos diez mandamientos del Sinaí y con el devenir de los siglos, todo fué mutándose hasta convertirse en 613 preceptos, 248 de carácter positivo -uno por cada hueso del cuerpo humano- y 365 de carácter prohibitivo -uno por cada día del año-. En ello se había convertido la Ley que todo judío debía observar de modo taxativo.
Es claro que ello se tornaba en gran medida imposible; por ello, los grandes exégetas rabínicos pergeñaron enjundiosas cauísticas con el fin de resumir y adaptar, en orden de prioridades, esos preceptos. Así entonces, quien fuera capaz de lograr esta síntesis consecuentemente obtenía los avales como escriba, como maestro de la Ley.
A tal extremo obsesivo llegaba esta dialéctica, que muchos ponían a la Ley por encima de todo...inclusive del mismo Dios que en un principio la había ofrecido y que le daba sentido trascendente.

En gran parte por ello -y en ese afán perpetuo de menospreciar y desprestigiar al que piensa distinto, puro desgaste cruel- escribas fariseos se dirigen a Jesús de Nazareth con el fin de que se expide en tales dilemas.

Y aunque Jesús no elude el desafío, su compromiso vá mucho más allá de la erudición. Él se aferra a esa sabiduría que posee por conocer a su Padre.
Así entonces, principios que ellos conocían pero que acotaban a sus miradas mezquinas y esquemáticas, Él les brinda un sentido trascendente y definitivo.

Es el tiempo del Reino, asombroso imperio de la Gracia.
Por ello lo verdaderamente importante, lo que cuenta y está primero que todo lo demás es el amor, un amor infinito que Dios nos tiene. Y a partir del descubrirnos queridos, a su vez, amamos, un fundamento tan humano que nos diviniza. 
Sin embargo, suspender aquí toda profundización implicaría una abstracción atractiva pero abstracción al fin, desencarnada y distante de ese Cristo de nuestra Salvación. Por eso el amor a Dios se explica y se expresa en el amor al prójimo/próximo, un prójimo que no es el par, el de mi mismo color o confesión, sino que mi prójimo es, precisamente, aquel a quien me acerco, me aproximo/aprojimo.

Este amor es el principio de todo, el fundamento de toda existencia, la síntesis perfecta de toda ética. Es el cimiento y a la vez el horizonte hacia donde vamos, y todo lo demás -si bien relevante y con su grado de importancia- ha de subordinarse a este principio total. Y cuando esto se tergiversa o falla, comienzan los problemas, escasea la libertad y se multiplica el dolor y la exclusión.

Es cosa de atrevidos el amar como Jesús amaba)

Paz y Bien
 

Una invitación ilimitada



Para el día de hoy (22/08/13):  
Evangelio según San Mateo 22, 1-14



(Siempre es menester andarse con cuidado en las literalidades o interpretaciones superficiales de las parábolas, que son recursos alegóricos mediante los cuales, a partir de hechos de la vida diaria, el Maestro enseñaba. Estas lecturas ligeras llevan a comprensiones parciales y erróneas y hasta peligrosas; además de saber que las literalidades sustentan todos los fundamentalismos, nos desdibujan una caricatura de un dios violento, rápido castigador, que nada tiene que ver con el Dios Abba de Jesús de Nazareth. 

Quizás entonces lo central sea la invitación al banquete de bodas del Reino: ello implica un convite asombroso, y es que se nos han abierto las puertas universales para la fiesta, para la alegría, para la celebración y el disfrute común. Ése precisamente es el proyecto de Dios para toda la humanidad, y se llega a través de veredas de justicia, de fraternidad, de compasión, de misericordia y de servicio.

Y más asombroso aún es que Aquél que nos organiza el banquete envía a sus servidores a los caminos, a todas las encrucijadas de la vida en busca de los impresentables, de los descastados, de todos aquellos que nadie invitaría a su mesa para que sean partícipes principales de la fiesta que se asoma.

Gran escándalo y ofensa para almas escasas que gustan del ceño adusto y de la mesa sectaria con pan escaso y vino raleado.

Somos, en simultáneo, invitados e invitadores por la maravillosa Gracia de Dios.

Y es necesario revestirse el alma con bondad, con paciencia y con muchas, muchas ganas de encontrarse y celebrar junto a los hermanos)

Paz y Bien

De los derechos adquiridos al escándalo de la generosidad


Para el día de hoy (21/08/13):  
Evangelio según San Mateo 19, 30- 20, 16




(El Evangelio para el día de hoy nos ofrece una enseñanza del Maestro mediante el uso de una parábola, y cuando hablamos de parábolas es preciso dejar de lado literalidades y linealidades. Se trata de alegorías simbólicas que nos abren las puertas a dimensiones que están mucho más allá del simple texto.
Por ello hemos de diferenciar al propietario de los sembrados del Dios Abba de Jesús de Nazareth: el Dios de Jesús no es dueño de nada -todo lo ha dado para la Salvación-, no es un amor rico en bienes excepto en misericordia, no es partícipe de sistemas que condenen a tantos a la miseria y al desempleo.

Aún así, este propietario tiene ciertos visos sorprendentes: teniendo administrador y capataces, sale él mismo en busca de los trabajadores. Extrañamente, sale también a cualquier hora del día con tal de traer más y más obreros, a pesar de que muy probablemente no tenga necesidad de ellos. Y conviene para todos ellos, más alla de sus esfuerzos, un pago igual. En estos giros impensados se parece en mucho al Dios del Reino.

