Redes de humanidad



Para el día de hoy (11/01/16): 

Evangelio según San Marcos 1, 14-20



El arresto de Juan el Bautista parece ser un detonante del ministerio de Jesús de Nazareth: cuando Juan es detenido, el Maestro se dirige a Galilea y allí comienza a proclamar la Buena Noticia del Reino de Dios.
Hay una continuidad entre ambos, en Juan la voz de la Antigua Alianza que llega a su fin, que ha cumplido su cometido, su misión. En Cristo, se inaugura la plenitud de los tiempos.

Aún así, es imposible soslayar una cuestión por demás evidente: en cierta forma, el ministerio del Señor transcurrirá entre dos injusticias, entre dos hechos de violencia, entre dos testimonios plenos de fidelidad, el arresto y la ejecución del Bautista y la Pasión del Señor.

Pero hay más, siempre hay más, y es menester no quedarse en la superficie, en la pura letra. El tiempo se ha cumplido es la aseveración determinante, fundante de todo lo que comienza y de todo lo que vendrá: contra el tiempo sucesivo, cronológico, el devenir contiguo -chronos-, surge kairós, el tiempo propicio, exacto por la maduración de la historia, tiempo santo de Dios y el hombre. Una espera de siglos ha concluido, el Reino de Dios está cerca, muy cerca, tan cerca que puede tocarse con el corazón.
Ese Reino no es un nuevo orden jurídico, político, social o religioso, no es una alternativa a lo existente: el Reino es la vida de Dios entre los hombres, que no se procura ni se adquiere por rituales o méritos, sino que es don absoluto de amor de ese Dios que nada reserva para sí.

Y el Reino es la mejor de las noticias, pues es la vida plena, la felicidad de sabernos hijas e hijos sin merecimientos, por puro afecto y ternura insondables.
La vida de Dios en la propia existencia, por lo tanto, implica un cambio profundo que llamamos conversión, converger desde las mismas raíces hacia la voluntad de Dios, converger hacia Dios y hacia el hermano.

Hay mucho por hacer y la tarea es enorme; sin embargo, no se trata de una suma de individualidades, sino de que germine una comunidad. Por ello el Maestro convoca, de dos en dos, a hermanos de sangre para que sean hermanos en la fé, vínculos santos e indisolubles sostenidos por el Espíritu. 

La convocatoria acontece allí en donde las mujeres y los hombres discurren en su cotidianeidad, en sus oficios, en las cosas de todos los días.
Los pescadores galileos, expertos en su oficio en el mar de Galilea, son ahora invitados a perfeccionarse a otro nivel, tendiendo redes de humanidad para que la vida prevalezca y se eleve hacia los atrios del Altísimo.

Paz y Bien

1 comentarios:

pensamiento dijo...

“Una obra de arte realizada por Dios mismo, que es el diseño que hizo del ser humano. Ese ser humano que hace posible que este mundo sea capaz de quitar todas las pobrezas. Gracias, un gran saludo.

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