El corazón del Evangelio



Para el día de hoy (05/11/15): 

Evangelio según San Lucas 15, 1-10



Tres con las parábolas de Jesús de Nazareth denominadas las parábolas de la Misericordia: dos de ellas se nos brindan hoy, la tercera es la parábola del Hijo pródigo, que se reflexiona especialmente durante la Cuaresma.

Es importante situarnos en la escena. El Maestro enseña con las dos parábolas -la oveja y la dracma perdidas- frente a aquellos que, precisamente, se creen mejores que otros, puros e inobjetables, y con derecho a horadar la misión de Cristo aduciendo que en sus mesas se sientan a comer indeseables que ellos jamás sentarían en sus mesas, servidores interesados de un ídolo cruel y severo al que imaginan el Dios de sus mayores.

En realidad, Jesús de Nazareth vá mucho más allá de reconvenir la terrible mentalidad de esos hombres: Él, con la profunda sencillez de dos parábolas, revela el corazón de la Buena Noticia que es la entrañable misericordia de un Dios que es Padre y es Madre también, más allá de cualquier torpe encasillamiento de género, pura bondad y amor que se desvive por nosotros.

Contra todo pronóstico y especulación, el perdón que se prodiga se concede de modo festivo, con el empuje grato de la alegría que se comparte en comunidad, con hermanos y amigos, Dios incansable en la búsqueda de nuestro bien, de nuestra libertad, de nuestra felicidad.

Misericordia es tener el corazón en las miserias del otro. El Dios de Jesús de Nazareth es así, de un modo enteramente personal, con bondad paternal y tenacidad materna, supera toda previsión de justicia retributiva y se brinda Él mismo por entero para que seamos hijas e hijos plenos.

La Misericordia es la fuerza del amor de Dios que nada ni nadie puede detener.

Paz y Bien

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