Al fin del día, la paga es controversial. Salario igual para los que apenas han hecho alguna que otra cosa y para los que se desloman desde muy temprano.
Inevitablemente, se suscitan las quejas airadas: los primeros han realizado muchos más esfuerzos que los últimos. Hay cierta ceguera y envidia: los trabajadores, cuando se celan y critican entre ellos, son presa fácil de los explotadores. Que un compañero pueda ganarse su sustento debería ser motivo de alegría y celebración.
Estos jornaleros de la parábola reclaman los derechos que han adquirido por antigüedad o esfuerzo en desmedro de los convocados hacia el fin de la jornada.

No somos muy distintos.
Imaginamos que pertenencias, participación a través del tiempo y méritos acumulados nos dan prerrogativas por sobre los demás, en especial por los que recién han arribado a los ámbitos que suponemos propios.
Pero esos ámbitos no nos pertenecen, y la generosidad de Dios -la Gracia- es escandalosamente solidaria.

No cuenta tanto lo que podamos realizar -si bien es importante- como el desmesurado e incalculable amor de un Dios que a toda hora sale a buscar a los que esperan, esperan aunque sea un mendrugo de trabajo, unas migas de supervivencia, unas gotas de compasión.
Y para todos, sin excepción, llueve misericordia, nos llegan canastas de un pan inacabable y el Dueño real nos vuelve a decir que la justicia para con los hermanos ha de ser motivo de celebración solidaria, de sereno festejo común.

Tal vez, en cierto aspecto, la Iglesia tenga ese cariz de alegrías compartidas por el bien que recibe el hermano, por la constante bondad del Creador)

Paz y Bien

Montados en camellos imposibles


Para el día de hoy (20/08/13):  
Evangelio según San Mateo 19, 23-30



(La lectura lineal y superficial nos conduciría, en el Evangelio para el día de hoy, a un mandato de vida austera, ascética, y a una propuesta de vocacional de vida consagrada. Se trata de un éxodo y, como tal, exige el coraje de una ruptura. Porque creer es ruptura, porque la Gracia es simiente de toda revolución verdadera, porque el Reino no admite medias tintas ni tibiezas.

Es claro que el dinero se ha convertido en un ídolo cruel que se place de sacrificios humanos, literalmente. Porque en su ara inmanente se sacrifica al prójimo. Para acceder a ese Reino que se nos crece en el aquí y el ahora y que se expresa en a comunidad cristiana, es menester dejar atrás todo resabio de egoísmo. El Reino no se subordina a leyes de mercado, a portación de bienes o al poder que pueda detentarse, ni tiene nada que ver con apotegmas mercantilistas, especialmente los trueques piadosos. El Reino es ofrenda amorosa de un Dios que se despoja de todo por sus hijas e hijos, y que inaugura cielos nuevos y nueva tierra a través de Jesucristo.

Todos moriremos. Más lo que nos llevaremos es el amor. Todo lo demás -especialmente lo que hemos acumulado y que perece- nos ata, nos hunde y sumerge.

Y en estos menesteres, a fuer de sinceridad, concluimos que nadie tiene méritos suficientes para salvarse. Todos portamos nuestras mochilas de piedras, todos acarreamos miserias inhibitorias de toda Pascua, todos montamos camellos imposibles.

Pero es el tiempo de la Gracia, de los asombros, de las maravillas y, por sobre todo, de la compasión y la misericordia. No dependemos de los méritos acumulados. Somo esclavos, libertos por el infinito amor de Dios, por el donde e la vida misma hecha por Jesús de Nazareth. Y a través de ese amor todos podemos pasar por cualquier ojo de aguja.

La esperanza nos empuja)

Paz y Bien

Lo que debemos hacer



Para el día de hoy (19/08/13):  
Evangelio según San Mateo 19, 16-22




(Es extraño. Frente a la pregunta de cuales son los pasos a seguir para acceder a la vida eterna, Jesús de Nazareth menciona, como es lógico, los mandamientos; sin embargo, se detiene puntualmente en aquellos que refieren a nuestra relación con el prójimo. Y como culmen de ese seguimiento -el ser sus discípulos y sus hermanos- afirma que es menester desprenderse de todo en favor de los pobres, atesorando lo que no perece en el cielo, y ponerse en marcha tras sus pasos.

Es duro, muy duro, y es también un santo escándalo, como es de escandalosa la cruz, como es de controversial la Encarnación.

El Dios de Jesús de Nazareth es un Dios que por puro amor se ha hecho uno de nosotros, lo divino acampando entre lo humano y por quien lo humano se vuelve sagrado, principio de ternura y fé que expresa en primer lugar María de Nazareth. Por eso, desde el Maestro el centro de la fé se desplaza de ese enorme Templo de piedra de Jerusalem al prójimo -santo punto de encuentro- porque cada mujer y en cada hombre son templos vivos y latientes del Dios de la Vida, porque en ellos y en nosotros resplandece la imagen bondadosa de Aquel que no descansa por nuestra Salvación.

Porque el Dios de Nazareth es pobre entre pobres, el más pobre de todos. De todo se ha despojado, hasta de su propio Hijo, para que ninguno se pierda, y ese despojarse es puro amor.

¿Donde, entonces, rendiremos culto fiel a ese Dios de amor?
Ante todo y especialmente en el que sufre, en el que nada tiene, en el que agoniza en la miseria, en el que apenas conoce la supervivencia y para el que toda noticia es necesariamente mala. Aquí no hay interpretaciones ni exégesis...ni pauperomanías, como con tanta severidad se viene argumentando mediante rigurosos razonamientos.

