Las decisiones de Jesús de Nazareth


San Pedro Claver, presbítero

Para el día de hoy (09/09/14) 

Evangelio según San Lucas 6, 12-19




A la hora de tomar decisiones, Jesús de Nazareth jamás vacilaba. Pero ante cada una de esas decisiones trascendentes, lo encontraremos aferrado con todo su ser a la oración, unido sin fisuras a su Padre. La noche oscura del huerto de los Olivos, la sanación de los enfermos, la misión de los suyos. Su corazón sagrado busca luz y verdad en el Espíritu que lo unge.

Así también en la noche previa a la elección de los Doce apóstoles, horas y horas de escucha y plegaria, de diálogo fecundo, de revestirse del amor de Dios.

Multitudes seguían fervorosas al Maestro. Pero Él, de entre todos, elige a Doce de ellos, y esa elección no es una cualificación discriminatoria. Por el contrario, es una cuestión de asombrosa confianza. Esos Doce -símbolo de continuidad con las Doce tribus de Israel- serán enviados a todas las naciones a proclamar y hacer presente la Buena Noticia del Reino, el amor de Dios aquí y ahora.
Es la confianza que deposita el Señor en esos hombres lo decisivo. Pues esos hombres son muy distintos entre sí, falibles, limitados, algunos de carácter fuerte y arrebatado, otros se dejarán ganar por el miedo, otro traicionará, y todos ellos no entenderán la razón primordial del Mesías hasta la Resurrección.

Hay una cuestión tan obvia que puede escaparse a nuestra percepción: esos hombres se convierten en apóstoles por la decisión de Jesús de Nazareth, pero primero han sido discípulos. En cierto modo, ellos han aprendido del Maestro las cosas que Él enseña, y especialmente a vivir como Él, a amar como Él, a no resignarse jamás, a la humildad y la mansedumbre.

Todos y cada uno de nosotros tenemos una vocación apostólica y misionera. Todos, en esa asombrosa misericordia confiada de Dios, hemos sido elegidos para ser sus manos y su Palabra en el mundo. Y hemos sido elegidos concienzudamente, a pura bondad y certeza de que a pesar de todas nuestras miserias y nuestros quebrantos, podemos lograr todos los imposibles desde el servicio, desde la compasión.

Y es menester recordar y tener presente esa necesidad de estar en sintonía, de permanecer atentos a la Gracia, a la voluntad infinita de vida plena y amor de Aquel que nos amó primero y que encontraremos siempre en la oración.

Paz y Bien

2 comentarios:

pensamiento dijo...

Cuanto más se avanza en la vida de oración, más se penetra en el misterio del silencio de Dios. Gracias.

Anónimo dijo...

muy bonito

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