Hasta la cruz



Para el día de hoy (27/09/13):  
Evangelio según San Lucas 9, 18-22



(Jesús de Nazareth no pasaba inadvertido: su personalidad, sus acciones hacia los dolientes, los excluidos y los pobres, su modo nuevo y único de enseñar, su capacidad de leer lo que se inscribe en las honduras de los corazones.

Así entonces Herodes se preocupaba por ese rabbí de fama creciente, celoso y con temor de una pérdida de poder. 
Así también las gentes depositaban en el Maestro sus ansias primordiales y sus necesidades más profundas, que era Elías resucitado, que era un antiguo profeta que regresaba, que era un taumaturgo, que era un nuevo caudillo para Israel pensaban los zelotas.

Por entre los discípulos, Pedro toma la palabra y hace una afirmación contundente: ese Jesús es el Mesías de Dios.
Pedro está iluminado por el Espíritu, pero a su vez expresa la fé de la comunidad. Porque la fé es don y misterio, es personal, pero a su vez florece siempre con la fuerza de la verdad dentro de una comunidad.

Sin embargo, no basta. Pedro aún vé todo a través de su propio prisma acotado, es decir, él ansía y espera un Mesías victorioso que restaure la antigua gloria de Israel, que derrote a sus enemigos, que reine con igual o más poder que David y Salomón.

Por ello mismo Jesús de Nazareth, de manera terminante, hace que se calle.
Porque este Mesías no se adapta a los esquemas convencionales, y la Salvación será explicitada y ratificada a través de la Pasión y la Resurrección.

La Salvación pasa por la aceptación de la cruz, del amor mayor, de la vida ofrecida, de la derrota aparente que es victoria mansa sobre la muerte, que es atreverse a morir para que no haya más crucificados ni para que campee la violencia.

Los discípulos hemos de hacer propio el himno eterno del Crucificado)

Paz y Bien

 

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