-A veces nos gusta tener encendido veinticuatro horas, siete días a la semana, el detector de herejías, pero ha de primar la caridad y la verdad que nos hace libres-.

Como en el Evangelio para el día de hoy, nos duele y entristece renunciar a todo lo que poseemos en la búsqueda de los tesoros del Reino. Porque antes que en el cumplimiento de preceptos y normas, el Reino germina su semilla asombrosa en la tierra fértil de la misericordia y la compasión, y aquí no hay medias tintas ni ideologizaciones, ni acepciones religiosas. El prójimo se edifica saliendo en su búsqueda, pues all´encontraremos el rostro de Aquel que jamás renuncia a nosotros.
Y junto con lo material que nos agobia -el dinero, el consumo-, quizás también debamos vender todo aquello que nos ata, nos separa, todos esos criterios que nos ensombrecen la mirada y nos impiden descubrir en cada esquina al Cristo que está en cada hermano.)

Paz y Bien




El bautismo definitivo



Para el día de hoy (18/08/13):  
Evangelio según San Lucas 12, 49-53


(El Evangelio para el día de hoy nos trae un pasaje que resulta duro -durísimo- a cualquier comodidad o a cualquier atisbo de estratificación, de modulación rutinaria. Pues se trata de la vivencia primordial que Cristo tenía de la Buena Noticia, del anuncio del Reino, y esa vivencia nada tiene de light, de edulcorada, de ligera. 
Es una vivencia profunda, desde las mismas entrañas, que todo lo conmueve y transforma, que no deja lugar a medias tintas. Es una vivencia apasionada, en el sentido primero del término pasión, es decir, pathos, lo que viene y se hace carne, existencia, movimiento, lo más íntimo de lo que se es, lo que también se sufre.
De allí también la com-pasión, compartir lo que se sufre y se siente.

A este Jesús, aducen corazones esquivos, es mejor obviarlo. Es provocador y peligroso, esta pasión que lo enciende divide aguas, deja atrás a los tibios, subvierte toda institucionalización que se ponga por delante de los corazones como piedra angular. 
Este fuego también pasa por delante de los violentos, de los que aman pompas, poder y preeminencias, de los que tienen por misión la imposición inmisericorde.

Jesús de Nazareth refrenda que ha de recibir un bautismo, total y definitivo. Justamente Él.
En realidad Él se refiere a aquello que está mucho más allá de lo cultual, de las especificaciones sacramentales. La significación primordial y simbólica del Bautismo es un morir, es sumergirse en aguas profundas y móviles en donde la vida anterior se pierde, y se emerge nuevo, re-nacido a ímpetus que jamás se pueden detener. Ni la muerte brutal, ni todos los calvarios que se impongan podrán con estos incendios santos.

Esa cruz del dolor y el espanto, que para tantos es contradicción y escándalo, tiene dos grandes maderos.
Pues bien, que esos maderos en donde se sacrifica al Manso de las naciones sean para nosotros buena madera que se encienda para que nuestros fuegos no se apaguen jamás, que siempre nos quede un rescoldo, que la tarea siempre está por hacerse, que el mundo es frío y está adormecido, aún cuando impere bulla ensordecedora.

El Maestro nos vuelve a despertar)

Paz y Bien

De los niños y de los que son como ellos




Para el día de hoy (17/08/13):  
Evangelio según San Mateo 19, 13-15



(En la Palestina del siglo I los niños era minusvalorados religiosamente, no tenían derechos legales y, en la concepción antropológica de ese tiempo eran considerados como pequeños hombres incompletos y, por lo tanto, deficientes. Por ello eran en todo dependiente de sus padres y carecían de cualquier tipo de enseñanza, especialmente de la religiosa: en esa mentalidad, enseñar la Torah, la Ley de Moisés a los niños era un dispendio inútil de tiempo para algunos, y para otros más extremistas, una afrenta a las tradiciones.

Así entonces un niño -algo, no alguien, varios escalones por debajo de los varones adultos- debía cernirse a la obediencia debida en el hogar y no mucho más. Por fuera de ello, se suscitaba una molestia, una grosería y hasta una significativa contravención.

Al Maestro no le importaba en lo más mínimo el qué dirán, pues ante todo estaba su misión y su fidelidad al proyecto eterno de su Padre. Pero ese desapego raigal a las tradiciones establecidas era considerada por sus coetáneos como una insolencia a menudo intolerable. Por ello al principio traían a su presencia a niños enfermos para que los curase; y a medida que las gentes lo iban conociendo, sencillamente llevaban a sus hijos para que los bendijera, en un gesto entrañable de bondad y ternura.
Los discípulos no eran ajenos a esa mentalidad dominante, y por ello suponen que la presencia de tantas criaturas junto a Jesús es una molestia mayúscula, y que merece una justipreciada reprensión.

Pero -alabado dea el Espíritu- Jesús de Nazareth no suele comportarse del modo que se espera que actúe. Él no solo permite que se le acerquen los niños, sino más aún, exige que los pequeños estén cerca suyo.
Para todos aquellos que no entendieran -y los que hoy tampoco lo aceptamos- su Dios Abba tiene una abierta preferencia por ellos, está de su lado, está para ellos, y por ellos y para ellos ha abierto las puertas infinitas del Reino.

