San José trabajador








San José, obrero

Para el día de hoy (01/05/17):  

Evangelio según San Mateo 13, 54-58





El hombre tenía ascendencia real, sus ancestros llegaban al mismo rey David. Aún así, era un modesto carpintero / artesano -tekton- en una aldea minúscula y polvorienta que casi no constaba en los mapas, Nazareth, en la periferia galilea.

Las Escrituras no reflejan una sola palabra pronunciada por él, pero hay silencios que son pródigos, profundamente elocuentes, frutalmente santos. José de Nazareth proclama santidad y justicia con su propia vida, y cuando eso ocurre no hacen falta palabras.

Por él, el Redentor sería descendiente de David y se enraizaría a la historia de su pueblo; sin él, sólo sería un pobre hijo natural sin raíces ni destino.
En su decisión estaba el nombrar a ese Hijo que era tan de Dios como suyo por amor: un nombre es fundamental, un nombre revela carácter, vocación, destino. Aún así, con la clave de la historia humana en sus manos, él supo transformar ese enorme poder en servicio, sin requerir nada para sí mismo, extraña ilógica de ceder el paso, de quedarse en segundo lugar, de ser pleno haciendo lo que se debe y nada más ni nada menos, y luego retirarse sin aspavientos.

En los afanes cotidianos nazarenos en donde no había demasiado margen para el descanso, pues el sustento de la esposa y el niño dependía totalmente de su esfuerzo constante. En el duro camino del desierto, en el penar del exilio, en tierra extranjera -otra patria, otro idioma- trabajando de lo que sea para que no falte nada.
El hombre se mantenía firme como un roble, su sombra bienhechora extendía su bondadosa protección a la mujer y al hijo que amaba.

¡Como sería su corazón! Llamaba a su Dios hijito y su Dios lo reconocía papá, Abbá. En la humildad nazarena, Dios aprendía cordialmente el oficio del carpintero, Dios mismo fecundaba sus días, Dios bendecía, involucrándose Él mismo, el trabajo diario de José de Nazareth.

No dejes de recordarnos, José, que el trabajo dignifica, y que es mucho más que cuestión de salario. Que no hemos de cegarnos con promesas vanas, con materialismos estériles, con fraternidades vulneradas. Dios nos libre, José, de los razonadores de miseria de cualquier índole y color.
Ruega por nosotros, hermano y padre de todos nuestros esfuerzos, para no resignarnos nunca, para mantenernos firmes, para que no nos arrincone la corrupción ni el desaire infame del desempleo.
Ruega por nosotros para dignificar los días, para tallar nuestra esperanza. Que aunque todo parezca horrible, todo puede cambiar. Hay que poner manos y corazón a la obra sin desmayos.

Y que escuchemos a tu Hijo, servidores fraternos siempre hambrientos de justicia, de tu justicia, de tu compasión, de tu fé.

Paz y Bien




1 comentarios:

camino dijo...

Gracias, El trabajo ayuda siempre, puesto que trabajar no es realizar lo que uno imaginaba, sino descubrir lo que uno tiene dentro. Gracias, feliz día del trabajador.

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