El grano de trigo que cae



Para el día de hoy (10/08/13):  
Evangelio según San Juan 12, 24-26



(A causa de la mentalidad instaurada, escribas, sacerdotes, fariseos, las gentes y sus propios discípulos -ellos especialmente- sólo podían aceptar la imagen de un Mesías glorioso, pleno de victoria que se impondría sobre sus enemigos y habría de restituír la realeza de Israel y, a la vez, liberaría al Pueblo Elegido de toda dominación, en un tiempo nuevo pleno de las antiguas glorias de David y Salomón.

Por ello, este rabbí galileo que les anunciaba su próxima muerte en la cruz como un delincuente abyecto, como un maldito, como el mayor de los derrotados no cuadraba para nada en sus esquemas. Y quizás a nosotros tampoco nos agrade en demasía.
Porque la Salvación se fundamenta en el amor, expresado en la donación de la propia vida.

Así entonces, para que ellos comprendan, utiliza una pequeña parábola originada en la experiencia de los campesinos, la historia de una mínima semilla.
Toda semilla cumple con su destino en las oscuras honduras de la tierra sembrada; allí, oculta y confundida en el humus se humedece y se pudre, puro proceso de germinación paciente. Si nos detenemos sólo allí, la semilla se ha perdido de manera irremisible.

Más nada puede detener la primavera.

A su tiempo, comienza a pujar, brotes menores, tallo incipiente, grácil espiga, pan. Esa semilla dada por perdida y que en apariencia no tiene mayor relevancia, cumple su destino transformándose finalmente en pan para alimento de muchos.

Así sucedió con María de Nazareth. La semilla de la vida plena se crecía al calor escondido de sus entrañas.
Y ese Hijo que nos nacería no iba a ser menos que su Madre. La fuerza increíble y asombrosa de la semilla se hace explícita cuando germina, cuando muere a su condición menor ofreciéndose como fundamento de una vida incalculablemente frondosa y frutal.

La vida es semilla que se nos ha cedido. No nos pertenece, y la única manera de honrar esa deuda es devolverla a su generoso propietario en espigas abundantes, semilla que cae, vidas ofrecidas, una Iglesia que añoramos trigal humildemente frondoso)

Paz y Bien

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