Un niño es alguien insignificante, que sólo puede esperar el auxilio de sus padres, que está desprotegido, que no puede valerse por sí mismo ni se puede defender por sí solo. Un niño es capaz de un grato asombro. Un niño sabe valorar con alegría los regalos.
Un niño tiene la ternura de Dios consigo como un amanecer perpetuo, y nosotros -torpes y crueles adultos- lo solemos olvidar o, peor todavía, atropellamos su inocencia.

Porque el Reino es de ellos, les pertenece, y es también de los que son como ellos, los pequeños, los pobres, los viejos, los que no cuentan.
Si por un momento nos detuviésemos a darnos cuenta de qué lado esta ese Cristo de todas las bondades, no necesitaríamos demasiadas elucubraciones ni justificaciones banales. Allí debemos estar, hacernos iguales, compañeros, hermanitos menores para mayor gloria y alabanza de Dios)

Paz y Bien

Matrimonio, divergencias y convergencias


Para el día de hoy (16/08/13):  
Evangelio según San Mateo 19, 3-12


(La discusión iniciada por los fariseos no es sólo con el ánimo de hacer quedar mal frente al resto de los oyentes a Jesús de Nazareth, sino que se trata de una querella encubierta: una respuesta errónea, heterodoxa, desviada de la recta doctrina imperante sería una causal para el juicio y la condena por el Sanedrín, en cuanto violación flagrante a la ley de Moisés.

Ahora bien, entre los mismos fariseos persistía durante décadas cierto disenso, según se siguiera la escuela rabínica de Shamai o de Hillel, cada uno con una exégesis muy dura respecto de los preceptos mosaicos. Sin embargo, coincidían en varias cuestiones. Por un lado, discutían la licitud del divorcio desde el punto de vista del varón, pues la mujer carecía de derechos. Por otro lado, y esto es crucial, su fundamentalismo había antepuesto la Ley a todo lo demás, de tal modo que el Dios en el que creían se volvía cada vez más inaccesible y simultáneamente manipulable en el cumplimiento puntilloso de las normas.
En una mirada así, no hay ninguna posibilidad de noticias nuevas, es decir, el Dios Abba de Jesús de Nazareth es inaceptable y afrentoso.

Quizás por ello el Maestro discute con ellos en sus mismos términos y desde su misma perspectiva, para tratar de que regresen a lo primordial que es el Dios que inspira a las Escrituras y no la Ley que dibuja una caricatura de Dios.

El Dios de Jesús de Nazareth es amor, es amor que se entrega totalmente y sin reservas, y es ese amor, expresado en el matrimonio, el que no puede diluirse ni disolverse. Ese amor no ha de tener quebrantos, por más esfuerzos en contra. Precisamente éso les señala el Maestro a sus inquisidores: es la dureza de los corazones humanos lo que llevó a las rupturas.
Matrimonio es converger hacia un mismo horizonte eterno y trascendente, conjugando dos existencias -con todas sus diferencias y particularidades- en una vida nueva unificada libremente, una vida que se expande y multiplica, en donde lo sexual es muy importante como decir amoroso de los cuerpos mas nó lo único.

Por muchos motivos, esa conjunción -cónyuges- suele estamparse contra muros y quebrarse, con mucho dolor. Allí se establece una divergencia, un girar cada uno por su lado, una frustración de los sueños de ternura del Dios de la vida. Porque el matrimonio es esa convergencia/planta que se edifica, germina y crece en el día a día, con paciencia, con tolerancia, con el fértil reniego de uno mismo, en la afanosa y grata búsqueda del nosotros al encuentro de Dios.

Pero no podemos quedarnos en la postura legalista.
A no dudar que el matrimonio es indisoluble, pero a no dudar de la posibilidad de levantarse de los que han caído. En caso contrario, el amor queda reducido a un libelo codificado que se decide en los tribunales.

Todos, indefectiblemente, somos esclavos esperanzados de la misericordia de Dios)

Paz y Bien

Asunción de María, luz de nuestros caminos



La Asunción de la Virgen María

Para el día de hoy (15/08/13):  
Evangelio según San Lucas 1, 39-56


(Celebramos la Asunción de María en cuerpo y alma a los cielos, preanuncio y certeza de todas las plenitudes ofrecidas incondicionalmente a toda la humanidad. Celebramos que no somos solamente una idea, una entelequia, una mente escindida, sino que los cuerpos tienen destino de eternidad, que los cuerpos también son sagrados. Celebramos que tenemos un destino infinito de felicidad total, interminable. Celebramos que, a pesar de lo exigua que es esta vida terrena, no hay un fin porque hay más, siempre hay más.

Esa alegría interminable que se consuma en el más allá se comienza edificando en el más acá, día a dia, segundo a segundo. 
Porque por la Resurrección de Cristo y con María de Nazareth tenemos la certeza incoercible de que la muerte es éxodo y nuevo comienzo, que no final. Aquí estamos de paso nomás, peregrinos en estos caminos tantas veces ensombrecidos.

En este peregrinar se nos suelen trabar los pies en el fango del dolor, del que provocamos y del que nos infringen. Retrocedemos por la carga de nuestras mezquindades, nos sometemos a los egoístas y temerosos designios de la comodidad.

Pero Ella no se amilana, ni baja los brazos.
La Asunta es María de Nazareth, esposa de José de Nazareth, Madre de Jesús, Madre de Dios, esposa, madre, hermana y discípula fiel. María es presencia que alumbra nuestras incertidumbres, espejo perfecto de Aquel que es la luz, señal cierta de que estos cuerpos a veces dan doblegados no son sólo un envase que se descarta, sino más bien templos vivos con promesa inquebrantable de eternidad.

