Transfiguración transparencia



La Transfiguración del Señor

Para el día de hoy (06/08/13):  
Evangelio según San Lucas 9, 28-36


(Los discípulos estaban confundidos y al borde de la desolación, pues los anuncios que Jesús hace de su Pasión no encuentran lugar en su magro horizonte religioso, el que es producto de la mentalidad imperante en esa época, y que ellos no se atreven a superar. Esa mentalidad implicaba suponer a un Mesías glorioso que impone su victoria aniquilando militarmente a sus enemigos -los enemigos de Israel-, que sienta sus reales desde la misma Ciudad Santa.

Es que su Maestro les anuncia que iba a sufrir, a morir como un criminal en una cruz romana, repudiado por los suyos, condenado como blasfemo por los líderes de Israel, y todas esas tinieblas en la misma Ciudad que debería iluminar con su fulgor a todas las naciones.
Por ello mismo quizás Jesús los lleva con Él a la cumbre de ese monte -la montaña es símbolo del encuentro con Dios-, para que siendo testigos de la Transfiguración puedan afrontar las dificilísimas horas que se avecinan, el trauma terrible de un Mesías derrotado, maldecido, ejecutado como subversivo abyecto, y a partir de ello caminar por el sendero de la cruz que desemboca en la vida para siempre, en la Resurrección.

Cuando todo está oscuro, cuando no se vé más allá de la pesadumbre, cuando la negatividad es tan invasora que todo lo ocupa, es necesario subir al monte de la esperanza, allí en donde se hace propicio el reencuentro con Aquel que es la luz y la vida.

Sin juegos de palabras ni redundancias, en la cumbre de ese monte acontece una cumbre: los discípulos perciben que Jesús de Nazareth conversa con Moisés -la Ley- y con Elías -los Profetas-, y no es una charla de temas baladíes, sino que el centro de la conversación es la misma Pasión de Cristo, el éxodo que iba a suceder a partir de la cruz en Jerusalem.
Ese Cristo resplandece de blancura y gloria, y los discípulos se sienten nada, mínimos: ese Cristo transfigurándose, transparenta a Dios mismo, y el diálogo con esos santos predecesores es la historia que se hace plena y cobra sentido a partir del Emmanuel, Dios con nosotros.

La historia humana -pasado, presente y futuro- sólo puede tener sentido en el diálogo fecundo entablado en la búsqueda incansable de humanidad plena, y ello acontece con Jesús de Nazareth, Dios mismo, el más humano de todos.

La tentación de instalarse siempre nos andará rondando. En los momentos de gloria perceptible, dan ganas de armarse un andamiaje en donde refugiarse para no salir, de estacionarse, de no correr riesgos.
Pero la escucha de la Palabra impulsa a todo lo contrario, porque la fé implica corazones en marcha, existencias en movimiento hacia el otro y hacia el totalmente Otro.

Por eso hay que descender de la montaña, al llano en donde abundan las sombras y el dolor, porque llevamos esa marca bautismal que también es mandato, un mandato de transparencia que desaloja todos los egoísmos.
A través de estas nadas borrosas que somos, la Buena Noticia ha de vibrar y refulgir)

Paz y Bien

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