Vivir al revés




Para el día de hoy (09/05/15):  

Evangelio según San Juan 15, 18-21



La caída en el voraz abismo de lo mundano es un peligro que, a veces, parece difícil de sortear. Lo mundano tiene un hálito tentador, sibilante y que a veces, amedrentando, hace que se yerre en el rumbo recto de los pasos.
De cualquier modo, es menester estar atentos y no caer en la trampa.
O se es de Dios o se es del mundo.

Jesús se lo advierte a los suyos antes de su partida, frente a la inminencia de la cruz, y es un llamado de atención para todos los creyentes a través de la historia.
Ser de Dios es ir contra la corriente, es vivir al revés de los rígidos e inmóviles postulados a los que se pretende someternos.

Se vive al revés porque el mundo pretende comprar todo, cada persona -buenos o malos, grises, oscuros, transparentes- tienen su precio y su interés, abierto o tácito. Pero en el tiempo de la Gracia, esa gratuidad, esa incondicionalidad, esa generosidad se enarbola como humilde señal de redención y auxilio en nombre de Cristo. Digan lo que digan, hagan lo que hagan, hay cosas que no se compran.

Se vive al revés porque se detesta con fervor la opresión y la corrupción, pero en esa sintonía de salvación, se tiende una mano fraterna al corrupto y al opresor.

Se vive al revés porque en esta Buena Noticia que nos crece corazón adentro, el poder sólo se entiende como servicio a los demás.

Se vive al revés porque en la cotidianeidad brota como rocío bienhechor la eternidad de un Dios que se hace uno de nosotros. Porque cada hombre y cada mujer es un templo vivo del Dios de la Vida, y se le rinde culto en la liturgia primordial de la misericordia y la compasión.

Se vive al revés porque jamás, pase lo que pase, abandonaremos la esperanza, porque ella se sustenta y afirma en el amor de Dios, en su fidelidad absoluta, en su entrega sin límites.

En la ilógica del Reino, se está en el mundo sin pertenecerle para que la tierra se vuelva un hogar amable para ese Cristo que camina con nosotros, mesa de hermanos, casa de todos.

Paz y Bien

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