Ella enciende nuestras esperanzas desde el milagro de la solidaridad y el servicio.
Ella es la testigo espléndida de todo lo que Dios quiere hacer por nosotros, pura bondad y ternura, la Gracia de todos los asombros.
Ella nos vuelve a decir sin cansancio que Dios está muy cerca, que siempre cumple sus promesas, que su sueño es la liberación para que todas sus hijas e hijos sean felices, que tiene prefiere abiertamente a los pobres, los pequeños y los humildes, un Dios que hace que la vida florezca, crezca y se expanda.

Ella es pequeña, pequeñísima. Sin embargo, en su corazón fecundo por la Gracia caben todas las ansias, alegrías y dolores de todos los hijos, y aún hay más lugar.
Ella se puso en marcha hacia el Hijo que supo llevar en sus entrañas, Ella es certeza firme de reencuentro definitivo, Ella es fé y es abrazo, Ella es confianza y es vida siempre creciente, Ella le habla al Hijo del vino que nos anda faltando.
Porque donde está la Madre, sin lugar a dudas, está el Hijo, y eso hay que celebrarlo sin reservas)

Paz y Bien

Nos hiciste hermanos




Para el día de hoy (14/08/13):  
Evangelio según San Mateo 18, 15-20


(La Encarnación es esa asombrosa donación absoluta que hace Dios de sí mismo para acampar entre nosotros, despojándose de su divinidad para hacerse gente, para hacerse pueblo, madre, hermano, padre, Jesús de Nazareth, el más humano de todos nosotros.

Por ese misterio insondable e inabarcable, a través de Cristo Dios nos hace hermanas y hermanos, un vínculo filial indisoluble que supera por lejos los márgenes de la biología y crea lazos trascendentes e infinitos. Don y misterio, la fraternidad -cuando se enraiza en las honduras de los corazones- transforma toda existencia.
Así entonces el hermano es más importante que uno mismo, pura superación del yo en éxodo hacia el nosotros. Su alegría nos rejuvenece, sus dolores nos lastiman. Todo lo que le sucede al hermano, por nimio o mínimo que aparezca, se vuelve importantísimo, y ello es vincular y recíproco. Y así crecemos.

Por ello es derecho y deber de hermanos la corrección fraterna, que no es disciplina ni rigorismo, sino pauta cultual de compasión y misericordia. Es totalmente de Cristo salir en busca de la oveja extraviada, y es totalmente nuestro reconvenir al hermano que ha tropezado para que vuelva a ponerse de pié, sin aspavientos ni escándalos torpes, en el cuidado y la gentileza que surgen de la caridad.

A veces la ausencia es tal que no basta una simple presencia, y por ello irán dos o más hermanos al rescate. Porque el perdón es tarea exclusiva de la comunidad, es decir, de esta familia creciente.
El perdón libera y restaura, el perdón es cosa de hermanos.

Y aún cuando toda la familia, en su afan de cobijo, no sea escuchada, al hermano que se ha perdido no se le repudia. Como los paganos o los publicanos de los tiempos de la predicación del Maestro, han de tener un lugar preferencial aguardándolos en la mesa inmensa de Jesús de Nazareth. Siempre se está a tiempo de volver, a pesar de todas las distancias y las brechas que provocan los pecados.

Todo es posible porque nos hiciste hermanos, y porque estás vivo y presente en medio nuestro)

Paz y Bien

En el centro de la comunidad



Para el día de hoy (13/08/13):  
Evangelio según San Mateo 18, 1-5.10. 12-14


(Las ansiedades de los discípulos por determinar mayorazgos y primacías no son desconocidas, pues cuando mandan las ambiciones personales se suele renegar de la fraternidad y se mira desde una altura espuria al hermano.
Pero frente a estas duras ponencias y actitudes -duras cabezas, duros corazones-, el Maestro se mantiene siempre en una misma sintonía, y es que el servicio nos vuelve mejores, y a la vez quien sirve a los pequeños se acrecienta en vida plenificada.

Esta enseñanza no es menor, y es menester interpretar el gesto de Jesús de Nazareth -llamar la atención de todos poniendo a un niño en el foco del grupo- a la luz de la mentalidad judía y palestina del siglo I. Un niño, en aquel entonces, era considerado apenas humano, un humano a medias e incompleto, y por tanto carente de derechos. A lo único que podían aspirar los niños era a la protección brindada por su padre, y entre ellos solamente los varones. Las niñas, prácticamente nada.

Por ello el gesto de Jesús es escandaloso, peligrosamente heterodoxo y políticamente revolucionario. Él vá más allá de cualquier gesto romántico o de ternura superficial, pues está declarando que los suyos, los auténticamente suyos, son los que tienen por centro de la comunidad y de sus existencias a los niños y a los que son como ellos, es decir, a los que no cuentan, a los que no tienen derechos, a los que no pueden defenderse, a los desprotegidos, a los abandonados, a los que sólo esperan algo bueno de parte de Dios, y a veces ni eso. Esos son los pequeños, y ellos son también horizonte y misión.

Por ello la solidaridad es hacerse uno con el otro, volverse pequeño y vulnerable en el perfume del Reino: la solidaridad es horizontal, sólo es posible entre los iguales y en tren de fraternidad. Cuando las acciones de auxilio se realizan desde planos distintos -desde arriba hacia abajo- ya no se trata de solidaridad, sino de peligrosa beneficencia fruto de la soberbia, de la displicencia de considerar en menos al otro, sin espacio para la compasión y para la misericordia.

