Cuando Jesús se vá



Para el día de hoy (02/05/14):  
Evangelio según San Juan 6, 1-15



Esa multitud estaba exultante: el profeta galileo los comprendía y asumía como propia sus necesidades, y colmaba sus estómagos vacíos. Quizás una de las raíces del problema fuera precisamente ése, transferir a otros lo que uno mismo puede y debe hacer.

Cristo bendice esos pocos panes y esos peces escasos compartidos, y el compartir deviene santo, asombroso, milagro de solidaridad amado por Dios.
Sus propios discípulos no lo entienden, siguen esclavos de la exclusiva posibilidad del dinero, y las prerrogativas materialistas de inmanencia y pretendida racionalidad los aleja de cualquier noticia nueva y buena.

Cada vez que a Cristo se lo busca para entronizarlo gloriosamente bajo modelos y mesuras mundanas, se vá, se retira al monte, a la soledad y a la oración, lugar de encuentro con ese Dios que es Él mismo en identidad absoluta. Porque es rey, pero un rey servidor, monarca leal de los corazones, pobre entre los pobres, rey humilde, rey hermano.

Así también cuando adjudicamos todas las responsabilidades a terceros, y afanosos de practicidades los ungimos con plenos poderes hasta que nos llegue el desencanto y las consecuencias nefastas de no comprometernos en lo que debemos hacer, en lo que nos corresponde cotidianamente.
Cuando el poder y el dinero gobiernan -desde cualquier color ideológico-, cuando resignamos la solidaridad y una fraternidad que nos acerque cordialmente al otro, el pueblo pasa por crueles necesidades, y más aún, cuando no se reconoce al otro.

Este Cristo se nos vá si no seguimos su ejemplo transformador y trascendente de dar y darnos, de torcer el rumbo egoísta de la historia a fuerza de humildes gestos fraternales. Porque aún cuando esos panes de cebada y unos pescaditos sean comida de pobre, en verdad alimentan a miles pues se vuelven valiosos e inagotables como doce canastas llenas cuando el compartir germina entre la multitud, aunque sea un escándalo, aunque rompa todos los esquemas preconcebidos.
Allí sí, el Dios de la vida se hace presente y bendice.

Paz y Bien  

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