El pan definitivo




Para el día de hoy (11/04/16):  

Evangelio según San Juan 6, 22-29



La lectura que nos ofrece la liturgia de este día nos presenta una especie de movimiento centrífugo, de la multitud que se sacia hasta el Maestro que llega solo a las inmediaciones de Cafarnaúm, pues los discípulos habían decidido navegar sin Él. 
Cuando vamos más allá de la simple letra, podemos descubrir que este movimiento se corresponde a la profundización en las enseñanzas del Reino, en la trascendente referencia de los signos, en el compromiso que implica el creer, como si a medida que Cristo revele la voluntad de Dios las gentes se alejen, enfrascadas en sus limitados intereses.

La multitud -miles de personas- habían sido saciadas en su hambre. Quizás por el hecho milagroso, quizás porque el Maestro era en verdad el único que se preocupaba y ocupaba de ellos, de lo difícil de sus existencias cotidianas, se encendieron de euforia. Quisieron coronarlo rey, allí mismo, en los arrebatos típicos de esa euforia que a menudo es tan lábil que sólo es la contracara de la depresión y el desánimo. 

Nada peor que vivir atados a los estados de ánimo y no afirmarnos en suelos más sólidos.

Por ello es que cuando lo buscan advierten que el Maestro no está en el lugar que ellos esperan, sus senderos son otros y nó, no pide permiso ni conformidad masiva para permanecer fiel. Ellos se quedaron con la expectativa milagrera y desdeñaron el destino del signo, que es orientar la mirada pues no es un fin en sí mismo. Lo decisivo se encuentra en el corazón sagrado de ese Dios que multiplica los panes, y no en el pan abundante y multiplicado.

En la ilógica del Reino, el pan definitivo no es el que sacia el hambre circunstancial, más allá de que luchar contra el hambre que se impone es santa tarea. El pan definitivo es creer en Cristo, unirse Su persona antes que a un compilado de ideas, vivir como Él vivía, amar como Él amaba, servir sin condiciones, suplicar a diario para que nunca nos falte el hambre de Dios.

Paz y Bien

1 comentarios:

ven dijo...

Muchas, gracias, hemos de ser pan vivo para los que nos rodean, gracias, Dios sea con usted.

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