El Reino es muy peligroso para los poderes del mundo. Sin dudas es político, si entendemos la política como la búsqueda del bien común a través de la justicia, pero supera sus fronteras por lejos.

Escándalo, locura y revolución, quizás algo de eso haya por Gracia de Dios.
Pero se trata ante todo de la Buena Noticia de Cristo Jesús)

Paz y Bien

La libertad de los hijos



Para el día de hoy (12/08/13):  
Evangelio según San Mateo 17, 22-27


(Desde el regreso de la esclavitud y el exilio babilónicos, todos los varones judíos tenían la obligación de pagar dos dracmas para sostener el mantenimiento del Templo de Jerusalem y también el sostenimiento del servicio sacerdotal. Por ello era sumamente extraño que ningún hijo de Israel se negara a pagar este gravamen; de allí que tanto los discípulos lo pagaran, y la afirmación de Pedro de que el Maestro no se apartaría de las tradiciones y obligaciones de sus mayores, de su pueblo.

Sin embargo, el talante y tenor de las enseñanzas de Jesús requerían una explicación más profunda. Se trataba del respaldo efectivo al culto vigente, y eso confrontaba con cualquier novedad que Él anunciara, o más aún, el preguntarse en donde habría quedado lo nuevo del Reino.

Frente a toda especulación, sea cual fuere su grado mayor o menor de razonabilidad, lo verdaderamente importante es la libertad imborrable otorgada por ese asombroso vínculo filial dado, el de ser hijas e hijos de Dios. 
Cuando hay una raíz amorosa fundante, no hay imposición que valga, y todo lo que se impone a la fuerza se vuelve irremisiblemente ajeno. Para el Dios Abba de Jesús de Nazareth las cosas no se imponen, se ofrecen y proponen gratuitamente, sin condiciones, desde la ternura.
Porque hay una nueva relación que es la definitiva: las gentes no se vinculan ya con Dios a través del Templo enorme sino a través de la persona de Jesús de Nazareth.

El pez con la moneda de plata en la boca es símbolo entrañable de esa solidaridad que late en cada gesto, en cada silencio y en cada palabra del Maestro, signo manso de buscar el bien común desde la libertad y nunca desde el miedo. Él está indefectiblemente con nosotros)

Paz y Bien

Cosas del pequeño rebaño


Para el día de hoy (11/08/13):  
Evangelio según San Lucas 12, 32-48


(Las palabras de Jesús de Nazareth a sus discípulos, unos pocos -muy pocos- en medio de multitudes que tienden a la masa disolvente a innominada, son palabras que encienden y sostienen la esperanza. Porque no sólo son pocos en número, sino que no tienden a lo multitudinario, a lo que se impone, a los conteos de adeptos o adherentes. Son la semilla escondida, la humilde levadura en la masa, la sal que dá sabor a la vida.

Son todos ellos y somos nosotros también los que estamos cuidados por la inmensa ternura de un Dios que inaugura un espacio definitivo, el Reino, recinto infinito que acontece porque Él mismo se entrega, se ofrece y nada se guarda para sí.

El pequeño rebaño se afirma en la ilógica de la pobreza mundana, en el poco afecto a los medios y las cosas, en el rechazo al dinero, porque el pequeño rebaño es inmensamente rico por la Gracia, por lo que permanece y no perece, por lo que se atesora dándolo y no se acumula.

Se está siempre atento, velante, en movimiento. Rebaño que se duerme y acomoda, que deja pasar los trenes de la existencia, es rebaño que se muere hacia dentro, higuera estéril que no dá fruto. 
Es cuidar que no se nos opaque el alma, es des-vivirse por el hermano, es respirar compasión y solidaridad en todo tiempo y a toda hora. Es portar pequeñas luces aún en las noches más cerradas.

Es menester dejar todo atrás., renegar de todas las imposturas y tentaciones.
Este tesoro que portamos es muy extraño: se acrecienta en tanto que se dá sin condiciones y se comparte con alegría.

Está todo en nuestras manos, así de pequeños y mínimos como somos, pero no estamos solos y el temor no puede detenernos,
Él vá por delante para guiarnos, detrás nuestro para protegernos y al lado nuestro para acompañarnos en cada paso de nuestras vidas)

Paz y Bien

El grano de trigo que cae



Para el día de hoy (10/08/13):  
Evangelio según San Juan 12, 24-26



(A causa de la mentalidad instaurada, escribas, sacerdotes, fariseos, las gentes y sus propios discípulos -ellos especialmente- sólo podían aceptar la imagen de un Mesías glorioso, pleno de victoria que se impondría sobre sus enemigos y habría de restituír la realeza de Israel y, a la vez, liberaría al Pueblo Elegido de toda dominación, en un tiempo nuevo pleno de las antiguas glorias de David y Salomón.

Por ello, este rabbí galileo que les anunciaba su próxima muerte en la cruz como un delincuente abyecto, como un maldito, como el mayor de los derrotados no cuadraba para nada en sus esquemas. Y quizás a nosotros tampoco nos agrade en demasía.
Porque la Salvación se fundamenta en el amor, expresado en la donación de la propia vida.

Así entonces, para que ellos comprendan, utiliza una pequeña parábola originada en la experiencia de los campesinos, la historia de una mínima semilla.
Toda semilla cumple con su destino en las oscuras honduras de la tierra sembrada; allí, oculta y confundida en el humus se humedece y se pudre, puro proceso de germinación paciente. Si nos detenemos sólo allí, la semilla se ha perdido de manera irremisible.

