Dirigentes diligentes



El Santísimo Nombre de María

Para el día de hoy (12/09/14) 

Evangelio según San Lucas 6, 39-42



Cualquier observador neutro puede colegirlo con facilidad: Jesús de Nazareth era un gran maestro, un fabuloso educador, que siempre se valía de las imágenes y los códigos que utilizaban a diario sus oyentes para transmitir aquello que quería enseñar.
Nosotros podemos coincidir en ello, pero lo nuestro vá por senderos místicos, más profundos y trascendentes. No es un gran maestro, es el Maestro. Además, poseía otra cualidad fundamental, que es tan infrecuente en nuestros días: Él sabía escuchar, y a su vez era capaz de enseñar por su capacidad cordial de aprender de los demás. 

Es una materia que no solemos cursar y que muy frecuentemente reprobamos, y es la de conocer y re-conocer al otro como tal, sin juzgar, apagando el detector de enemigos, predicando primero con la vida antes que con el discurso.

Por eso la crítica se dirige en primer lugar a los dirigentes; neguémonos, por esta vez, a referirnos como clase dirigente. Se trata siempre de personas, de corazones, antes que de pertenencias.
Porque aquél dirigente que no reconoce a los demás, que se sitúa en planos superiores, que se cree algo, y que sobre todo no es servidor, conduce a los demás a abismos tan oscuros como los que campean en su alma. Son los mismos -tal vez nosotros- que antes que cultivar un espíritu crítico, capaz de discernir lo bueno y lo santo, se empeñan en la detección de pecados y heterodoxias...siempre ajenas.

El verdadero dirigente es el discípulo que por su cercanía con Cristo es servidor de sus hermanos, dirigente y diligente en el servicio. Conduce sirviendo antes que mandando.

Nuestros corazones tienen mucho de esa opacidad, que mira sin ver, que oye sin escuchar, que reniega del hermano y no reconoce sus miserias y mezquindades.
Pero por la Gracia de Dios todo es posible.

Paz y Bien

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