Falacias



Para el día de hoy (10/10/14) 

Evangelio según San Lucas 11, 15-26




En el ámbito de la lógica clásica, las falacias son argumentos que tienen apariencia de validez pero que de ella carecen, a la vez de ser razonamientos que inducen -deliberadamente en muchos casos- a error. 
Dentro de las distintas falacias, una de las más distintivas y usuales es la llamada argumentum ad hominem, en donde se cuestiona  la veracidad de una afirmación o postulado o enseñanza atacando moralmente a quien sostenga tal postulado. Su trampa estriba en no verificar la veracidad primordial o su evidencia, y es una constante en los submundos políticos y religiosos.
Para muchos, desacreditar a una persona es un pingüe negocio y una herramienta cabal, hasta necesaria, sin importar el bien que haga o pronuncie.

Jesús de Nazareth no fué ajeno a estas manipulaciones crueles. Escribas, fariseos y doctores de la Ley preferían endilgarle todo tipo de rótulos terribles antes que inclinar sus corazones ante la evidencia del bien que brindaba en abundancia, y así buscaban dos objetivos: desacreditarlo ante el pueblo e instalar un argumento necesario y suficiente para condenarle. De ese modo lograrían que el Maestro estuviera aislado y pudiera ser suprimida su voz profética, su voz nueva de Salvación.

Pero en general las falacias no son tan sutiles, y alcanza con tener la mirada atenta para derribar esas edificaciones fútiles y estériles. Es lo que hace el Maestro con el carácter demoníaco que le adjudican a su ministerio salvador.

Quizás, más grave aún es la telaraña que se enquista en los corazones de esos hombres falazmente juiciosos. Pues sólo la verdad nos hace libres, y en el nuevo tiempo de la Gracia, no importa tanto ser libre de como más bien ser libre para.
Porque la verdadera liberación es el paso de la servidumbre al servicio.

Paz y Bien

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