Más nada puede detener la primavera.

A su tiempo, comienza a pujar, brotes menores, tallo incipiente, grácil espiga, pan. Esa semilla dada por perdida y que en apariencia no tiene mayor relevancia, cumple su destino transformándose finalmente en pan para alimento de muchos.

Así sucedió con María de Nazareth. La semilla de la vida plena se crecía al calor escondido de sus entrañas.
Y ese Hijo que nos nacería no iba a ser menos que su Madre. La fuerza increíble y asombrosa de la semilla se hace explícita cuando germina, cuando muere a su condición menor ofreciéndose como fundamento de una vida incalculablemente frondosa y frutal.

La vida es semilla que se nos ha cedido. No nos pertenece, y la única manera de honrar esa deuda es devolverla a su generoso propietario en espigas abundantes, semilla que cae, vidas ofrecidas, una Iglesia que añoramos trigal humildemente frondoso)

Paz y Bien

La cruz de cada día



Para el día de hoy (09/08/13):  
Evangelio según San Mateo 16, 24-28



(Cuando esta lectura del Evangelio nos interpela, como en el día de hoy, es menester detenerse por un momento ante el significado primero de la cruz. 
La cruz era el método de ejecución y cadalso utilizado por el Imperio Romano en todos sus dominios: en ella se efectivizaba con cruel y estudiada precisión a los subversivos, a los marginales culpables de delitos capitales y a los criminales más abyectos. Al reo condenado, ante todo, se lo sometía a durísimos azotes: luego, como escarnio público, debía cargar sobre sus hombros el madero horizontal, semidesnudo, a la vista de todos y hasta el sitio designado de ejecución, en donde se lo despojaba de sus ropas y se clavaban sus cuatros extremidades a la cruz mediante clavos de hierro. La muerte no sobrevenía en forma inmediata, sino luego de varias horas -a veces días enteros- con el condenado presa de espantosas convulsiones y sufrimiento. Simultáneamente, se dejaba el cadáver en el sitio como amenaza ejemplificadora para el resto de la sociedad.
A la vez, no era un dato menor para la ley mosaica: quien moría en una cruz, sea cual fuere el motivo de su condena, lo convertía automáticamente en un maldito, objeto de repudio y desprecio.

En gran medida, un Mesías que fuera sacrificado en un patíbulo así no encajaba de ninguna manera en el estrecho horizonte del pueblo de Israel, y por ello tantas controversias y desengaños se produjeron entre los discípulos de Jesús de Nazareth.

Así, la invitación del Maestro a cargar la cruz de cada día nos sitúa en una incertidumbre similar.

Porque se nos invita a seguirle; sinceramente, quizás no estemos a la altura necesaria para imitarlo, de tan quebradizos y limitados que somos. Y el Dios Abba de Jesús de Nazareth es un Padre y una Madre que nos ama, no un ídolo cruel y sádico al que hay que aplacar mediante sangre y dolor ofrecidos como siniestro trueque por un impreciso y egoísta capricho divino.Por eso la cruz es consecuencia de ser y vivir de un modo determinado, y no condición previa, por más que a muchos les guste saborear de continuo el rictus amargo del dolor, el ceño fruncido, la tristeza como una constante y esos ambientes cerrados y acotados en donde jamás pueda colarse una sonrisa.

La cruz impuesta por aquellos que lo despreciaban y odiaban, y aceptada voluntariamente por Jesús de Nazareth es la consecuencia de su comunión con los excluidos, con los olvidados, consecuencia de los escándalos desatados por su compasión y su solidaridad con los que nadie quiere, consecuencia de sus abrazos, de su pan compartido, de dejar al César con sus cosas y no confundirlo con un dios, de su mesa inmensa en donde la vida florece y se expande.

Hemos de abandonar ciertas tendencias que portamos hacia la banalización de la cruz, y también hacia cierto romanticismo inmanente que nos hace pensarla como portadores únicamente de lo que sufrimos a diario.
La cruz sin dudas es eso, pero es mucho más que eso.
La cruz es atreverse a ser considerado un marginal, un réprobo, un subversivo, un maldito todos los días y cada día por la comunión buscada con los olvidados, por el socorro ejercido, por la compasión militada, por poner por delante y por encima de todo la justicia y la solidaridad para con los que sufren, los que nadie invita a su mesa, los que se han extraviado, los que no conocerán otra Buena Noticia que la que podrán leer en nuestras mínimas existencias.

Esa es la cruz dolorosa que podemos esperar, pero que encierra el misterio insondable de la eternidad y de la vida infinita, pues sus raíces se hunden en el amor, esencia misma de Dios)

Paz y Bien



La fortaleza de Pedro




Para el día de hoy (08/08/13):  
Evangelio según San Mateo 16, 13-23


(Mucho se ha hablado y mucho se hablará acerca de Pedro y de aquellos que, a través de la historia, se han calzado sus sandalias.

Con demasiada frecuencia se ha puesto el acento en poderes temporales, en dominio, en ornas, pompa y boato, en tradiciones que no son tales pues hace ya tiempo que han muerto, en institucionalizaciones, en capacidad de gobierno, en puntillosidad de símbolos y atributos de la función y el poder detentados.

Pero lo que verdaderamente cuenta, lo que define y sostiene a Simón, hijo de Jonás, y a los que lo suceden, es la fé confesada y profesada. La fé que ante todo es don y misterio amorosos, una fé que inevitablemente es aceptar con esperanza el camino de la cruz, de la humillación para la Salvación de los demás.

El Pescador se vuelve fuerte cuando afirma toda su existencia en esa fé en el Resucitado que es el Crucificado, una fé que lo impulsa a sostener y a encender las esperanzas apagadas en sus hermanos y a su vez los confirma en ese sendero único de Salvación. 
Pedro se vuelve realmente poderoso en tanto que servidor de la humanidad, y no sólo de sus hermanos, porque el verdadero poder es el servicio. Pedro no mandará ni impondrá, Pedro propondrá desde el amor, a pesar de todas las terribles consecuencias que pueda encontrar a su paso, y a pesar de sus quebrantos tiene la certeza de que esa familia que conduce se sostiene por el amor de Aquel que la alienta y acrecienta.

Simón Pedro era un humilde pescador galileo, voluble en sus carácter, con muchas idas y vueltas, pero firme pues se sabía amado por el Maestro, y por Él -aunque lo niegue con rapidez- asumirá también toda cruz que quieran imponerle.

Pedro se vuelve contrario, adversario -satánico- a las cosas del Reino cuando pretende imponerle a Jesús de Nazareth rótulos y funciones que le son ajenas. Y sobre todo, cuando se pone por delante, opacando al Señor que es nuestra vida y nuestra luz.
Pedro ha se seguir los pasos de Cristo, dejando que resplandezca siempre y ante todo la Gracia que Él ofrece a todos sin condiciones.

Y así con Pedro, firme como una roca, nosotros también hemos de seguir los pasos del Maestro)

Paz y Bien

Volverse vulnerables




Para el día de hoy (07/08/13):  
Evangelio según San Mateo 15, 21-28



(Hay una realidad innegable, y es que Jesús de Nazareth era judío hasta los huesos, por crianza, por sus mayores, por la cultura en donde creció, por pertenecer a un pueblo. 
La pertenencia a una cultura determinada implica, casi necesariamente, un horizonte de limitaciones racionales, es decir, una mente acotada. Por ello no le eran ajenas ni las antiguas tradiciones de Israel, ni los preceptos religiosos ni la ideología imperante, más allá de que prestara su acuerdo o renegara de ella. Jesús de Nazareth es un varón cabal del Pueblo Elegido.

Así, narra el Evangelio de Mateo que se retira hacia los territorios de Tiro y Sidón: estas zonas estaban bajo soberanía de Israel vía ocupación militar. Sin embargo, por el frecuente contacto con pueblos extranjeros, era zonas siempre sospechosamente tildadas de impuras, heterodoxas, ajenas, pues durante siglos fueron territorios de fenicios y filisteos, enemigos jurados y perpetuos de Israel. Así entonces los judíos denominaban a los habitantes de tales zonas cananeos, que en una de sus acepciones significa traficante, mercader menor: la etimología misma es rótulo clasificatorio de desprecio.

En ese espacio que usufructuaban pero que consideraban impropio de su fé, sucede un escándalo. Una mujer cananea dirige su súplica al Maestro a pleno grito, y es menester detenerse aquí: para la cultura y la religión de su tiempo, ninguna mujer podía dirigirse sola y en público a ningún varón que no fuera o su esposo o su hijo. Actuar en contrario implicaba ser considerada una mujer de dudosa moralidad -quizás desde ese entonces venga la adjetivación de mujer pública-, y por ello ningún varón judío que se preciara de recto habría de dirigirle la palabra ni prestarle oídos. De allí también la airada reprensión por parte de los discípulos, que al obvio rechazo añadían la intolerancia de los gritos molestos, además de que esa mujer desubicada, para colmo de males, era una extraña, una extranjera, una impura.

Jesús es un vástago auténtico de su pueblo, y por eso en un principio calla frente a los gritos de esa mujer. Más luego no vacilará en reprenderla con inusual e insospechada dureza: en su mentalidad tradicional, su misión está acotada a los hijos de Israel, a nadie más. Es expresión exacta de la ortodoxia imperante.

Pero los gritos molestos provienen de una madre que sufre por su hija enferma y que en sus entrañas sabe que en ese rabbí judío puede encontrar liberación para su alma agobiada, salud para su cuerpo, unas migajas de compasión. No es puntillosa y también cae en las tradiciones que seguramente ha escuchado por allí: por eso se dirige a Jesús como Señor, Hijo de David, rótulo político de carácter mesiánico que para nada agradaba al Maestro, y es el título que gustaban esgrimir los mismos que fundamentan los parámetros que excluyen y repudian a esa mujer.

Esa mujer carece de protección alguna, y aún así debe velar por la salud de su hija enferma. Esa mujer está sumida en la exclusión a causa de un desprecio estructurado y un ninguneo militante. No puede ser más débil.

El corazón de Jesús es sagrado e inmenso, y su misericordia aflora en su capacidad entrañable de volverse vulnerable para con los que sufren, cualquiera sea su origen, procedencia, color, género, religión, ortodoxia o heterodoxia.
El milagro acontece porque se conjuga la infinita misericordia de Dios que expresa Jesús de Nazareth y la fé incoercible de una madre que ama.

En estos tiempos tan igualados en miserias, tan parejos hacia la nada, hemos de volver a con-movernos, a que nos queden expuestas las costillas que ocultan nuestros corazones. Porque donde hay sufrimiento y dolor, hay hambre y sed de buenas noticias y consuelo y compasión, y precisamente eso y no otra cuestión es la Evangelización)

Paz y Bien



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